POR SUS DANZAS LOS CONOCERÉIS
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Hay un índice mundial en el que se muestra el grado de felicidad de las personas en los países de todos los continentes. Seguramente habrá indicadores para que los países puedan ser calificados. México ha destacado entre los más felices. De muchas formas la felicidad del mexicano se traduce en sus danzas religiosas, indígenas y mestizas.
En muchas comunidades indígenas las evoluciones de sus danzas se componen de rotaciones y pasos sencillos que se van repitiendo de manera mística: es una felicidad profunda la que muestran.
Las danzas religiosas católicas requieren de posturas en las que el cuerpo se inclina levemente saludando con veneración mientras los pies en huaraches despliegan pasos precisos y firmes: representan una felicidad que surge de un sacrificio físico para su Dios.
Las danzas mestizas en sí mismas son alegres porque rememoran el enamoramiento de pareja; el levantamiento de cosechas; las fiestas matrimoniales o familiares: son felicidad en su esencia más pura.
La danza nos conecta con el universo y hay quien afirma, como lo hace la directora de danza folclórica Nieves Paniagua, que quien danza tiene a Dios dentro de sí. A mi madre le gustaba la danza de tal manera que la prefería antes que comer.
He de atestiguar que la danza tiene un componente que permite el acercamiento con fines amorosos del hombre y la mujer.
En Nairobi, Kenia, observé la forma en que danzan los africanos, que se levantan de las sillas de las mesas en que están sentados para de manera acompasada y colectiva dirigirse al centro de la pista para ejecutar pasos de manera grupal. O en la India, donde las parejas forman grandes filas que en armonía ejecutan los mismos pasos de pareja de forma simultánea. En ambos casos existe una armonía convergente.
En Argentina el tango implica una danza de gran protagonismo y virtuosismo. En estados costeros de México el danzón se desarrolla con parejas que siguen tiempos en los que hay momentos de descanso en los que las mujeres se abanican con gracia. Los pasos básicos del danzón y del tango son idénticos.
Creo que se puede conocer a los pueblos según cómo danzan, hay lugares en donde se requieren sus danzas de una gran destreza y expresión corporal como es el caso del flamenco.
El noroeste de México tiene bailes populares acompañados por música de banda para los que se requieren capacidades atléticas y mucha confianza entre el hombre y la mujer por el acercamiento extremo de los cuerpos.
En el Caribe la danza tiene una gran carga de erotismo, pues cuando se despliegan pasos en pareja con música de salsa, los cuerpos constantemente se rozan.
En el Pueblo Mágico de Bustamante, NL, se cuenta con el Museo de las Cosas Simples ubicado en la esquina de las calles Independencia y Escobedo. En este museo los maestros Fernando Ríos y Josefina Palacios recrearon de manera profesional los diseños del maestro Daniel Andrade de los trajes utilizados para las danzas en Nuevo León desde los tiempos del porfiriato, acompañadas por orquestas; para las danzas tradicionales de redova, chotis, y polcas de la región centro, acompañadas por bajo sexto y acordeón; para las danzas de Linares, acompañadas de tambora y clarinete. Y para las danzas religiosas de Bustamante y las mestizas de Galeana. Cada pueblo tiene sus danzas ¡y por sus danzas los conoceréis!