¿Quién defiende a nuestras niñas?
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Como una verdadera pandemia en la sombra, el feminicidio ha sido definido y condenado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en un reporte hace algunos días. Según este organismo, 4 mil 091 mujeres fueron víctimas de feminicidio en la región durante el año 2020, un descenso de un 10.6 por ciento respecto al año anterior, cuando se reportaron 4 mil 567 casos.
Esta realidad definida como: “El asesinato de mujeres debido a su condición de serlo, es decir, a su sexo, por lo cual es siempre perpetrado por un hombre. La palabra es un neologismo que proviene de la lengua inglesa, en la que recibe el nombre de feminicide”.
Los expertos en el tema han señalado que este tipo de homicidio es el resultado de un proceso precedido por otras formas de maltrato hacia la mujer, sean eventuales o recurrentes, y perpetradas por un desconocido o un conocido. Entre las formas de maltrato se cuentan: violación, violencia psicológica, obstrucción del libre desarrollo y de la autonomía de la mujer, esclavitud sexual, maltrato físico, violencia doméstica, tortura, mutilación, desfiguración, persecución, privación de la comunicación y privación de libertad.
En México la historia es cruenta y sanguinaria, mientras el comportamiento social y político hacia el género femenino fue caminando muy despacio, sólo basta mencionar que en nuestro País las mujeres tuvieron derecho al voto en los años cincuenta del pasado siglo, en una época en que el papel de ellas era el arreglo y organización de la casa, el cuidado de los hijos o las labores de secretaria en oficinas o dependientes en el comercio y servicios.
Los asesinatos de mujeres guardan una triste memoria haciendo alusión a los crímenes más visibles, como los perpetrados por el asesino serial Goyo Cárdenas en los cincuenta, los crímenes de las mujeres de Juárez en los años noventa, amén de la cuenta actual de muertes en México: 736 asesinatos de mujeres, el 57.4 por ciento de los casos se concentra en ocho entidades: Morelos, Sonora, Quintana Roo, Colima, Jalisco, Sinaloa, San Luis Potosí y Chiapas. Y un 8 por ciento de ellos ha tenido lugar en sólo cinco ciudades (Culiacán, Tijuana, Juárez, Guadalajara y Monterrey), según datos del secretariado nacional de seguridad. De acuerdo con declaraciones del fiscal Orco Márquez, en Coahuila van 17 casos, de los cuales no hay consignación de responsables en la mitad, y cómo, si el fiscal anda ocupadísimo cuidando la Plaza de Armas del principado de Saltillo ante los ataques de los profes −defraudados por el tal Carlitos−, acusados de andar fuertemente armados de cuetes silbadores, buscapiés y palomas de las de 5 pesos. ¡Haya cosa!
La tendencia de feminicidios en México en los últimos seis años va al alza y sin una estrategia legal y social para prevenir el delito, por ejemplo, en 2015 se registraron 412 feminicidios; en 2016 fueron 607; para 2017 sumaron 742; luego, en 2018 se contabilizaron 895; en 2019 fueron 948; mientras que en 2020 se registró la única baja, apenas perceptible, con 946 delitos de ese tipo. Tal vez y solamente como producto de la buena fortuna, este 2021 se logre disminuir.
La lucha en contra de estos delitos parte de una sociedad civil cansada de la apatía de la autoridad que, a nivel federal y local, ha mantenido las cifras simplemente con modificar el tipo penal para las consignaciones, y de esta forma bajar las estadísticas.
Si bien es cierto, se han aprobado leyes que deberían garantizar el papel de las mujeres en la dinámica social, su integridad física y desarrollo integral, pero en la praxis hay respuestas absurdas, como las que dan las autoridades persecutoras del delito: “ellas se la buscaron por andar a esas horas de la noche o traer esa vestimenta” o, peor aún, con el cambio de discurso y condena de ser azuzadas políticamente, como lo hizo la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, otra de la misma especie del orco coahuiltecus, en la manifestación feminista del año pasado.
La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, refiere 16 acciones para evitar el feminicidio, entre las que se incluyen: ratificación de tratados internacionales de protección al género, crear planes nacionales y locales de acción, poner fin a la impunidad frente a la violencia sexual en los conflictos, garantizar el acceso universal a los servicios esenciales, otorgar recursos públicos adecuados, mejorar la autonomía económica de las mujeres y además Involucrar a los medios de comunicación de masas.
La condena a este delito debe ser ejemplar y precisa, no hay otra forma. Replico lo escrito en las redes: “No es no. Y si no dices que sí, también es no. Y si llevabas falda e ibas arreglada, también es no. Y si intentas seguir con tu vida pese al miedo, también es no. Y si alguien intenta hacerte a ti culpable, la respuesta es no”.