Relocalización
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Como uno de los efectos de la reciente pandemia, la interrupción de cadenas de valor a nivel mundial ha provocado su reestructuración, así como la necesidad de reducir gastos de transportación, esto con la relocalización de manufacturas hacia espacios cercanos a regiones de producción y consumo más sólidas, como las economías de norteamericana y de Europa occidental, aun con las distorsiones inflacionarias provocadas por la guerra en el oriente eslavo europeo.
Lo anterior ya está favoreciendo a México, tanto por su cercanía con Estados Unidos, como por variables macro que favorecen relativa estabilidad económica: finanzas públicas sanas, tipo de cambio sin mayores sobresaltos, inflación contenida -aun elevada-, aumento del consumo por programas sociales e incremento salarial -pero aún por debajo de otros países-, remesas récord, entre otros.
Relocalización (nearshoring) se refiere a trasladar inversiones productivas y/o comerciales a países cercanos a los centros de consumo, para corregir problemas suscitados por eventuales interrupciones de cadenas de valor y, asimismo, reducir los gastos provocados por las extensas distancias de abastecimiento; hasta ahora, alrededor de 35 por ciento de la producción manufacturera mundial se concentra en China, lo que provoca distorsiones en costos, gastos y perspectivas de ganancias.
Según la consultoría Market Analysis (Forbes, 10-11-22), en recientes meses empresas chinas han alquilado 4.22 millones de pies cuadrados (392.3 mil metros cuadrados) de naves industriales en México, para instalar plantas y líneas de producción, así como evitar altos precios de transportación marítima; para los mismos efectos, firmas estadounidenses han contratado 712.6 mil pies cuadrados (66.15 mil metros cuadrados).
Lo anterior ya empieza a beneficiar a centros productivos, como zonas metropolitanas de Monterrey y sureste de Coahuila, Ciudad de México, Tijuana, Ciudad Juárez, Querétaro, León y San Luis Potosí; sobre todo las cadenas de industrias automotriz y de electrodomésticos, que han enfrentado la escasez de componentes producidos en países asiáticos. Banxico reporta (Forbes, 11-11-22) que más de 400 empresas tienen planeado relocalizar sus operaciones productivas de Asia a nuestro país.
La economía es dinámica y en cada crisis se operan tácticas para solucionar problemáticas, pero la actual estrategia de relocalizar inversiones está presentándose de manera acelerada y precipitada, esto provoca que los centros geográficos de esta relocalización deben enfrentar retos en el corto y mediano plazos. Por ejemplo, en la perspectiva de migración interna ya se observa el aumento en la demanda de mano de obra, con sus efectos en servicios e infraestructura urbana (como vivienda, servicios básicos, escalada de precios, seguridad pública, servicios educativos, entre otros); por otra parte, la ampliación de infraestructura productiva con las instalaciones necesarias, así como la mano de obra mínimamente especializada.
Estas nuevas inversiones directas pueden impulsar las cadenas de proveedores, lo cual implica programas efectivos del área económica de los gobiernos locales, a fin de fortalecer la calidad y la agilidad en la entrega de estos bienes y servicios de consumo intermedio.
Como efecto colateral de la pandemia, el nearshoring puede favorecer a la economía mexicana, pero la política económica debe sostenerse precautoria, con mínimo déficit fiscal, cumplimiento de los compromisos financieros sin más contratos de deuda, reestructuración del gasto federal con más reducción del gasto corriente, estrategias antiinflacionarias, reducción de la corrupción para generar confianza, combate a la inseguridad, efectiva autonomía del banco central, entre otras decisiones.
El envío de 113 mil 794 millones de dólares de mexicanos a Estados Unidos de diciembre de 2018 a junio de 2022 (42.8% de incremento, aunque 9.5 por ciento menos que el sexenio anterior; La Jornada, 08-11-22), es una muestra de que aún hay riesgos latentes por relativa desconfianza.
Sin embargo, al tercer trimestre el crecimiento anual fue 4.2 por ciento y en octubre se observó eventual contención inflacionaria en 8.4 por ciento, así como apreciación del peso en 5%. La relocalización favorece y, contra pronósticos de desastre, la economía mexicana se sostiene y crece.