Ser original para ser imaginable
COMPARTIR
“Toda obra de arte profunda nace sin duda de la memoria,
no de una invención intelectual sin raíces”. - Juhani Pallasmaa
La imaginabilidad, -según Kevin Lynch- es la capacidad de un objeto de suscitar, con alto grado de probabilidad, una imagen en la mente un espectador, el autor lo aplica a las ciudades, sin embargo, la imagen es un concepto que en todas las artes visuales y en nuestro quehacer como creativos, representa el hilo conductor y el lenguaje por medio del cual nos comunicamos. El mundo está lleno de imágenes que nos disparan tal cual fuéramos condenados a muerte delante de un pelotón esperando las balas. Una imagen es capaz de detonar ideas, pensamientos, emociones, puede ser potencializado mediante elementos simbólicos o históricamente significativos, referencias, recuerdos o memorias, que van de lo individual a lo colectivo y viceversa.
Asimismo, las imágenes que observamos y que se quedan en nuestro imaginario nos impulsan -como creativos- a concebir nuevas maneras de comunicarnos, mediante símbolos que ponemos al servicio del observador para su interpretación -en nuestros términos- con un lenguaje familiar y reconocible, tiene una relación física y espacial en el contexto en el que se encuentran dispuestas y se relaciona directamente con los individuos que son espectadores o consumidores de estas imágenes. Al unir estas señales elegidas para entregar un mensaje, se construye una narrativa que representa y simboliza algo. Una imagen evoca, recuerda y permite a cada individuo obtener una representación mental, construcción de conceptos o expresión de ideologías, estas imágenes contribuyen a mantener y preservar además la identidad, en un continuum temporal por la referencia que hacen a la memoria.
Otros autores afirman que para generar una representación visual en su primera construcción, el emisor o quien crea dicha representación, sustituye una cosa por otra: “Dentro del campo de la semiología de la imagen representar consiste en sustituir la realidad a través del lenguaje visual”. Esto quiere decir, que tanto el emisor como el receptor o consumidor de las imágenes, utilizan su bagaje o la información que tienen en su memoria para interpretar este mensaje y que conforma la segunda etapa o fase del proceso de creación. La interpretación, tanto de la realidad como de un mensaje que se representa visualmente, le otorga un sentido y un significado a lo que se lee.
Se dice que en la acción de interpretar, el espectador “realiza un acto de significación y da un nuevo sentido a lo representado. Lo que realmente ve el espectador es un entramado de conceptos construidos por su experiencia personal, su memoria su imaginación de manera que podemos decir que el observador es mucho más que el receptor del mensaje, ya que un objeto no es el objeto en sí mismo, sino que es la representación que el receptor tiene asociada a él”.
Tenemos entonces, la referencia a la memoria y la originalidad que se combinan en las imágenes que nos impactan y nos hacen reflexionar sobre un tema en específico. Esta palabra o término, proviene del latín y está conformado por una raíz origin que se traduce como comienzo, un sufijo alis, que es “relativo a” y por último “dad” que se refiere a la cualidad. Por lo tanto, la palabra originalidad es la cualidad relativa al comienzo: al origen.
¿Cuál es la importancia de la originalidad? ¿qué quiere decir hoy, ser original? ¿existe la originalidad? ¿qué nos depara el futuro en un mundo hiper moderno e hiper tecnológico? ¿Está nuestra ciudad y sus habitantes preparados para este porvenir que ya es hoy?
Las imágenes o ideas originales, o la imaginabilidad que, con base en Lynch, se aplica a las ciudades visualmente potentes, representan y se convierten en el tiempo en nuestra memoria colectiva, por lo tanto, este compendio de representaciones visuales que también pueden trasladarse o convertirse en un discurso visual o a la imagen de una ciudad, son un cúmulo de nuevas concepciones que se crean a partir de otras, con nuevos enfoques adaptados al contexto histórico que se vive. De ahí la importancia de crear discursos y narrativas basadas en nuestras memorias, pero que se adaptan a nuestro contexto y circunstancias presentes, convirtiéndose en el origen de nuevas representaciones y narrativas que construyen nuestra historia.
Encuesta Vanguardia
$urlImage