¿Somos independientes?
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“¡Viva México! ¡Viva la igualdad! ¡Viva nuestra democracia! ¡Viva la honestidad! ¡Viva nuestra soberanía! ¡Viva la fraternidad universal! ¡Vivan las culturas del México prehispánico! ¡Viva el amor al prójimo! ¡Viva la Independencia!”. Con gran emoción lanzó el Presidente de la República estos curiosos vivas en la ceremonia del Grito de Independencia, mientras miles de mexicanos celebramos con orgullo el haber nacido en este país. Una gran alegría sentí la noche del 15 de septiembre, sin embargo, un amargo pensamiento acudió a mi mente: ¿Somos los mexicanos realmente independientes?
Es cierto que desde hace dos siglos dejamos de vivir bajo la dominación de los colonizadores españoles. También es cierto que tenemos nuestro propio gobierno, nuestras propias leyes y una identidad nacional muy marcada, sin embargo, es triste reconocer que los mexicanos al día de hoy seguimos siendo esclavos. ¿De un pueblo extranjero? No, aunque en cierta medida dependemos de nuestro vecinos del norte. ¿De un poderoso cacique? Menos. ¿Entonces de quién? Los mexicanos somos esclavos de nosotros mismos.
Tal vez alguien piensa que exagero al afirmar que los mexicanos somos esclavos, pues actualmente es difícil ver en nuestro país a alguien que viva encadenado y que tenga en la espalda las huellas de un látigo. Sin embargo, nuestra esclavitud es mucho peor que unas simples cadenas o un golpe de látigo, pues ni siquiera nos damos cuenta que la sufrimos.
Los mexicanos vivimos esclavizados a gobiernos que sólo se han dedicado a engañar al pueblo con falsas promesas. Somos esclavos de funcionarios públicos corruptos que sólo se preocupan por sus propios intereses y que se olvidan de las obligaciones que contrajeron algún día al ser electos por el pueblo. Somos esclavos de vicios engendrados en el pasado como la corrupción, la injusticia y la impunidad. Somos esclavos de la ineficiencia de los legisladores, y del sometimiento del Poder Judicial ante el Poder Ejecutivo. Somos esclavos de la esperanza de tener un mejor país y un nivel de vida más alto, pero que no se podrá lograr mientras sigamos permitiendo que un grupo de políticos siga truncando el desarrollo de México. Somos esclavos de nuestra pasividad e indiferencia hacia la forma en que proceden quienes nos gobiernan.
Usted y yo trabajamos todos los días. Nos descuentan una barbaridad por concepto de Seguro Social, cumplimos con el pago de los impuestos y echamos mano de nuestros ahorros para pagar el predial y la tenencia del automóvil. ¿Y qué recibimos a cambio? El Gobierno realiza obras para mantenernos con el pico cerrado, pero en realidad esas obras no generan el beneficio que deberían. Esto se refleja en los niveles crecientes de inseguridad, de desempleo y de pobreza.
Es triste, pero el futuro de México depende de la voluntad de una sola persona y no de todos nosotros. ¿No es esta una forma de esclavizarnos?
¿Qué ha hecho el presidente López Obrador para terminar con la deshonestidad y la corrupción? Nada. Ni se ha acabado la corrupción, ni el nepotismo, ni los negocios de familiares del Presidente, ni las donaciones sospechosas a sus propios hermanos. En cambio han aumentado las adjudicaciones directas en contratos para obras públicas o de adquisición de materias primas.
¿Qué ha hecho López Obrador para terminar con la inseguridad pública que igualmente nos esclaviza? Nada. Sigue la política de abrazos y no balazos, del fuchi caca, y mientras tanto los grupos del narcotráfico siguen apoderándose de distintos territorios del país, en donde ellos se han convertido en la verdadera autoridad.
Es triste reconocerlo, pero mientras nosotros permanezcamos indiferentes hacia la forma en que proceden nuestros gobernantes, seguiremos condenados a una esclavitud eterna. Usemos nuestra voz para liberarnos de todo aquello que ahora nos encadena a una realidad en donde abundan las carencias y las injusticias. Sólo así podremos gritar ¡Viva México! ¡Viva nuestra Independencia!