Tipo de cambio y extraños vaticinios
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El tipo de cambio se fija por la oferta y demanda de una divisa, por la necesidad de moneda para transacciones internacionales para consumo o producción, inversión directa o para inversión financiera fija, variable o bursátil con más liquidez.
El aumento de demanda de una divisa la aprecia respecto a otras, contrariamente, al aumentar la demanda de otra divisa se deprecia la primera; este mercado es la actividad transaccional con más variabilidad de corto plazo; más aún, puede ser reflejo de confiabilidad en la economía de un país o región subcontinental.
Cualquier variable macroeconómica, o de otra índole, puede influir en las decisiones de optimización -el mayor beneficio al menor costo- de los agentes económicos respecto a la paridad peso-dólar, para transacciones internacionales para producción, comerciales, de inversión directa o inversión financiera.
En entrono de inflación global debida a escasez y especulación por la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania, la Reserva Federal de Estados Unidos de manera ortodoxa ha aumentado tasas de interés al ahorro, consecuentemente provoca apreciación del dólar como moneda internacional, generando distorsiones en mercados financieros y en comercio internacional al encarecer exportaciones de ese país norteamericano, además el aumento de la deuda externa de países, sobre todo subdesarrollados.
En este contexto sorprende el comportamiento del peso mexicano (MXN) como una de las monedas más estables: en febrero de 2020 en 18.50 pesos por dólar, con la pandemia rondó 25 pesos en dicha paridad, pero paulatinamente se ha apreciado, en mayo pasado 19.60 pesos, hasta las semanas recientes en 20.00 pesos promedio por dólar.
Las variables externas que apuntan esta relativa estabilidad en la paridad de la moneda mexicana son: remesas que cada mes están en ascenso, de enero a agosto de este año en 37.93 mil millones de dólares (32.94 en el mismo periodo de 2021); precios del petróleo que, aunque con tendencia ya a la baja, están muy por encima de los 44 dólares el barril que se presupuestó para este año.
Por otra parte, las variables internas: estabilidad en finanzas públicas; crecimiento del producto interno bruto en 1.9 por ciento a agosto, con tendencia al alza en septiembre y octubre; exportaciones que, aun con déficit comercial, también tienen tendencia alcista (40 por ciento del PIB, 5 por ciento más en septiembre respecto a agosto); diferencial de tasas de 3-3.5 del vecino país del norte a 9.25 del Banco de México; inversión extranjera directa que, sin fusión Televisa-Univision y reestructura Aeroméxico, en junio sumaron más de 23 mil millones de dólares; recuperación sostenida del turismo interno y externo; 198 mil millones de dólares de reservas internacionales; contención inflacionaria con estabilidad en precios de gasolinas por subsidios, entre otras acciones directas; recuperación del empleo a niveles prepandemia (21 millones registrados IMSS); y consumo sostenido por programas sociales.
Basándose en simulaciones matemáticas que reproducen condiciones monetarias y financieras de Estados Unidos en las crisis hipotecaria 2008 y de contingencia sanitaria 2020, el pasado 20 de octubre Moody’s Analitycs (agencia de investigación económica, filial de Moody’s Investors Service) vaticinó la “inminente depreciación del peso en 20% (24.00 pesos) a finales de este año, o en 2023, o podría retrasarse hasta 2024” (¡...!). Noticia difundida ampliamente no impactó negativamente el tipo de cambio.
Es extraño que en 2008 las tasas de interés del país vecino se ubicaron de 0.0 a 0.25 por ciento, contrario a lo que sucede actualmente (3.5 por ciento); en 2020 la economía global se paralizó, pero actualmente hay recuperación. No concuerda la comparación económica de Moody’s, del pasado reciente a hoy.
En economía los riesgos existen, más actualmente con variables exógenas que impactan considerablemente. El peso mexicano tendría paridad estable hasta el segundo semestre del 2023. La política económica debe situarse pertinente y prudente, para no trastocar dinámicas de recuperación y para sostener la confianza en el país.