Un cuento de humor negro
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¿Será cierta esta historia? A lo mejor es cierta, y eso le quita verosimilitud. De cualquier modo vale la péndola el relato.
Murió cierta señora que percibía una pensión. El pago le llegaba mensualmente, por el correo, y ella estampaba su huella digital en el recibo, pues no sabía firmar. Tal huella equivalía también a prueba fehaciente de que la pensionada formaba parte aún del reino de los vivos.
Sucedió que un buen día -para el efecto no tan bueno- la anciana señora se murió. Vivía en un lugarejo de poca monta, y además en sitio apartado del villorrio, de modo que sólo sus familiares supieron de su óbito. Óbito. Tal es uno de los muchos eufemismos empleados para no pronunciar el nombre de la muerte, no sea que nos escuche y venga.
Los parientes de la difunta se acongojaron mucho, no tanto por el tránsito de la viejezuela sino porque su muerte significaba la pérdida de la pensión. Y de ella vivían todos, pues ni uno de los hijos trabajaba, atenidos al dinero que mensualmente recibía su mamá.
Entonces no había aquello de pasar revista: ya dije que la simple huella digital, recibida mensualmente, era prueba muy suficiente de existencia. Entonces los hijos -o las nueras, vaya usted a saber- idearon un expediente algo macabro. Si aquí lo pongo es sólo por apegarme al hilo de la historia. Y lo diré de prisa, pues el sólo relato de esa acción me causa grima. Antes de sepultar a la viejita le cortaron el dedo pulgar -el de la huella digital- y lo pusieron en el congelador del refri.
De ahí lo sacaban cada mes (en papel aluminio lo tenían envuelto), y mientras el cartero esperaba fuera alguno de los hijos firmaba con el dedo de su madre el recibo de la pensión mensual. Ya se imaginarán ustedes el valor que tenía aquel pulgar, de cuya conservación y buen empleo dependía la manutención de tres familias. Iba uno de los hijos a poner algo en el congelador y le decían los otros:
-Cuidado con el dedo de mamá.
Continuaré mañana la narración de esta historia tan verdadera que parece una mentira, tan mentirosa que parece cierta.