¿Símbolo o ironía? La realidad de la arquitectura del Teatro de la Ciudad
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Con motivo del 43 aniversario del icónico recinto platicamos con el historiador Carlos Recio Dávila sobre las implicaciones del estilo arcaico que se observa en este edificio
Con su cantera rosa y estilo neoclásico uno puede dar por hecha la imagen del Teatro de la Ciudad. Es un edificio antiguo, después de todo. Pero cuando consideramos que apenas está cumpliendo 43 años y que ese estilo estuvo en su apogeo un siglo antes, lanza preguntas sobre la relación de los saltillenses con la arquitectura histórica de la ciudad.
Platicamos sobre este tema con el historiador Carlos Recio Dávila, quien recordó que el proyecto del teatro fue definido por el entonces gobernador Óscar Flores Tapia como un proyecto más inspirado en la “nostalgia por una época indefinida”, pues hablaron en su momento de representar una arquitectura virrenial, que en realidad es porfiriana.
“Hay un propósito de Flores Tapia de que Saltillo crezca, se vuelva una metrópoli, pero al mismo tiempo que no pierda su esencia antigua. Desde mi punto de vista fue una buena intención, no siempre con buenos resultados, porque de hecho el Teatro de la Ciudad tiene mala acústica, y habían olvidado hacer la tramoya, que gracias a Eduardo Arizpe y Jesús Valdés se hizo”, explicó el historiador.
“Sí es una corriente fuera de moda, porque había pasado después, el arte que tuvo mucho peso, el art decó, con el Ateneo, la Escuela Coahuila y muchas viviendas, pero después de eso siguió una corriente horrorosa, que es el funcionalismo, que nos viene de Europa, de la Segunda Guerra, con Le Corbusier, y que es lo que ha permanecido en Saltillo a la fecha”, agregó.
Producto de esta línea también fueron el rescate del Palacio de Gobierno, que por años estuvo recubierto, así como otros edificios que se ubican sobre el bulevar Francisco Coss, como el Palacio de Congreso y el Palacio de Justicia, además de que se añadió en ese momento una serie de pilastras, también con esta esencia neoclásica, al edificio funcionalista de la Presidencia Municipal.
Si bien para Recio esto no fue una reacción a la destrucción de importantes joyas arquitectónicas de la ciudad en los 50’s y 60’s, como el Banco y el Hotel de Coahuila —así como la pérdida de fachas y casas en las ampliaciones de las calles de Allende y Victoria—, sí pudo alimentar la nostalgia por crear o recrear un patrimonio histórico para Saltillo.
“Hay muy poca conciencia por la historia. Saltillo corre el riesgo de tener una identidad un tanto indefinida. Porque queremos parecernos al estilo estadounidense, ese estilo funcional, pero sostengo la idea de que ni vamos para atrás ni para adelante, me parece que no hay conciencia del valor de los edificios, y no solo por la cuestión nostálgica, sino también identitaria e incluso económica, como un lugar turístico. Otro caso es la torre que no tenía lugar de estar, y muchas casa que se siguen destruyendo”, concluyó Recio, “está bien que exista ese tipo de patrimonio reciente que trató de subsanar las destrucciones que se hicieron, pero las destrucciones siguen y las nuevas propuestas arquitectónicas no son muy afortunadas”.