Buenos, malos y mexicanos
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Alguien planteaba en redes sociales hace unos días que es imposible dialogar con los seguidores de López Obrador (los “AMLOvers”) porque que son extremistas y no pueden aceptar que el Presidente y su administración sean capaces de cometer errores. Al mismo tiempo, también en redes sociales, otra persona planteaba que los férreos opositores de AMLO (“fifis”) son incapaces de ver algo bueno en lo que dice o hace el Presidente, que solamente quieren que le vaya mal. Con todo y que el nivel de aprobación del Presidente sigue siendo muy sólido, estamos siendo testigos de una polarización de ideas y visiones que tal vez no haya sido vista desde los años previos a la Revolución. Sin duda, las redes sociales son parte importante de que este intercambio de ideas (por llamarlo de una forma elegante) sea tan agresivo y hasta nocivo. Cada lado señalando al otro sin matices y sin tregua.
Probablemente el primer (pero no único) culpable de esta polarización sea el mismo López Obrador, quien no ha podido moderar su discurso a un nivel de Presidente de todos los mexicanos. Si alguien tiene esa obligación moral y patriota es él. Sus generalizaciones e inconsistencias son como pólvora para el fuego “enemigo”. También están aquellos que al percibirse desplazados y ansiosos por ver su influencia reducida (que tal vez nunca tuvieron) han decidido convertirse en oposición férrea, no siempre inteligente o seria, de cualquier cosa que sea distinta al status quo del pasado. En este grupo se encuentran políticos, pero especialmente comunicadores y miembros vocales de la sociedad en general. No se dan cuenta que la campaña acabó y la elección, guste o no, arrojó un presidente que no actuará de la misma forma que los anteriores.
Así estamos muchos mexicanos en medio de esa “guerra civil de las ideas”, entre los dos extremos de la 4T: los que ven a AMLO como infalible y quienes lo ven como lo peor que le pudo pasar a México. Todo bien o todo mal. Uno de los retos más importantes para los mexicanos hoy en día, y donde el presidente debe reconocer que su esfuerzo es necesario, es ampliar el número de ciudadanos que se posicione en el centro de esos dos polos. Nos urgen más moderados. Y me refiero a “moderados” de la manera más genérica y amplia posible. No se trata de ubicarse a milímetros del centro exacto, simplemente de ser capaces de reconocer que a veces habrá errores y en ocasiones aciertos por parte de la administración. Es algo tan natural como darnos cuenta que no elegimos seres perfectos (aunque ellos batallen para aceptar que cometieron un error) y que nosotros mismos somos propensos a errores o malas decisiones y nos es difícil reconocer nuestras fallas. Claro, la responsabilidad del Presidente no es simétrica o proporcional con la de cualquier ciudadano y en eso todos debemos exigirle al Presidente y a los suyos que se eleven al nivel que necesita el País.
Debemos zafarnos de esa noción de que estamos diariamente en una batalla de buenos contra malos o malos contra buenos, dependiendo desde qué trinchera esté uno, reconocer que a final de cuentas todos somos mexicanos y nos conviene reducir la distancia que existe entre los extremos para avanzar juntos. Este no es un llamado a no criticar, no señalar o abandonar nuestros ideales, es sólo una propuesta para que tú, que estás en un extremo, reconozcas que los del otro lado también te ven como extremista. Ninguno de los dos extremos es infalible y las maromas (como ahora le llaman a la racionalización de lo inexplicable o lo ridículo) no son exclusivas de quienes están en el poder. Te invito a moverte poco a poco hacia el centro. Menos buenos y malos y más mexicanos.
@josedenigris
josedenigris@yahoo.com