La muerte de la ideología
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¿Creemos en ideología o principios de partidos políticos por lo que son o por quienes los interpretan y comunican? ¿Tenemos partidos (o gobernantes) con principios e ideologías reales? ¿Son sus eslóganes y lemas una burla a los ciudadanos? La ideología partidista o política en México parece ser muy fluida, no solamente del lado de los políticos sino también de los ciudadanos. Una alta proporción de los ciudadanos batallarían para explicar su ideología o principios políticos.
Estamos en los primeros años de una democracia real, después de décadas de control absoluto del PRI, de dos gobiernos opositores que quedaron mucho a deber y un año de un experimento del que no sabemos todavía qué esperar. Para quienes creímos en el PAN, en Fox o en Calderón como el antídoto correcto al cáncer que fue el PRI, es muy difícil ver en dónde y cómo acabaron estos. Es mi opinión los dos sexenios de gobierno y la alternativa opositora más sensata y viable que existía fracasaron porque se les olvidó o no quisieron actuar con base a su ideología y principios. Si tan sólo hubieran tenido el lema del PAN presente: “Por una patria ordenada y generosa y una vida mejor y más digna para todos”. Pero no, el desorden se perpetuó, la patria no fue generosa y hay muchos millones que están lejos de una vida más digna.
Así, regresó el PRI, lo que debió ser la tumba política de ese Calderón que ahora dice que se las sabe todas y está emprendiendo su nuevo negocio (partido) tras haber saboteado al PAN. Llegó el PRI de Peña Nieto, cuyos principios incluyen algunas joyas como (trate de leer sin reír): “el Partido se pronuncia de manera clara y decidida en favor de la honestidad, la transparencia y la rendición de cuentas, y por el combate a la corrupción”. Entre estos dos partidos que se mimetizaron y se taparon mutuamente todo lograron que el hartazgo fuera tal que orillaron a los mexicanos a votar como nunca por una opción radical, rodeada de dudas y figuras cuestionables y comandada por un personaje popular, pero limitado. Así, el partido Morena define su principal objetivo en: “construir una sociedad libre, justa, solidaria, democrática y fraterna”. Una izquierda (bipolar, creo yo) que se declara a favor del libre comercio y la libre competencia y en contra de más impuestos y de un gobierno obeso y caro. Un gobierno que dice estar en contra de la corrupción y la impunidad, pero que muestra ser incapaz de ir por peces gordos y se conforma con el ensordecedor ruido que hacen sus focas aplaudidoras dentro y fuera del gobierno.
Las ideologías políticas de las últimas décadas en México han sido inexistentes o, en el mejor de los casos, altamente volátiles y flexibles, maleables a base de la ocurrencia o la urgencia. Las ideologías han estado en manos de personas o grupos que no han sido capaces de ver más allá de la siguiente elección. El cortoplacismo, la corrupción, la impunidad y la mentalidad de lo poquito (y mal hecho) es la única ideología consistente y aplicada. No importaron estatutos o principios, no importa qué es lo que decía la plataforma electoral o el plan de gobierno, una y otra vez quienes detentan el poder han olvidado los más elementales principios por los que sus electores votaron y se han vuelto ambidiestros o veletas a conveniencia.
Del PRI no sorprende; pedirle que acabaran con la corrupción era como pedir que se cortaran una pierna y un brazo. El PAN no sólo tiró por la borda la oportunidad de oro, sino que se mimetizó con el PRI (cómplices). ¿Qué “ideología” debemos esperar de Morena? ¿Los Romo, Clouthier, Herrera o los Noroña, Attolini, Yeidckol, Barttlet? Bien dijo el comediante Groucho Marx: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos en todas partes, diagnosticarlos incorrectamente y aplicar los remedios equivocados”. Con esa “ideología” nos han tratado.
@josedenigris
josedenigris@yahoo.com