La otra ciencia ficción
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“Si podía formular algo así de inmenso, si podía haber un instrumento para enunciarlo –palabras–, entonces aquella cosa no era posible”
Existe, podría decirse, una ciencia-ficción cómoda, que inventa a partir del arquetipo. Se limita, esa ciencia-ficción, a imaginar otros mundos. Les da forma desde una lengua no cambiante que en nada se distingue de la que da forma a una historia realista. Esa ciencia-ficción imagina esos otros mundos sin construirlos. Estamos hablando de ciencia-ficción literaria, es decir, la ciencia-ficción que construyen las palabras. La comodidad, en ese sentido, consistiría en olvidar la forma y centrarse en el fondo. En inventar, como decíamos, esos otros mundos a partir de un lenguaje rígido, ya inventado, que pertenece a este mundo, que no viene, ni pretende venir, de ningún otro lugar. Y luego existe la Otra.
Yuri Herrera (Actopan, México, 1970) y los 21 relatos de Diez planetas, tan breves como exuberantes, en fondo y forma, pertenecen a esa Otra categoría: la de la ciencia-ficción que busca no únicamente imaginar un nuevo mundo, sino crearlo a partir de un lenguaje —y no solo un lenguaje, una estructura, un todo— que invente y descubra nuevos rincones, permitiendo que la sensación de fascinación ante un nuevo mundo se extrapole a lo que se lee y la forma en que eso se lee. Un ejemplo casi alegórico. El lector de narices de ‘El cosmonauta’ trata de hacer entendible ese extraño idioma nasal que solo él parece entender a lo que él llama “el mundo extra-narífico”.
Diez planetas
Yuri Herrera
Editorial Periférica
2019
136 páginas