Las derivaciones del lumpen
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La izquierda en México luchó durante 119 años para llegar al poder, ahora no sabe qué hacer. La fórmula utilizada por el PRI en el pasado, en el sentido de que sólo ellos sabían gobernar, fue utilizada como consuelo a las migajas que derivaban en cada elección.
El proscrito Partido Comunista Mexicano, después derivado en el Partido Mexicano Socialista y posteriormente diluido con la creación del PRD que vino a ser el refugio de los excluidos del PRI para seguir alimentándose del presupuesto, acarreó al fin de cuentas a los más retrógrados enemigos de la izquierda desde el poder : Bartlett Díaz, Ebrard y compañía.
¿Qué hubiera sucedido si a la fecha del arribo de esa broma macabra, llamada la 4T, estuvieran aún vivas figuras como: Vallejo, Rivera, Siqueiros o el ingeniero Castillo? De seguro se desgarrarían las vestiduras como hoy lo hace ese cachorro de la revolución llamado Cuauhtémoc Cárdenas.
La izquierda, la verdadera, no está en Morena –que por la mañana crítica a los fifís y por la noche cena y retoza con ellos– ha sido abandonada a su suerte y está siendo disfrazada.
El caos y la anarquía son las dos nuevas etiquetas de esa ideología, pero generadas por parte de un gobierno cobarde que no puede controlar a sus mismos secuaces y desmadrosos.
Dos ejemplos en el corto tiempo reducen a la tolerancia y la traducen en demagogia, y a las pruebas vamos.
Sin duda los eventos de Ayotzinapa (aun cuando no ha quedado claro cómo unos estudiantes secuestraron camiones para ir a botear un domingo a las 8 de la noche en una población ajena y llena de grupos del crimen organizado) constituyen un crimen de lesa humanidad y se ha convertido en un episodio de duelo nacional, pero con esta broma de la 4T ha perdido legitimidad.
Los padres de los muchachos desaparecidos son los verdaderos titulares del derecho a saber dónde están sus hijos (vivos o muertos), sin embargo, a partir de la intervención del gobierno de López Obrador se convirtieron en una marca gubernamental y lo más lamentable, temporalmente.
Pasará el mes de octubre, y como ya no será un tema de moda entonces a volver a la caja del sufrimiento y la modorra.
El otro tema es la conmemoración de los acontecimientos del 2 de Octubre del 68, en los que de nueva cuenta el gobierno se apodera del festejo y por ende le resta la autenticidad al movimiento estudiantil más importante en la historia del País.
¿No es mejor en lugar de reconocer a sus líderes, algunos acusados de infiltrados en el movimiento, dar cabida en el homenaje a esa generación de hoy profesionistas destacados que formaron parte fundamental de esos acontecimientos? ¿Cuántos de estos fueron quienes apuntalaron instituciones, negocios, empresas basados no sólo en sus conocimientos sino a la experiencia vivencial de luchar contra un régimen represivo sin más armas que una pluma y un cuaderno?
Y viene lo lamentable, en ambos eventos la presencia de los grupos llamados “anarquistas” trastocó la esencia de lo planteado y ganó los reflectores en un acto donde fue más importante la manera en que el personal de limpieza de la Ciudad de México borraba las pintas de los anarcos que los desaparecidos de la Normal Rural y la generación del 68.
Los grupos anarquistas fueron usados por las huestes del hoy Presidente y próximo primer mesías mexicano, desde sus tiempos como Jefe de Gobierno del D.F., a fin de acallar las marchas contrarias a sus intereses y hoy se hace sospechoso que ante estos temas delicados se trate de desviar la atención a través de vidrios rotos y pintas, en una maña que aprendió cuando era priista y también asesorado por mentes tan experimentadas en el tema como el mencionado Manuel Bartlett.
¿Cuántos de estos desarrapados y huevones reciben becas a través del programa Jóvenes Construyendo el Futuro?, se ha preguntado usted. Sobre todo por la posibilidad de inscribirse sin mayores requisitos y auditorías. Vaya cosa.
Sin trazo definido, este gobierno ira conduciendo a la sociedad a un enfrentamiento brutal en agravio a los principios de equilibrio de la paz y sobre todo porque puede hacerlo ante la indiferencia de los muchos, al menos 25 millones de mexicanos que ejercieron su voto en su contra. Vivimos al día en estas derivaciones del lumpen.