Masoquismo Institucionalizado (2)
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Hay tanta ineficiencia en el actual gobierno, y con esto no quiero decir que en los anteriores no la haya habido, la hubo y por toneladas, pero este hombre que hoy ¿dirige?… al País la está convirtiendo en marca registrada. Y es uno de los males más evitables de una administración pública o privada, porque podría rodearse de personas que sí sepan los “cómos” y nos ahorraría millones de pesos. Aunque debo de apuntar que carga con otro agravante, es tan soberbio que se cree poseedor de la verdad absoluta y entonces se cierra a cualquier injerencia a su mundo paralelo. Está haciendo tiritas lo que existe en su empeño de sacar sus caprichos adelante y en estimar que todo lo que se hizo antes, por esa sola circunstancia, no sirve, y que México es y será el resultado de lo que él y nadie más que él haga.
Estamos viendo como mucho de lo prometido en campaña, tan rabiosamente como él lo hizo, no conjuga con la realidad de un país en el que la pobreza, jamás combatida con desarrollo integral de las personas si no con el infausto y podrido asistencialismo, sigue siendo patente de corso en su gobierno. Siempre será repudiable la marginación material en la que viven millones de mexicanos, pero es infinitamente más despreciable mantenerlos en la misma suerte y presumir de lo contrario. Y aunque parezca yo disco rayado, con la abrogación de la reforma educativa, que fue de las pocas cosas loables que se hicieron en el gobierno de Enrique Peña Nieto –aunque pésimamente implementada por él mismo– se cerró la posibilidad de cambiarle el derrotero a este país. La falacia de que atentaba contra los derechos laborales de los maestros fue el “instrumento” para finiquitarla y devolverle a los lideretes sindicales el control de la educación, en detrimento de los propios maestros, pero sobre todo, de los niños y los jóvenes de este país. Que forma tan mezquina de arruinar el futuro. Y es que entre más subdesarrollo intelectual más control sobre las masas, porque para los gobiernos populistas, las personas son masa.
Los temas clave para que el País sea exitoso siguen esperando en la gaveta… ¿por qué? Porque no son prioridad desde la óptica del mandamás en turno… ¿cómo cuáles? Ahí le va uno: como la implementación de disposiciones para el fortalecimiento del federalismo –vamos como el cangrejo, es decir, al centralismo, al control directo del titular del Ejecutivo de todo cuanto tenga que ver, verbi gratia, con recursos monetarios… pero no porque en el pasado se hayan cometido raterías por gobernadores y achichincles de todos los colores –como los de Coahuila, que siguen sin castigo las cabezas, aunque parece que algo se “pactó” allá arriba porque quieren a Villarreal, ajusticiarlo con leyes mexicanas, y no estoy hablando de esto de oídas, fui la primera en denunciarlo, y no pasó nada, porque en México la aplicación de las leyes sigue siendo discrecional– si no porque los objetivos son electoreros y hay que saludar con sombrero de benefactor, y el ganso está que ni pintado para esa desgraciada pantomima. Además, es más simple “confiarle”, con mandato de ley por delante, el dinero al “inmaculado” presidente, que implementar un sistema de seguimiento estricto a la aplicación de los recursos, con cuentas claras, casi de cuenta chiles, y prisión de 20 años a quien disponga que vayan a sus cuentas personales, familiares o de presta nombres, o como lo hacían entre los tarascos antes de que llegaron los españoles: pena de muerte para el funcionario infractor y toda su parentela y quema de lo robado… No había rateros entre los tariacuris.
La historia, que no es santo de la devoción de muchos mexicanos, da lecciones de oro, tenemos las evidencias de que la relativa a la política doméstica, los gobernantes sin patria ni matria y la desafección de los gobernados, la han convertido en un problemón… ¿No le parece a usted, generoso leyente, que ya es hora de que la convirtamos en parte de la solución? Empecemos por no cometer los mismos errores. Con una política en la que se entrometen las vísceras, la baja o nula responsabilidad, y el mínimo de reflexión, como la que se estila en México, lo que se engendra es la multiplicación de especímenes políticos que no tienen ni un pelo de estadistas, pero sí mucho de lenguaraces populistas de todos los colores. Nefastos, como las 7 plagas de Egipto.
Y otra de las grandes ausencias, significativas, imprescindibles: La ética en la función pública. Y es que la política tiene que ir cargada, sí, cargada de esta sustancia subjetiva que se refleja en los hechos objetivos de un gobierno. Sin su aliento, sin su toque sustantivo, la política se convierte en este amasijo nauseabundo que tenemos en México, traducido en las raterías, en las mentiras, en las ineficiencias, en la falta a la palabra dada, en la impunidad, con nombre y apellido de tantos y tantas pillas que han pasado por un cargo público y hasta permanecen en el, precisamente por “saber hacer lo políticamente correcto”, sin que les importe un comino, pero también por la indiferencia de quienes los toleran sin decir ni pío. (Continuará)