Oración de Navidad (con Paz, Vallejo y Sábato)
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Oramos por la ausencia de Navidad de esos países terroristas encadenados a una espiral de venganza
Oramos por la vida que no es ausencia de muerte. Pero sí, resistencia cotidiana por edificar la esperanza, a pesar de todo y contra todo. Oramos para que siempre nos sacuda, nos aliente y nos salve el otro, porque “para que pueda ser he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia, no soy, no hay yo, siempre somos nosotros”.
“Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: ‘¡No mueras, te amo tanto!’
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo”.
Oramos por la ausencia de Navidad entre los 972 millones de migrantes en el mundo, entre los que están sirios, africanos, centroamericanos y mexicanos, entre otros.
“Se le acercaron dos y repitiéronle:
‘¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!’
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo”.
Oramos por la ausencia de navidad de 900 millones de hombres, mujeres y niños de la población mundial, que sobreviven con 1 dólar, 25 centavos al día. Mismos que incluyen a 53.3 millones de hermanos mexicanos.
“Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando ‘¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!’”.
Oramos por la ausencia de Navidad de todos nosotros, hombres y mujeres católicos, judíos, musulmanes, hinduistas y budistas por no unir nuestras fuerzas para combatir desde nuestra vida cotidiana, el cambio climático y el calentamiento global.
“Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: ‘¡Quédate hermano!’
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo”.
Oramos por la ausencia de Navidad de esos países terroristas encadenados a una espiral de venganza que confunde a víctimas y victimarios bajo un trasfondo de intereses económicos y geopolíticos cercanos a una conflagración global.
“Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...”.
Oramos Señor, por el encuentro, por el diálogo, por la reconciliación del hombre con el hombre, con la naturaleza, en plenitud y libertad, Aunque en momentos sintamos “nostalgia, casi ansiedad de un Infinito, pero humano, a nuestra medida”. “Porque lo humano del hombre, (a pesar de todo y contra todo) es (siempre) desvivirse por el otro hombre”.
Oramos pues, Señor, por esa Navidad.