Pobre México, tan lejos que está de Dinamarca
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MATEMÁTICAS NO SON ÉTICAS
El gran problema que tenemos es que el gobierno gasta muy poco en salud, comparado con los países referidos como muestra en el Palacio Nacional. México destina a este primordial tema el 2.5 del PIB mientras que las naciones escandinavas le dedican a ese rubro el 12% de dicho indicador, con un PIB per cápita sustancialmente más alto que el nuestro.
Les platico: Para tener un presupuesto de salud medianamente decoroso se necesitaría que se gastara en eso el 5% del PIB nacional. Para el nuevo sistema de salud -el INSABI- tendrían que destinar $792,000 millones de pesos, por lo menos. Seis veces más de lo que se tiene asignado en las partidas autorizadas por el Congreso de la Unión.
Mi percepción ante todo esto es que las matemáticas no son éticas, porque si tengo dos manzanas y las quiero repartir con dos personas, si uno se come una y media o las dos, el otro se quedará con la mitad o sin comer nada. Esto no es ético, pero si matemático.
Entonces, cuando se tiene qué atender a los más pobres entre los pobres, cambiando los esquemas de los sistemas de seguridad médica (desaparecer el Seguro Popular y parir muerto al INSABI), a fuerza los números se tienen qué acoplar a la nueva realidad porque de lo contrario, las mismas dos manzanas tendrán qué repartirse entre más personas.
Este ejemplo tan betabelero se explica por el hecho de que el Seguro Popular atendía a 53 millones de personas y ahora se quiere que el INSABI se ocupe de más de 70 millones con el mismo presupuesto que tenía el Seguro Popular e incluso -en términos reales- con menos lana porque ya ven que la 4T se pinta sola para eso de “ahorros” draconianos.
Así las cosas, con el mismo presupuesto de $40,000 millones de pesos, que ya traía ciertos problemas como la corrupción en la compra de medicinas, no hay manera de que el gobierno asegure el servicio médico del INSABI para 70 millones de usuarios que no tienen acceso ni al nefasto IMSS.
Y esto, amigos del gobierno federal, es un frío tema de números, donde -otra vez- las matemáticas son éticas, porque tienes 4 manzanas que antes se repartían entre 53 y ahora, si no consigues más manzanas, esas mismas 4 se las tendrán qué comer 70… o muchos más.
Y ante todo esto ¿qué tenemos? El discurso romántico presidencial de que la salud no es una mercancía.
Esto, además es irresponsable porque, por favor, la salud cuesta, pues los médicos y las enfermeras cobran salarios; las medicinas cuestan; los hospitales y su equipamiento cuestan; nadie trabaja pro bono y todo ese costo no reconoce para nada la dialéctica del Palacio Nacional, que repiten en el IMSS, el ISSSTE y en todos los esquemas de salud pública.
Según veo, el discurso político da muestras de cierta impaciencia ante la necesidad de hacer una implementación profesional y no andar improvisando como actualmente sucede con la bronca en que la aprobación del INSABI por los legisladores, metió a medio mundo entre pacientes y autoridades estatales y municipales e incluso universitarias, que no saben cómo hacerle para atender a los millones que se quedaron sin el Seguro Popular.
Menciono a las autoridades universitarias porque al menos las de la UANL han tenido que hacer de tripas corazón y ante el clamor de los pacientes del desaparecido Seguro Popular, han optado por dar el servicio en su Hospital Universitario, aún sin que existan reglas claras de operación del INSABI.
Y otra vez el ejemplo de las manzanas: A lo mejor si se organizan con tiempo, quizá haya manera de poder repartir las 2 manzanas entre 70, pero la bronca es que quieren hacerlo todo a mata caballo. Quieren hacer lo del INSABI muy rápido, sin planeación ni organización, porque les ganan los tiempos electorales y eso es muy grave, porque la salud no debe tener nada qué ver con la política.
Lo otro que mueve a esta rapidez de hacer las cosas en temas como la salud, que se deben cocinar des-pa-ci-to, es que la 4T quiere a toda costa enterrar todo lo que huela a los pasados gobiernos.
Y se explica eso, porque todos los gobernantes quieren borrar del mapa a su antecesor pero -por el amor del Dios de Spinoza- hasta los países africanos nos dan muestra de que todo cambio en un sistema de salud debe planearse con suficiente tiempo antes de ponerlo en acción.
Acuérdense de lo que les platiqué hace poco sobre el gobierno de Zambia, donde para sustituir su sistema de salud pública demoraron dos años e invirtieron casi $24 millones de kwachas, unos $2 millones de dólares.
Mi corresponsal en ese país africano -W.C. Mulangani- reportó que hasta que el nuevo sistema de salud quedó listo, tronaron al anterior que tenían.
CAJÓN DE SASTRE
“Está bien, la salud no es una mercancía, pero la salud tampoco puede ser víctima de un discurso político populista, pues que se muera alguien porque se planeó mal el nuevo sistema de salud, por la urgencia electorera o clientelar, para nada es digno de un gobierno a cargo de estadistas, que piensan en generaciones, a diferencia de los políticos, que actúan con su cabeza puesta en elecciones.
Y como parte de estas decisiones políticas tomadas a troche moche, ahí viene de retache el avión presidencial y con todo respeto, señor presidente ¿porqué en lugar de rifarlo no toma en cuenta al magnate coreano que se desgañita levantando la mano desde hace un año, diciendo que puede comprar la aeronave, pagarla de contado, liquidar el adeudo con el dueño que es Boeing, pagar su mantenimiento y además, pasarle una buena renta al gobierno mexicano mediante un mecanismo financiero propio del primer mundo? Es pregunta, conste”, remata la irreverente de mi Gaby.
placido.garza@gmail.com