Psiquiatría sin diván
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Alertan sobre la prevalencia de la medicación para tratar los trastornos de la vida moderna. ‘Las píldoras le están ganando a la psicoterapia’, dicen los expertos.
La ‘generación del Prozac’ ya ha eliminado el diván diseñado por Sigmund Freud para tratar a los pacientes de psicoterapia. Dicho de otra manera: los psicofármacos le están ganando la batalla a las terapias de conversación, clásicas del consultorio del psiquiatra.
Así que el diván del psicoanálisis ha quedado vacante, y sustituido por el consumo —con frecuencia abusivo— de las píldoras.
De hecho, los fármacos son vistos como la vía rápida para combatir, desde el estrés y la ansiedad, hasta los problemas derivados de las relaciones y los trastornos del sueño.
El psicoanálisis en el sentido clásico —una sesión a la semana durante un número indeterminado de meses o años— ha perdido su valor. Según datos de la revista ‘Archivos de Psiquiatría’, de Estados Unidos, las terapias de diván representan en la actualidad, menos del 20 por ciento del total de la atención psiquiátrica, frente al 45 por ciento de hace 20 años.
Se debe al elevado costo de la ‘terapia del diván’ que está haciendo de ellas un lujo reservado para aquellos que pueden pagar de 800 a mil pesos por cada sesión (aunque en el caso de ciertos países, entre ellos Estados Unidos, también influye el sistema de reembolso de los seguros médicos, más proclives a sufragar los gastos farmacéuticos).
“No hay duda de que el costo de la terapia del diván es una barrera, pero es injusto que más gente no pueda acceder a los tratamientos de la terapia psicológica”, reconocen los especialistas en esta rama de la ciencia médica.
Hay poca tolerancia
Los expertos dicen que vivimos en una época en la que impera la inmediatez, y en la que hay poca tolerancia a los reveses de la vida y al conflicto. “Los pacientes buscan superar rápidamente todo aquello que les aflige. Por eso recurren a las píldoras, aunque se trate de una solución momentánea.
“El uso de psicofármacos ya está incorporado a la normalidad cotidiana, y aunque en la farmacia no los venden sin receta, siempre aparece un compañero o amigo que te los da”, señala Vicente Queipo, especialista en Psicología Clínica.
“El uso de psicofármacos implica menor capacidad para tolerar conflictos y frustraciones, Hay una relación directa entre la inmediatez que imponen los tiempos y la incapacidad de enfrentarse a los conflictos”, explica Queipo. “El Prozac marcó un antes y un después (con el mínimo esfuerzo de ingerir una pastilla se obtienen resultados gratificantes y rápidos).
Estamos viendo generaciones enteras de personas que no están dispuestas a resolver sus problemas cotidianos mediante el control de sus propios impulsos, sino que la gente está máz dispuesta a utilizar fármacos para aliviar la muerte de un ser querido, para superar una ruptura amorosa o para afrontar un problema de trabajo.
“La gente quiere solucionarlo todo con una píldora”, dice Queipo.
Una tendencia de género
Como en otras dolencias, los problemas psicológicos tienen una clara marca de género: las mujeres son diagnosticadas tres veces más que los hombres. “Las mujeres son más susceptibles a las psicopatologías menores, quizá porque se ven a sí mismas más débiles y quejosas y, por tanto, más necesitadas de medicación”, señala el psiquiatra Vicente Queipo. “De hecho, las mujeres consumen tres veces más tranquilizantes que los hombres”, agrega.
¿Necesita un
psicólogo?
En estos días mucha gente ni siquiera tiene tiempo de meditar sus propios problemas… hasta que comienza a sentir los efectos. Cuando sucede, usted debe hablar con alguien, y en este campo el psicólogo es la persona mejor preparada para tratar la ansiedad, la depresión y los ‘choques mentales’ causados por los programas derivados del hogar y del trabajo.
Si usted o una persona cercana está pensando en buscar ayuda psicológica por primera vez, o ha tenido una mala experiencia en el pasado, la siguiente guía de seis pasos le ayudará a encontrar la solución apropiada.
2. Intente una sesión de prueba
Muchos terapistas aceptan una sesión de prueba con su primer paciente. Durante el transcurso de la sesión calibre su propio nivel de comodidad. ¿Es agradable el ambiente del consultorio? Pregúntele al terapista en qué consiste una sesión típica.
¿Él le hará preguntas y usted contestará? ¿Usted le relatará mientras él interactúa con usted? ¿Con qué frecuencia lo/la verá usted a él/ella? Algunos terapistas creen que la ansiedad y la depresión tienen origen genético; por lo tanto, ellos estarán más dispuestos a recomendar medicamentos.
Otros creen que los problemas derivan de los factores ambientales, es decir, los relacionados con otras personas, con el estrés o con el trabajo. Éstos estarán más inclinados a recomendar terapia de conversación.
3. Pida que le tracen un plan
Es importante que el terapista defina un plan de acción para usted, y lo que él quiere lograr. El procedimiento puede ser largo o corto, dependiendo del problema que esté tratando de resolver. Por ejemplo, la depresión y la ansiedad pueden requerir de terapias más prolongadas —algunas veces hasta un año— en comparación con los problemas hogareños o matrimoniales.
4. Es normal dar un giro
Hay que entender que el terapista debe trabajar con sus sentimientos (los de usted) y que no se trata de una charla placentera sino de un trabajo complejo en el que el paciente tendrá que encararse con algunas verdades que pueden ser muy crudas.
En las primeras sesiones usted debería darse cuenta de si la relación avanza por el camino adecuado, y si usted se siente respetado y escuchado, si confía en que esa persona dará lo mejor de sí para ayudarle a que se sienta mejor.
Si un terapista muestra falta de respeto o disgusto por la naturaleza de su problema, si lo presiona de manera agresiva o comienza a compartir sus problemas (los de él) con usted, en lugar de trabajar con los suyos, cambie de psicólogo/a.
5. Cheque su progreso
La terapia conversacional suele ser de avances muy lentos, pero el paciente debe notar el progreso a través de una mejoría en los síntomas que lo hicieron ir al consultorio del psicólogo.
Sentirse mejor indica que el tratamiento está funcionando. Con problemas como las fobias o los ataques de pánico, usted debe ver un progreso en tres meses. Y con los problemas crónicos —digamos que usted nunca ha sido feliz— puede tomar de seis meses a dos años, antes de que usted ‘vea la luz’.
6. Cuándo terminar
La respuesta corta es: “Cuando se sienta mejor”. Pero eso dependerá de la naturaleza de su problema y del método que utilice el terapista. Ahora bien, ningún terapista se levantará repentinamente de su silla para decirle: “Muy bien, no más consultas, hemos terminado”.
En lugar de eso, es usted quien tendrá que darse cuenta de cómo se siente. Usted deberá notar claramente si ha alcanzado el nivel de tranquilidad que buscaba. Y un apunte final: conserve la relacióncon su terapista. (De la revista Health/ y del diairo el País)
Pero terminar la terapia no es una despedida, el consultorio de su psicólogo siempre deberá estar abierto para usted. (De la revista Health/ y María Sánchez Vallejo del diairo el País)