Un Pacto Fiscal sin el velo de la opacidad
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La presentación del Paquete Económico 2020, propuesto por el Gobierno Federal, significó una sacudida para muchos sectores de la sociedad no sólo porque busca aumentar la base gravable generando mecanismos para cobrar impuestos de manera más estricta en actividades como renta de inmuebles, ventas por catálogo u ofrecimiento de servicios a través de plataformas digitales, sino también porque dentro de la propuesta presupuestaria se contempla el recorte de participaciones a las entidades federativas, por lo que no fue de extrañar que los gobernadores pusieran el grito en el cielo pidiendo que se modifique la Ley de Coordinación Fiscal y se cumpla el objetivo de distribuir el dinero de forma justa o, de lo contrario, los mandatarios sacarían a sus entidades del Pacto Fiscal. Los que más ruido hicieron en ese sentido fueron los gobernadores de Durango, José Rosas Aispuro; de Chihuahua, Javier Corral; y de Guanajuato, Diego Sinhue Rodríguez.
Este último puso como ejemplo que, ante los recortes del Gobierno Federal, su entidad no podría garantizar los servicios de salud que representan un gasto de 13 mil millones de pesos, de los que 8 mil millones provienen justamente de las participaciones federales.
En el caso de Durango, el gobernador José Rosas Aispuro reprochó que bajo las actuales condiciones los estados que mayormente se benefician del Pacto Fiscal son la Ciudad de México y el Estado de México, un argumento similar al que enarbola la Coparmex, en el sentido de que la propuesta de presupuesto para 2020, que supone una caída en términos generales del gasto federalizado de 0.5 por ciento, generaría una especie de neocentralismo.
El recorte para Durango sería de entre 500 y 800 millones de pesos. Por ejemplo, para proyectos carreteros el estado recibiría en 2020 mil 400 millones de pesos, cuando este 2019 ejerció mil 600 millones. Pero hay rubros donde el golpe sí sería contundente, como las aportaciones al campo que bajarían de 600 a 54 millones de pesos.
Coahuila, por su parte, busca un presupuesto para 2020 de entre 54 y 56 mil millones de pesos, pero a decir del gobernador Miguel Riquelme, las perspectivas, dada la política económica federal, no son alentadoras.
En La Laguna, el alcalde de Torreón, Jorge Zermeño, se unió a la petición de que la Ley de Coordinación Fiscal se revise a fondo para que “cada vez que se discute la Ley de Ingresos, los estados y municipios no estén mendigando sus propios recursos”. Y es que la fórmula simplificada para ilustrar la desproporción es que de cada peso que ingresa por impuestos, la federación se queda con 80 centavos, los 20 centavos restantes se distribuyen entre las 32 entidades federativas y el problema es que no necesariamente quien tributa más recibe en la misma proporción.
Y es justo en ese sentido donde se expresa también el descontento y el reclamo ciudadano. A final de cuentas, todas esas cifras que danzan envueltas en tecnicismos y que tanta inquina política fomentan, no son otra cosa que los impuestos que el ciudadano paga y que, se supone, deberían serle devueltos en servicios públicos eficientes, en posibilidades de mejorar su calidad de vida. ¿Qué significa eficientar la tributación en un país donde 4 de cada 100 personas están desempleadas? ¿Qué significa ampliar la base gravable en una nación donde 6 de cada 10 trabajadores se dedican a actividades no reguladas o empleos sin prestaciones ni incentivos de ley? ¿Qué significa hacer una distribución más justa del presupuesto en un país donde, según Transparencia Internacional, el 51por ciento de los ciudadanos han tenido que pagar sobornos para poder acceder a servicios como salud, agua, electricidad y educación?
Es verdad, los estados y municipios quedan maniatados ante los recortes de participaciones federales, pero la realidad es que los órdenes de gobierno locales tampoco se caracterizan por su capacidad de generarse recursos propios y, mucho menos, por ser efectivos y transparentes en el uso de los mismos. Es ahí donde el reclamo ciudadano también debe acentuarse.
@manuserrato
Manuel Serrato
Próxima Estación