Las cifras de homicidios violentos, secuestros o extorsiones han disminuido en Coahuila, pero en cambio han aumentado las consultas por estrés, depresión, ansiedad o ataques de pánico. ¿Son estos daños emocionales una secuela de la violencia de alto impacto que vivió el Estado y que no se trataron? Especialistas creen que puede ser un factor asociado y que se agravó con la pandemia.
- 11 diciembre 2023
Por Alejandro Dibe para Semanario y Heridas Abiertas
Ilustración de portada: Miguel Sifuentes
Fernando platicaba en la calle con dos personas, cuando unos tipos encapuchados llegaron a bordo de unas camionetas blancas. Fernando se lanzó al suelo y escuchó que los encapuchados subieron a los dos hombres.
-¿Qué hacemos con este? -preguntó uno de los encapuchados refiriéndose a Fernando.
-¡Truénalo! -dijo otro.
-No, mejor llevémoslo a ver qué tanto sabe de estos weyes -dijo otro encapuchado.
“¡Ayuda, ayuda!” -gritó Fernando.
Toda esa escena fue vista por el papá de Fernando, quien no pudo hacer nada porque los encapuchados bloquearon la casa.
Desde entonces, el papá no ha vuelto a ver a Fernando.
Fernando está desaparecido desde esa noche: el 1 de junio de 2010.
Los daños de la guerra
Todo eso sucedió a las 8:30 de la noche. Minutos antes, Fernando había dado un beso en la mejilla a su madre y un cálido abrazo a su padre. Se despidió de ellos para salir con los hombres. “Vuelvo pronto”, les dijo, y esas fueron las últimas palabras que les dirigió a sus padres.
Tiempo después, los padres se enterarían que esos hombres a los que primero se llevaron, eran dos policías de Gómez Palacio, Durango, que aparentemente se estaban ocultando en Torreón.
Durante esos años (2008-2013) el cártel de Sinaloa y los Zetas libraron una batalla en La Laguna que llegó a tener en promedio cada día hasta dos homicidios violentos, según cifras oficiales.
Pero lo que sucedía en La Laguna no distaba mucho de la violencia que sufrían otros municipios del Estado. De hecho, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2008 a 2022, el total de homicidios en Coahuila fue de 5,585. El año con mayor número de homicidios fue 2012, cuando se contabilizaron 1,160 homicidios en toda la entidad.
¿Qué atención a la salud emocional tuvieron las familias de esas víctimas?
De la tristeza, a la depresión
Tras escuchar la noticia de la desaparición de Fernando, Verónica, la novia, se sintió abrumada por la culpa. Recordó la noche en que él había ido a visitarla y cómo ella lo había tratado con desprecio, pidiéndole que se fuera de su cuarto. A la mañana siguiente, cuando su madre le informó que Fernando había desaparecido, Verónica se negó a creerlo, pero su madre insistió en que era verdad y la instó a visitar a los padres de Fernando, que vivían a unas cuadras.
Mientras caminaba, Verito, como la llamaban, sintió que la gente la observaba y sentía una creciente sensación de culpa al acercarse a la casa de su novio. Al llegar y ver a los padres de Fernando entre lágrimas, y escuchar la historia del padre, se sintió destrozada por dentro. Pasó el resto del día llorando. La culpa la consumía y no podía dejar de pensar en cómo su última conversación con él fue tan fría.
Un detalle que a la fecha recuerda Verito es que tras haber platicado con el papá de Fernando, un niño se les acercó y les dijo que si reportaban la desaparición, Fernando regresaría en una bolsa, y que “3” era su clave.
Ese año, 2010, desaparecieron oficialmente 510 personas en Coahuila, según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), el segundo año con más registro de desapariciones en el Estado. Actualmente hay oficialmente 3 mil 474 personas desaparecidas.
Pasaron días, semanas y meses, Verónica no podía con la inmensa tristeza que sentía. Pero lo peor llegaría, ya que esa tristeza se volvió una depresión profunda. Esto hizo que Verónica pasara todo el tiempo en casa de los padres de su novio, alejándose de sus amigos y familiares y convirtiéndose en una persona irritable. No podía contener sus lágrimas cuando le preguntaban por Fernando, según relata.
El psicólogo Humberto Márquez explica que los síntomas de Verónica eran reflejo claro de una depresión. “Una depresión mal atendida puede llevar a la persona a aislarse por completo de su vida social”, dice.
De acuerdo con estadísticas entregadas por el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) a través de una solicitud de información (folio: 330017123004582), las consultas por depresión han aumentado en Coahuila en un 17% de 2013 hasta 2022.
La psicóloga Cristina González menciona que es probable que estas alzas en las consultas por depresión se deban a que no se haya atendido bien el problema durante los años posteriores a la guerra, y pese a que la pandemia jugó un papel importante en el aumento de casos de enfermedades mentales, no descarta la idea de que también se puede deber a que muchos casos no fueron atendidos durante la época de más violencia que azotó en la entidad, particularmente entre 2008 y 2013, y que estos se hayan detonado durante a la pandemia debido al aislamiento, y al nunca haber atendido el trauma.
En el caso de Verónica, por ejemplo, no saber si su novio estaba vivo o muerto le creó pensamientos de duda que le generaron una gran confusión.
Verónica plática que tenía días en que pensaba que su novio estaba muerto, y otros le embargaba la esperanza de que regresaría.
Finalmente, Verónica, cansada de que su madre le insistiera en salir, decidió hacerlo. Le resultó complicado socializar, especialmente con hombres, ya que se sentía comprometida con Fernando. Esto causó que tuviera problemas de comunicación o que simplemente aceptara salir con ellos para distraerse. Además, para aliviar su dolor y culpa, Verónica empezó a consumir grandes cantidades de alcohol.
El psicólogo Humberto Márquez explica que este es un efecto común para combatir la depresión, ya que el individuo encuentra una manera artificial de llenar ese vacío que tiene dentro con adicciones al alcohol y en casos más extremos, a drogas. Resalta el peligro que esta adicción puede generar en el individuo, llevando a comportamientos erráticos, ira e incluso a la muerte por sobredosis, ya sea de alcohol o de drogas.
De hecho, de acuerdo con el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud, de 2013 a 2016 los casos reportados de intoxicación aguda por alcohol aumentaron año con año hasta pasar de 362 casos a más de mil. Y aunque a partir de 2017 comenzaron a disminuir, se mantiene un promedio anual de 627 reportes.
En el Boletín Epidemiológico únicamente de 2014 a 2017 hay cifras sobre trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de psicotrópicos. En esos tres años se reportaron 240 casos en Coahuila.
Según el departamento de Servicios de Salud de Coahuila, en 2008 hubo sólo una muerte por sobredosis de drogas, según respuesta a una solicitud de información (folio: 051142700017423), pero en 2021 se reportaron 19 muertes por sobredosis.
Además del consumo de alcohol, Verito sentía que la observaban constantemente. Y que estaba atrapada en un ciclo interminable, además de sentirse desconectada de la realidad.
El psicólogo Humberto Márquez identifica que esto es una consecuencia de la insensibilidad emocional, que es uno de los efectos de la depresión. Verito explica que tenía sensación de sentirse desconectada, inexpresiva y observada. Para el psicólogo Márquez este sentimiento es “bastante perturbador” para la persona que lo experimenta.
Señala que en estos casos y sobre todo en general en el tema de la depresión, debe ser atendida por un psicólogo profesional.
La ansiedad que carcome
El trauma de la desaparición de su novio estaba afectando seriamente a Verónica. Después de siete años de relación, se sentía abrumada. Había guardado la ropa y fotos de Fernando con la esperanza de tenerlo cerca de alguna manera. Además de la depresión, la ansiedad se había apoderado de ella desde que se enteró de la desaparición de su novio.
A Verónica le torturaba recordar a aquel niño que les dio la clave “3”. No sabía si se refería a tres días, semanas, meses o años, lo que la había atormentado. Pasó días encerrada en el cuarto de Fernando con su ropa, incapaz de superar la idea de que algo malo le había sucedido. “¿Por qué justo a mí?”, se preguntaba constantemente.
El psicólogo Márquez dice que en el caso de Verónica es muy común la manifestación de la ansiedad en respuesta al trauma, ya que la incertidumbre de no saber en dónde está y si regresará lleva a casos como lo mostrado por la víctima.
Pero no es el único escenario en donde se puede manifestar la ansiedad, ya que hay otros casos como el que vivió Jaime, quien pidió modificar su nombre real al contar su historia de cuando unos hombres entraron violentamente a su casa.
Era un viernes 14 de enero de 2012 por la mañana. Jaime, padre de familia, se encontraba listo para salir de su casa cuando se dio cuenta que le faltaba su reloj y celular. Se bajó del carro y dejó las puertas de su casa abiertas. Entonces, después de recoger sus pertenencias se encontró con una pistola apuntándole directamente en la cara.
“Los niños”, pensó.
-Lo que sea que quieran se lo pueden llevar, pero déjenos en paz -dijo.
-Tranquilo, cabrón, solo venimos a inspeccionar, porque nuestro comandante nos dijo que aquí había armas ilegales -comentó el que le apuntaba.
Jaime sabía que eso no era cierto.
-Ok, sólo déjame avisarle a mi madre que no venga para acá, porque créanme que, para ustedes, lo que menos quieren es lidiar con más problemas -les respondió Jaime.
-Está bien, llámala, pero no vayas hacer ninguna pendejada, ¿Oíste? -respondió el pistolero.
Jaime hizo la llamada.
-Está bien, mamá te qui...
Jaime fue interrumpido por el sujeto que le apuntaba. Enseguida le quitó el celular y lo obligó a subirse con ellos. El otro hombre se encargó de encerrar a los niños y al perro en el baño, mientras que el hombre armado buscaba algo en el cuarto. De repente, Jaime escuchó a alguien llegar: era la señora de limpieza, quien fue tomada por el otro hombre y encerrada en el baño. Finalmente, el hombre que estaba en el cuarto también decidió meter a Jaime en el baño.
Jaime recuerda que se quedaron encerrado por lo menos tres horas, y que, al ya no escuchar ruido, salió del baño y se encontró con lo que se temía: les habían robado.
En Coahuila hubo 73,707 delitos entre 2010 y 2012, en los que se incluyen robos, homicidios y hurtos a casas, según datos del INEGI.
Jaime comenta que desde ese día su vida cambió por completo, ya que ha sufrido constantemente pesadillas relacionadas con ese suceso, lo que le ha generado ataques de pánico y ansiedad.
Tal como explica el psicólogo Márquez, uno de los efectos más comunes causados por la ansiedad son estos ataques, los cuales generan palpitaciones, sudoración intensa, mareo, dificultad para respirar y dolor abdominal, siendo estos los síntomas más comunes, los síntomas que vivió Jesús.
Adicionalmente, menciona que estos ataques de ansiedad pueden estar relacionados con las pesadillas que Jaime experimenta, ya que otros síntomas de la ansiedad son precisamente pesadillas e insomnio.
Y de acuerdo con estadísticas entregadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) a través de una solicitud de información (folio: 330018023018812), las consultas por ansiedad registraron un incremento del 824%, de 2008 hasta 2022 en Coahuila.
Sin embargo, si se analiza detenidamente las cifras, tan solo de 2011 a 2013, aumentó 134%. Y en los años posteriores a 2013, cuando los delitos de alto impacto comenzaron a descender, las consultas por ansiedad comenzaron a dispararse. Por ejemplo, en 2013 el IMSS registró 12 mil 868 consultas por trastornos de ansiedad, pero para 2017, 2018 y 2019, años previos a la pandemia, el total de consultas en cada año superó las 35 mil.
El estrés y pánico de una nueva generación
Humberto Márquez menciona que una de las cosas que menos se menciona de los efectos causados por traumas generados en la guerra contra el narco en Coahuila, es el estrés, ya que cree que se debe a la falta de educación sobre la salud mental, y menciona que de ser así la sociedad tendría que empezar a preocuparse.
De acuerdo con estadísticas proporcionadas por el ISSSTE a través de una solicitud de información (folio: 330017123004584), de 2013 a 2022 hubo un aumento del 47% en casos de consultas por estrés.
Y en el Seguro Social, las consultas por trastornos de estrés se duplicaron de 2011 a 2013 y de 2017 a 2019 se mantuvieron por encima de las mil 200 y mil 300 consultas, dato que únicamente se presentó en 2013.
De vuelta al caso de Verónica, la mujer que sufrió la desaparición de su novio, menciona que padeció mucho estrés a causa de la desaparición de su pareja, pero ella no tenía ni idea de que el estrés le estaba afectando en su vida laboral y social.
“Pensaba que era algo normal”, recuerda Verónica.
Humberto Márquez menciona que esta es la “finta” en la que mucha gente que sufre de estrés cae, y se suele normalizar o confundirse con ansiedad cuando no es así, ya que menciona que, pese a que pueda tener síntomas en común el estrés y la ansiedad e incluso estar relacionados, suelen ser muy diferentes, pues en ocasiones la ansiedad es causada por estrés.
El psicólogo dice que la clave para diferenciar el estrés de la ansiedad está en que el primero es un proceso natural del cuerpo y un mecanismo de defensa contra una amenaza, como puede ser un examen final o la llegada de una fecha límite para un trabajo importante. Agrega que, si en estos casos la situación es temporal y se resuelve en un corto periodo de tiempo, no es peligroso. El problema empieza a aparecer cuando esta situación se alarga en el tiempo y no se resuelve.
Por otro lado, la ansiedad no es un efecto natural del cuerpo, como lo es el estrés, sino que es más emocional, resalta el psicólogo. La ansiedad se caracteriza por una sensación de miedo y preocupación constante, incluso en situaciones no amenazantes.
En el caso de Verónica, la desaparición de su novio y la incertidumbre de no saber qué le había sucedido, la llevaron a experimentar estrés prolongado que terminó en ansiedad. Lo mismo en el caso de Jaime, víctima de robo violento.
La psiquiatra Helena Villarreal, única especialista del ISSSTE en Torreón, respalda esta idea, y agrega que también existe el estrés agudo, el cual se deriva de la ansiedad y generalmente se presenta en personas cuyas vidas han estado en peligro.
La psiquiatra destaca la gravedad de este trastorno, ya que, si no se trata adecuadamente, la persona puede correr “grandes riesgos”, especialmente desde el punto de vista psicológico. Esto puede generar estrés postraumático, el cual, si no se trata nuevamente de manera adecuada, puede llevar a largo plazo a la depresión y al abuso de sustancias. Finalmente, esto puede desencadenar pensamientos suicidas y, por lo tanto, aumentar el riesgo de suicidio.
De hecho, según datos del INEGI, las tasas de suicidio han aumentado de 2010 a 2022 en un 76.92% sólo en Coahuila, aunque se desconoce la relación y vínculos de los casos con un antecedente de violencia o estrés postraumático.
La psiquiatra Helena Villarreal explica que la poca atención y seriedad que se le dio a la salud mental después de la violencia que sacudió a la entidad, desencadenó que durante la pandemia, múltiples personas que no se trataron estas enfermedades mentales a tiempo, terminaron por intensificar las mismas.
“Desencadena que los traumas se agraven y termine en un alza de suicidios, aumento de violencia y estrés en la sociedad”, comenta la psiquiatra.
Y eso de lo que habla la especialista, se refleja en las estadísticas de violencia familiar: el número de denuncias en Coahuila pasó de 2 mil 154 en 2015 a 12 mil 718 en 2022, un aumento del 490%, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Sin embargo, el estrés no fue exclusivo de las personas adultas, ya que también hubo jóvenes que crecieron en esta época de violencia, algunos de los cuales fueron más afectados que otros. Un ejemplo es Marcela, quien cuenta que tenía 16 años cuando la violencia era el pan de todos los días en Torreón.
Marcela platica haber presenciado cadáveres colgados en los puentes como si fuera algo normal, y narra una historia en la que estaba en el auto de su amiga y, en un semáforo vio cómo unos hombres bajaron cuerpos de una camioneta negra como si fuera lo más normal. Aunque esto no la afectó directamente, sí generó en ella un estrés emocional que puede haber tenido impacto en su bienestar mental a largo plazo, explica el psicólogo Humberto Márquez.
Marcela recuerda que a pesar de estudiar fuera de México, con el solo escuchar un ruido fuerte, se alteraba demasiado después de haber presenciado esas experiencias.
De acuerdo con estadísticas proporcionadas por el IMSS a través de una solicitud de información (Folio: 330018023018814), de 2008 a 2022 hubo un aumento del 299% en casos por consultas de ataques de pánico.
Pero si se analizan por años, las consultas por ataques de pánico pasaron de 116 casos en 2009, a 411 en 2010 y más de 300 casos en 2011. Mientras que en los siguientes años, 2012 a 2017, el promedio de casos por año fue de 329 consultas, más del doble de lo que se reportó en 2009. Y ya para los años siguientes, 2017 a 2019, antes de la pandemia, el promedio cada año fue de 492, más de tres veces lo que se registraba una década atrás.
Las cifras del ISSSTE refieren que en 2013, cuando se reportaron 800 homicidios violentos en la entidad según datos del INEGI, se alcanzó la cifra más alta de consultas por los diferentes trastornos de pánico en una década, con 628 consultas, mientras que en 2016 se registró la cifra más alta de consultas en pacientes que acudieron por primera vez por un tema de ataque de pánico, con 114.
La psicóloga Cristina González menciona que el pánico es una manifestación común por este tipo de traumas, señala que es una intensa sensación de miedo o ansiedad extrema que puede surgir repentinamente. Sus síntomas incluyen palpitaciones, sudoración, temblores, dificultad para respirar y una sensación de pérdida de control. Y aclara que de no ser atendido adecuadamente puede llevar a complicaciones como trastornos de ansiedad crónica, fobias, aislamiento social y limitaciones en la vida cotidiana.
Una década después de la violencia
Tras 13 años de la desaparición de Fernando y nunca haber regresado a casa, Verónica asegura que ha resuelto su trauma. Aunque todavía mantiene un objeto de él como recuerdo, comenta que ya no piensa en él tanto y, al comenzar a quererse a sí misma, ha logrado crear una familia y seguir adelante.
”Mis dos hijos ahora son toda mi vida”, dice. También menciona que el haber abierto su fe y comenzado a tomar catecismo la ha ayudado a llevar su dolor y culpa.
Humberto Márquez explica que tener una familia y cambiar el rumbo de tu vida para sobrellevar un trauma es una de las maneras más efectivas de superar un trauma, ya que agregar un ser querido nuevo, como un hijo, una mascota o una nueva pareja, permite al individuo llenar ese vacío de manera natural.
Jaime, víctima de un robo violento, platica que hace apenas un año ha logrado dejar de soñar con las pesadillas, él cree que se debe a que por fin logró abrir su corazón a Dios, y por fin vive sin miedo.
El psicólogo Humberto Márquez señala que es interesante cómo muchas personas como Jaime superan sus traumas a través de la religión.
“Mucha gente cuando se encuentra en estas situaciones, ellos encuentran una salida y propósito de vida”, comenta Márquez.
Finalmente, Marcela menciona que ha logrado superar sus episodios de estrés. Ella se siente bastante afortunada, ya que lo que vivió no se compara con lo que muchos otros jóvenes vivieron en esa época. Ella explica que escuchaba pláticas de cómo a algunos de sus amigos le secuestraban a un familiar o de presenciar balaceras.
El psicólogo Márquez resalta que esta situación pudo haber afectado a muchos jóvenes que vivieron frecuentemente estos episodios de violencia, sobre todo a los que sufrieron de una violencia constante, y resalta que este tema se debió de atender inmediatamente, ya que la prolongación del trauma podría traer consecuencias graves para el que lo padezca.
La psiquiatra Helena Villarreal refiere que el riesgo es la “cronificación de un padecimiento” que a la postre repercute en diferentes enfermedades.
Otro riesgo que identifica la psiquiatra es lo que se conoce como “trastorno de estrés vicario”.
“Estar expuesto a todas estas historias de violencia, relatos o vivencias puede generar un desgaste psicológico y emocional. A nivel social es una normalización de la violencia”, ahonda.
Comenta que esta normalización ha desensibilizado a la gente, a la que considera que cada vez le importa menos el tema de la violencia:
“La sociedad tiende a ser narcisista, en el sentido de que a la gente no le importa que les pase a los demás, mientras no les pase a ellos”.