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Crisis por el agua no da tregua: a Cuatrociénegas lo seca el cultivo de alfalfa

En la escasa agua del llamado mundo perdido en el desierto de Coahuila existen bacterias que pueden explicar la evolución de la tierra, pero su hábitat es sobreexplotada por el riego para el forraje que alimenta el ganado. Incluso, recibe más que el uso para las personas

  • 02 agosto 2022

Son testigos milenarios que participaron en la formación de vida del planeta, intervinieron en la liberación del oxígeno del mar a los cielos, pero hoy los estromatolitos y la evidencia que guardan esta clase de arrecifes están amenazados por la desecación de Cuatrociénegas, cuya agua se sobreexplota en el riego de alfalfa que alimenta al ganado lechero.

Pero no sólo los “antiguos pobladores” corren riesgo. El agua para consumo humano también está comprometida, pues es más líquido el que se destina al alimento de los animales que a los habitantes de este pueblo mágico.

De acuerdo con un análisis de Semanario, elaborado con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), a una hectárea de forraje se le destina entre 20 mil y 30 mil metros cúbicos de agua al año, mientras que a cada habitante le tocaría 32 metros cúbicos.

“No existe regulación del agua que fluye por la superficie de los canales”, critica Valeria Souza, científica mexicana, quien cuenta con más de 20 años explorando Cuatrociénegas.

Cuatrociénegas es un oasis en el desierto. Sus manantiales son la fuente de agua en esta zona del centro de Coahuila, descrita en 2000 por la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca como un área de escasa lluvia y sequía como la situación común.

$!En el acuífero de Cuatrociénegas existe un Área Natural Protegida desde 1994, así como un Plan de Manejo que establece la restricción de actividades agrícolas y la prohibición de nuevas tierras para agricultura.

Por eso ahí, el agua es más valiosa que un tesoro.

“Preocupa la sobreexplotación de recursos hidráulicos, la deforestación (pastoreo y quemas), la desecación y la contaminación”, evidencia un reporte de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

“Se propone establecer límites de almacenamiento de agua en presas y extracción en pozas; incluir a los organismos en los monitoreos de calidad del agua; considerar al agua como recurso estratégico y refugio para especies migratorias”.

Sin embargo, a pesar de las advertencias y desequilibrios, y de que se trata de una zona protegida, el agua de este oasis es drenada para sembrar la alfalfa que alimenta la industria láctea.

190 veces más agua para el forraje que para las personas

Actualmente, al menos el 78% del volumen de agua subterránea concesionada en Cuatrociénegas se destina a la agricultura, según datos del Registro Público de Derechos de Agua (REPDA).

Tan solo ese volumen concesionado del subsuelo, es decir, 76.8 millones de metros cúbicos para uso agrícola y diferentes usos, alcanzaría para sembrar al menos 3 mil 500 hectáreas de forrajes que van a parar como alimento de ganado lechero.

En contraparte, únicamente 405 mil 180 metros cúbicos del subsuelo están destinados al uso público urbano, es decir, a los 12 mil 700 habitantes del llamado Pueblo Mágico.

En un cálculo conservador, esto sería 189 veces más agua para el forraje que para las personas.

$!Cultivos de forrajes se observan en la carretera que va a Cuatrociénegas, donde empresas lecheras han encontrado tierra para sembrar el alimento de las vacas.

El aprovechamiento y uso del agua, amparado por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), privilegia una actividad agrícola que pasó de 152 hectáreas de superficie en los 70, a 2 mil 563 hectáreas en 2021, según datos oficiales de la Producción Agrícola de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

En otras palabras, un crecimiento de superficie cultivable de 17 veces más en 50 años.

Aun así, la cifra oficial luce distante de la realidad, pues a la extracción subterránea hay que sumarle el agua superficial, la que brota de manantiales, y que también es usada en mayor medida para la agricultura de forrajes.

“Nadie sabe cuánta agua saca quién en Cuatrociénegas. No hay un inventario de usuarios y cada quien hace lo que le pega la gana. No han puesto medidores y no existe regulación del agua que fluye por la superficie de los canales”, critica Valeria Souza, científica mexicana, experta en ecología evolutiva y microbiana.

Decretos y vedas: protección de papel

Esta sobreexplotación del agua se presenta, a pesar de que en los tres acuíferos que involucra a Cuatrociénegas, existen decretos para la explotación de las aguas.

En el acuífero de Cuatrociénegas existe un Área Natural Protegida desde 1994 y un Plan de Manejo que establece la restricción de actividades agrícolas y la prohibición de nuevas tierras para agricultura.

En el acuífero El Hundido hay una veda desde 2007 donde se prohíbe extraer más de 20.15 millones de metros cúbicos al año, situación que no se cumple.

Mientras que en el acuífero Cuatrociénegas-Ocampo hay un decreto de zona reglamentada desde hace 10 años básicamente otra veda pues se requiere “un manejo hídrico para garantizar la sustentabilidad hidrológica”.

De aplicarse las vedas al Hundido y al acuífero Cuatrociénegas-Ocampo, se reduciría al 10 por ciento el número verdadero de usuarios, asegura Valeria Souza.

Sin embargo, los decretos, planes de manejo y vedas han quedado en el papel: los tres acuíferos presentan un déficit de agua, según los propios estudios de disponibilidad de la Conagua en 2020.

En el acuífero Cuatrociénegas, donde está decretada el Área Natural Protegida, se permite únicamente una extracción subterránea, oficial, de 6.5 millones de metros cúbicos de agua a través de 88 títulos de concesión, según datos entregados por la Conagua.

A pesar de ello, el último estudio de disponibilidad refiere una extracción subterránea de 24.4 millones de metros cúbicos, tres veces más que lo concesionado.

En los otros dos acuíferos la situación no cambia: la Conagua tiene concesionados 70.1 millones de metros cúbicos a 481 usuarios, según datos entregados a través de una solicitud de información. Pero sus propios estudios revelan una extracción de 76.4 millones de metros cúbicos.

Gerardo Márquez Tejada, director de Administración del Agua del organismo de cuenca río Bravo de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), asegura que ya no se permiten nuevas concesiones o títulos de extracción de agua en Cuatrociénegas.

Comenta que realizaron un censo en septiembre de 2019 que sirvió para verificar obras que no cuentan con concesión, obras irregulares, muchos pozos sin equipo y una segunda acción será el levantamiento de actas administrativas para clausurar esos pozos.

Esto se hará tres años después. El funcionario federal explica que los recientes dos años vieron muy aminorado las atenciones a causa de la pandemia por Covid-19.

Informa que realizarán un operativo en agosto para clausurar pozos que ya no tienen razón de estar o existir en Cuatrociénegas, así como pozos que pudieran ser equipados en algún momento.

El operativo estaba pensado para finales de este mes, pero a causa de la crisis hídrica en la zona metropolitana de Nuevo León, se postergó para agosto.

Asimismo, dice que se cerrarán pozos que se hayan perforado posterior al decreto de 2013 que establece como zona reglamentada el acuífero de Cuatrociénegas.

El director de Administración del Agua reconoce que hay un déficit de 11.6 millones de metros cúbicos del acuífero Cuatrociénegas que se extraen, y por ello el operativo del próximo mes.

Dice que hay 175 trámites de solicitudes de nueva concesión, de las cuales se resolvieron 112, y donde se negaron 50 y se inscribieron 62 por cuestiones administrativas, por adhesiones al decreto de reglamentación de 2013.

Añade que los trámites pendientes de resolverse, aun cuando estén en la reglamentación y posterior a ella, todos esos trámites están siendo y serán negados.

“Ya tenemos instrucciones muy precisas oficiales de nivel central, que en los acuíferos Cuatrociénegas, Cuatrociénegas -Ocampo, el acuífero Piedras Negras-Allende, todos esos acuíferos ya no hay nuevas concesiones. No hay otorgamiento de nuevos títulos de concesión”, asegura.

Reconoce que se han promovido entre 5 y 10 amparos, pero confió en que se tengan buenos resultados.

Considerando la crisis hídrica, recalca que el Área Natural Protegida y el tema de la sustentabilidad de los humedales, que ahora cualquier solicitud que se ingrese y las que están pendientes o en curso, serán rechazadas.

La ordeña del oasis

La científica Valeria Souza, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que tiene más de 20 años explorando Cuatrociénegas, estuvo hace unas semanas en el también clasificado sitio Ramsar, por considerarse como un humedal de importancia internacional. Su expresión al regresar fue de tristeza.

“Le siguen sacando agua por todos lados. El Churince ya es un desierto y La Becerra está muy bajita. Es muy preocupante porque es el manantial principal”, describe en entrevista telefónica.

$!La Becerra, manantial principal del ecosistema y que fue un balneario para turistas y habitantes, está cerrado al público.

El Churince y La Becerra son sitios que son parte de un inventario de manantiales, pozas y humedales, pero de los que se estima apenas subsiste el 10 por ciento.

Además, el valor de este oasis coahuilense aumenta de manera incuantificable, pues es una ventana al pasado que permite conocer la historia del planeta Tierra, pues concentra evidencia de la vida de 4 mil millones de años atrás.

Pero esa historia milenaria está a punto de evaporarse. Souza advierte que, de no cerrarle la llave a las extracciones de agua, en 5 años podría secarse completamente el humedal del Garabatal, el hábitat de la tortuga bisagra, única en el mundo.

“Ya no tengo el corazón de ver morir a las tortugas. O cierran los canales o tenemos cinco años antes de que se mueran las tortugas”, advierte la científica, que lamenta que todo esto sea por una alfalfa de 2 pesos el kilo.

$!Cultivo de alfalfa realizado con la técnica llamada rondín, la cual se practica sobre superficies que tienen forma circular. Suele usarse para siembra de la alfalfa con la que se alimenta el ganado lechero.

Una alfalfa que, además, no tiene tecnificado su riego, asegura Miguel Ángel de León Zapata, director del Centro de Investigación para la Conservación de la Biodiversidad y Ecología de Coahuila que depende de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC).

Pero nadie vigila, ni sanciona, ni inspecciona la sobreexplotación.

La Conagua respondió no contar con datos de obras de conservación, remediación o recuperación en el municipio de Cuatrociénegas desde el año 2010 y al requerimiento de información pública sobre inspecciones y sanciones interpuestas en el valle, no respondió.

Drenan los acuíferos

En los dos acuíferos que están fuera del Área Natural Protegida se hallan dos empresas agropecuarias que consumen la mayor parte del agua: la empresa Ampuero, de la familia Martín Bringas, dueña de Grupo Soriana, y Beta Santa Mónica, empresa filial de Leche Bell que hace unos años se fusionó con LALA, el gigante lechero de México.

$!Crisis por el agua no da tregua: a Cuatrociénegas lo seca el cultivo de alfalfa

La empresa Ampuero, por ejemplo, tiene concesionados 7 millones 350 mil metros cúbicos de agua, la de más volumen en todo el municipio, según datos del REPDA.

Pozos agroindustriales en Cuatrociénegas

Agroindustriales ubicados en la Comarca Lagunera, donde se halla la cuenca lechera más importante del país, han tenido que buscar regiones cercanas para tapizar de forrajes las tierras áridas y llevar alimento a miles de vacas.

Hace cerca de dos décadas encontraron Cuatrociénegas, a menos de dos horas de camino desde La Laguna. Y ahora se miran los verdes campos de forraje en algunos tramos carreteros.

Hasta acá también llegaron los hermanos Tricio, empresarios lecheros ligados a LALA. Ellos tienen un millón 365 mil metros cúbicos concesionados en El Hundido, muy cerca de Beta Santa Mónica.

A unos 15 kilómetros de la cabecera municipal de Cuatrociénegas existe una desviación hacia el ejido Tanque Nuevo, una comunidad de 238 habitantes.

Tanque Nuevo es un ejido sin calles pavimentadas, donde escasea el agua y la luz. Contrasta con los verdes campos de Beta Santa Mónica que se extienden hasta el pie de la sierra y que están a espaldas del pueblo.

Beta Santa Mónica es el principal proveedor de Nestlé y es una empresa filial de Leche Bell.

“Los de Beta Santa Mónica aumentaron el doble su área de cultivo. A ellos es a los que quiere demandar la Fundación Carlos Slim, que son los más relacionados con El Churince”, dice Valeria Souza.

Bajo su nombre, Beta Santa Mónica tiene concesionados 3 millones 874 mil metros cúbicos de agua a través de 14 concesiones en La Laguna, donde se concentra la industria láctea.

Sin embargo, Gustavo Díaz de León Hernández, quien es miembro de la Comisión de Administración de Beta Santa Mónica, según un acta obtenida del Registro Público de Comercio, es dueño de 2 millones 588 mil metros cúbicos a través de dos concesiones, el quinto con el mayor volumen concesionado en todo Cuatrociénegas.

Al revisar la ubicación de los pozos de Díaz de León Hernández en el REPDA, coinciden con la ubicación del rancho de la empresa en Tanque Nuevo, mismo que inclusive presumen en su sitio de internet.

A pesar del volumen concesionado, los datos satelitales muestran que la empresa riega por lo menos entre mil 100 y mil 500 hectáreas en el Valle El Hundido.

Un video publicitario de la empresa refiere que producen 240 mil toneladas anuales de forrajes y que en su rancho Tanque Nuevo tiene 22 sistemas de riego por aspersión.

Y si cada metro cuadrado requiere 2 metros cúbicos de agua, quiere decir que extraen entre 22 y 30 millones de metros cúbicos, cuando la veda establece que en El Hundido no se debe exceder de 20.15 millones de metros cúbicos de extracción.

Semanario buscó una postura de la empresa a través de correo electrónico, sin embargo, no hubo respuesta.

Sobre el control de las extracciones, Gerardo Márquez Tejada, director de Administración del Agua, dice que es un tema complicado por la capacidad humana, pues la Conagua únicamente cuenta con un inspector para todo Coahuila, sin contar la región Laguna.

Prácticamente dejan la responsabilidad a los extractores de agua, pues refiere que el concesionario está obligado a tener un sistema de medición y una bitácora donde registre la cantidad de volúmenes de agua que extrae.

Asegura que en cualquier diligencia se le solicita que presenten esas bitácoras, pero reconoció que no pueden tener una cobertura total para ser vigilantes puntuales de esa extracción.

“Habría que pensar después del operativo de clausuras de obras irregulares, pensar en una segunda etapa, segundo proyecto de trabajo, de levantar actas administrativas a todos aquellos pozos que tienen concesión”, comenta.

Sobre la actualización del padrón de usuarios de agua subterránea, informa que para el acuífero de Cuatrociénegas se tienen inscritas 76 concesiones, para el acuífero Cuatrociénegas-Ocampo, 311 concesiones y para El Hundido, 42 concesiones.

Sin embargo, dice que es el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) quien tiene el registro de concesiones. El REPDA en su página, maneja 421 concesiones, ocho más de las que refirió el funcionario.

Sobre los señalamientos en El Hundido, donde la empresa Beta Santa Mónica ha extendido su superficie agrícola, el funcionario federal comenta que los títulos fueron emitidos en la época de los decretos de 1998 a 2002.

Asegura que, hasta donde sabe, no han incrementado el volumen.

“No tengo el dato. En cuanto a verificaciones no tengo el dato”, responde sobre las extracciones por encima de lo concesionado.

Una problemática histórica; desacuerdos

Desde su fundación en 1800, Cuatrociénegas siempre ha tenido una problemática histórica por el agua, asegura Juan Carlos Ibarra, director del área de Protección de Flora y Fauna en Cuatrociénegas de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (Conanp).

$!“En el Valle del Hundido se abren muchas perforaciones y se empieza a notar una desecación”, Juan Carlos Ibarra, Director del área de Protección de Flora y Fauna en Cuatrociénegas de la Conanp

La primera agua de consumo era de manantial. Un siglo después, esa agua se entubó para que llegara a las casas.

“Abrías el grifo y tenías agua de manantial, del Río Cañón”, recuerda Ibarra como si se tratara de una frase publicitaria. Pero el Río Cañón se secó debido a las perforaciones.

El valle era una cuenca que se fue fracturando con las extracciones. Hoy no solo se ha hecho uso excesivo del agua, sino que también se han modificado los cauces y escurrimientos.

El canal Saca Salada, por ejemplo, se construyó hace 120 años con el fin de derivar el agua por ejidos y otros municipios para irrigar tierras de cultivo. Se trata de un canal de 80 kilómetros que atraviesa el valle y llega hasta el municipio de Monclova. Según especialistas, como Valeria Souza, ahí se pierden entre 80 y 90 millones de metros cúbicos al año.

La propuesta de la Conanp, asociaciones ambientalistas como Pronatura Noreste y la investigadora Valeria Souza, es poner compuertas pequeñas para recuperar paulatinamente secciones y parte del humedal dañado a través de los excedentes de agua.

Cuando esta propuesta comenzó a cristalizarse hace unos años, el río renació.

“Fue una gota de esperanza y nos dice que no es difícil. Que es un tema de voluntad política y de que los dueños de la tierra que incluye ahora a Fundación Carlos Slim, necesitan demandar a Conagua porque no ha cumplido las vedas”, comenta Valeria Souza.

Pero no todos están de acuerdo. Los ejidatarios que poseen derechos no ven con buenos ojos las estrategias en el Saca Salada.

En una ocasión, el 19 de octubre de 2020, un grupo de activistas de Pronatura Noreste realizaba obras de control cuando ejidatarios llegaron y destruyeron el gavión con el que se pretendía construir represas para desviar el agua y recargar el acuífero Saca Salada.

Leobardo Sánchez, ejidatario de San Juan de Boquillas, señala que el agua la quieren retener para que la aprovechen los empresarios.

Dice que lo que se requiere es el cierre de pozos en la parte alta del valle.

Asegura que hace dos décadas, cuando empezaron las perforaciones en zonas como Tanque Nuevo, en el Hundido, en Santa Teresa, fue cuando disminuyó el caudal de la acequia.

Recuerda que en una ocasión retó a un “conservador”, como llama a los funcionarios del Área Natural Protegida, a echarle pintura de un color diferente a los pozos que están aguas arriba.

“Nos venimos a las pozas, y si en 72 horas no aparece pintura, te doy una concesión de agua del ejido. Te la regalo. Pero si no, cierras todos los pozos donde aparezca la pintura. No quiso. Se lo puse en charola de plata”.

Sobre las obras que en algún momento se intentaron hacer en Saca Salda por parte de activistas y ambientalistas, Gerardo Márquez Tejada, director de Administración del Agua del organismo de cuenca Río Bravo, dice que estas nunca tuvieron la anuencia o permiso por parte de la Conagua.

Considera que “los involucrados” no han presentado proyectos donde tengan que dar una validez o factibilidad técnica para que no se vean afectados ni la parte ambiental ni los agricultores.

“Hay diferencias en cuanto a la forma que extraen y aprovechan las aguas para uso agrícola. Estamos pendientes de cualquier proyecto para que se valide y se autorice administrativamente y se autoricen los proyectos. Todas estas aguas tienen el carácter de nacionales y la Conagua debe ser garante de otorgar las autorizaciones y ver la factibilidad técnica”, comenta.

Fronteras oficiales del área protegida

Otro problema es que la Conagua considera únicamente al acuífero Cuatrociénegas como el directamente involucrado en el Área Natural Protegida.

Ejidatarios y especialistas dicen que es un error separar los acuíferos cuando se trata de proteger un área protegida que es hogar de más de 100 especies endémicas de animales y plantas.

Una delimitación de un área protegida no garantiza que se cuide toda el agua porque el agua fluye de otras cuencas, precisa Juan Carlos Ibarra de la Conanp.

“En la parte sur, en el Valle del Hundido se abren muchas perforaciones y se empieza a notar una desecación dentro del Valle de Cuatrociénegas. La Laguna Churince y todos los humedales alrededor hoy están secos”, comenta Ibarra.

El ejidatario Leobardo dice que la Conagua no ha querido entrarle al problema de enseñar los documentos y registros de los pozos.

La científica Valeria Souza es más enérgica: “¿A qué se dedica el encargado de Conagua Nuevo León-Coahuila? Vete tú a saber”, cuestiona para luego criticar que es fecha que la autoridad del agua, a la que señala como la dependencia más corrupta de México, no cuenta con una lista de usuarios.

Vía solicitud de información, Semanario solicitó los aprovechamientos superficiales a la Conagua. La dependencia entregó dos bases de datos: una del acuífero Cuatrociénegas donde refiere que hay licencia para aprovechar 16.6 millones de aguas superficiales de manantiales y presas que usan 46 usuarios entre ejidos, la presidencia municipal y más del 50 por ciento asignado a la organización medio ambiental Pronatura Noreste para uso de conservación ecológica.

La otra base de datos, de los acuíferos El Hundido y Cuatrociénegas-Ocampo, también refieren un volumen concesionado de 16.8 millones a 180 usuarios. Pero muchos de los títulos se repiten en ambas bases.

Gerardo Márquez Tejada menciona que la Conagua directamente no trabaja en la medición de la desecación o recuperación de los humedales y señaló a la Comisión Nacional de Zonas Protegidas y Pronatura Noreste como las encargadas de estos temas.

Sin embargo, dice que como autoridad del agua son sensibles al tema y han trabajado con proyectos y estructuras que se han colocado sobre los canales que derivan, principalmente en la poza de la Becerra.

“Nuestra participación ha sido de carácter técnico, no directamente”, justifica.

Según Márquez Tejada, sí ha habido recuperación del humedal de la Becerra en los últimos dos o tres años.

“Cuando llegamos en 2018 traían un humedal de 3, 4 hectáreas, actualmente creo que ya llevan arriba de 7, 8 hectáreas de recuperación”, describe.

El sistema ya no puede más

El problema es que se usa más agua de la que el sistema es capaz de sostener. Y ese abuso causa la disminución de humedales y ecosistemas, dice Juan Carlos Ibarra, director de la Conanp.

“Hay humedales que por décadas se fueron desecando”, añade. Como El Churince, donde antes la gente caminaba y se sumía, hoy se puede correr y hasta meter tractor.

En la misma mancha urbana los pobladores refieren que el agua cada vez se extrae a niveles más profundos y se miran árboles secos.

El activista local, Luis Alberto Martínez, recuerda que hace años las copas de los árboles eran enormes nogaleras y los frutos colgaban por arriba de las paredes de las casas. Muestra la comparativa de dos fotografías: una de hace décadas donde el agua cae como cascada. La otra imagen es la misma zona, pero con un panorama seco.

$!Luis Alberto Martínez, activista local muestra dos fotografías. Una, de hace décadas, se ve que el agua cae como cascada. La otra imagen es la misma zona, pero con un panorama seco.

“Qué tanto resiste el ecosistema y es capaz de soportar a través del tiempo y el estrés”, cuestiona Ibarra.

“El sistema ya no puede más”, considera Valeria Souza.

Un problema es que la Conanp solo actúa en el Área Natural Protegida donde una cuarta parte del agua es aprovechada por el ejido Cuatrociénegas.

Óscar Sánchez, uno de los más viejos agricultores de este ejido, reconoce que no han entendido cómo dar un buen manejo a los recursos. Cree que se debe a la ignorancia, la confusión y mala información que reciben los 68 ejidatarios.

Dice que a la gente le entró la idea de que les quitarían el agua, cuando hace dos décadas debieron iniciar con una agricultura sustentable.

“Estamos viviendo del capital y no hay una mejor distribución de la rentabilidad de los recursos naturales”, reconoce.

El agua del ejido tiene su fuente en la poza de La Becerra, que es el manantial principal del ecosistema. Actualmente, esta poza, que era utilizada como balneario por turistas y habitantes, está cerrada al público.

“La gente es sensible, si le dices que le vas a quitar el cultivo de alfalfa, es como quitarle el dulce a un niño de la boca”, considera Sánchez y cree que es mejor usar la alfalfa como antídoto e ir penetrando con proyectos alternativos.

La siembra en los ejidos la hacen por riego de inundación, lo que implica regar con el sobrante. Un derroche de agua, considera.

“No tienen medición, ni cuantos litros utilizan por hectárea. Son muchas hectáreas y es mucha agua” dice Miguel Ángel de León, director del Centro de Investigación para la Conservación de la Biodiversidad y Ecología de Coahuila.

Al respecto, la Universidad Autónoma de Coahuila está trabajando un proyecto de tecnificación de riego con ejidatarios. Además que está ya proyectada la Planta Tratadora de Aguas Residuales que tendrá un impacto en el uso del agua en la zona.

Por si fuera poco, la alfalfa que venden los agricultores de Ciénegas se abarata porque no hay un mercado fuerte, es un mercado local que no permite la competencia, lo que deriva en un círculo vicioso, dice el ejidatario Óscar Sánchez.

A diferencia de otros cultivos, el camión que compra la alfalfa pasa diariamente, y esto reditúa en dinero continuo para los pequeños propietarios. Por eso la renuencia a cambiar de cultivos.

“No importa cuándo necesites dinero, cortas la alfalfa, la vendes, te dan 200 o 2 mil pesos. El problema es que se vende la alfalfa”, comenta Valeria Souza.

Así, entre ejidatarios y empresarios se van bebiendo el agua de un oasis único en el mundo.

Propuestas: los 6 ejes para la restauración

Juan Carlos Ibarra de la Conanp asegura que han recuperado cerca de 60 hectáreas de humedal en diferentes polos en un proceso de restauración de los últimos tres años, pero dice que nadie tiene el dato preciso de cuánto se ha perdido.

La Conanp ha lanzado una estrategia de seis ejes para remediar las afectaciones: conocimiento, compromisos, alternativas, restauración, monitoreo y aprendizaje. Todos, puntos que se busca inculcar en la gente, agricultores principalmente.

Actualmente reconoce que existen nulos o deficientes sistemas de conducción y sistemas de riego para la alfalfa.

La Conanp, que para 2022 tiene un presupuesto de apenas 3 millones de pesos, ha comenzado a trabajar con los productores. La tarea luce difícil.

“Tenemos que hacerlo con parcelas demostrativas, no se puede romper la garantía de la economía porque de eso viven”, justifica Ibarra.

Desde el Centro de Investigación para la Conservación de la Biodiversidad y Ecología de Coahuila, se formó un comité multidisciplinario donde buscan impulsar cultivos como el chile y tomate, así como riegos tecnificados.

El Centro propone controlar la extracción de agua al norte y sur del Valle de Cuatrociénegas con la medición y control del agua de pivotes, mediante un sistema de control computarizado de alta tecnología. Sin embargo, hasta la fecha la Conagua no ha respondido si se suma al comité.

Miguel Ángel de León Zapata, director del Centro, añade que está en proceso un estudio en el humedal de Garabatal. Se trata de un estudio de las cavernas que están en el río para analizar la posibilidad de rescatarlo.

$!El humedal del Garabatal es el hábitat de la tortuga bisagra, única en el mundo.

Para el ejidatario Óscar Sánchez, el núcleo del Área Natural Protegida debe ser usada únicamente para cuestiones educativas y científicas.

Hay otras propuestas. Por ejemplo, tratar el agua de la laguna de oxidación para que los productores de Cuatrociénegas la usen en sus cultivos sin tocar la del valle.

Otra propuesta, dice Souza, es que intercambien la producción de alfalfa por una mensualidad a la gente, con el compromiso de dejar en paz el agua y así la gente tenga con qué vivir. Como se hace en la selva: “no tumbes la selva y te doy. Se llama pago por servicios ambientales, y qué mejor servicio que dejar el agua en paz”, dice Souza.

Si no se corrige el rumbo, el mundo se perdería la posibilidad de tener el lugar más biodiverso del planeta para tener recursos genéticos para la medicina, la agricultura, la sustentabilidad, augura Valeria Souza.

“La gallina de los huevos de oro se va a guardar dentro de la montaña y adiós. Los peces y tortugas se van a morir. El poblado se volverá pobre y después será un pueblo fantasma. Si no hay agua, no hay nada”, advierte.

Y todo, recalca la científica, porque simplemente nadie quiere mover las aguas.

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