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El difícil camino de obtener empleo para una persona con discapacidad
Menos de 2 de cada 10 personas con discapacidad que acuden al Servicio Nacional de Empleo en busca de una plaza laboral, la consiguen. A pesar de los esfuerzos institucionales, la inclusión laboral y social están todavía lejanas.
El día que Juan Armando Castillo Espinosa fue a una planta para pedir trabajo como ingeniero, le dijeron que no lo podían contratar porque le faltaban los dedos de las manos.
“Les dije ‘ah bueno, no tengo problema’ y me fui”.
No era la primera vez que a Juan, 22 años, recién graduado de la carrera de ingeniero industrial y de sistemas por la Universidad Carolina, le pasaba así.
Siendo estudiante Juan había asistido a una de las ferias de empleo para grupos vulnerables, que una o dos veces al año organiza el gobierno del estado en Saltillo. Cuando se dirigía a uno de los stands, por información, apenas lo vieron venir los reclutadores le dijeron que no le darían trabajo porque... carecía de dedos en ambas manos.
“Les digo ‘y entonces, ¿qué están haciendo aquí?’ y me contestaron, ‘no pos nomás lo hacemos por cumplir, pa que el gobierno no diga’”.
Los números reflejan, y con mucho, la realidad de Juan, pues de acuerdo con datos obtenidos vía transparencia, de las 674 personas con discapacidad que en 2022 acudieron al Servicio Nacional de Empleo, (SNE), en busca de una plaza laboral, solo 107, que equivale al 15.8 por ciento, lograron colocarse.
Y en 2023 las cifras no fueron más halagüeñas, si se toma en cuenta que de las 794 personas con discapacidad atendidas en el SNE, únicamente 154, es decir el 19.3 por ciento, consiguieron un puesto en un algún centro de trabajo.
“Muchas empresas nos dicen que sí y a la mera hora quieren que nada más le falte un dedo, que no vea, pero poquito. Claro que cuando una persona califica es más grande que el tener nada más una falange o un dedo. También es el temor de las empresas de que se va a accidentar, no va a poder, ‘lo voy a tener que andar cuidando, le van a hacer el trabajo, le voy a pagar de a gratis’.
“O a veces no son personas independientes en sus actividades, que tienen muchas ganas de trabajar, pero, la discapacidad es tan severa, que no les permite hacer un turno completo o accesar al transporte. Las empresas no tienen un transporte adecuado para personas usuarias de sillas de ruedas, muletas, andaderas”, dice un funcionario del Servicio Nacional de Empleo, que por no estar autorizado para dar entrevistas pide se omita su nombre y cargo.
UN LARGO Y SINUOSO CAMINO
Desde que estaba en la escuela, Juan había tenido que salir a las calles para buscar un trabajo y así ayudar a su familia a costear sus estudios.
Durante algún tiempo cumplió turnos de noche en una tienda de autoservicio y por la mañana iba a sus clases en la universidad.
Luego consiguió una plaza en un restaurante al que asistía todas las mañanas, mientras tomaba sus materias por las tardes.
“Era una friega”, platica Juan.
Hasta entonces había alcanzado en ambos empleos solamente el nivel operativo.
Información abierta indica que al mes de mayo de este año, el Servicio Nacional de Empleo contaba con un padrón de 87 empresas incluyentes en la región Sureste de Coahuila, casi todas del ramo automotriz, las cuales abrieron vacantes para personas de todos los grupos vulnerables, llámese discapacidad, adultos mayores y refugiados.
No obstante, la mayoría de los empleos que ofertaron estas compañías eran de nivel operativo: empleados o guardias de seguridad.
“Por la mayor cantidad de vacantes. Puede ser que una empresa tenga 100 vacantes, y de técnico o profesionista una. Como hay mayor cantidad de vacantes en esos puestos, por lo tanto tenemos mayor colocación en esas áreas. La verdad es que falta gente, hay mucha rotación, pero las empresas se están dando cuenta que entre los grupos históricamente vulnerados, a los que hemos dejado fuera, encuentran personal de calidad.
“Sin embargo, no dejamos de picar piedra por la gente que es técnica o que tiene alguna profesión. Sí, vamos mejorando, pero yo creo que todavía nos falta muchísimo”, dice un funcionario de la Secretaría del Trabajo, (ST), de Coahuila, que por razones de seguridad laboral pide el anonimato.
Por su parte Rodolfo Garza de las Fuentes, encargado de Acción Social de la Universidad Autónoma de Coahuila y responsable los centros Valpar cuya función es evaluar las habilidades de las personas con discapacidad, declara que se ha estado buscando que las empresas abran vacantes no nada más de operarios, sino en puestos administrativas, de toma de decisión, para que la población con discapacidad se sienta plena.
“El término de inclusión no debería siquiera existir, que una persona con discapacidad consiga empleo debería ser tan común como en cualquier otra persona”.
Con base en las estadísticas del SNE, entre los tipos de discapacidad que más son aceptados por las compañías están la motriz, luego la auditiva, la visual, entre leve y moderada, y por último la intelectual.
“En las ferias del empleo a veces nada más ofertan trabajo para alumnos con discapacidad auditiva o intelectual y hay más condiciones en las que nuestros alumnos quedan fuera, y sí tienen las habilidades. En su mayoría, los que asisten aquí tienen discapacidad intelectual y hay dos alumnos con trastorno del espectro autista, uno de ellos muy funcional, y es donde le digo que no hay espacio para ellos, no hay. A mí lo que me preocupa es saliendo del CAM qué van a hacer esas personas”, reprocha Patricia del Consuelo Nava Herrera, directora del Centro de Atención Múltiple (CAM) Número 5 “Héroes Coahuilenses”.
PRESUPUESTO EN PICADA
Información obtenida por transparencia revela cómo el presupuesto de la ST en Coahuila, asignado al Programa de Apoyo al Empleo en el Estado y a sus subprogramas, que incluyen campañas y acciones en favor de la inclusión al trabajo de personas con discapacidad, cayó de nueve millones 43 mil 387 pesos, en 2018, a cinco millones en los años siguientes, lo que representa una disminución de casi 45 por ciento.
“Ahorita no tenemos presupuesto para capacitación. Anteriormente íbamos a los CAM y les brindábamos alguna capacitación a las personas para que desarrollaran algún oficio, y al término del curso se les daba una beca para que dijera ‘sabes qué, ya aprendí a hacer repostería, ya me dieron mi beca, ya puedo invertir y hacer este trabajo de manera personal o familiar’. Cuando entró esta administración federal lo quitaron”, dice otro funcionario del Servicio Nacional de Empleo, que por no estar autorizado para dar entrevistas pide se omita su nombre y cargo.
Tampoco hay recursos ya para la difusión de Abriendo Espacios, una estrategia del SNE enfocada a los grupos que se encuentran con mayor barrera para incorporarse al mercado laboral, en este caso las personas con discapacidad.
La difusión de esta estrategia es a través de las redes sociales personales de los empleados del SNE, pero no toda la gente los sigue.
El CAM 5, que está ubicado en la colonia Guayulera, tiene en sus talleres de cocina y lavandería a 12 jóvenes, que además de su discapacidad se enfrentan a una situación económica vulnerable.
“Para ellos es muy importante llevar algo de dinero a su casa”, dice Consuelo Nava, la directora.
Imelda Oyervides Thomas, directora del CAM 1 Laboral “Carlos Espinoza Romero”, comenta que aun y con los beneficios fiscales que se otorgan a las empresas que contratan a personas con discapacidad, falta abrir espacio y oportunidades para este grupo social.
Al respecto el Artículo 186 de la Ley del Impuesto Sobre la Renta mandata que se otorgará un estímulo fiscal a los contribuyentes, personas físicas o morales, del impuesto sobre la renta, que empleen a personas que padezcan discapacidad motriz (...); mental; auditiva o de lenguaje, (...), e invidentes.
Del mismo modo el numeral XII del Artículo 209, estipula que se otorgará el 100 por ciento deducible de impuestos a los contribuyentes que realicen adaptaciones a su infraestructura, siempre que dichos ajustes tengan como finalidad facilitar a las personas con discapacidad el acceso y uso de las instalaciones del centro de trabajo.
Ni la Secretaría de Hacienda ni el IMSS cuentan con información desagregada sobre empresas que actualmente estén haciendo uso de este beneficio.
El CAM 1 brinda formación y capacitación para la vida y el trabajo a 62 alumnos con discapacidad de entre 15 y 26 años, toda vez que busca espacios donde los chicos puedan realizar prácticas y posteriormente ser incluidos al ámbito laboral.
“Esto dependiendo de sus habilidades. Hay quien logra ser incluido al sector productivo o hay quien desde un autoempleo, dependiendo de la condición de cada uno”, dice Oyervides Thomas, la directora.
Y señala que la sobreprotección de la familia representa hoy una limitante para que los muchachos se incorporen con normalidad a un trabajo.
“El muchacho ya está listo, le empresa lo está esperando, pero a veces los papás tienen miedo. Lo importante es que los dejen extender sus alas, emprender el vuelo”.
Entre las empresas e instituciones que han accedido a abrir sus puertas a los egresados de los CAM destacan: Philips, Yanfeng, BorgWarner, Cerámica Santa Anita, Pepsi, Walmart, Comex, el Centro de Investigación en Química Aplicada (CIQA), Oxxo, Pastelería La Salle, SAMS y el IMSS.
“Hace algunos años, cuando yo empezaba aquí nos pasaba de que tocábamos la puerta y ¡pum!, nos daban en la cara. En muchas empresas sí nos ha tocado que nos dicen, ‘¿con discapacidad?, ay es que le falta el dedito’”, dice Oyervides Thomas.
El último empleo que tuvo Juan fue en una fábrica a la que entró para hacer sus prácticas profesionales, pero no en calidad de pasante de ingeniero, sino como un operario más.
TOCAR PUERTAS
Juan Armando pensó que tras su egreso de la universidad las cosas pintarían mejor para él en cuestión de trabajo, y se dedicó a tocar las puertas de muchas plantas donde creyó encontraría la gran oportunidad para un flamante ingeniero industrial y de sistemas.
No fue así.
“Una vez llegué a una planta y el gerente me vio, le digo ‘nada más perdí los dedos, sí tengo manos, tengo todo, tengo pruebas de que escribo, manejo computadoras, lo que sea’, y dijo que no, le dije ‘póngame a prueba donde sea, déjeme demostrarle... En el trabajo siempre he sobresalido, me han puesto de subjefe’, que no, dijo”.
Sobre el particular, el Artículo 18 de la Ley para el Desarrollo e Inclusión de las Personas con Discapacidad en Coahuila, determina que las personas con discapacidad tienen derecho al trabajo y al adiestramiento, en términos de igualdad de oportunidades y equidad.
Para tales efectos, la Secretaría Trabajo del Estado, y demás autoridades competentes, garantizarán que, en ningún caso, la discapacidad sea motivo de discriminación para el otorgamiento de un empleo.
Pero para Juan estas no son más que palabras, un discurso.
Lo de la discapacidad de Juan ocurrió cuando tenía cuatro años.
Él y un primo suyo se hallaban viendo una película en el cuarto de su abuelo.
Eran las seis y media de la tarde, y como la pieza ya estaba oscura, Juan y su primo prendieron fuego a unos papeles para aluzarse.
En un tris la lumbre alcanzó la ropa y la basura acumulada en la habitación, además de un colchón.
El primo de Juan había logrado salir del cuarto antes de que el incendio se propagara.
Al rato aquella pieza se convirtió en una sucursal del infierno y Juan, viendo que no tenía escapatoria, se acuclilló en un rincón.
En un intento por salvarse se levantó y se asió con las manos al respaldo metálico de una litera que estaba al rojo vivo.
Su madre logró rescatarlo de entre las llamas.
Cuando lo sacó, Juan tenía los dedos de las manos carbonizados y el 80 por ciento de su cuerpo quemado por el vapor que había ocasionado el incendio.
Con todo y eso Juan sobrevivió.
Sin embargo, Juan es hoy parte de los 134 mil 816 personas con discapacidad que, según el INEGI, viven en Coahuila y que representan el 4.2 por ciento de la población. De estas, 47.9 por ciento padece discapacidad motriz, 42.6 por ciento visual, 20.1 por ciento auditiva y 16.1 por ciento intelectual.
El INEGI aclara que la suma de los porcentajes es mayor a 100, debido a que hay población que tiene más de una discapacidad en la actividad cotidiana que realiza.
La cifra sube a 454 mil 870 personas, si a la población con discapacidad se le suman los individuos con limitación en la actividad cotidiana o con algún problema o condición mental.
Se ignora cuántas personas con discapacidad en Coahuila trabajan, están actualmente en edad laboral o son independientes.
“Como el CAM es a veces el último proceso educativo de los alumnos, y por la poca disponibilidad de los lugares para ofrecer empleos para ellos, entonces muchos se van a la casa a hacer las labores del hogar”, dice Nayla Isela Salazar Flores, la directora del CAM Número 4, en Saltillo.
Recién Juan, que ha sobresalido además en el mundo del deporte por ser campeón nacional de tae kwon do, se colocó en una planta de tubos, pero no como el ingeniero industrial y de sistemas que es, sino como operario.
Una nota publicada por Vanguardia a finales de 2023 reveló que, según la Secretaría de Inclusión y Desarrollo Social (SIDS), durante el pasado sexenio más de 25 mil personas con discapacidad se habían incorporado al trabajo formal.
No obstante, Salazar Flores insiste en que hoy no es tan fácil que las empresas acepten a personas con alguna condición de discapacidad.
“Es muy difícil lograr la inclusión de nuestros alumnos en alguna empresa, desde el momento que les planteas a los empresarios la posibilidad de que tengan apertura para la inclusión, que tengan en su plantilla a personas con discapacidad. A pesar de que en algunas ocasiones les muestras las potencialidades que tienen las personas para desempeñar algún empleo, te cierran las puertas.
“Nunca nos han argumentado que no los contratan porque tienen discapacidad, pero sí que la empresa no tienen la posibilidad de comunicación o de hacer ajustes en cuanto al manejo de las máquinas... No se tiene que hacer gran cosa para poder aceptar a las personas con discapacidad. A lo mejor poner letreros de precaución o del manejo de las máquinas o de procesos, pero aun así es muy difícil”.
Detalla que en el presente ciclo de los 38 alumnos que asisten a esta escuela especial y que cursan con algún tipo y grado de discapacidad como intelectual, motriz, trastorno de déficit de atención con hiperactividad y trastorno del espectro autista, el CAM logró la inclusión de solamente un estudiante al ámbito laboral.
Fue en una tienda de conveniencia, y eso porque una de las administradoras del negocio forma parte de la plantilla escolar.
“Aun así nos fue difícil conseguir el lugar”.
A finales del año pasado estos estudiantes, junto con los de otros CAM, participaron en un diplomado de repostería y panadería, impartido por la Universidad Vizcaya.
“Pero es poco donde pudieran aplicarlo”, lamenta la maestra Salazar.
EL CAM, LA ÚLTIMA OPCIÓN DE ESTUDIOS
En este CAM, que es escolarizado, los educandos de entre 17 y 26 años, toman talleres que van desde serigrafía, lavandería, hasta computación y cocina, en un horario de 8:00 de la mañana a 1:00 de la tarde.
“Considero que estamos todavía en pañales para que las personas con discapacidad sean visibilizadas y sus derechos tomados en cuenta al 100 por ciento, como los de cualquier otro ciudadano.
“La tendencia ha sido minimizarlos de alguna manera, y entonces considero que ese es el mayor problema que tenemos: que la gente no hemos aprendido a visibilizarlos, a saber que están con nosotros, que forman parte de la sociedad, Se ha ido evolucionando, pero la verdad es que a pasos muy pequeños, tenemos un gran camino por recorrer”, apunta Nayla Isela Salazar, la directora del CAM 4.
Eduardo Garza Martínez, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, (CANACINTRA), Coahuila Sureste, reconoce que aunque no en todas las 437 empresas afiliadas a este organismo emplean a personas con discapacidad, sí se promueve la inclusión laboral para este grupo de población.
“Las grandes empresas también son incluyentes y lo tienen por política. Si son canadienses o alemanas ya vienen de allá con ese boleto. Definitivamente en Coahuila sureste sí hay un gran avance en eso. Es cultura y poco a poco lo vamos logrando”.
MUCHOS CURSOS, POCO IMPACTO
La Secretaría de Inclusión y Desarrollo Social (SIDS), a través de la Dirección para Promover la Igualdad y Prevenir la Discriminación de Coahuila, dijo, en su respuesta a la solicitud de información folio 050097800004024, haber impartido, desde 2018 y lo que va de este año, 107 cursos sobre prevención de la discriminación, promoción de la igualdad y los derechos humanos de las personas con discapacidad, por medio de los cuales impactó a 122 mil 386 personas en empresas y oficinas de gobierno de toda le entidad.
En contraste, la Secretaría del Trabajo de Coahuila reportó en su contestación a la solicitud de información folio 050098900001324, haber dado únicamente 10 cursos, durante el mismo periodo, orientados a fomentar la inclusión laboral de personas con discapacidad.
Empero, parece que el mensaje no llegó hasta los centros de trabajo de los cuales Rafael Cervantes Gil ha sido corrido por la discapacidad que padece.
Tania Samantha Mellado Flores, directora del CAM laboral 41, comenta que aún persiste el desconocimiento, la falta de información y sensibilización, sobre cómo tratar a una persona con discapacidad y las oportunidades que la industria le puede brindar.
“Pudiera ser el temor, dicen las empresas ‘híjole es que el día de mañana que me llegue un muchacho con discapacidad auditiva, motriz...qué ajustes o adaptaciones tengo que hacer para que él pueda estar bien en su espacio de trabajo’.
“Les falta mucha información a las empresas. Nos hemos percatado de eso ahora que hemos estado en los bazares porque se acercan y dicen, ‘maestra no sabíamos que había un CAM laboral’”.
Mellado Flores afirma que hasta ahora han logrado una respuesta positiva por parte de las empresas que les han permitido acercarse con sus bazares a la población de trabajadores, para que conozcan lo que los chicos realizan en un CAM laboral como éste, el cual cuenta con talleres de gastronomía, lavandería, jardinería y sublimación.
“Las empresas nos permiten dar una breve explicación de quiénes somos, qué hacemos, cuál es nuestro propósito, por qué están los chicos en ese momento en esa actividad. Los que exponen son los muchachos: ‘nosotros elaboramos esto’, muestran sus productos y hacen la venta”.
El CAM 41 ofrece capacitación para el trabajo a 38 alumnos de entre 18 y 26 años, que cursan con distintos tipos y grados de discapacidad entre las que destacan: intelectual, auditiva, visual, motora y autismo.
-¿Hacen seguimiento de los alumnos una vez que salen del CAM?
-Híjole, no... Tratamos de continuar con el contacto, pero ya es un poquito complicado.
Rafael tiene 29 años, nació con parálisis cerebral nivel 1 y una anomalía en su mano derecha.
También sufre de una epilepsia leve que le provoca crisis de corta duración, en las no pierde el conocimiento, pero sí la fuerza, además de movimientos involuntarios.
Pese a sus limitaciones Rafael ha tenido siempre el deseo de sentirse útil a la sociedad y no ser una carga para su familia, pero...
“Apenas tiene una crisis les dice en su trabajo ‘me siento mal, ¿me salgo?’, y ellos ‘déjeme hablarle a sus papás’, y a la vuelta de una o dos semanas le dicen ‘no, sabes qué, te hablamos, mejor’, o cuando va a buscar algún empleo le ven la discapacidad física y le dicen ‘pues... te hablamos”’, cuenta el papá de Rafael.
Sobre el particular, en los registros de la Dirección para Promover la Igualdad y Prevenir la Discriminación de Coahuila, obran, entre 2018 y 2023, alrededor de 11 expedientes de quejas de personas con discapacidad, referentes a actos de discriminación en diversos ámbitos, incluido el laboral.
Otras veces Rafael ha tenido accidentes debido a la falta de equilibrio, consecuencia de su discapacidad, como la vez que tropezó con un bote mientas cumplía su labor de mesero en un restaurante de pollo.
Por este percance fue despedido.
Antes había logrado entrar como cajero en una tienda de conveniencia, y conseguir que el encargado lo asignara solamente a los turnos de mañana y tarde, ya que las desveladas acentúan sus ataques.
Su jefe respetó el acuerdo por una o dos semanas, después lo mandó a trabajar de noche.
Rafael tuvo que dejar esa chamba.
“Sí me han contratado en muchos lados, pero como te comenta mi papá al mes o dos meses me están dando las gracias”.
Rafael, quien tiene carrera trunca en administración de empresas, había abandonado también las aulas del Instituto Universitario del Centro de México, campus Saltillo, por culpa de las continuas crisis epilépticas que le venían a resulta del estrés y los nervios, durante la época de exámenes.
Se quedó a solo dos cuatrimestres de graduarse, lamenta.
“Hablé con mis papás y les dije ‘para qué voy a seguir si me voy a estar poniendo mal’”.
Hoy Rafael, que a lo largo de su vida ha acumulado varias medallas por su desempeño en el atletismo, trabaja como dependiente en un negocio de ferretería, propiedad de su familia, actividad que alterna con la de entrenador de un equipo femenil de básquetbol.
“Me gustaría andar entregando material porque hay veces que mi papá lo tiene que hacer y a mí me afecta que él, que ya es persona grande, ande haciendo cosas pesadas que yo no puedo hacer y es lo que me hace sentir inútil aquí”.
UNA HISTORIA DE ÉXITO
El hecho de que Francisco Antonio Morales Rodríguez tenga discapacidad motriz, no fue obstáculo para que se integrara al ámbito productivo.
Sucedió, cuenta, un día que miró en Facebook un anuncio en el que la californiana Philips, empresa certificada como incluyente y con responsabilidad social, solicitaba personal para su área operativa.
Después que hubo cumplido con los requisitos habituales de papelería, que incluían un certificado de discapacidad, Francisco fue incluido en uno de los procesos de fabricación de arneses para tractocamión, actividad a la que se dedica esta compañía, junto con otras 12 personas con discapacidad, en su mayoría sordomudos.
Francisco tiene 21 años y padece de pie equino varo, una enfermedad, por lo general congénita, que se caracteriza porque los tejidos que conectan los músculos al hueso, (tendones), son más cortos de lo habitual, ocasionando dificultad para caminar y dolor.
Sin embargo, Francisco, dice que el tiempo que lleva trabajando en esta firma se ha sentido cómodo, pues ha logrado privilegios como el que le permitan laborar sentado durante las casi 10 horas de la jornada y el que le hayan asignado trabajos que no son pesados para él.
Samantha Téllez, de Reclutamiento Administrativo en Philips, dice que todos los trabajadores que ingresan a esta planta firman un código de ética que contiene un apartado llamado Nuestros Valores.
Aquí los empleados se comprometen a incluir y a no discriminar a las personas con discapacidad, de lo contrario la compañía les retirará el contrato sin ningún tipo de indemnización.
“Una política de nosotros es cero discriminación”, presume Samantha.
Agrega que la empresa ya se prepara para recibir a personas con silla de ruedas, haciendo ajustes en algunas operaciones para poder bajar mesas.
“Discapacidad visual no tenemos porque le empresa carece de preventivos de seguridad...”, aclara.
Subraya que en la compañía personas sordomudas han logrado ascender al área de control de calidad, por su desempeño.
Tiempo atrás Francisco estudiaba la preparatoria, se vino la pandemia y ya no pudo seguir, por razones de economía. Sus primeros empleos fueron en tiendas de autoservicio, hasta que vio en Philips una oportunidad mejor.
Y aunque tiene que enfrentar las complicaciones de su discapacidad, como el no poder caminar con normalidad y experimentar dolores en sus piernas, día con día se levanta temprano, se ducha y sale a la calle para abordar el transporte que lo llevará a Philips.
“Siendo sinceros, trabajan más que el resto de la gente, le echan más ganas, no tenemos ningún tipo de queja con ellos. Son muy independientes”, detalla Samantha.
El sueño de Francisco, dice con toda convicción, es seguir estudiando y un día convertirse en un importante empresario.