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El Frente que impidió la instalación de una empresa de cianuro

Durante casi siete años, un grupo de pobladores de La Laguna de Durango se organizaron para impedir la instalación de la empresa Chemours Company que pretendía producir 65 mil toneladas de cianuro de sodio... a menos de un kilómetro de sus casas.

  • 08 abril 2024

Fue una lucha de siete años. Un grupo de habitantes de comunidades de Gómez Palacio, Durango, se opusieron a la instalación de una fábrica de cianuro de sodio en su comunidad, y contra todo pronóstico; contra el gobierno, el poder económico y la represión oficial, lograron el triunfo del pueblo e impidieron que la empresa Chemours Company se asentara.

“Hemos pasado por una amarga experiencia, pero ha valido la pena defender la Comarca Lagunera”, dice tajante Bernardino Ochoa, representante del Frente Unido de Pueblos de La Laguna en Defensa de la Vida, el Territorio y el Agua, una tarde en el campamento que instaló el movimiento a las afueras de los terrenos donde la empresa Chemours construiría la planta.

El señor Bernardino Ochoa, vecino de la comunidad de Abisinia, una de las 22 comunidades que estaban en el radio cercano al proyecto de Chemours Laguna, asegura que no se irán hasta que la empresa se lleve el último tornillo. Dice que todavía quedan unas calderas y una tubería de concreto, pero hasta que se lleven todo, seguirán ahí.

Lo anterior a pesar de que en diciembre pasado la empresa presentó ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) un aviso de desistimiento.

Este aviso fue leído el pasado 9 de marzo por el abogado Gustavo Lozano integrante de la Organización Acción Colectiva Socioambiental, en una reunión que tuvo el Frente por motivo de un aniversario de la represión que vivió el movimiento.

“La empresa ha informado que no desea continuar con su proyecto y pide que dé de baja la autorización que habían tenido en 2017... anunciamos la cancelación del proyecto por causas de fuerza mayor...”.

Sin embargo, a pesar de la información, el Frente no confía ni en la empresa ni en el gobierno.

“Cómo vamos a confiar, si siempre nos quisieron ocultar de qué era la empresa. Decían que de arneses”, recuerda Bernardino Ochoa.

La tarde el sábado 24 de junio de 2017, un convoy de camionetas se hicieron presentes en la comunidad de El Siete, perteneciente a Gómez Palacio, Durango. En ese convoy iba el entonces gobernador José Rosas Aispuro Torres y la alcaldesa Leticia Herrera (ahora nuevamente presidenta municipal).

Pusieron la primera piedra de la empresa sin avisar, informar o consultar a las comunidades. En un comunicado fechado dos días después, el gobierno de Durango informó de la llegada de la empresa a la que llamó “líder mundial en tecnologías de titanio, fluoro, productos y soluciones químicas”.

Pero nunca refirió la palabra cianuro.

Muchos vecinos se acercaron y miraron que la piedra tenía grabado el nombre de Chemours, y comenzaron a investigar.

Pronto se enteraron que la empresa Chemours Company crearía una fábrica que produciría 65 mil toneladas cianuro, esencial para los procesos de extracción de oro y plata. Todo, a unos metros de sus casas.

$!El Frente Unido se mantuvo al pie en las exigencias por impedir que la empresa de cianuro se instalara en su territorio, lo que costó actos de violencia.

El intento por desplazar poblaciones

Bernardino Ochoa asegura que los intentos por desplazar a la población iniciaron un año y medio antes de la llegada de la empresa, cuando DuPont, ahora Austin Bacis, empresa instalada en la zona, trató de reubicar a los mil pobladores de Abisinia

“La empresa Austin Bacis nos quiso reubicar, el mismo gerente anduvo haciendo asambleas y engañando a la gente. Amenazando que meterían máquinas. Supuestamente nos querían reubicar por la privacidad”, recuerda Bernardino Ochoa.

Asegura que históricamente ha habido otros intentos por correr a la gente.

Esta zona, conocida comúnmente como Dinamita por el nombre de una comunidad, ha sido un sector ligado a industrias de explosivos como Austin Bacis o Dyno Nobel. Muchas poblados de esta zona nacieron a partir de la llegada de las fábricas, pero otras estuvieron antes, asegura Bernardino.

Entonces para junio de 2017 llegó Chemours Company y la gente comenzó a inquietarse.

Imelda García, habitante de El Siete, no sabía lo que era el cianuro. Como muchos otros habitantes, comenzaron a investigar. Además de usarlo para la minería, el cianuro también resulta en un potente veneno.

“Empezaron las reuniones, empezaron a decir los vecinos que en El Siete iban a poner una empresa venenosa. Los mismos de la planta comenzaron a comprar terrenos en la orilla, viene una planta, pero no decían de qué”, recuerda la señora Imelda.

Inclusive, asegura que en una reunión les dijeron que el cianuro era como el cloro.

Pero mientras la empresa y autoridades ocultaban información a las comunidades, la empresa ya había emprendido el proceso para instalarse.

El 25 de mayo de 2017, la Semarnat había aprobado el proyecto. La Gaceta Ecológica precisaba que el proyecto abarcaba una superficie de 6.7 hectáreas de un predio de 25. Y sobre el impacto ambiental se refería que el mayor riesgo estaba en las actividades de producción de cianuro de sodio durante la operación de la planta, asociado al uso y manejo de gas natural y amoniaco como materia prima.

“Ellos se enteraron cuando el procedimiento ya estaba autorizado, en un procedimiento fast track. En dos meses presentaron la solicitud y se les autorizó. Es bastante irregular”, señala Gustavo Lozano.

Se clasificó a Chemours como una “actividad altamente riesgosa”.

$!A la entrada del territorio donde se instalaría la empresa Chemours, en la comunidad de El Siete, cuelga una lona, la primera que se utilizó para reclamar la instalación de la compañía.

La desaparición de los pueblos

Día a día la gente miraba con impotencia cómo llegaban los tráileres o camiones con maquinaria, con estructuras.

“Nos decían que ya estaba la firma del gobernador, pero la del pueblo no”, comenta Bernardino Ochoa.

Su primo Evaristo Ochoa comenzó a trabajar para la empresa como vigilante de maquinaria, pero tampoco le informaban de qué era la empresa.

“Decían que era una empresa de arneses, que una enlatadora”, rememora.

Hasta que comenzó a ver en el predio las lonas con un dibujo de la estructura de cinco pisos.

“Era una estructura muy grande. Al momento de instalar la base, era una planta enorme. No era una estructura cualquiera para dicho trabajo”, recuerda Evaristo Ochoa.

Ocultar y mentir fue parte del proyecto fallido de Chemours. El proyecto ingresado a Semarnat refería en la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), por ejemplo, que si bien “el proyecto Chemours Laguna realizará actividades altamente riesgosas”, la empresa no se ubicaría en las cercanías de zonas habitacionales, comerciales y/o de servicios, pues aseguraban que la localidad más cercana, Brittingham, se hallaba a 7 kilómetros y a 8 kilómetros la localidad de Martha.

“Los documentos idóneos para demostrar que la distancia con los centros de población antes mencionados es por mucho suficiente para garantizar la seguridad de sus habitantes, mediante el establecimiento de medidas de mitigación y análisis de los radios de afectación, con lo cual queda de manifiesto que el proyecto no se ubica en las cercanías de centros de población y, por ende, se cumple con el presente criterio”, aseguraba la MIA presentada por Chemours.

En la realidad, la comunidad de El Siete, por ejemplo, se encuentra a menos de un kilómetro de donde se instalaría la empresa.

“Nos desaparecieron del mapa”, dice Bernardino Ochoa. “Desde que negaron que había pueblos alrededor de la empresa, allí estuvo mal”, añade Imelda García.

El abogado Gustavo Lozano cree que a lo mejor nada de esto hubiera ocurrido si el gobierno se hubiera tomado la molestia de consultar a la población.

“A lo mejor todo quedaba aquí”, considera Lozano.

“Nos hubiéramos tenido que ir”, agrega Imelda García.

Pero ante las mentiras y abusos, el pueblo comenzó a organizarse. Inició el Frente y una resistencia que implicó amenazas, intentos de soborno y hasta una represión histórica.

$!El 9 de marzo el Frente Unido se reunió para recordar un año de la represión histórica y fueron informados del desistimiento de Chemours.

La represión

El 9 de marzo de este año, el Frente se reunió para celebrar una homilía que encabezó el obispo emérito de Saltillo, Raúl Vera, e informar que la empresa se había desistido de su proyecto.

Se eligió el 9 de marzo porque fue la fecha en la que tuvo lugar una represión histórica a manos del gobierno de Gómez Palacio en 2018.

En esa ocasión un grupo antimotines golpeó con escudos y macanas a niños, mujeres y personas de la tercera edad. Los pobladores se defendieron con piedras, pero la pelea alcanzó fuertes niveles de violencia. Al final, la policía local se llevó detenidos a 34 compañeros del Frente y nueve más terminaron en el hospital por haber sido brutalmente golpeados.

En los días siguientes, las comunidades parecían pueblos fantasmas, recuerda Imelda García. Inclusive, asegura que llegó la Marina.

“El miedo fue después del 9 de marzo que agarraron gente. Lo de antes fueron presiones. De ahí fue la lucha de demandas, denuncias”, señala la señora, nacida y crecida en la comunidad de El Siete.

Ese día fue el último que trabajó Evaristo Ochoa para la empresa.

“Yo estaba trabajando cuando se oye lo que pasó. Decidí renunciar y apoyar a mi gente y al pueblo, porque no era justo. Con engaños se la pasaban, no se sabía, hasta ese momento que se hizo el pleito. Me preguntaba por qué tanto interés el gobierno en querer aplacar a la gente, algo hay”, comenta Evaristo Ochoa.

Por eso, para Imelda García el triunfo del Frente Unido es un triunfo a base de esfuerzo, de sacrificio. Un triunfo en el que muchos perdieron empleos por defender el territorio.

Para Bernardino Ochoa ha valido la pena cada día.

Aunque en las comunidades algunos vecinos refieren que no todo es como se pinta, que muchos estaban a favor de la llegada de la empresa. Ochoa dice que la compañía trató de comprar voluntades con dinero, despensas, programas de salud, útiles escolares, empleos.

$!El 9 de marzo de 2018 las comunidades de Dinamita, Durango sufrieron una represión por parte de la Policía de Gómez Palacio que alcanzó a los medios nacionales.

“Migajas”, las llama Bernardino. “Era una minoría”, asegura sobre los grupos antagónicos. “Las divisiones vienen por la empresa, por los intereses”, continúa.

Imelda García opina que esa gente sólo veía el beneficio del momento, pero no las afectaciones del futuro.

“No estamos en contra del trabajo, o que lleguen empresas, sino de lo que iba a producir. No era 100 por ciento seguro”, recalca la lugareña.

A pesar de los intentos por disolver a las personas, el Frente Unido comenzó a tomar fuerza.

La resistencia en favor de muchos

Tanto Bernardino Ochoa, como Imelda García y la gente que conforma el Frente Unidos, están convencidos que el triunfo no fue sólo en favor de las 22 comunidades a la redonda, sino en favor de toda la región Laguna.

“No conozco un movimiento social en La Laguna que haya puesto frente a un monstruo como Chemours, es un orgullo como Frente”, presume Bernardino Ochoa.

Asegura que es un Frente que no lucra con nadie y está al servicio de la gente pobre.

“Estamos para luchar contra las injusticias”, dice en el campamento que tiene una imagen de Emiliano Zapata plasmada en una lona.

Pero Gustavo Lozano de la Organización Acción Colectiva Socioambiental, opina que el triunfo del Frente no es sólo para las comunidades y la región Laguna, sino que es una lucha emblemática para todo el país.

Explica que actualmente el cianuro es uno de los principales insumos para la minería en México, debido a que en el país cada vez más la actividad extractiva pasa de lo subterráneo a cielo abierto.

“En el territorio quedan polvos que recuperar y para ese proceso el cianuro es indispensable, es el principal insumo. Es un insumo muy caro”, ahonda.

Afirma que Chemours Company, el mayor productor mundial de cianuro de sodio, visualizó el negocio: sin necesidad de importar cianuro, se agilizarían los procesos mineros.

Por eso, Lozano está convencido que al impedir la instalación de la fábrica, se impide que se agilice la logística de las minas que ya operan en territorio nacional. es un freno al extractivismo.

$!Desde el 2017, las familias en Dinamita se unieron para evitar la llegada de Chemours y lo demostraban con mensajes fuera de sus viviendas.

“Esta lucha es emblemática. No hubo una lucha semejante, aunque desde el punto de vista jurídico iniciamos con demandas en contra de las autorizaciones. Teníamos muchas expectativas en que las demandas transitaran adecuadamente por el sistema de justicia.

“La autoridad tardó ocho meses en aceptar la demanda y la aceptó años después de la represión”.

Un abogado local presentó una demanda que no prosperó, pero que sí obtuvo inicialmente la suspensión provisional, lo que permitió que estuviera el proceso detenido. Esto permitió que el Frente se organizara, se hiciera grande y fuerte, y montara los campamentos.

Organización, la clave

El Frente Unido está convencido de que la contaminación de Chemours pudo haber sido “catastrófica”.

“Orgullo”, “Dignidad”, son los calificativos que usan cuando se les pregunta por estos siete años de resistencia.

Para el abogado Gustavo Lozano, la clave fue la organización popular. “Podemos tener abogados súper buenos o no, pero el problema es que los tribunales no siempre se colocan del lado de la justicia, pero cuando la gente está organizada, no importa si los tribunales están o no del lado de las comunidades”, expone.

A decir de Raúl Vera, el triunfo del Frente es una “excepción” ante tantos abusos que existen en el país. También destaca la organización como elemento clave para proteger los territorios.

El obispo emérito dice que la perseverancia de la gente requirió disciplina, y la disciplina va de la mano con la organización.

Se trata de una autoeducación comunitaria, comenta Vera, donde la honestidad permea en el grupo.

“Los abusivos se valen de crear un ambiente de deshonestidad y hacen esas barbaridades”.

$!Evaristo Ochoa trabajaba para la empresa, pero después de la represión decidió unirse al Frente

El Frente Unido continuará

El campamento y la resistencia del Frente Unido continuará porque además de que Chemours Company no ha sacado el último tornillo de la planta, tienen temor de que se supla el proyecto con la llegada de otras empresas.

Según Bernardino Ochoa se anunció por parte de la alcaldesa la llegada de una posible empresa holandesa, pero los pobladores desconocen el tipo de industria.

“No queremos ninguna empresa contaminante”, dice tajante Bernardino.

Gustavo Lozano asegura que en otras experiencias, cuando se impide la llegada de un proyecto a un territorio, los gobiernos intentan instalar otro distinto.

“El Frente ha alegado que se les tiene que tomar en consideración”, amplía Lozano.

Bernardino Ochoa también refiere la necesidad de recuperar el territorio que, asegura, alguna vez fue propiedad de la gente de las comunidades.

Actualmente los terrenos siguen cercados y en la entrada principal cuelga una lona que dice “No a la instalación de la fábrica de cianuro”.

Bernardino Ochoa resalta que se morirán protegiendo siempre al pueblo.

“Somos gente pobre, pero con el corazón digno”.

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