Un grupo de habitantes de Saltillo ha decidido, ante la falta de voluntad de los gobiernos, intervenir las calles, avenidas, calzadas, paseos y bulevares de Saltillo por donde a diario cientos de ciclistas circulan. Se hacen llamar equipo Boyatón y su objetivo es dar mantenimiento a la red de ciclovías de Saltillo e impulsar la movilidad en bicicleta.
- 10 febrero 2025
Enrique hunde el cuchillo, con maestría de cirujano, sobre uno de los bloques de neopreno que, no hace mucho, formaron parte de esta ciclovía destrozada por las máquinas de las empresas que estuvieron trabajando aquí.
Las retroexcavadoras y camiones de volteo entraron y salieron por la vía ciclista, golpeando las barras que delimitan el área exclusiva para la circulación de bicicletas, destruyéndolo todo.
Además, en lugar de abrir una ruta alterna, mientras hacían sus maniobras de introducir una línea subterránea de conducción de gas natural, las cuadrillas de hombres permitieron que los coches que transitan a diario por esta arteria lo hicieran a través de los ciclocarriles, sin ningún respeto.
Así es que los neoprenos, arrancados de raíz, quedaron regados por la calle y la cuneta.
Y como si algo faltara dejaron la zanja del tubo de gas sin pavimentar, levantaron las boyas que había colocado el grupo de ciudadanos voluntarios, amantes de la bicicleta, al que pertenece Enrique, y no las repusieron.
“Tienen un tiradero. Están acostumbrados a que donde entran, lo que tumban, les vale gorro. El Ayuntamiento dice que les va a mandar un oficio. Si con un oficio se arreglaran las cosas. Se supone que deberían de dejar esto como estaba y reponer lo que destruyen... Pos la arreglamos nosotros si no, no la arregla nadie. ¿Tan difícil es?, ¿por qué no lo hacen?, es el trabajo de ellos”, dice Alejandro Dávila Flores, el cabecilla del Equipo Boyatón.
Y dice que éste era el tramo de ciclovía, el de Salvador González Lobo, entre Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza, en la colonia República Oriente, que mejor conservado estaba de toda la ciudad.
“Esto ya lo habíamos arreglado”, suelta.
Ahora, advierte Alejandro más divertido que enojado, la brigada tratará de reparar lo que pueda con el material que tiene.
Su tarea consistirá aquí en cubrir huecos... algo así como hacer un trabajo de zurcido de ciclovía.
Esto es: recoger los neoprenos que las empresas, (una de ellas Cimagua), dejaron botados sobre el pavimento, cortarlos en sus partes buenas, unirlos con otros igual de maltrechos y clavarlos con alcayatas sobre el asfalto, para formar otra vez los carriles.
“Puro parche, puro gallito, de dos hacemos uno, peor es nada. Estamos reparando con las uñas. Ni siquiera nos apoyan con material. Ni pichan ni cachan ni dejan batear. Ya vamos a dar un taller de zurcido de ciclovía. Taller teórico – práctico”, comenta Alejandro y se ríe con una risa resignada.
“Zurcido invisible de ciclovía”, lo secunda el profesor Miguel Valdés, uno de los tres integrantes base del Equipo Boyatón.
![El equipo Boyatón interviene una de las ciclovías de Saltillo que han sido olvidadas por el gobierno. $!El equipo Boyatón interviene una de las ciclovías de Saltillo que han sido olvidadas por el gobierno.](http://vanguardia.com.mx/binrepository/576x432/0c0/0d0/none/11604/XXKG/137-3231_1-11106789_20250210150011.jpg)
INTERVENIR LAS CALLES
Es un jueves por la tarde, el día que los del Boyatón suelen lanzarse a las calles para hacer la reparación, por cuenta y riesgo propios, de la ciclovía de la ciudad.
Todos los jueves, desde hace un año, dos o tres horas de trabajo rudo y duro.
Hoy ha venido, además del equipo base conformado por el doctor en economía Alejandro Dávila, 68 años, Enrique Torres Mata, ingeniero de procesos y proyectos industriales, 83 años, jubilado, y el profesor rural retirado Miguel Ángel Valdés Valdés, 70 años, Carlos García, 62 años, maestro de básquetbol y adicto a la bicicleta, como sus compañeros.
Llevo ya varias semanas siguiendo al equipo Boyatón por los distintos tramos de la ciclovía de Saltillo donde ha decidido intervenir, para hacer sus remiendos a base de mucho, pero mucho ingenio y una herramienta muy básica, por no decir primitiva.
La verdad es que esta iniciativa ciudadana nació desde noviembre de 2023, cuando Alejandro tuvo la idea de emprender una cruzada para rescatar las diferentes vías de Saltillo por donde transitan las bicicletas.
El llamado a la gente, en redes sociales, era a donar boyas nuevas o de segunda mano para reparar, hasta donde alcanzara, las ciclopistas que atraviesan por la metrópoli y de las que los gobiernos no se habían acordado en años.
Desde entonces el equipo, que debe su nombre al de la campaña Boyatón, tomó las calles, avenidas, calzadas, paseos, bulevares de la ciudad, por donde a diario circulan cientos de ciclistas, para hacer, de manera voluntaria, el trabajo que las autoridades responsables del asunto de la movilidad no han hecho: dar mantenimiento a la red de ciclovías de Saltillo.
Esto, a pesar de que en la Actualización del Plan Director de Desarrollo Urbano del Municipio de Saltillo, apartado Estrategia de Movilidad Urbana Sustentable, el Ayuntamiento se comprometió desde 2020 a mejorar los poco más de 34.4 km de vía de la actual infraestructura ciclista de la ciudad, que tiene una antigüedad de más de 14 años, y no lo hizo, cuando esta meta, según el Plan, debió estar concluida para 2021.
Las ciclovías ubicadas sobre Fundadores, Periférico Luis Echeverría, Otilio González y Vito Alessio Robles, estaban marcadas como prioritarias en las mejoras que consistirían en renovar la pintura y los señalamientos horizontales y arreglar los confinamientos dañados o faltantes.
Y lo que es más, la municipalidad tampoco cumplió con lo que pactó en el mismo documento de implementar una red de ciclovías de 204 kilómetros por todo Saltillo entre 2020 y 2024, 51 kilómetros cada año, y dejó las cosas como estaban.
Una promesa más que se quedó en el aire.
Durante el tiempo del reporteo, pedí vía transparencia al Ayuntamiento de Saltillo, (folio 50103300040924), información sobre el presupuesto destinado, desde 2016, a la creación de nueva infraestructura para el uso de la bicicleta en la ciudad; así como la lista completa de las obras realizadas en los últimos nueve años y sus cotos.
La respuesta fue que “no hay creación de infraestructura para el uso de la bicicleta, (...), las obras son de mantenimiento general como es bacheo y delimitación de carriles de la infraestructura existente, (...)”.
![Las alcayatas se desdoblan a mazazos, son cepilladas para limpiarlas del óxido, afiladas con una sierra y quedan listas para usarse de nuevo. $!Las alcayatas se desdoblan a mazazos, son cepilladas para limpiarlas del óxido, afiladas con una sierra y quedan listas para usarse de nuevo.](http://vanguardia.com.mx/binrepository/576x432/0c0/0d0/none/11604/YPKG/137-3238_1-11106792_20250210150253.jpg)
INVERSIÓN, LETRA MUERTA
El artículo 218 de la Ley de Transporte y Movilidad Sustentable de Coahuila, dice que “las autoridades (...), determinarán en sus planes y programas metas y temporalidad específicas para la creación y rehabilitación de ciclovías (...), para lo cual, se dotará de presupuesto anual obligatorio en cada uno de dichos niveles de ejecución”.
Entonces la gente que de inmediato logró conectar con la causa de los ciclistas vino para donar boyas, dinero en efectivo, marros...
El equipo Boyatón ofrendaría las herramientas, sus herramientas, necesarias para trabajar.
Una tarde los ciclistas y automovilistas que circulaban por los bulevares y calles paralelos a la ciclovía miraron a tres hombres, al doctor Alejandro, a Enrique y al profe Miguel, apertrechados con dos taladros, tres mazos, una barra, un machete, pala, escoba, un disco para rebanar fierro, una extensión eléctrica, un martillo, cinco conos naranjas de seguridad, (cuatro chiquitos, uno grandote), y una pequeña planta de luz.
En el Equipo Boyatón, como dice el dicho, hasta el más chimuelo, masca fierro...
Los transeúntes se quedaron atónitos de ver a esos tres hombres barriendo la ciclovía, taladrando en el asfalto, golpeando con sus mazos sobre las alcayatas para ganchar al subsuelo las boyas y los bloques de neopreno. Zurcido invisible de ciclovía.
“Yo decía que al Boyatón se la apoyaba con boyas, con goyas, o sea porras, y con tu trabajo voluntario. Hicimos una inversión de alrededor de 150 mil pesos, entre donativos... Hubo más de 50 personas que estuvieron apoyando, que donaron boyas, que donaron dinero, que donaron martillos, pintura, trabajo y así se hizo todo, a base de pura voluntad y de participación... En lugar de estar esperando o de estar atenidos a ver cuándo se le ocurre al gobierno...”, me comenta Alejandro, una de estas tardes que acompaño al equipo en otro recorrido, cerca de la hora pico del tráfico, cuando la ciudad se convierte en una jungla para ciclistas y peatones.
ENMENDAR LOS DESASTRES DE OTROS
Hoy, como ya dije al principio, la brigada Boyatón se ha concentrado en las inmediaciones de calle González Lobo, en el tramo de ciclovía que se localiza justo al lado del edificio que alberga las aulas del Centro de Idiomas, de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Han venido, dice Alejando, para tratar de enmendar el desastre que dejaron aquí las empresas encargadas de introducir un tubo de gas natural, cuyos trabajos, dicho sea de paso, duraron más de seis meses.
A su llegada, y primero que todo, el equipo se apresta a descargar de la van del doctor Alejandro, el vehículo oficial de carga que él ha bautizado con el nombre de Boyatón 1, todos los materiales, barras de neoprenos y boyas, y aperos que se usarán en la jornada.
Después de limpiar el área de la ciclovía, el equipo se ocupa en recoger los pedazos de neopreno esparcidos por la calle, sacar con una barra las alcayatas que quedaron remachadas en el suelo y formar nuevos carriles con los cachos de los bloques de hule recuperados.
![Las alcayatas se desdoblan a mazazos, son cepilladas para limpiarlas del óxido, afiladas con una sierra y quedan listas para usarse de nuevo. $!Las alcayatas se desdoblan a mazazos, son cepilladas para limpiarlas del óxido, afiladas con una sierra y quedan listas para usarse de nuevo.](http://vanguardia.com.mx/binrepository/768x576/1c0/768d432/none/11604/PSEL/137-2990_1-11106795_20250209145754.jpg)
Una escena que se ha repetido en todo el tiempo que llevo observando el trabajo del equipo, es la del profe Miguel y el inge Enrique llevando la planta de luz de un lado para otro, conectando taladros y cavando con ellos las guías u hoyos donde entran las alcayatas.
Aquí hasta el más chimuelo, masca fierro.
“El sedentarismo hace daño, me quedo en casa y pos no...”, dirá el profe Miguel.
“Tiene su recompensa la actividad en bici. No hay que estar echado en el sofá”, dirá Alejandro.
El rugido de los taladros, apareado con el zumbido a mil por hora de la planta de luz, rebota en las paredes de edificios y casas de la calle González Lobo.
En otra secuencia, también reiterada, veo a Alejandro y a Carlos, el maestro de básquetbol que esta vez vino en ayuda del equipo base, clavar con los mazos, sobre los neoprenos, las alcayatas de acero con las que quedarán asegurados los bloques en el pavimento.
“Pura calidad, calidad Boyatón. Dos, tres horas de trabajo, estos tienen meses y no lo pudieron hacer. Se llama voluntad, ganas de hacer las cosas”, dice Alejandro.
Y dice que a lo largo de un año el equipo ha conseguido, con pocos recursos, rescatar y dar mantenimiento a ocho kilómetros de la ciclovía oriente – poniente, desde el monumento a Francisco I. Madero, ubicado por la salida a Torreón, hasta el Megadistribuidor El Sarape, en Fundadores.
Alejando me cuenta que uno de los compromisos que hizo la pasada administración municipal, la de Chema Fraustro, con el Equipo Boyatón, fue el de pintar los restantes ocho kilómetros de ciclovía, y poner neoprenos o boyas en Coss, desde Campo Redondo hasta el Centro de Gobierno, pero se fue sin cumplir.
“En un año nosotros hemos juntado y colocado más de dos mil boyas”, detalla.
Y yo me digo que, si esto no es pasión, entonces no sé qué cosa es.
Luego recuerdo lo que me dijo Alejandro, una de aquellas tardes que salí con el equipo, sobre cómo en lugar de dar prioridad a la infraestructura para el uso de la bicicleta, las autoridades quieren desaparecer y dejarla en nada, contradiciendo la ley.
“La esperanza de esa gente es que con el tiempo las cosas se pierdan”.
Lo bueno, medito, es que el artículo 201 de Ley de Transporte y Movilidad Sustentable de Coahuila, dice que aquí se “reconoce y protege el derecho humano al uso de la bicicleta”, que si no...
¿PRIORIDAD?
Días después mientras, escribo esta crónica, leo que la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial, en su artículo 6, referente a la Jerarquía de la movilidad, pone a las personas peatonas y a los ciclistas y usuarias de vehículos no motorizados, como prioridad en el uso y disposición de las vías, así como en la planeación, diseño e implementación de las políticas públicas, planes y programas en materia de movilidad.
“Deben tener prioridad los peatones y los ciclistas porque no contaminan. No se está respetando nada de eso y estamos en una situación de emergencia climática en el mundo, México no es la excepción, y los gobiernos están echados, no están haciendo realmente nada relevante para enfrentar la situación.
“La tendencia de las políticas públicas en los países que están haciendo las cosas bien, es desarrollar la movilidad activa, el transporte público y desincentivar el uso del automóvil en el espacio urbano. No nos hemos decidido a trabajar en eso”.
En el artículo 4 de la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial encuentro que el gobierno, en sus tres niveles, tiene la obligación de impulsar políticas públicas orientadas a “promover ciudades caminables, así como el uso de la bicicleta y otros modos de transporte no motorizados, como alternativas que fomenten la salud pública, la proximidad y la disminución de emisiones contaminantes”.
El profe Miguel aprovecha el momento para comentar una nota que recién apareció en Vanguardia, y en la que se informa que entre diciembre de 2023 y octubre de 2024 Saltillo registró una calidad del aire de “mala” a “extremadamente mala”, en el 46 por ciento de los días.
![A mazazos y martillazos, y con recursos propios, así trabaja el equipo Boyatón de Saltillo para intervenir las olvidadas ciclovías de la ciudad. $!A mazazos y martillazos, y con recursos propios, así trabaja el equipo Boyatón de Saltillo para intervenir las olvidadas ciclovías de la ciudad.](http://vanguardia.com.mx/binrepository/576x432/0c0/0d0/none/11604/EXKG/137-2978_1-11106801_20250210150255.jpg)
Carlos García, el voluntario maestro de básquetbol, que hoy vino a apoyar al equipo Boyatón, me cuenta de la biciexperiencia que vivió durante su estancia de tres meses en Vancouver, Canadá.
“Las ciclovías son una maravilla, se usan a todas horas, en todas partes. Está la ciclovía, pero bonita. Y si en un lugar no hay ciclovía, hay un carril y se le respeta, todo automovilista toma su distancia. Allá es un lugar de mucho frío, bueno pues en el frío las señoras van en su bicicleta al mandado”.
A las 6:00 de la tarde la ciclovía de González Lobo se ve invadida por una larga fila de automóviles que vienen a recoger a los estudiantes al final de las clases en el Centro de Idiomas de la UAdeC.
Los voluntarios del Boyatón están realmente enfadados.
De pronto miro a Alejandro en su faceta de enérgico agente de tránsito, ordenando a los conductores desalojar la vía ciclista.
“Ahora sí señora, le puede dar de reversa, se puede ir allá mire, allá hay un lugar donde se puede estacionar y caminar 10 metros. Le va hacer muy bien, no le van a salir ampollas en las patas”, lo oigo gritar.
Apenas ven la cámara de Semanario los automovilistas comienzan a abandonar la ciclovía que habían tomado como estacionamiento temporal.
“Vengo a aprender otra lengua y no estoy educado para estacionarme siquiera. Las escuelas deberían decir ‘sabes qué, es mi ciclovía, es para mis alumnos que vienen en su bici’, tomar su parte de ciclovía y cooperar en limpiarla, darle pintura, y si lo haces con los alumnos, los alumnos van a entender y van a proteger más y van a exigir a sus papás, ‘papá no te estaciones ahí, no lo hagas, protege, acabamos de pintar’. Aquí siempre se batalla, le falta cultura a la gente de respetar”, reprocha Carlos.
En las horas que llevo documentando con fotografías el trabajo del Equipo Boyatón, he visto a varios ciclistas rodando con su bicla por la ciclovía.
“Que bien nos caería una vialidad bien diseñada, para podernos mover libremente por la ciudad. Yo creo que para esto se pagan impuestos”, me dice Luis Medina, uno de los ciclistas, cuando le pregunto qué opina de la labor que realiza el Boyatón.
En cuanto le aclaro que se trata de ciudadanos voluntarios reparando la vía, es su decepción.
“¿Ah ellos? Uh, ¿cómo está eso?, debe de haber un apoyo gubernamental, qué padre que exista gente así, pero ¿con qué se les paga?, ¿con las gracias?, ¿con eso pagamos? Sí están trabajando duro. No, yo pensé que era del gobierno por eso te estaba diciendo que está bien.
“No, no, no, sí es una sorpresa, ¿qué les puedo decir?, gracias, sigan apoyando, ¿y luego?, ¿y las herramientas?, el venir acá, la gasolina. Yo creo que gratis no sale ¿De dónde sale?, ¿de su corazón? Todo lo que es obra pública es sí o sí, por eso se pagan impuestos”.
En medio del tráfico de coches que se ha armado en la calle, un vecino de la colonia República, que ha confundido a los del Boyatón con empleados municipales, se acerca para pedirme de favor les pase un recado.
“Diles que ya tienen tres meses arreglando la calle, que no chinguen”.
“Eso se saca uno... por andar haciendo estas cosas. Por andar de metiches”, revira Alejandro y se carcajea.
“Nada más agradecerles. Gracias por apoyar esta causa”, dirá otra residente que pasa por el lugar.
![Inclusive cuando la luz del día se va apagando, el equipo Boyatón mantiene sus trabajos de intervención. $!Inclusive cuando la luz del día se va apagando, el equipo Boyatón mantiene sus trabajos de intervención.](http://vanguardia.com.mx/binrepository/576x432/0c0/0d0/none/11604/YBKG/137-3469_1-11107997_20250210150256.jpg)
UN SERVICIO TEMERARIO
Mi primera tarde con los del equipo Boyatón es en el Periférico Luis Echeverría, justo en el tramo de la ciclovía que corre por los márgenes de la colonia Satélite Sur, frente al edificio de la Fiscalía General del Estado.
El doctor Alejandro, Enrique y el profe Miguel están reponiendo unas barras de neopreno que fueron arrancadas de cuajo por los vehículos, muchos de ellos tráileres de doble remolque, que circulan sobre esta zona a alta velocidad.
Hoy trajeron unos bloques que hace unas semanas el municipio retiró de la ciclovía del Carranza, mientras hacían las obras de repavimentación en este bulevar.
“Este material yo pedí que nos lo dieran, si no lo hubieran tirado. Pura economía circular”, dice Alejandro al tiempo que saca con la barra las alcayatas hundidas en el pavimento.
Cuando termina la maniobra, me dice que las alcayatas que saca dobladas serán sometidas a un proceso de reciclado de alcayatas, que consiste en enderezarlas a golpe de mazo, sobre un yunque, operación que se efectúa en el taller de carpintería del profe Miguel.
Pienso si no será muy temerario para el equipo Boyatón, tres personas de la tercera edad, trabajar de a gratis reparando la ciclovía, apenas con unos conos de seguridad y los carros pasando a rajamadres por el Periférico.
“Los conos no son garantía porque no sabemos cómo viene el otro, aquí pasan a mucha velocidad, y si vienen distraídos... Tenemos mucho cuidado porque como puede ser una falla mecánica, puede ser uno que venga ebrio... Está horrible el tránsito aquí, pero confiamos en Dios”.
Comenta Enrique, y recuerda el accidente en el que el conductor de un tráiler sin frenos arrolló y dio muerte a cinco trabajadores que realizaban labores de mantenimiento en la autopista de peaje Saltillo – Monterrey, a finales de septiembre pasado.
Alejandro me dice que por ley la velocidad en este punto debe ser moderada.
Después veré que el artículo 49 de la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial, dice que la velocidad de los automóviles, en una ruta como ésta, no debe rebasar los 50 kilómetros por hora.
“Porque a esas velocidades los accidentes tienen mucha menor probabilidad de ser fatales”.
A menudo, durante los trabajos, escucho que los choferes de coches y camiones que pasan como bólidos por el periférico se acuerdan harto de las mamás del Equipo Boyatón y suenan el claxon.
“A veces pasan y me gritan ‘payaso’, y yo les contesto ‘envidioso’”, platica Alejandro y jala el cordón que activa el mecanismo de Mis trompitas.
Mis Trompitas, es el nombre con el que Alejandro ha bautizado a la diminuta planta de luz de la brigada, en alusión a la Refinería Dos Bocas, de Tabasco.
“Nosotros también ya tenemos nuestra independencia energética, esta se llama Mis Trompitas y con Mis Trompitas jala el taladro y hacemos las guías para clavar las alcayatas”.
Más allá miro al profe Miguel y a Enrique, batallando para clavar las alcayatas por encima de los neoprenos sobre el pavimento.
Alejando dice que donde hay asfalto es más fácil que entre la alcayata, que donde hay concreto.
“Como que no cede el concreto, no tiene flexibilidad, y el asfalto sí, se abre, se abre, se abre”.
![Son ya kilómetros de ciclovía los que ha intervenido el equipo Boyatón en Saltillo. $!Son ya kilómetros de ciclovía los que ha intervenido el equipo Boyatón en Saltillo.](http://vanguardia.com.mx/binrepository/576x432/0c0/0d0/none/11604/WCKG/137-3267_1-11106807_20250210150258.jpg)
TRABAJO A TODA HORA
Anocheciendo los del Boyatón se trasladan unos kilómetros a la intersección de Periférico LEA y Vito Alessio Robles.
Ahora los veo trabajar en la oscuridad, alumbrados solamente por la luz de los arbotantes y la de los faros de los carros que transitan por aquí.
“Hay una alcayata que no entró bien, el hoyo de la guía es más angosto y no alcanza a entrar más porque la alcayata no abre el concreto”, dice Alejandro.
Lo que van a hacer, precisa, es cortar con un disco el resto de la alcayata que quedó afuera, nada más para que no se vaya a lastimar alguna persona.
“Evitar que pueda haber un accidente ahí. El profesor Miguel se trajo un disco y con eso va a cortar”.
Y yo me pregunto cómo es que el equipo se ha vuelto tan ducho en remendar ciclovías.
“Aquí vamos aprendiendo”, dice Alejandro.
Alejandro dice que este tramo está hecho con puras boyas que el equipo instaló y que cuando no estaban las boyas, la ciclovía era un peligro para los ciclistas.
“No había nada, nomás había unas líneas ya todas despintadas. Había bloques, pero ya estaban todos fregados. Todas las boyas que ves las pusimos nosotros”.
Los neoprenos que hay aquí son de una reparación que el municipio hizo en 2020. El hule del que están hechos es muy corriente, a diferencia del material de los neoprenos originales, instalados hace más de 14 años, que es más macizo.
“El hule de los neoprenos corrientes es más delgadito y está hueco, si le pasan las ruedas, muy rápido se destruyen”, detalla Alejandro.
Luego comenta que en Holanda y Dinamarca casi la mitad de los traslados son en bicicleta, y que en París van que vuelan, en dos ruedas, para batir ese récord.
![El equipo Boyatón trabaja en el taller para reciclar las alcayatas. $!El equipo Boyatón trabaja en el taller para reciclar las alcayatas.](http://vanguardia.com.mx/binrepository/576x432/0c0/0d0/none/11604/ROKG/137-4069_1-11108001_20250210150259.jpg)
IMPULSAR EL USO DE LA BICICLETA
Alejandro piensa que mejorando las ciclovías, y creando las condiciones de seguridad, se puede hacer que más gente use la bicla.
“Si hay una red, y más gente puede ir a más lugares con seguridad”.
Sin embargo, lamenta que a la mayoría de las ciclovías y ciclocarriles que hay por la ciudad estén abandonados, les falte mantenimiento.
Otra, dice, es que la ciclovía no es una red estructurada, es decir que no está conformada como las calles, en una retícula que permite trasladarse de distintos orígenes a distintos destinos.
“Si queremos promover el uso de la bicicleta con seguridad, debemos tener cobertura y la cobertura requiere una red articulada que permita que un porcentaje elevado de la población pueda tener el acceso al ciclocarril, a una distancia máxima de 400 metros y, ya entrando a la red, tener destinos. Que uno puede tomar distintas rutas para llegar a las escuelas, a los centros de trabajo, a los centros de entretenimiento, a los centros de salud, a los lugares donde tenga la necesidad de desplazarse la población”.
O sea, reflexiono, que eso que dice el artículo 4 de la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial respecto a que se deben “ofrecer múltiples modos y servicios de transporte para todas las personas usuarias, los cuales deben articularse e integrarse entre sí y con la estructura urbana, para reducir la dependencia del vehículo particular motorizado”, es letra muerta, cuando menos en Saltillo.
Alejandro tiene la impresión de que la causa del abandono en que se encuentra la ciclovía es que las autoridades no han querido ver, con seriedad, el potencial que tiene la bicicleta como un medio de transporte con grandes ventajas por su accesibilidad y economía.
“No contamina, no hace ruido, no genera tráfico, es saludable. Nosotros lo que estamos haciendo es tratar de conservar las vías para que la gente, los niños, las damas, los jóvenes, puedan usar la bicicleta. Son acciones concretas, con nuestros medios, con lo que tenemos, nuestro trabajo, nuestras capacidades. La bicicleta tiene grandes ventajas y somos muy agresivos con la bicicleta como sociedad, hacemos todo porque la gente no pueda usarla”.
De acuerdo con el Análisis Diagnóstico de la Ciclovía y Movilidad no Motorizada en el Municipio de Saltillo, realizado por el Instituto Municipal de Planeación, (IMPLAN) la infraestructura ciclista existente cubre solo un 16% del área urbana, por lo que el 84% de la ciudad queda sin acceso a vías ciclistas seguras y delimitadas, causando un mayor riesgo para los viajes en bicicleta.
En contraste, y checando el último censo del INEGI, me entero que 17 mil 155 hogares en Saltillo disponen de bicicleta que utilizan como medio de transporte.
Preguntando vía transparencia a la Comisaría de Seguridad y Protección Ciudadana de Saltillo, (solicitud folio 052826500008024), sabré que de 2016 a la fecha se han registrado en la ciudad 32 accidentes viales que involucran a ciclistas, mismos que han arrojado un saldo de 10 muertes.
![Usuarios de las ciclovías suelen agradecer al equipo por el trabajo de intervención $!Usuarios de las ciclovías suelen agradecer al equipo por el trabajo de intervención](http://vanguardia.com.mx/binrepository/576x432/0c0/0d0/none/11604/FCKG/137-3354_1-11106813_20250210150300.jpg)
HACER COMUNIDAD
En medio de la faena Alejandro me señala a un señor entrado en años que viene empujando su bicicleta por la ciclovía.
En cuanto nos ve el ciclista se deshace en quejas en contra de los conductores de autos.
“Oye, en donde se pone bien feo es en el parque donde da uno vuelta, cuando vas para el Mercado de Abastos. Ahí de a tiro se come toda la ciclovía y luego vienen... porque yo voy al Mercado en la bici a surtir, se meten de a tiro a toda la ciclovía”.
Alejandro me cuenta que durante el año que lleva trabajando en la iniciativa Boyatón, ha conocido a mucha gente, como a ese par de comerciantes que van pasando en un triciclo.
“Mira ái van esos señores, son comerciantes, hacen su negocio en la bicicleta. Gente que hace su vida a partir de la bicicleta. Te platico de casos de personas que iban circulando y se paraban, se bajaban, se acercaban y me daban dinero para comprar boyas, o señoras que nos apoyaban con algo de alimento o con algo de bebidas: unas conchitas, pan, un cariñito para hacernos ver que nos estaban respaldando de alguna manera”.
Al profesor Miguel, a Enrique y a otros voluntarios los conoció hace años en el ambiente de las bicicletas, en las rodadas, narra.
Es una tarde más con Alejandro, esta vez en el punto de la ciclovía que corre frente a la colonia Hacienda La Magueyada y a espaldas de la Pueblo Insurgente.
Otra vez a descargar el material y la herramienta de la Boyatón 1, la van de Alejandro, otra vez a barrer sobre el área afectada, a taladrar, a martillar, a reponer neoprenos y boyas.
No cabe duda que aquí hasta el más chimuelo, masca fierro, me digo.
Con la novedad de que hoy, Mis trompitas, la planta de luz del equipo, parece que se ha puesto en huelga y se niega a trabajar.
“Empieza a calentarse. Ah se ahogó, Ahora nos hizo quedar mal, hombre”, dice Alejandro.
“Se chifló, se chifló.”, escucho al profe Miguel.
La planta se ha quedado sin combustible.
Ahora, dice Alejandro, hay que preparar la teta de Mis trompitas que es a base de una mezcla de aceite con gasolina, en una botella de un litro.
“Ya pidió su taco Mis trompitas. Tenía tres sesiones sin comer”, bromea.
Una agitadita y listo, a rellenar el tanque.
Y de nuevo el equipo entra en acción.
Lo que están haciendo aquí es reponer con boyas y neoprenos unos huecos que se abrieron en la ciclovía, como los coches pasan muy fuerte, golpean las boyas y ya se han zafado algunas.
PASIÓN A PURO MAZAZO
A las 5:00 de la tarde de otro jueves estoy con el Equipo Boyatón en la carpintería del profe Miguel, fotografiando el proceso de reciclado de alcayatas.
![El trabajo que debería hacer el gobierno, lo hace un grupo de ciudadanos interesados en una movilidad sustentable. $!El trabajo que debería hacer el gobierno, lo hace un grupo de ciudadanos interesados en una movilidad sustentable.](http://vanguardia.com.mx/binrepository/576x432/0c0/0d0/none/11604/YNKG/137-3297_1-11106816_20250210150303.jpg)
En medio del taller, que es como un museo donde se exhiben bicicletas, unas colgadas de las paredes, otras estacionadas en el piso, veo a Enrique sentado en una silla, enderezando una alcayata a puro golpe de mazo, sobre un yunque.
Son las alcayatas que la brigada rescató los últimos días de los diferentes tramos de la vía ciclista a donde ha ido para hacer remiendos.
La técnica, me explica Alejandro, va de que una vez que las alcayatas se han desdoblado a puro mazazo, son cepilladas para limpiarlas del óxido, y luego afiladas con una sierra, hasta que quedan listas para volverse a usar.
“Y si es necesario se le pone soldadura y otra guasa para reforzar, y ya queda lista la alcayata. Jalan mejor ya limpiecitas y afinadas”, detalla Alejandro.
A lo largo de la jornada miro a Miguel, a Enrique y a Alejando turnarse en el yunque, mientras charlan sobre sus rodadas más célebres.
Al final el equipo logra reciclar 28 alcayatas.
“Ahí en la plática, mira, una hora 10 minutos, trabajo voluntario, un ratito...”.
Una mañana de domingo observo a Alejandro corriendo detrás de los ciclistas que han venido para rodar en la Ruta Recreativa de Saltillo.
Esta vez no carga taladro ni mazo, sino un fajo de volantes con los que invita a los ciudadanos a firmar una petición para conseguir que el nuevo Ayuntamiento impulse políticas en pro del uso de la bicicleta.
“¿Quieren construir un mundo mejor para ustedes? En esta dirección electrónica se firma y si nos pueden ayudar compartiéndolo con sus amigos y conocidos se los agradeceríamos mucho”, les dice Alejandro a los ciclistas y a la gente que va caminando.
Más allá veo Enrique y a una pareja de ciclistas que no conocía, recopilando firmas también.
Mi última tarde con el equipo Boyatón encuentro a Enrique, a Alejandro y a Miguel, instalando 300 boyas nuevas que el Ayuntamiento de Chema Fraustro les proporcionó para que completaran el tramo de ciclovía que va de Fundadores al Megadistribuidor El Sarape.
“Nos pidieron que los apoyáramos colocándolas. Ellos pintaron ayer y ya pintado nosotros aprovechamos el alineamiento y colocamos las boyas. No son suficientes para cubrir esto, pero peor es nada...”.
Dice Alejandro, en tanto va marcando con un palo y un gis la distancia de dos metros de separación que debe haber entre una boya y otra.
En este bulevar, a esta hora, el tráfico es inclemente.
“Deberían de ponernos una patrulla pa’ seguridad. Porque sí saben que andamos aquí”, oigo el profe Miguel.
“Ayer no había raya aquí, con este tráfico, sin raya el ciclista está completamente expuesto. La ida es con la raya y la boya protejamos un poco al ciclista. No es suficiente, pero es mejor que nada”, dice Alejandro.
Y yo me quedo pensando que si esto no es pasión, entonces no sé qué cosa sea...