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Estrés hídrico en Coahuila: el reto de la escasez de agua

Acuíferos sobreexplotados, sequía y descontrol en el manejo del agua ha hecho que Coahuila padezca un estrés hídrico. Y mientras los gobiernos le apuestan a la perforación de pozos para solucionar el problema, expertos refieren que esta es una solución temporal.

  • 09 octubre 2023

En Coahuila, 19 de 28 acuíferos tienen oficialmente un déficit de disponibilidad de agua; aunado a ello, la sequía histórica y la falta de eficiencia en el uso de agua, hacen que el estado se encuentre en estrés hídrico.

El estrés hídrico se da porque la demanda de agua es mayor a la cantidad disponible. Y los datos oficiales lo avalan.

En Coahuila, según datos del Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), se tienen concesionados mil 158 millones 161 mil 20.37 millones de metros cúbicos de agua subterránea.

Sin embargo, la cifra de agua concesionada es menor al volumen de extracción que oficialmente tiene registrada la Conagua de acuerdo con la suma de los volúmenes de los 28 acuíferos.

Según la página de disponibilidad por acuíferos de la Conagua en los 28 acuíferos se extraen 2 mil 5 millones 290 mil 812 metros cúbicos de agua, es decir, 847 millones de metros cúbicos más del que se tiene oficialmente concesionado.

Y de los acuíferos de Coahuila, el que presenta el mayor déficit de disponibilidad, es decir, que se le extrae más de lo que se recarga, es el acuífero Principal de la Región Lagunera, el cual tiene un déficit oficial de -149 millones 45 mil 850 metros cúbicos.

Le sigue el acuífero General Cepeda-La Sauceda con menos 69.2 millones de metros cúbicos. Enseguida está el acuífero La Paila con menos 63.2 millones. Y después están los acuíferos Saltillo-Ramos Arizpe y Saltillo Sur, con menos 54.2 millones 52.4 millones de metros cúbicos, respectivamente.

Así mismo, hay especialistas que creen que el déficit puede ser mayor debido a que las recargas y extracciones no necesariamente son las que concluye la autoridad.

Ignacio Sánchez Cohen, especialista en el manejo integral del agua e investigador desde hace 42 años del El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), dice que se está en estrés hídrico entendiéndolo como el desbalance que existe entre la oferta y la demanda de agua: mientras la oferta es poca, la demanda es alta.

Sánchez Cohen explica que el estrés hídrico se da tanto por cuestiones naturales, por ejemplo, sequías y regiones áridas, como también incentivado por el hombre a través de los desperdicios o usos.

Y en ese sentido un problema es que las concesiones no se respetan y se bombea más agua de la autorizado, comenta.

En la suma de los 28 acuíferos que abarcan la entidad hay un déficit de disponibilidad de -578.2 millones de metros cúbicos en Coahuila.

$!En Coahuila, el 58% del volumen concesionado de agua subterránea se destina a la agricultura, aunque en zonas como La Laguna, el porcentaje es del 80%.

Actividades voraces

Ignacio Sánchez Cohen explica que el término estrés hídrico se asocia a la disponibilidad de agua, pues ante la falta del líquido en las presas que es de donde se abastecen los distritos de riego, los productores recurren al recurso hídrico subterráneo, es decir, a sus concesiones de pozos.

“Incrementan las áreas de riego, y lo que hacen es meter presión al acuífero y tiende a irse hacia abajo”, indica.

En términos generales en Coahuila, el 58 por ciento del agua subterránea se destina a la agricultura.

Aunque hay zonas como la región Laguna, donde prácticamente el 80% del uso del agua del subsuelo se destina a la agroindustria.

Sánchez Cohen ahonda que existe un balance de varios parámetros que definen el estatus de un acuífero: la disponibilidad media de agua, la recarga media, el volumen comprometido y la extracción de aguas subterráneas. Después de una fórmula matemática se arroja la disponibilidad total de agua del acuífero. Y esa disponibilidad es la que define el “estado de salud” del acuífero.

En Coahuila, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua sobre disponibilidad de agua en los acuíferos, 19 de 28 acuíferos en la entidad están sobreexplotados, pues tienen déficit de disponibilidad.

En la región Laguna se halla el acuífero Principal, el más sobreexplotado de Coahuila.

Este acuífero ha sido sobreexplotado por la actividad agroindustrial, sede de la cuenca lechera más importante del país. En esta región en 2022 se sembraron 133 mil 722 hectáreas de forraje para alimentar el hato ganadero de 500 mil vacas, según datos de la producción agrícola de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER).

“Esto pone un desbalance, porque los humanos consumimos del mismo acuífero, no es que haya un acuífero para las vacas y uno para los humanos. Ahí entra una competencia”, explica Sánchez Cohen.

Una hectárea de alfalfa consume entre 16 mil a 20 mil metros cúbicos de agua al año, dependiendo si es riego tecnificado o no, según especialistas consultados.

Vicente de Paul Álvarez Reyna, profesor investigador del departamento de Riego y Drenaje de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), menciona que ante los incrementos en las actividades industriales y de la población, el requerimiento de agua es mayor.

En La Laguna, el 80 por ciento del agua la consume el sector agrícola, y es en ese sector, dice, donde se tiene que buscar la forma de aprovechar la tecnología disponible para hacer un uso eficiente del agua.

En otras zonas de Coahuila cambiará la actividad, pero no el problema. En el norte, la Compañía Cervecera de Coahuila tiene una concesión de 20 millones de metros cúbicos de agua subterránea, casi el doble, por ejemplo, de lo que tiene la presidencia municipal de Piedras Negras.

Los acuíferos de La Paila, Saltillo Sur y General Cepeda-La Sauceda que están entre los cinco más abatidos de la entidad, también comprenden una zona donde en los últimos años ha despuntado la siembra de vid y de nogales: Parras de la Fuente.

El acuífero Saltillo Sur empieza al sur de Saltillo y termina antes del municipio de Viesca, uno de los municipios con menos abasto de agua en Coahuila; el acuífero General Cepeda-La Sauceda, que es donde está la mancha urbana de Parras; y el acuífero Paila, que comienza en el ejido San Lorenzo.

En 2022, según datos de producción agrícola de la SADER se sembraron 2 mil 147 hectáreas de nogal en el municipio de Parras y 459 de uva, este cultivo es el doble a comparación de hace una década.

Un nogal necesita hasta mil litros diarios de agua. Se necesita una lámina de 1.4 metros de agua de riego por hectárea al año, es decir, 14 mil litros de agua por hectárea. Si se siembran 2 mil hectáreas, se requieren 28 millones de metros cúbicos.

Mientras que una hectárea de vid necesita entre 3 mil y 4 mil metros cúbicos de agua, según expertos consultados.

Mario García Carrillo, profesor investigador de la Narro adscrito al departamento de Suelos, dice que el hombre no es ajeno a los problemas de estrés hídrico, pues el tema del abatimiento de los acuíferos provocado por el hombre desencadena en el gasto de los pozos y después el desabasto en las colonias.

$!En la región Laguna, la cuenca lechera es la actividad económica que ha sobreexplotado el acuífero, ocasionando un déficit de agua.

Sequía histórica

Según el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua al 15 de septiembre, 50.2% del territorio coahuilense era catalogado como “anormalmente seco” y el 36.8% estaba en “sequía moderada”. En cuanto a municipios, 21 de 38 tenían algún tipo de sequía.

De acuerdo con el estudio Aguas en México, ¿escasez o mala gestión? del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Coahuila tiene un promedio anual de lluvias de 379 milímetros, lejos del promedio de estados como Tabasco, que tienen 2,102 milímetros.

Ignacio Sánchez Cohen menciona que el estrés hídrico está fuertemente vinculado al clima, y el clima a fenómenos globales como el caso del Monzón mexicano, o el caso de El Niño y otras oscilaciones de ámbito global.

Comenta que no es tanto que la lluvia haya disminuido, sino que su presencia o su estacionalidad ha cambiado, además de que hay registros de aumento de temperatura en términos de cambio climático.

En la teoría el ciclo hidrológico es constante e interminable, pero el hombre ha intervenido y ha modificado ciertos factores como la destrucción de la vegetación que disminuye la captación del agua por el suelo, el mal manejo del ganado o el uso intensivo del suelo y el agua, explica Mario García Carrillo.

“Cuando el hombre interactúa con ese ciclo es cuando trae consecuencias. Por eso se habla de estrés hídrico”, amplía el investigador de la Narro.

$!El estrés hídrico tiene muchas consecuencias como la desertificación y el empobrecimiento de los suelos.

Desertificación y estrés en plantas

El investigador del INIFAP, Ignacio Sánchez Cohen, acota que el término de estrés hídrico es mucho más amplio, pues explica que, en el área de investigación, el estrés hídrico se refiere a la carencia, la suficiencia de agua para completar los usos consultivos de las plantas, es decir, la cantidad de agua que un cultivo necesita para poder completar sus procesos fisiológicos.

Dice que hay personas que utilizan el término estrés hídrico como la carencia de agua para cualquier uso. Aclara que no está mal usar el término en ese sentido, pero considera que aplicado a las plantas tiene más sentido en investigación.

Ahonda en que una presencia de temperaturas altas implica que el desbalance entre la oferta y la demanda crezca, entendiendo la oferta como lo que ofrece el clima y la demanda lo que el cultivo requiere.

“Entonces al haber una temperatura muy alta en la planta, se estresa y pide el ‘aprovisionamiento de agua a través del riego, de la lluvia. Y cuando no está, pues la planta se estresa y por eso el término estrés hídrico”, comenta.

Este estrés hídrico provoca alteraciones a los procesos fisiológicos y bioquímicos de las plantas, por lo que se ven maíces pequeños ya floreados o algodones que avientan bellotas más temprano ante la falta de agua.

Dice que esto está provocando que las plantas se muevan a lugares más templados para preservar el potencial productivo.

Sánchez Cohen ejemplifica que en la región Laguna de Coahuila y Durango se ha notado este fenómeno por presencia de altas temperaturas nocturnas que provocan que cultivos de alto riego aceleren sus procesos.

Cuando una planta no tiene agua disponible se dice que se estresa, igual con otros seres vivos, añade el especialista Mario García Carrillo.

En los suelos provoca lo que se conoce como la desertificación, dice el experto de la Narro.

El especialista en suelos dice que, por ejemplo, en La Laguna, hay cada vez menos tierra cultivable, y la que está cultivándose es de mala calidad.

Mario García Carrillo comenta que cada vez son más pobres los suelos en cuanto a fertilidad y por consecuencia necesitan de más insumos en general, como agroquímicos.

Además, al haber más desertificación hay más calentamiento.

Esto es consecuencia del mal manejo de años en cuanto a la actividad agrícola, del uso intensivo del agua y del suelo, añade.

“Hay suelos degradados, suelos empobrecidos, hay modificación negativa del ciclo hidrológico, ya no llueve lo mismo. Aumento de temperaturas. Se sigue modificando. Todo lo que se habla del calentamiento global, cambio climático es por el mal manejo de los ecosistemas. Hay un mal manejo histórico de los recursos porque hay otros intereses, la ganancia económica sin importarnos el equilibrio”, critica.

$!El estrés hídrico es provocado por muchos factores como el cambio climático, pero también por el mal uso del agua por el hombre.

Balance que no existe

Ignacio Sánchez Cohen menciona que las demandas de agua siguen creciendo, y las industrias que llegan piden para establecerse que se les garantice el suministro de agua para sus procesos.

Para el especialista del INIFAP hay un valor que se debe de considerar en toda planeación de procesos económico-productivos: el balance de agua.

“Cuánto tengo versus cuánto necesito ahora, en el mediano plazo y en el largo plazo. Y cómo voy a saber cuánta agua tengo en el mediano y largo plazo dependerá de lo que haga ahorita”, explica.

Dijo que ese balance lleva a otro escenario que no le gusta escuchar al sector productivo: ¿cuál es el potencial ecológico de la región, hasta dónde se puede sostener el modus vivendi actual?

“Cuántas vacas más me aguanta el acuífero, cuántas colonias más aguanta esto”, cuestiona Sánchez Cohen.

Critica que los funcionarios hablen de que se solventó el déficit hídrico de la ciudad porque se hicieron tres pozos más, cuando es el mismo acuífero.

“Haz de cuenta que a un vaso de refresco le metes más popotes, el vaso tiene la misma cantidad y no porque le pongas cuatro popotes significa que tienes más agua. Lo que pasa es que te la vas a acabar más rápido”.

-¿Perforar un pozo no es sinónimo de eficiencia? -se le cuestionó al investigador del INIFAP.

-Satisfaces una necesidad momentánea, pues no tenías agua y ya la tienes. Pero no por mucho. No es que ese pozo se vaya a perpetuar ahí.

-¿Usted no ve planes a largo plazo realmente?

-No los he visto, no los he leído. Hay un plan aquí que se supuestamente ve por la planeación de muchos aspectos, crecimiento urbano, el ordenamiento territorial. Eso tiene como premisa en primer lugar la disponibilidad de agua.

De acuerdo con la respuesta a una solicitud de información hecha por Semanario (folio 330009423002077), en La Laguna de Coahuila, la Conagua ha autorizado la perforación de 127 pozos nuevos desde el 2010.

De los 127 pozos autorizados en los municipios de La Laguna, 54 fueron para uso agrícola, 35 para uso pecuario y 23 para uso público urbano. Los demás han sido para uso industrial, servicios o diferentes usos.

Asimismo, la Conagua entregó otra lista (folio 330009423002078) de 209 pozos que fueron cerrados desde el 2010 por agotamiento en la Laguna de Coahuila “motivados por reposición y/o relocalización del aprovechamiento”, 154 de esos pozos eran de uso agrícola.

Sin embargo, el Simas Torreón maneja otros datos. Desde 2010 se han perforado 43 pozos según la respuesta a una solicitud de información, y estos han ido de una profundidad de 290 metros hasta los 600 metros, detalló el Simas en la respuesta.

Según la respuesta a la solicitud 050105400001923, se han agotado 28 pozos desde el 2011, 12 de ellos desde el 2020.

Para el resto de Coahuila, el organismo de Cuenca Río Bravo de la Conagua, no refirió autorización de nuevos pozos, sino que informó en respuesta a la misma solicitud de información, que desde 2010 a 2018 (después de 2018 no hay datos) se autorizaron mil 778 concesiones de agua.

La mayor cantidad fue en Cuatrociénegas, donde hay registro de 321 nuevas concesiones; 260 de ellas fueron en 2013.

En Cuatrociénegas también existe un problema de presión al acuífero motivado por la industria lechera. Los acuíferos Cuatrociénegas-Ocampo, Cuatrociénegas y El Hundido presentan déficit de disponibilidad.

Le siguió el municipio de Sierra Mojada, con 221 concesiones. Después el municipio de Nava y luego el municipio de Ocampo con 174 y 159 nuevas concesiones, respectivamente. La mayoría entre 2013 y 2015.

El Simas de Piedras Negras y Aguas de Saltillo aseguraron no haber perforado pozos en más de una década. Mientras que el Simas de Monclova-Frontera ha perforado dos.

Los investigadores García Carrillo y Álvarez Reyna de la Narro coinciden que la solución no es perforar pozos, pues esta es solo una solución temporal, pero no de fondo.

“Hay falta de agua, hacen más pozos y abaten más el acuífero. Es lo más inmediato, pero abaten más el acuífero. Es lo que hacen para salir al paso, pero no es el problema de fondo. El problema es que se ha modificado ese ciclo hidrológico, no es el mismo”, comenta el investigador Mario García Carrillo.

Para Vicente de Paul Álvarez el perforar pozos es indicativo de que se seguirá extrayendo agua, cuando no existe la recarga que debería para recuperar lo que se saca.

“Eso no se logra de la noche a la mañana, se lleva mucho tiempo”, menciona Álvarez Reyna.

$!Ignacio Sánchez Cohen, especialista del INIFAP, dice que el descontrol en el uso del agua para las diferentes actividades económicas es uno de los principales factores para que el Estado padezca estrés hídrico.

¿Agua finita?

Ignacio Sánchez Cohen menciona que no hay datos duros que digan cuánta agua hay abajo, pues son sólo aproximaciones.

Afirma que el agua es finita, tanto que en la región Laguna había 12 lagunas que se secaron, por lo que debe existir una planeación racional.

Además, refiere que en el INIFAP han desarrollado algoritmos para establecer cuál es el escenario de agua disponible, y cuántas hectáreas, y de qué cultivos maximizan la productividad del agua y que genere más recursos.

Sin embargo, lamenta que haya mucha presión política para tomar decisiones.

Lamenta que no exista un ahorro real del agua, pues los productores suelen expandir la superficie en lugar de que el agua quede en el subsuelo.

Vicente de Paul Álvarez dice que la baja precipitación, la extracción desmedida y el aumento de la superficie agrícola hace que no exista un balance hídrico.

“Cuánta es el agua que puedo sacar y cuál es el agua de recarga que tengo”, cuestiona el investigador de la Narro.

Álvarez Reyna dice que falta mucha vigilancia y que las autoridades sean más duras con los concesionarios.

“Tú ves las bombas trabajando todo el día, las 24 horas, cuando tienes una concesión de cierta cantidad”, comenta.

La demanda de agua es fuerte y eso ha abatido los acuíferos, además de que la calidad del agua ha disminuido.

Para Mario García Carrillo este problema trae también otros efectos como una erosión más intensa, suelos contaminados, polvos que provocan alergias.

Y por supuesto, la falta de agua para las poblaciones.

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