La sobreexplotación de los tres acuíferos que surten de agua para uso agrícola y doméstico no ha sido evitada por la Conagua; esa falta de control, y que cada vez hay menos líquido disponible, son la razón del conflicto social en el Oasis del Desierto. ¿Cuál es la solución?
- 13 junio 2022
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Simplemente el agua no alcanza para todos y la que hay se convirtió en un tesoro muy preciado que la Conagua no administra ni supervisa con eficiencia.
Es el origen del conflicto entre productores de vid y nuez. Ambos cultivos demandan altos volúmenes del recurso que no alcanzan a proporcionar los 3 acuíferos de la zona. Pero la necesidad se volvió un problema social por la negligencia y omisión de la Comisión Nacional del Agua.
“En términos generales se observa una autoridad endeble, débil y sin capacidad de solucionar los problemas graves por los que atraviesa la región”, describe el informe El problema del agua, realizado por el Comité de Defensa del Agua de Parras, en septiembre de 2021
Este comité integrado por Jesuitas de México, la Parroquia de Santa María de las Parras y Comité Parrense Protector de los Recursos Naturales AC (Coparnat) describe así las omisiones encontradas por parte de la Conagua, la autoridad en la que el Estado mexicano asume la responsabilidad de la gestión y administración del recurso.
Falta de medidores volumétricos en la mayoría de los aprovechamientos con concesión y con registro de libre alumbramiento lo que provoca que se extraigan cantidades mayores a las autorizadas.
Aprovechamientos irregulares o adicionales a los permitidos por gran cantidad de particulares.
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Permisos y autorizaciones irregulares por parte de la Conagua para aprovechar las Aguas Nacionales.
Incapacidad de la “Autoridad del Agua” para regular la región. (Sólo hay 5 inspectores para todo Coahuila).
El volumen de lluvia en el llamado Oasis del Desierto, que recarga los acuíferos La Paila, General Cepeda-Sauceda y Saltillo Sur, ha disminuido hasta en un 87% de 2010 a 2021, con base en los datos del observatorio que provee de información a Proagro, de la Secretaría federal de Agricultura.
Desde 2010 ya era evidente el déficit de agua disponible en el subsuelo. Y de la poca agua disponible que queda, todos quieren una parte para sus cultivos, además de la necesaria para el uso doméstico.
“Tenemos un vaso que se llama Parras que antes tenía tres popotes, hoy tenemos mil popotes. El vaso que mantenía a la familia ya no aguanta”, ilustra Fernando Orozco, Alcalde Parras.
Semanario buscó la versión de la Conagua, pero el departamento de Comunicación refirió que únicamente podían responder un cuestionario entregado previamente debido a la veda electoral. Hasta el cierre de la edición no hubo respuesta.
Esta es la historia.
Los ya constantes conflictos por el agua
Una mañana calurosa y seca en el salón de asambleas del ejido San Lorenzo, municipio de Parras de la Fuente, don Jesús Herrera Aguilar, presidente del comisariado de esta comunidad, habla de los estragos que ha ocasionado la falta de agua en la economía del poblado.
Hace 5 años, asegura Don Jesús, las 200 hectáreas de huertos de nogal que hay en el rancho daban 600 toneladas de nuez al año.
Ahora, si acaso, se cosechan 140 toneladas.
Los labriegos de San Lorenzo acusan a Casa Madero de esta crisis que ha provocado que la gente haya migrado de las huertas de nogal a otras agrícolas o de plano a las fábricas de Saltillo y Ramos Arizpe.
Casa Madero, la vinícola más antigua de América Latina con casi 500 año de existencia, hoy se encuentra en problemas con cuatro ejidos de Parras, entre ellos San Lorenzo. Todo a causa del agua.
El 27 de mayo, un grupo de ejidatarios irrumpió en sus instalaciones para apoderarse de la infraestructura de riego. Se trató de campesinos de San Lorenzo que exigían y exigen que se respete la resolución presidencial emitida por el Tribunal Agrario en 1975 en favor del ejido y que establece una dotación de 50 litros por segundo durante 24 horas continuas, los 365 días del año.
Jesús Herrera asegura que desde hace unos cinco años, esta compañía, por cuyos canales corre el agua que llega a este y otros ejidos, les restringe más de la mitad del líquido.
“¿Por qué Casa Madero se quiere adueñar de las aguas?, ¿nomás porque pasa por sus canales?”, se pregunta Cristino Ramírez, otro ejidatario de San Lorenzo.
Pero ese mismo conflicto lo han tenido otras comunidades. Hace cinco años, campesinos del ejido San Francisco del Progreso también se manifestaron por las mismas razones: acusaron a Casa Madero de desviar el agua y de no respetarse decretos presidenciales de hace décadas.
El agua en conflicto brota de los manantiales en la parte alta de la sierra de Parras y se ha conducido por décadas en viejas acequias que, dicen los campesinos, tienen más de un siglo. El agua recorre cerca de 20 kilómetros hasta distribuirse a los ejidos nogaleros y empresas vinícolas.
Al igual que San Lorenzo, los ejidos Parras 2, San Francisco del Progreso y 28 de Agosto, poseen decretos presidenciales de la década de los 40 y 50 que los hace acreedores a una parte de esa agua.
San Francisco, por ejemplo, tiene un decreto presidencial de 1950 donde se reconoce al ejido para regar 100 hectáreas que le fueron quitadas a la hacienda San Francisco de Jagüey.
La dotación decretada era 100 litros por segundo hasta completar un millón 555 mil metros cúbicos al año.
Hace 70 años, el agua era abundante en el valle de Parras.
“Tenemos un vaso que se llama Parras que antes tenía tres popotes, hoy tenemos mil popotes. El vaso que mantenía a la familia ya no aguanta. Hay muchas perforaciones y eso ha hecho que baje el agua de estos manantiales”, reconoce el presidente municipal.
La región cuenta con tres acuíferos: Saltillo Sur, que empieza al sur de Saltillo y termina antes del municipio de Viesca; el acuífero General Cepeda-La Sauceda, que es donde está la mancha urbana de Parras; y el acuífero Paila, que comienza en el ejido San Lorenzo.
Según el último estudio de actualización de la disponibilidad anual de agua en el acuífero General Cepeda-Sauceda hecho por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) en 2020, el volumen de extracción de aguas subterráneas era de 152 millones 174 mil 82 metros cúbicos anuales (al 20 de febrero de 2020), más del doble de lo que reporta el Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) tan solo en el municipio de Parras.
Esa cantidad indica que no existe un volumen disponible para otorgar nuevas concesiones; por el contrario, el déficit es de 69 millones 274 mil 82 metros cúbicos anuales que se están extrayendo a costa del almacenamiento no renovable del acuífero, dice el mismo estudio.
A pesar de ello, los campesinos y especialistas en el tema de agua advierten descontrol en las perforaciones, falta de vigilancia de la Conagua para la extracción de líquido y nula regulación de la frontera agrícola.
Y así, con más popotes sorbiendo del acuífero y sin un ordenamiento, a los huertos de San Lorenzo, comunidad en la que habitan unas 300 familias, llegan solamente entre 25 y 30 litros de agua por segundo durante cinco y a veces tres horas, únicamente.
Esto, aclara el comisariado Jesús Herrera, ha impactado en la calidad y en el precio de la nuez que produce San Lorenzo y, por supuesto, en los conflictos sociales.
La fiebre de la nuez y la presión sobre el agua disponible
Décadas atrás, Jesús Herrera y sus compañeros ejidatarios de San Lorenzo se dedicaron al rudo trabajo de tallar lechuguilla y vender leña en Parras, hasta que, con apoyo del gobierno, consiguieron fundar un establo en el que llegaron a tener 500 vacas lecheras.
Pero al cabo del tiempo el proyecto fracasó debido a la falta de mercado para vender sus productos.
Fue entonces que los ejidatarios de San Lorenzo, viendo que la producción de nuez era un buen negocio en Parras, comenzaron a plantar sus primeros árboles. Era 1975.
Primero fue una hectárea, luego dos, tres, 10, 100, hasta que llegaron a 200.
En aquel tiempo el ejido San Lorenzo era puro monte, rememora Jesús.
En la última década, campesinos, productores y el Alcalde Orozco, coinciden que aumentaron los ranchos agrícolas, productores de vid, de nogales y otros cultivos. Todo a costa del agua del acuífero.
Esta fiebre agrícola llegó al Oasis del Desierto, como se le denomina a Parras por ser, literalmente, un microclima rico en ojos de agua y manantiales en medio del desierto.
Allá arriba, donde brota el agua naturalmente, comenzaron a agujerar la tierra para extraer el agua y rellenar sus superficies de siembra, dice Benjamín Pachicano Rodríguez, comisariado ejidal de San Francisco del Progreso.
“Hemos pedido que ya no vendan”, dice Fernando Morales, presidente del Comité de Defensa del Agua en Parras. “Nos están invadiendo políticos con dinero que vienen a comprar grandes extensiones de terrenos y hacen viñedos y huertas”.
Pero a pesar de las quejas, el Anuario Estadístico de Producción Agrícola de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), refiere que la superficie no ha variado mucho.
En los 5 años recientes, las hectáreas de cultivo de nuez se han mantenido en 2 mil 147 hectáreas. En 13 años, únicamente hay un aumento de 150 hectáreas, según este documento.
Fenómeno que se ha convertido en la nuez de la discordia entre empresarios, campesinos, autoridades y organizaciones civiles en favor del agua.
Por lo que respecta a las hectáreas de uva, se han sembrado 459 en los 6 años recientes. De 2015 para atrás, la cantidad era de 230 hectáreas.
Sin embargo, las cifras oficiales contrastan con lo que dicen los especialistas. Inclusive, el Alcalde Fernando Orozco refiere que ha crecido mucho la superficie de siembra.
“Hay nogales en todo nuestro municipio”, dice.
Rogelio Vázquez Pérez, ingeniero agrónomo y profesor de la Universidad Tecnológica de Parras, dice que en el nombrado pueblo mágico hay cerca de 5 mil hectáreas de nuez, cifra que afirma se ha duplicado en la última década.
Coahuila es, de acuerdo con la Sader, el segundo estado del país con la mayor superficie y producción de nuez y el quinto estado con mayor producción de uva.
Según la Sader también se siembran más de mil hectáreas de forraje al año.
Y parece que ni la Conagua ni la Sader ponen un límite.
“No sé si haya un límite, aquí no se ve un límite”, se queja Fernando Morales.
Ese descontrol ha desencadenado una perforación agresiva de la tierra y, con ello, la sobrexplotación del recurso agua.
Se debe transitar hacia la sustentabilidad: Casa Madero
Casa Madero asegura que siempre ha dependido de las aguas de las acequias para regar sus viñedos desde la fundación de la Hacienda en 1597.
A través de su departamento de Relaciones Públicas, la casa vinícola respondió a un cuestionario enviado por Semanario.
Refiere que hace 50 años, la disponibilidad del agua que corre por las acequias era de mil litros por segundo y, actualmente, es de 400 litros por segundo, “afectando a todos los usuarios por igual”.
Critica que algunos ejidos quieren recibir la misma cantidad que les fue dotada hace más de 70 años.
“No existe ni para ellos ni para nosotros, y al tomar por la fuerza esa agua, naturalmente afectan a otros usuarios, incluida Casa Madero”, asienta.
Aseguran que también ellos padecen el estrés hídrico, pues señalan que desde la “invasión” de dos ejidos en el Compartidor, se redujo drásticamente el agua que llega a Casa Madero y al Ejido San Lorenzo.
“Lo que implica que desde ese momento ambos somos víctimas”, expresa la empresa.
A decir de Casa Madero, esto provocó que tuvieran que sacrificar una nogalera de árboles centenarios para poder así seguir regando sus viñedos, lo cual es prioridad.
Casa Madero aseguran que actualmente se les ha privado del 100% de su agua para uso agrícola, poniendo en riesgo la viabilidad de sus viñedos.
Sobre el actuar de la Conagua señalan su total confianza y la reconocen como la única autoridad para realizar la revisión de los títulos de propiedad sobre las aguas.
En la respuesta, considera que para evitar los problemas relacionados con el agua, lo que hace falta es hacer sustentable la economía local, y por eso, la empresa se sumó a la Asociación de Tajos de Aguas de Parras A.C.
Ahí se elabora un proyecto no sólo de preservación del agua agrícola, sino de reforestación para recargar los mantos acuíferos, realizar represas y modernizar la infraestructura hídrica, lo que, aseguran, va a beneficiar a todos: ejidatarios, productores e incluso al pueblo de Parras, puesto que se incluye el diseño de parque lineales, para aumentar el atractivo turístico y concientizar sobre el cuidado real del agua.
Para Casa Madero es necesario trabajar juntos en la sustentabilidad de la economía regional, pues afirman que en estos momentos de conflicto por el agua, se acaba de secar el tajo Olvera, lo que debe servir como reflexión de que esto se va a solucionar sólo a través de la transición hacia la sustentabilidad y con la participación de todos, incluyendo a las autoridades.
“En este ambiente de confrontación, se llega a usar recursos infundados como el acusar a Casa Madero de apropiarse indebidamente del agua de uso agrícola, lo que es absolutamente falso, porque siempre hemos respetado las dotaciones”, comentan.
El estrés hídrico afecta a todos: académico
El agrónomo y académico Rogelio Vázquez Pérez comenta que el 100 por ciento de los agricultores tienen problemas de estrés hídrico en cultivos por falta de agua.
Dice que en los últimos tres años el problema ha arreciado: cada día hay menos agua, se riega menos, se sacrifican superficies, hay más plagas, se mueren árboles.
“Hay un fuerte estrés hídrico en los nogales”, comenta.
El estrés hídrico es el déficit que resulta de la relación entre las extracciones totales de agua y los suministros renovables de agua superficial y subterránea disponibles.
Las extracciones de agua incluyen los usos domésticos, industriales, de riego y ganaderos, aunque en Parras el 83 por ciento se destina al uso agrícola, según datos del Registro Público de Derechos de Agua.
Un nogal necesita hasta mil litros diarios de agua. Se necesita una lámina de 1.4 metros de agua de riego por hectárea al año, es decir, 14 mil litros de agua por hectárea. Si se siembran 500, se requieren 7 millones de metros cúbicos.
Mientras que una hectárea de vid necesita entre 3 mil y 4 mil metros cúbicos de agua, asegura Vázquez. Con una hectárea de nogal se riegan 3 a 4 hectáreas de vid.
“Todos tienen la presión de regar cultivos y por eso el estrés de las cosechas”, coincide el Alcalde Fernando Orozco.
Esa presión está provocando conflictos como el ocurrido el 27 de mayo.
La lógica es simple: si antes llegaban mil litros por segundo ahora llegan 400 y es imposible que se reparta igual. Pero nadie cede.
Casa Madero acusa a los campesinos de irrupciones ilegales y los campesinos acusan a Casa Madero de posesionarse de las compuertas y moverlas a su antojo hasta el punto de que prácticamente se acaban el agua.
“Los conflictos, síntomas de una enfermedad más grave”
El conflicto tiene su punto visible en la zona conocida como “El Compartidero”, que es un cruce del agua que corre por la acequia. Este nudo se encuentra en la calzada del Marqués y 16 de Septiembre.
Allí, desde hace cinco años se mantiene un campamento de vigilancia de los campesinos para evitar que la casa vinícola desvíe el agua. En respuesta, la empresa también puso una vigilancia de dos trabajadores.
Día y noche se vigilan mutuamente. Día y noche los vigías de Casa Madero están bajo una carpa. Lo ejidatarios han levantado un cobertizo. Ninguno confía en el otro.
Capítulos como el de San Lorenzo, San Francisco o 28 de Agosto son conflictos sociales que continuarán mientras prevalezca el uso desordenado e irregular del agua, augura Mary Ángel Portillo Ríos, integrante del Comité de Defensa del Agua de Parras.
“El problema del agua de Parras se va a ir agravando con más conflictos; éste nada más es un síntoma de una enfermedad más grave”, considera.
Comenta que el auge del vino en Parras ha provocado la llegada de agroempresas dispuestas a aprovecharse de la tierra y el agua del pueblo mágico.
“Pero no se da abasto, estamos en una región desértica y no hay suficiente agua para mantener esa explotación. En esa lógica de sobreexplotar, de sobreproducir y de industrializar el campo, es donde está el problema”, describe.
“Está bien que haya desarrollo en el campo, que se concesione el agua, que la tierra se aproveche para cultivos, pero la lógica de la agroindustria es la que está acabando con los recursos, no tanto el desarrollo”.
El agrónomo Rogelio Vázquez opina que es urgente regular la extracción de agua, así como reducir la superficie agrícola y racionalizar la plantación de cultivos, particularmente el nogal.
Asegura que no hay viñedos muriéndose, pero están al límite. Eso sí, señala que la Conagua va atrasada en tomar cartas en el asunto.
El cultivo del nogal es parte de la economía local. De no controlarse, la economía podría caerse, considera Vázquez.
De acuerdo con el estudio El problema del agua, realizado por el Comité de Defensa del Agua de Parras, son 29 usuarios los que tienen el 52 por ciento del agua disponible, mientras que arriba de 473 usuarios acceden al restante 48 por ciento.
Según datos del Registro Público de Derechos de Agua (REPDA) de la Conagua, existe un volumen concesionado de extracción subterránea de agua de 73 millones de metros cúbicos en el municipio de Parras, de los cuales, el 15 por ciento pertenece a una sola empresa: Parras El Alto S.P.R. de R.L. cuyo principal accionista es el saltillense Miguel Edmundo Guajardo García. La empresa tiene oficialmente solo tres concesiones.
De acuerdo con el REPDA, Parras El Alto accede más que el Simas de Parras que tiene poco más de 3 millones de metros cúbicos disponibles para extraer y 3 millones más que 39 ejidos.
La tercera persona con más volumen concesionado, con 2 millones de metros cúbicos, es Raúl Antonio García Escandón, socio lagunero de la empresa Caprilag S.A. de C.V, una sociedad compuesta por varias personas y empresas, entre ellas Santo Madero S.A de C.V. de la familia Madero.
Casa Madero sólo tiene concesionados 15 mil 850 metros cúbicos bajo esa figura. Pero Agrícola San Lorenzo S. De R.L. tiene un millón 668 mil metros cúbicos concesionados, la cuarta con más volumen permitido.
En esa empresa, los hermanos Daniel y Brandon Milmo Brittingham, dueños de Casa Madero, aparecen como apoderados según el Registro Público de Comercio.
El nogalero y empresario regio, Rómulo Garza López, tiene más de un millón de metros cúbicos concesionados. La familia Mendel de la vinícola Don Leo y la familia Rivero de la bodega Rivero González, tienen cada una más de 800 mil metros cúbicos concesionados.
Mary Ángel Portillo, integrante del Comité de Defensa del Agua de Parras, señala que esos grandes agroindustriales se han apoderado de las zonas más privilegiadas de la sierra sur de Parras, justo donde están los principales escurrimientos de agua.
“Los viñedos se están yendo cada vez más arriba de la sierra, cada vez más cerca de donde están los brotes de agua”, explica.
Y así, mientras se beben el agua arriba, perjudican a los ejidos de las partes bajas, donde truenan los conflictos.
“(Cada persona) que compra, es un chorro de perforaciones que hace sin control de la Conagua”, se queja Benjamín Pachicano Rodríguez del ejido San Francisco.
Sorda, ciega y muda: la Conagua
El presidente del Comité de Defensa del Agua en Parras, Fernando Morales, asegura que tienen varias demandas en Conagua por las perforaciones ilegales, pero no se mueve un solo dedo.
Desde 2013, está prohibida la perforación de pozos, construcción de obras o cualquier instalación para alumbramiento o extracción de aguas del acuífero General Cepeda-Sauceda.
Morales y los campesinos, sin embargo, señalan que las empresas lo han hecho por el desabasto y la presión para regar los cultivos.
“Pedimos que vinieran inspectores de México porque a estos señores no les gustan los problemas sino los billetes”, acusa a los funcionarios locales de Conagua.
Semanario solicitó la versión de la Conagua pero el departamento de Comunicación refirió que únicamente podían responder un cuestionario entregado previamente debido a la veda electoral. Hasta el cierre de la edición no hubo respuesta.
De hecho, en la reunión que tuvieron los campesinos con representantes de las empresas y autoridades de gobierno después de la irrupción del 27 de mayo, la gran ausente fue la Conagua.
Y ante la inacción de la Comisión Nacional del Agua, Benjamín Pachicano, de San Francisco, asegura que no pueden hacer nada salvo unirse.
“Esto es hasta que nos dejen en la lona”, dice.
Comenta que los campesinos tienen una explotación del agua reducida por un asunto de sobrevivencia, mientras que los ricos traen una explotación “irracional” para hacer más fortuna a costa de lo que sea.
Las propuestas de solución
Hace algunos meses, el Comité de Defensa del Agua de Parras formuló una serie de propuestas para hacer frente al problema de sobrexplotación y escasez del líquido en este valle.
Lo primero, declara Mary Ángel Portillo Ríos, integrante de este organismo ciudadano, es blindar las sierras de Parras y Paila, al declararlas áreas naturales protegidas.
“Que no se pueden comprar terrenos ahí para explotar el agua, que no se pueden hacer pozos y que se proteja esa zona, porque además hay varias especies que están en distintos niveles de peligro”, expone.
“Hay algunas en peligro de extinción, otras que ya prácticamente se encuentran en cautiverio”.
Otra sugerencia es que se abran más vocalías en el Consejo de Cuenca Nazas Aguanaval de la Conagua, a fin de garantizar mayor representatividad y participación de la población en el tema del agua de Parras.
“Porque ahorita la gran mayoría son empresarios que forman parte de este consejo”, advierte Portillo.
Una alternativa más es la formación de una contraloría ciudadana que vigile el uso del agua en los acuíferos que surten a la región de Parras.
“Que tenga poder para denunciar pozos ilegales o cuando no se estén respetando las concesiones”, abunda.
La proposición más importe, dice, es la instalación de medidores volumétricos en los pozos con mayores niveles de extracción registrados ante la Conagua.
“No se necesitan medidores en los casi tres mil pozos que hay en Parras, se necesitan medidores en los pozos más grandes, en las concesiones de los 30 usuarios más grandes”, aclara.
“Ellos tienen la llave abierta, pero no tienen medidor, ve tú a saber si están gastando lo que dice su concesión”.
Así como la construcción de una red piezométrica, que sirve para medir el nivel de los acuíferos.
Además de la diversificación de cultivos que no requieren de tanta agua como es el higo, el membrillo, la granada y el níspero, plantas que soportan bien el clima y dan buenos rendimientos.
“Que no sea todo uva, uva, uva, sino que siembren otro tipo de cultivos”.
Otra propuesta paralela es la puesta en marcha de un programa de reforestación de la Sierra de Parras y de Paila, a fin de revertir los daños que ocasionó la explotación de madera de pinos, encinos y oyameles y la devastación provocada por los incendios forestales.
También el control de la ganadería extensiva, considerando que el pastoreo excesivo ha resultado en la eliminación de la cobertura vegetal y propiciado la erosión del suelo.
Una solución adicional sería el desarrollo de un sistema de riego más eficiente que reemplace el de agua rodada, a fin de evitar las pérdidas por filtraciones y evaporación.
Déjanos tu opinión en la caja de comentarios o pon tu reacción. ¿Qué opinas de esta situación tan crítica que se vive en Parras de la Fuente?