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La falta de planeación de una ciudad en donde sus gobernantes se han acostumbrado a atender problemas del presente sin miras al futuro, provoca que cada determinado tiempo Torreón se colapse por inundaciones pluviales con un sinfín de costos: ¿estaremos preparados para la próxima lluvia torrencial?
- 16 septiembre 2024
Frente a la casa de Sergio Hernández, en la colonia Santiago Ramírez de Torreón, brota agua de drenaje que va esparciéndose a todo lo largo de la calle. El olor a aguas negras se impregna en el ambiente.
A lo largo de tres calles sobre la avenida Lorenzo Ávalos, el encharcamiento con aguas residuales es constante. Cerca está la primaria Hilario Esparza, también con su respectivo encharcamiento de aguas negras.
“Es pura cochinada”, se queja don Sergio junto a su hija Guadalupe. Asegura que hace días el Simas hizo un despapaye, abrieron la zanja para cambiar drenaje, rompieron todo y no han conectado desde entonces. Y con la inundación que sufrió la colonia hace unos días, todo se agravó.
“Subió mucho el agua”, recuerda.
-¿Cuántas veces se han inundado? -pregunto a Sergio.
-Tenemos 47 años aquí, imagínese cuántas inundaciones -dice el vecino de esta colonia que hace unos días se cubrió de agua como consecuencia de las lluvias que cayeron en la región.
Las lluvias, que alcanzaron niveles superiores al 70 por ciento de lo que llueve en un año en tan solo cuatro días, derivaron en la declaratoria parcial de emergencia por parte del alcalde Román Cepeda González.
“Subió el agua en minutos, me dio tiempo de quitar la puerta, poner la tabla y poner costales”, cuenta don Sergio con ese tono de quien cuenta desde la experiencia. La fachada de su casa todavía tiene un par de costales a lado de la puerta.
Guadalupe, la hija, quiere llevarse a sus padres de la colonia, pero ellos se resisten. “Sólo llueve y ya pienso cómo van a estar, y estoy con el pendiente”, comenta la hija.
Para la familia Hernández, saber que llueve es sinónimo de problema, caos y preocupación. Lo es porque, a pesar de que para las autoridades los estragos y daños son producto de lluvias “atípicas”, para ellos no lo es.
Aunque eso de “lluvias atípicas” es al menos en el discurso, porque en el documento del Atlas Municipal de Riesgo elaborado en 2020, se reconocen 17 declaratorias de emergencia o desastre en los últimos años y que las inundaciones por lluvias intensas ha sido el fenómeno que mayor impacto ha tenido en la conformación socioespacial y en la definición de infraestructura.
¿LLUVIAS ATÍPICAS?
Lo de lluvias ‘atípicas’ depende para quién, dice José Antonio Ramírez Reyes, coordinador regional de la Asociación Mexicana de Urbanistas y miembro fundador del Laboratorio Urbano de La Laguna.
Para una administración municipal puede ser ‘atípico’ porque cada una o dos gestiones tendrán una lluvia copiosa, con este tipo de afectaciones, dice Ramírez Reyes. Sin embargo, señala que la estadística de los últimos 50 años refleja que se trata de algo cíclico.
Por eso para Sergio Hernández y su familia en la Santiago Ramírez, responder con una cifra a cuántas inundaciones han vivido puede ser complicado. No han sido una, ni dos, ni tres, ni cuatro.
La región Laguna es parte del semidesierto chihuahuense en donde existen períodos de cuatro a cinco años con poca lluvia, pero después viene un ciclo de mucha lluvia.
“Cada determinado tiempo sabemos que va a pasar, pero nos acordamos cuando ya está aquí”, critica Paola de la Campa, directora de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) campus Torreón.
“Lo que sí es atípico, es que tal vez veamos un incremento de estos eventos hacia el futuro por el cambio climático. Aunque siempre han existido estos eventos cíclicos de 20 años para acá, se pasan con más frecuencia”, comenta José Antonio Ramírez.
Para Gustavo Rodríguez de la Vega, coordinador de la carrera de Arquitectura en la Universidad Iberoamericana Torreón y presidente del Consejo Consultivo de Desarrollo Metropolitano, las inundaciones en La Laguna y particularmente en Torreón, son un problema del pasado, del presente y que en el futuro estarán ahí si no se atiende.
“Hay que entender el ciclo del agua, entender cómo se da todo el aspecto de urbanización. El territorio tiene su desfogue natural por donde va el agua acumulándose. Tenemos que entender nuestra topografía, nuestra hidrografía, para ver cómo planificar la ciudad, el hábitat del ser humano”, comenta.
Por eso para Ramírez Reyes, en muchas ocasiones las inundaciones en la ciudad se trata de un error del pasado desde un enfoque de riesgo porque no se debió haber permitido asentamientos en la falda de la Sierra de las Noas, debido a que es captador agua natural, entonces el agua resbala por la roca caliza y cae en las faldas, que es lo que pasa en la colonia Santiago Ramírez.
Rodríguez de la Vega critica que se ha construido donde está el tránsito del agua, por lo que cuando existe un fenómeno natural de lluvias, el agua reconoce sus sitios y genera problemas.
Dice que a pesar de que se generan estudios para realizar las urbanizaciones y monitorear dónde se puede y no se puede construir, muchas veces se da prioridad al negocio de comprar tierras baratas y construir. “Compramos problemas, por eso tenemos que entender el ciclo del agua, la armonización y los problemas que tenemos hoy en día”, añade.
Asimismo, el propio Atlas de Riesgo del municipio de Torreón reconoce que la incidencia de intensas lluvias ciclónicas y convectivas es la razón por la cual se ven rebasados los sistemas de drenaje pluvial existentes, “sumado a una deficiente política del manejo de las aguas desaguadas, y que responde principalmente a un sistema de circulación cerrado enfocado a minimizar la pérdida de las aguas pluviales para su uso no doméstico”, dice el documento.
FALTA DE PLANEACIÓN Y VISIÓN
Especialistas consultados coinciden que se arrastra un problema de falta de planeación en Torreón, una ciudad que creció el triple de su tamaño en 30 años.
Para José Antonio Ramírez, coordinador regional de la Asociación Mexicana de Urbanistas, la falta de planeación radica en dos perspectivas: el dónde y el cómo se ha urbanizado.
El dónde, por ejemplo, cuando los desarrollos siguen invadiendo territorios donde el Atlas de Riesgo sugiere no construir, o en la Vega del Caracol que tiene desfogues naturales de las pendientes de agua de Torreón, dice Ramírez Reyes.
Y el cómo se urbaniza en el que se ha dado prioridad a construir planchas de concreto y asfalto, en lugar de pensar en soluciones basadas en la naturaleza, donde se incorpore vegetación, suelo permeable que pueda retener el agua.
Gustavo Rodríguez del Consejo Consultivo de Desarrollo Metropolitano respalda que se trata de un problema de planeación porque no se sabe qué hacer con el agua.
“Hemos hecho un territorio lleno de concreto, los camellones los llenamos de concreto. Esos puntos de absorción ya no los tenemos, se cierran y las calles acumulan el agua, y al ser un territorio casi plano, el agua no corre y se estanca y genera problemas”, describe.
Lamenta que algunos reglamentos se cumplan y otros no. Rodríguez de la Vega opina que por medio del Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN) se deben de generar proyectos a largo plazo para prever este tipo de sucesos.
Insiste que todo problema se tiene que entender de la raíz, las causas, consecuencias y cuáles pueden ser las soluciones. “Si no se entiende no podremos resolver”, enfatiza Gustavo Rodríguez.
La directora de la Facultad de Arquitectura de la UAdeC, Paola de la Campa, añade que otro problema es la basura que se concentra en alcantarillas y que tapa las coladeras.
DRENAJE PLUVIAL, ¿LA SOLUCIÓN?
Desde hace años se ha hablado de la construcción de un mega proyecto de drenaje pluvial como la solución al problema de las inundaciones en Torreón. Sin embargo, los especialistas consideran que no necesariamente es la mejor opción.
Gustavo Rodríguez menciona que para una ciudad tan extensa, tener un solo depósito y una red de tuberías y una gran tratadora, sería muy costoso y nunca se tendría el dinero. Considera que se tienen que atender zonas puntuales.
Los tres especialistas coinciden que una opción es apostar a la infraestructura verde. “Convertir a la ciudad en una gran esponja”, dice Gustavo Rodríguez.
Se trata, explica el coordinador de Arquitectura en la Ibero Torreón, de convertir los parques en esponja, mandar el agua por sectores a pequeños parques y que ahí se absorba el agua o se tengan tanques de almacenamiento para reutilizar el agua.
“Si hacemos estos parques y hacemos estas esponjas, mandemos el agua a los acuíferos, y otra retenerla para su uso diario, sería una parte de solución del problema”, comenta.
Se trata de un enfoque sistémico e integral, no solo un proyecto de drenaje pluvial, dice Ramírez Reyes.
“Por ejemplo que en los reglamentos de construcción que todos los estacionamientos estén preparados para captar e infiltrar el agua y reutilizarla, todos los camellones están preparados para sacar el agua del asfalto y conducirla a los camellones, las áreas verdes preparados para captar el agua pluvial”, explica.
Dice que no quiere decir que no existan las grandes obras pluviales, pero que haya suelo permeable y no se arroje a la primera el agua a la vía pública. “Sino que haya una gestión del agua”, señala.
Paola de la Campa añade que la infraestructura verde lo que hace es canalizar el agua a zonas más bajas, cercanas, que normalmente son jardines.
“Matas dos pájaros de un tiro porque puedes crear un jardín con poco consumo de agua. Está comprobado que con los milímetros que caen de agua en zonas desérticas o semidesérticas como es esta, te puede generar un jardín sin necesidad de estarlo regando a través de las pipas de agua tratada”, asegura.
Sin embargo, Ramírez Reyes considera que la ciudad está rezagada y se sigue viendo con el esquema típico de obra gris y no integrada a la naturaleza para solucionar los problemas. Insiste en que se quiere resolver todo con un proyecto y no se piensa en un sistema.
“Es como funciona la infraestructura verde, un sistema integral de muchos componentes, muchos jardines, muchos parques inundables. Para ir gestionando el agua en el área afectada”.
Además, la infraestructura verde representa un compendio de soluciones y beneficios, añade Ramírez Reyes: beneficios de sombra, de imagen urbana, de purificación del aire, plusvalía, entre otros.
No obstante, en Torreón existe un déficit de área verde. Al interior del perímetro urbano se han identificado mil 305 polígonos con una superficie de 2,998,185.82 metros cuadrados de áreas verdes, la cual representa 4.15 metros cuadrados de superficie por habitante, muy por debajo de los 15 metros cuadrados que recomienda ONU-Hábitat, de acuerdo con el Mismo Plan Municipal de Desarrollo.
Paola de la Campa de la UAdeC añade que otro punto a tomar en cuenta debe ser la infraestructura de los pozos de absorción, pues considera que el cálculo no es suficiente.
“Llueve y aunque no sea como la que acabamos de sufrir, se tardan mucho en desazolvar, en resumir el agua. La capacidad es muy lenta”.
UN PROBLEMA DE GESTIÓN DEL AGUA
Para Gustavo Rodríguez, el problema de las inundaciones en Torreón es, también, un problema de gestión del agua.
Asegura que si toda esta agua que cae se estuviera reciclando, el problema sería dónde poner tanta agua. “El problema es que la tiramos”.
Por eso José Antonio Ramírez ahonda en que una ciudad esponja no solo tiene que ver con el agua pluvial, sino también con el tratamiento de aguas residuales.
“El tema del mantenimiento de áreas verdes es muy problemático por la falta de agua. No usamos vegetación nativa. Segundo: dónde se va el agua tratada de Torreón, no se trata para regar verdes de Torreón, tenemos una cervecería Modelo mucha agua y no la usa para regar áreas verdes porque no hay la red de tubería morada para conducirla a las áreas verdes o Deportiva”.
Dice que se necesita replantear el enfoque, pues asevera que sigue siendo uno de hace 30 años en el que se pavimenta con concreto y asfalto y se pospone la solución pluvial para cuando haya presupuesto.
De 2020 a 2023 se han invertido 63.2 millones de pesos en obras o equipamiento para drenaje pluvial, según la relación de obras y gastos que publica el municipio de Torreón en su página de transparencia. Esta cifra representa el 5.4 por ciento del recurso total que se ha gastado en inversión pública.
Además, el Plan Municipal de Desarrollo 2022-2024 no contempla ninguna obra relacionada con drenaje pluvial.
“Los alcaldes no quieren invertir porque no se ve. Hay una manera de ver la obra, y es a través de los propios parques. Tengo una red de parques verdes, atractivos, que generan imagen urbana, ahí visualizas la obra de ese proyecto esponja y que aparentemente no se ve, pero que se ve en los parques, imagen urbana, salud y todos los problemas que vas a resolver”, sostiene Gustavo Rodríguez.
Critica que los políticos quieren algo más tangible porque buscan una reelección, cuando el alcalde tendría que ser el gerente de la ciudad y tomar los problemas principales para resolverlos.
Por eso cree que tendrían que resolverse problemas por sectores y si se tienen 30 problemas, que se resuelva uno, dos o tres.
Otro problema, añade Paola de la Campa, es que se ha normalizado el problema de las inundaciones y eso hace que quizá, en la escala de prioridades, no esté al inicio.
“Así pasa, cada dos, tres años. Estamos acostumbrados a arreglar problemas presentes, no a prever, que es lo ideal, prever en la mayor medida”, señala.
IMPLAN, SIN SER VINCULANTE
José Antonio Ramírez, quien fue en algún momento director del IMPLAN, reconoce que ha faltado vincular la planeación con la ejecución de los proyectos.
Dice que se necesita impulsar y dar a conocer la información que es valiosa. Menciona que antes no había información a profundidad y ya se elaboró un Atlas de Riesgo, un Reglamento de desarrollo urbano o un Manual de diseño de infraestructura verde para la ciudad.
Sin embargo, considera que se necesita cambiar el enfoque de ver no el lugar donde la ciudad se inunda, sino más bien empezar a solucionar desde donde empieza a escurrir el agua.
Paola de la Campa de la UAdeC considera que existen muchos problemas, muchas situaciones alrededor de la ciudad, por lo que no cree que se trata de que se ignore el problema de las inundaciones.
Además, recuerda que un gobierno trabaja bajo los recursos que tenga y donde siempre se ve la prioridad del presente.
Gustavo Rodríguez es más incisivo. Critica la operación del IMPLAN que, dice, deja de tener su propia autonomía:
“Los alcaldes empiezan a tener a los consejos para que hagan lo que le conviene al alcalde o para pagar favores o para mil cosas, deja de tener un funcionamiento práctico y vinculante. Debe ser autónomo y ser el cerebro de la ciudad, y ahí se planifique la ciudad partiendo de los problemas y no de lo que el alcalde quiere. Cuando el alcalde llega el IMPLAN debe tener los proyectos e investigaciones y propuestas sobre la mesa para que cuando llegue el alcalde haga los proyectos. Debe de generar los proyectos a corto, mediano y largo plazo. Y ahí falta la vinculación entre el IMPLAN, urbanismo y obras públicas”.
Rodríguez de la Vega cuestiona dónde están los proyectos de las colonias populares que tienen este problema como el sur de la ciudad que creció a base de asentamientos irregulares y que ahora reclaman la falta de atención.
LOS ESTRAGOS SEGUIRÁN
Las lluvias copiosas como la de hace unos días, generan diversas afectaciones. El director de Desarrollo Social de Torreón, Héctor Estrada, declaró que tan solo en la colonia Santiago Ramírez se contaron 250 familias afectadas.
Entre ellas también estuvo Mayra Yáñez, quien se mudó a la Santiago Ramírez hace siete años después de haber vivido de renta por mucho tiempo. A pesar de tener siete años, dice que no es la primera vez que se inunda la colonia, eso sí, dice que en este tiempo no se había metido hasta la casa.
El agua entró a la casa de la señora Mayra y le descompuso dos lavadoras y un refrigerador. Sus muebles siguen húmedos y se echaron a perder cobijas.
“Con sacrificio hace uno las cosas, tenemos poco de comprarla y para dejarlo pues no... cuando empezó a subir pensé ‘ya valió’... el agua se metió hasta dentro... la escuela quedó inundada”, platica.
El arquitecto Gustavo Rodríguez dice que las inundaciones generan muchos problemas además de las afectaciones a las viviendas o a las carreteras. Está también el ausentismo en las fábricas, en los negocios, el colapso de la ciudad que deja de operar.
“No pueden distribuir, cuántas gentes viven de la venta del día, un puesto. Formal e informal. Un médico no puede dar la consulta. Se para la economía. Cuánto cuesta eso. Cuánto se pierde por el ausentismo, falta de productividad”, pregunta Rodríguez.
En las escuelas, por ejemplo, es común que los alumnos no acudan, que haya ausentismo. “Nos hablan alumnos o maestros que no pueden salir de sus casas porque el pozo de absorción inundó todo el acceso a las a cinco cerradas y no pueden salir o no pueden pasar por un sector”, cuenta Paola de la Campa de la Faculta de Arquitectura de la UAdeC.
Además, el agua al buscar un cauce se va a la red general de drenaje y lo que sucede es que empieza a desbordarse. Entonces, aparte de la anegación, se generan olores y se regresan las aguas negras, dice Paola de la Campa. “Es un foco de infección terrible”, agrega.
Después vienen todas las afectaciones al pavimento que se tiene que reponer. “Repavimentar toda la ciudad es imposible”, agrega Gustavo Rodríguez.
Y también el tema de salud. El convivir con los fuertes olores al drenaje que se colapsó como actualmente en la Santiago Ramírez o correr el riesgo de contraer dengue, como un hijo de Mayra Yáñez.
Un hijo de Mayra Yáñez fue diagnosticado con dengue. “Tengo un hijo malo de dengue, ya son cuatro días y más con las inundaciones. Ahora con esto, imagínese. Han sido días difíciles de temperatura, dolor de hueso”, relata.
El problema de salud, los daños a los automóviles, a las viviendas, las colisiones o familias incomunicadas, son otros rubros que son parte de una larga lista de afectaciones.
José Antonio Ramírez agrega que se está en una etapa en donde los tomadores de decisión se deben dar cuenta que existe la información para que puedan ejecutarla.
Porque al final, como dice Gustavo Rodríguez, es un problema que tiene solución.