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La guerra por la basura en Saltillo

Desde hace meses, un grupo de pepenadores libra una lucha por querer entrar al relleno sanitario de Saltillo, donde la Unión de Pepenadores de la CROC mantiene un monopolio del negocio sin que la autoridad municipal intervenga para dar solución.

  • 16 octubre 2023

Doña Socorro Hernández Calvillo, 65 años, hunde, una y otra vez, la aguja sobre la manta blanca de flores tornasoladas.

Es un viernes y doña Socorro está sentada sobre la banqueta, en plena calle de Pérez Treviño, bajo la sombra de un pirul, en medio del tráfico de las 12:00.

Hace más de seis meses que doña Socorro borda mantas con hilos multicolores, cada vez que sale a la vía pública en manifestación con sus compañeros de lucha.

Dice que coser manteles le ha permitido sacar algo de dinero y mantenerse durante el movimiento que emprendió cuando ella, y un medio centenar de pepenadores, al frente de José Cruz Chávez Castillo, fueron expulsados del basurero municipal.

Ahora doña Socorro y sus compañeros se han reunido a las afueras de la Comisión de Seguridad y Protección Ciudadana en espera de negociar, por enésima vez, con el capitán Hugo Gutiérrez y el comisionado Federico Fernández, su reingreso al vertedero.

Doña Socorro, la más antigua entre los recicladores del grupo, cuenta que en 40 años de trabajar hurgando entre los deshechos su propia supervivencia, nunca se había visto tomando las calles.

Había llegado a vivir con su esposo y sus siete hijos del ejido Francisco Villa, Zacatecas, a un tejabán de lámina y cartón en el tiradero de Saltillo, cuando en el tiradero había tejabanes de lámina y cartón.

“Pa que ora digan que ni nos conocen”, dice y vuelve a encajar la aguja enhebrada sobre la manta.

Eran los tiempos, cuenta Doña Socorro, en que la basura se quemaba y los pepenadores pepenaban lo que podían: entre chanclas, trapos, metal y vidrio.

Antes de que llegara lo que algunos recolectores han dado en llamar, “la revolución del reciclaje”, con el auge del pet.

$!La basura se ha convertido en un negocio para muchas familias, al grado que la disputa por la pepena provoca conflictos entre grupos.

El conflicto por la basura

Entre el ruido estridente de los cláxones y las máquinas, José Cruz Chávez, quien se ostenta como representante de los recicladores, dice que desde que la mesa directiva de la Unión de Pepenadores de la CROC, liderada por María del Carmen Molina Corral, les prohibió la entrada al basurero, su gente se ha visto en la necesidad de emplearse; las mujeres, lavando ajeno y limpiando casas, los hombres en la obra, de operarios en fábricas o pepenando por la ciudad.

“A milusos, pero nuestro principal ingreso era el relleno”, comenta.

De pronto su celular suena con un sonido frenético, trepidante.

“¡Bueno!”.

Parece que hoy, como en las muchas protestas con cierre de calles que ha realizado el grupo por más de seis meses para exigir su reintegración al relleno sanitario, las autoridades, en este caso, de la Comisión de Seguridad y Protección Ciudadana se han excusado y los citan para otro día.

“No nos van a poder recibir, pero que mañana tenemos que estar aquí a las 11:00. A mí sí me gustaría que fuera la mayoría porque ya estamos hablando de la entrada al relleno, ya no de que a ver si... Ahorita me dicen ‘o entran o entran’. Nos quieren aquí para decirnos cómo”, informa Chávez Castillo a su comitiva.

Con los días José y sus compañeros caerán en la cuenta de que ésta es solo una estratagema de las autoridades del Ayuntamiento local para disolver, una y otra vez, los plantones de los recicladores y dar largas a la solución del conflicto con la CROC.

En la guerra todo se vale.

Hoy, como en otros días, Brenda Mata, recolectora, viuda, madre de tres hijos, dirá que los pepenadores se irán otra vez a su casa “con la cola entre las patas”.

“Un paracetamol nomás pa que nos calme la dolencia”, comenta y sus compañeros ríen sin ganas.

$!El grupo de José Cruz Chávez ha realizado diversas manifestaciones y plantones para exigir el reingreso al relleno sanitario y poder continuar con pepena de basura, su modo de vida.

El negocio de la basura

Otra mañana en su vivienda de la colonia Puerto de Flores, una suerte de monte con casas bajas de block sin enjarrar y calles de tierra, José Cruz dice que el problema de los pepenadores desterrados del basurero, mismo que ya ha cobrado un cariz de conflicto social, surgió en 2019.

Ello después de que él denunciara, ante el sindicato y la presidencia municipal, un presunto monopolio en la compra-venta de basura ejercido por la familia de la secretaria general de la Unión de Pepenadores de la CROC, María del Carmen Molina Corral.

Clan que, en los últimos 12 años, ha logrado establecer un negocio de compra y procesamiento de residuos valorizados como pet, aluminio y cartón.

Desde entonces, afirma Chávez Castillo, los afiliados a este sindicato son obligados por la mesa directiva de la Unión de Pepenadores de la CROC, a vender en la empresa de los hijos de la secretaria general el material recuperado del basurero, a precios por debajo de la mitad de lo que se compra en otras recicladoras de Saltillo y Monterrey.

Además de que a la hora de pesar en la báscula los costales con el pet, el comprador de la Unión resta a cada carga entre 10 y 15 kilos, argumentando que va sucia o contaminada con etiquetas o líquidos.

“Con CROC tenemos los precios a menos del 50 por ciento y sí, es una explotación enorme, y porque yo vine a quejarme de la explotación me dicen ‘ah, usté está dañando a la Unión, va pa fuera’”, platica José.

Hacía más de 20 años que José Cruz, quien originalmente se dedicaba a la albañilería, había ingresado al tiradero, como miembro de la CROC, invitado por un pepenador amigo suyo.

“En la obra trabajaba un mes, me paraban otro mes y qué iba a hacer. En cambio, en el basurero siempre hay basura, dije ‘de aquí soy’”.

José, que apenas y había terminado la secundaria abierta, ocupó por nueve años el cargo de secretario del trabajo en la mesa directiva de la Unión de Pepenadores de la CROC.

Con el tiempo José consiguió que su esposa, dos de sus hijos, su madre y algunos familiares más, entraran también a pepenar en el tiradero.

Hasta que, por supuestas violaciones al reglamento, fue expulsado del sindicato.

Tras su salida forzada del vertedero en 2019, José, su esposa y sus dos hijos, se lanzaron en una guerra sin cuartel por la basura contra el sindicato de la CROC y el Ayuntamiento local.

A mediados de 2022 la familia logró que la dejaran entrar, “por la libre”, a pepenar, pero...

“Con muchas limitaciones, no podíamos entrar a donde andaban los de la CROC. Nos tiraban uno o dos camioncitos de basura y ‘de ahí te tienes que mantener’”.

En esa época José tuvo la oportunidad de sacar del relleno sanitario el material reciclado y venderlo por su cuenta en compañías externas.

Mientras que en la compra de la Unión de Pepenadores de la CROC le pagaban 3.50 pesos el kilo de pet, en compañías como Maresa y Ecoce podía cobrar hasta siete o 10 pesos por kilogramo de botella.

$!El negocio de la basura ha dado a muchas familias de comer y a otros crear un emporio de la basura.

“En un día, si nos iba bien, nos traíamos mil 500 pesos, dos mil pesos. Si vas al relleno con CROC, juntas 30 kilos y te lo pagan a tres pesos, sacas 90 pesos; si juntas 30 kilos lo vendes afuera y te lo pagan a 10, sacas 300 pesos”, dice José como todo un experto en aritmética.

En febrero de 2023 cerca de 45 pepenadores, que entonces pertenecían a la CROC, desertaron del sindicato y se unieron a José Cruz Chávez y su familia.

La CROC es, junto con la CTM, una de las dos centrales que, por acuerdo del municipio, operan en el vertedero de Saltillo desde hace más de 50 años con su Unión de Pepenadores.

La CTM de lunes a jueves, la CROC de viernes a domingo.

“La gente se vino con nosotros, porque ya no sacaban ni pa comer y no querían seguir siendo explotados”.

La lucha por entrar al relleno

A mediados de junio el basurero reinició sus actividades después de una pausa debido a su saturación y la construcción de una nueva fosa.

José Cruz se disponía a regresar con su gente, cuando la Dirección de Servicios Públicos, a cargo de Alejandro Hassaf Tobías, giró un oficio en el que se le negaba, sin razón aparente, el permiso para entrar al relleno, y ya no pudo entrar más.

“El relleno sanitario es municipal, tiene toda la autoridad de negarte la entrada, pero a mí me vas a negar la entrada cuando yo haya incumplido con el reglamento interno del relleno, dice el municipio ‘no, no, no, tú arregla con el sindicato y si no, no entras’. Imagínese, una autoridad municipal se deja ordenar por un sindicato...”.

Los pepenadores, en su mayoría mujeres, que a principios de año se habían sumado a la causa de José, decidieron seguirlo y adherirse a una guerra por la basura que desde hace cinco meses ha tomado las calles de la ciudad como campo de batalla.

$!El grupo de pepenadores inconformes ha buscado de muchas formas que el Ayuntamiento, como administrador del relleno sanitario, interceda para que les permitan el reingreso.

La guerra

Un atardecer de finales de julio en el exterior del Centro Cultural Vito Alessio Robles, Berenice Rojas, 29 años, está contando que tenía cinco cuando ya trabajaba en el vertedero con sus padres, pepenando basura.

A la sazón había en el tiradero otros niños como ella que crecieron entre la suciedad ayudando a sus familias a convertir los desperdicios en dinero para sacar el sustento

Esta vez los pepenadores han irrumpido a las puertas del Vito donde ahora mismo se está llevando a cabo la presentación de un libro, en el marco de la Fiesta Internacional de las Artes (FINA) 2023 que celebra el 446 aniversario de la fundación de Saltillo.

Sobre la fachada del recinto los recolectores han colocado dos mantas recicladas del relleno sanitario en las que han pintado leyendas contra el PRI y la falta de apoyos sociales por parte de la autoridad.

“Nos lo dijo el secretario del Ayuntamiento Carlos Estrada Flores, ‘ustedes no votaron por el PRI, no entran al relleno’. Y ahorita ellos se están agarrando de ahí. Como verán no tenemos ni para comer, menos para imprimir una lona, pero vamos a seguir la lucha...”, advierte José.

Doña Guadalupe Aguirre García, 56 años, 40 de trabajar en el tiradero, dice que no se va a morir de hambre:

“Me voy a poner a robar y le voy a decir al alcalde, ‘mire a lo que me orilló’, ¿qué más voy a hacer?, no sé leer, no sé escribir, ¿cómo quieren que agarre otro trabajo?, mi trabajo era ese, de ahí yo me mantenía. Tengo tres nietos a mi cargo, yo les daba estudio de ahí. Digo, no es justo, soy hasta más antigua que ni la secretaria general, ya me hice vieja ahí”.

De vez en vez la gente que llega al recinto o pasa por ahí se detiene a leer las lonas.

Anocheciendo la gente mira al grupo de pepenadores trasladarse unos metros del Vito Alessio con sus lonas a las afueras de la Casa Purcell, donde se está presentando un recital.

Acá en la calle, María Concepción Ledezma, 54 años, canta su propio drama:

Dice que es madre soltera de tres hijos pequeños, vivía en casa de renta, pero estos meses que no he trabajado son los mismos que se ha mudado de apartamento porque la han echado a falta de pago.

Recién consiguió unos cuartos prestados y sus compañeras de lucha le llevan despensa.

En eso dos patrullas de la policía municipal paran frente al sitio.

Los manifestantes se dispersan.

Dos oficiales preguntan a los pepenadores el motivo de la protesta, escuchan, apuntan en sus libretas y se van.

José Cruz se acuerda del día que se plantó con su gente en la Plaza Nueva Tlaxcala para demandar apoyos sociales a las autoridades y un piquete de policías de uniforme, otros encubiertos, rompieron el mitin a puñetazos y empellones.

Un agente de la policía turística, con pistola, hizo el ademán de desfundar, asegura.

José y Polo, su cuñado, otro pepenador, fueron golpeados, detenidos y llevados a los separos municipales.

“Fue una detención arbitraria porque yo no estaba haciendo nada”.

Sucedió la mañana del 27 de marzo.

“No llevábamos ni un alfiler, no íbamos armados, había personas de la tercera edad. Uno de los civiles agredió a mi mamá, le dio un golpe en el estómago. Estábamos peleando por un trabajo, por una despensa, te pedíamos un kilo de frijol, ¿y qué mandaste a darnos? golpes...”.

$!Según los inconformes, la CROC obliga a los pepenadores a vender la basura a la empresa de los hijos de la secretaria general.

La otra versión

Hace una mañana radiante a la entrada del basurero municipal.

María del Carmen Molina Corral, la secretaria general de la Unión de Pepenadores de la CROC, narra la historia de cómo llegó al relleno.

Sucedió, dice, cuando ella tenía entre 16 y 18 años, que estaba casada.

Luego de su divorcio a los 25 años, con cinco hijos y sin futuro, se quedó a trabajar en el vertedero.

“Fui papá y mamá porque no tuve apoyo del padre de mis hijos. De aquí les di de comer, los hice crecer, de aquí tengo carro, de aquí tuve casa. El relleno me ha dado para todo, para todo...”.

Con el tiempo María del Carmen, 55 años, escaló posiciones en la mesa directiva de la Unión, desde secretaria de actas, pasando por la secretaría del trabajo, hasta alcanzar la secretaría general.

“De mesa directiva era una hermana, ella se fue a Estados Unidos, dejó el puesto y yo la suplí. Luego de ahí ya me quedé. Mi anterior secretario general, (Aurelio Silva Díaz), pos... ya era grande y mejor se optó por cambiar de mesa directiva, él salió y fue donde me escogieron”.

Uno de sus mayores méritos, dice, fue abrir, junto con don Aurelio Silva, mejores mercados para la venta de lámina, cartón y archivo, cuando al relleno entraba solo un comprador de material reciclado.

“En aquellos años se sufría, no había quién vinera”.

Desde su puesto como secretaria general había logrado, tras el florecimiento del plástico, el ingreso al vertedero de empresas como Maresa, Avangard de Monterrey y otros compradores.

Años después ella y su familia, sus hijos, una hermana y un sobrino, se organizaron para establecer en el tiradero dos compras: una de plásticos, la otra de archivo, cartón y lámina.

María del Carmen aclara que tales compras no son de su propiedad.

“Que las haya organizado para que todo vaya funcionando, es diferente... Mías no son, pero sí, mis hijos pusieron sus propias compras y la gente escoge quiénes entran y quiénes salen”.

Hoy sus hijos son los dueños de un pequeño emporio frente al basurero, a orillas de la carretera a Torreón, junto al panteón de La Paz, con tres bodegas donde se recibe y se procesa, mediante el uso de molinos y prensas empacadoras, el material proveniente del relleno y otras fuentes.

“Las bodegas no son mías, son de mis hijos y son mayores de edad”, vuelve a decir María del Carmen.

A su espalda está parqueada la Lobo Raptor blanca modelo reciente que, asegura, fue obsequio de sus vástagos.

“Esa me la regalaron mis hijos, pero carros...nunca... he andado a pie. Todos los que usted ve, la mayoría, tiene en qué moverse. Pobre no puede ser ningún pepenador, ninguno, el que viene a trabajar, trabaja”.

$!Alef Casas, uno de los hijos de la secretaria general de la CROC, frente a la basura y el negocio que han construido en los últimos años.

Más allá, al fondo del vertedero, justo donde hace unas semanas la municipalidad inauguró una fosa nueva para confinar las más de 700 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos que recoge de la ciudad, María del Carmen presenta a la mesa directiva de su Unión.

La mayoría son hombres y mujeres criados y crecidos en el relleno, que han encontrado entre la basura un modus vivendi.

Flavio Díaz, 46 años, un pepenador que presume haber llegado al basurero con sus padres cuando tenía un año de edad, platica que en ese entonces en el tiradero había más oportunidades de vida, “ahorita, últimamente, saca uno pa comer, nomás”.

Y dice que lo más que se gana son entre 700 y 800 pesos por tres días de trabajo en el relleno.

‘Patadas de ahogado’

Jesús Macareno Cedillo Ramírez, asesor sindical de la CROC, que ha venido acompañando el recorrido por el tiradero, dice que la lucha de José Cruz Chávez Castillo y su grupo de pepenadores por conseguir su entrada al basurero, no son más que “patadas de ahogado”.

“Va a llegar un momento en que nosotros vamos a hacer lo mismo que él, pero con toda nuestra Unión”, previene.

Afirma que la expulsión de José Cruz de la CROC fue en asamblea y conforme a los estatutos.

“No fue la secretaria general, fue la Unión de Pepenadores quien le dio salida a este hombre porque no cumplió el reglamento ni los estatutos dentro de la organización”.

“Esa gente me tiene por lo peor, ratera, sicaria, todo, que yo vengo y les pego, que hago y deshago. Están diciendo muchas mentiras. Le voy a decir. ‘¿hasta ahora te afecté?, cuando me pedías para las inscripciones de tus hijos me dabas la cara, yo era muy buena. Cuando me pedías dinero para lo que se te ofrecía, ah era muy buena. Ya nada más se te puso y ya no soy buena porque querías más, oye es imposible estar manteniendo a un hombre. Aunque no hubo papales que me firmó, él sabe que el apoyo lo tuvo”, ataja Carmen.

Y cuestiona el hecho de que José Cruz traiga en su movimiento a personas de la tercera edad.

$!María del Carmen Molina escaló posiciones en la CROC, hasta ser secretaria General. En su lugar de trabajo, presume que ha logrado mejorar los mercados para la venta de lámina, cartón y archivo.

“A su mamá, ya no ve, su mamá tiemble y tiemble, le digo ‘¿por qué me la quieres traer, si ni siquiera puedo ayudarte con el servicio médico?’. La más antigua era doña Socorro Hernández Calvillo y se fue a grillar allá, por qué, porque quiso. Son gentes que tenían tiempo aquí y que nadie las molestaba, nadie, yo menos”.

-¿Por qué fue que José salió de la Unión?

-Era una persona muy negativa, quería los mejores viajes (de basura), quería que la Unión tuviera privilegios para él, imponer. Aparte con su liderazgo de, ‘si no me haces caso presidencia de dejarme la basura todo el día, te hago un plantón’. Yo le decía, ‘no señor, eso conmigo no va, hay que obedecer reglas, es nuestro trabajo, es como una empresa y usted no tiene por qué ir a pararse allá’.

-¿Dicen que usted los obliga a comprar el material en las compras de su familia y a un precio muy por debajo de lo que ofrecen otras recicladoras?

-Ahorita hay una baja muy considerable en todas partes. Estos materiales pierden a veces su valor por la suciedad, si trae líquido y trae desperdicio... La etiqueta, si quisieras un precio más alto, hay que quitarla y dejarlo completamente limpio y sí, se me eleva el precio por paca. El pepenador no se fija si el material está limpio o está sucio...

Carmen afirma que Chávez Castillo ha aprovechado su rebelión para obtener del Ayuntamiento beneficios personales.

“Y no va a parar, créame, ahorita va a hacer esto, mañana o pasado va a hacer otra cosa y como ya le supo, ya le dieron...”.

Otra incursión

Cae la tarde en el corazón de la zona universitaria de la ciudad.

Es domingo 23 de julio, la víspera del cierre de la Fiesta Internacional de las Artes 2023 para el cual se ha anunciado la presentación del conjunto musical del momento: Los Dos Carnales.

José y el grupo de pepenadores se han plantado esta vez con sus lonas sobre la confluencia de Venustiano Carranza y Gonzáles Lobo.

Han venido, dicen, no con la intención de presenciar el concierto, sino para, de nueva cuenta, exigir a la municipalidad haga justicia y les deje entrar al relleno.

José cuenta que a su llegada los recolectores intentaron acceder al evento para estar lo más cerca posible de las autoridades y hacerse notar entre la multitud, pero fueron contenidos por los policías que custodian el filtro.

“El alcalde Chema Fraustro quiere que se vea lo bonito, pero no la otra parte de Saltillo. Si ellos nos permitieran la reinstalación a nuestro trabajo no estaríamos aquí”, dice José.

Y amaga con ir de evento en evento para presionar a la autoridad y así se digne a poner fin al conflicto por la basura.

$!La basura se ha convertido en un conflicto entre grupos sin que hasta el momento el Ayuntamiento interceda.

El sueño de la basura

“Nosotros empezamos de nada, créamelo que de la nada, éramos pepenadores”, dice Alef Casas, uno de los hijos de María del Carmen Molina Corral, la dirigente de la Unión de Pepenadores de la CROC, mientras camina entre las torres y torres de pet y latas de aluminio comprimido que abarrotan las bodegas del negocio familiar.

Diez años, dice, les costó el sueño de convertirse en proveedores de materia prima seleccionada y segregada.

Y dos años capitalizarse y ver funcionar la primera prensa compactadora, luego el molino.

Alef va recorriendo uno a uno los tres predios, propiedad de la familia, donde han instalado este emporio de basura.

“De primero no hacíamos nada más que seleccionar y revender, pero como eran casi los mismos clientes, era un monopolio muy cerrado. Tuvimos que empezar a tocar puertas en compañías grandes y a base de pláticas... Fue como empezamos a abrir más mercado”.

A tal punto que ya se han convertido en el principal competidor de Maresa, el reciclador más fuerte de Saltillo en materia de plásticos.

Luego Alef muestra con cierto dejo de orgullo el primer molino y la primera compactadora que compraron y que ahora lucen como piezas de museo.

A la fecha la compañía genera entre 50 y 60 fuentes de empleo directas, platica.

-¿A cómo están comprando el pet?

-Al público en general ahorita lo traemos en 4.50, cinco pesos el posconsumo, quiere decir que viene de la casa, no trae muchos contaminantes.

-¿Y el del relleno?

-El del relleno es un poquito más barato, ahorita lo estamos comprando en 3.50 porque viene muy contaminado, con muchos líquidos, muchos metales que nos aumentan el costo del proceso. Si compras material que viene recién salido de la basura, sucio, que vas a ocupar las máquinas, luz, transporte, a meterle mano de obra y vas a gastar en almacenamiento, ¿cuánto te va a costar ese producto?, tienes que amortizar. Ya el producto limpio, en paca, yo lo voy a vender en 10 pesos. Él (José Cruz) quiere que su material directo del relleno venga un proveedor grande y le diga que lo compra en 10 pesos y no va a ser.

Declara Alef y dice que el sueño más grande de la familia es llegar a convertirse en una pequeña microindustria del reciclaje y luego en una industria con todas sus letras.

“La diferencia aquí es la visión que tienes. No porque no tengas el dinero, el estudio, el trabajo, no puedes generar algo. Y esa es una mentalidad que mi mamá nos creó”.

Derecho a entrar al basurero

Otra mañana de viernes el grupo de pepenadores ha bloqueado dos carriles de la calle de Francisco Coss, frente al palacio municipal, mientras aguantan callados el enojo de los conductores que pasan y les echan el sonido del claxon.

José Cruz está rodeado por varios policías a los que enseña un papel.

Es, dice, un amparo, el 1028/2023-2-JC, en el que Gastón Solórzano Valenzuela, juez Segundo de Distrito en Coahuila, ordena al municipio les restituya su derecho a entrar a laborar en el basurero o en su defecto les otorgue el pago de becas sociales.

“Ya no venimos como antes a pedirle de favor que nos dejen trabajar, venimos a exigir que nos dejen trabajar”.

Y han venido, dice, para demandar se cumpla lo que dice el documento.

“Pero no nos lo quieren respetar. Ahorita hablamos con un jurídico, dice que falta un trámite burocrático, una solicitud para entrar al relleno”, se duele José.

Y advierte que si no los atienden en media hora van a cerrar todo el bulevar.

Una ahora y media después los manifestantes levantan el plantón y se retiran con la promesa del Ayuntamiento de que ahora sí entrarán al relleno el viernes próximo.

La turba parece contenta.

“Nosotros estamos pidiéndole a Dios, yo ahorita que me vine dije ‘ay virgencita, por favor, que ya arreglemos’”, ruega doña Socorro Hernández.

“A nosotros nos tiene garantizado nuestro licenciado que esta semana o la otra nos tienen que dar entrada”, dice José Cruz.

“Ya con un papelito...”, tercia Brenda Mata.

“Ni López obrador puede desobedecer esta orden”, suelta otra vez José.

¿Y María del Carmen?La señora va a hacer su berrinche y el viernes no nos va a dejar entrar. Nos vamos a regresar aquí, ‘alcalde haz que se cumpla esto porque tú eres el administrador’. Vamos a exigir que la corran por desobedecer la orden de un juez.

El lunes 2 de octubre los recicladores vuelven a tapar el Coss.

Han llegado con la novedad de que los pepenadores de la CROC, a la cabeza de María del Carmen Molina Corral, impidieron su acceso al relleno, con todo y que iban acompañados por representantes de la autoridad municipal.

Según la crónica de José, a su entrada al relleno, justo cuando libraban el área de la fosa, el grupo rival les bloqueó el camino refiriéndose a ellos con palabras altisonantes y amenazas.

Los funcionarios que iban con ellos los dejaron enfrascados en la agresión y se atrincheraron en la caseta.

Viendo que no iban a poder entrar, los recolectores enfilaron rumbo a la capillita que está en el acceso del vertedero.

“Nos disponíamos a almorzar cuando se vienen otra vez los de CROC y nos agreden. Tengo las grabaciones donde dicen que a la fuerza nos van a sacar porque ellos son los que mandan”.

Esta vez el grupo de José Cruz está enojado, se encara con los policías, vocifera, montea, que no es justo, qué quién les va a pagar los recibos de agua y luz atrasados, el gas, la escuela de los chicos, la comida.

“Los del municipio dicen ‘yo sí te dejé entrar, pero ellos no te dejaron trabajar’. Les digo ‘ustedes son administradores del relleno y deben de poner orden’, dicen ‘yo ya te permití el acceso, ya si te agarras a golpes con ellos no es mi problema’, óyeme pos no”, reclama José.

$!El conflicto entre grupos llevó inclusive a los inconformes a ampararse para que se les restituya su derecho a trabajar en el relleno sanitario, pero a pesar de ello no lo han concretado.

Al rato los jurídicos del Ayuntamiento les mandan decir que están dispuestos a renegociar su ingreso al tiradero si liberan la calle.

“Dicen ‘tenemos que pedirles permiso a los pepenadores de CROC a ver si el viernes los dejan entrar a trabajar’”, informa José.

Los recolectores toman sus mantas y se van con la esperanza de que ese viernes sí los dejen entrar.

Mientras se escribe esta crónica llega un mensaje de José Cruz al whatsapp de SEMANARIO.

“El martes estaremos de nuevo en la presidencia, en manifestación, a partir de las 10 a.m.”.

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