Las manadas de perros salvajes están poniendo en jaque la biodiversidad de la Sierra de Zapalinamé, sin que exista un plan para erradicar este problema. Ambientalistas advierten de posibles riesgos al ecosistema.
- 18 noviembre 2024
La biodiversidad de la Sierra Zapalinamé se encuentra en inminente peligro ante la presencia de perros ferales que, en los últimos años, han invadido el bosque y amenazado con depredar y desplazar a la fauna nativa del lugar.
Monitoreos realizados a través de cámaras trampa, colocadas en distintos puntos de la montaña por organizaciones como Ursus MX y Protección de la Fauna Mexicana A.C., (Profauna), han detectado la existencia de jaurías de hasta 20 individuos que merodean, incluso, por sitios que antes se consideraban inaccesible para estos seres vivos.
“El grupo más grande que hemos registrado ha sido de 20 perros ferales, eso fue en los límites de San Lorenzo con Sierra Hermosa. Los hemos observado en lugares que no te imaginas. Uno de ellos, por ejemplo, es donde está Ciudad Universitaria, hacia arriba. A esa montaña le dicen el Caribú y es virgen, son raras las personas que la suben.
“Hace tiempo nos dimos a la tarea de instalar unas cámaras y la sorpresa fue que había perros ferales allá arriba. Yo esperaba encontrarme de todo: pumas, osos, venados y solamente encontré venados y perros. Esa puede ser una señal de alerta: que los perros estén llegando a lugares que nunca pensamos”, asegura Gilberto Carranza, el director de la asociación Ursus MX.
Condición que, según ambientalistas, investigadores de fauna silvestre, adiestradores y veterinarios, representa ya un riesgo para las mil 167 especies de animales que habitan en Zapalinamé, decretada como Zona Sujeta a Conservación Ecológica desde 1996.
Según los registros de las cámaras de sensor instaladas por Profauna a lo largo del Cañón de San Lorenzo, uno de los principales sitios de manejo dentro de la Reserva Natural Estatal Sierra Zapalinamé y catalogado entre los lugares con mayor biodiversidad, se han identificado al menos tres manadas de perros asilvestrados integradas por seis y hasta 14 canes de razas diferentes.
“Ahí los vas a ver o los vas a escuchar, si tienes suerte. Son escurridizos como cualquier animal silvestre”, dice Juan Manuel Cárdenas Villanueva, el coordinador operativo de la Reserva.
DEPREDADORES DE ESPECIES
Aunque aún no existen investigaciones sobre sus impactos, se cree que estas jaurías podrían haberse ya convertido en depredadores de especies como el oso negro, venado cola blanca, coyote, zorra gris, gato montés, cacomiztle, ardillas terrestres, comadrejas, zorrillos, tlacuaches, murciélagos de cabeza plana, conejos, roedores y distintas clases de aves que habitan el Cañón de San Lorenzo.
Por su parte, Pedro Benjamín Dávila, responsable de Biodiversidad en la Universidad Autónoma de Coahuila, alerta sobre cómo las manadas de perros asilvestrados que han llegado a poblar el arroyo que converge con C.U., en Arteaga, ya han causado daños al medio natural.
“Han matado codornices, han matado ardillas, liebres californianas. Traían entre todos a un pobre conejo serrano en cinco pedazos. También encontramos cadáveres de tecolote llanero, que vive en pozo, los perros los cazan, y con ello están dañando la cadena trófica.
“Por ejemplo, los tecolotes llaneros te ayudan al control de plagas de ratones, oye, ¿si ya no están ellos? Imagínate las plagas de ratas y las infecciones que pueden transmitir”.
Animales, algunos de estos, como el oso negro y el venado cola blanca, que se encuentran en peligro de extinción o amenazados, de acuerdo con el listado de la Norma Oficial Mexicana 059 sobre especies de flora y fauna en riesgo.
“En cierto momento los perros representan también una gran competencia para la fauna silvestre, y el hecho de que estén organizados favorece que pueden cazar un animal de mayor tamaño”, comenta Juan Manuel Cárdenas Villanueva, coordinador operativo de la Reserva Natural Estatal Sierra de Zapalinamé.
Tanto, describe Francisco Cruz García, especialista en el estudio y manejo de fauna silvestre y maestro investigador de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, que el perro salvaje ha escalado ya la cúspide de la cadena alimenticia, debido a que no tiene un depredador natural en Zapalinamé.
“Entran en un sistema ya salvaje, donde se tienen que alimentar o ser presa de otro animal grande, un puma solamente, y hasta arriba de la sierra. Ya no es un perrito de acariciarlo, ya es un animal que se volvió un problema, que está matando especies nativas, que está desplazando a otras especies nativas, que está acabando con un equilibrio normal de la naturaleza, entonces ya tiene que entrar esa parte de la erradicación”.
Si bien hasta ahora no se han reportado ataques a humanos, estos grupos de canes que, a decir de expertos, han regresado a las costumbres de sus ancestros los lobos, pudieran constituirse como una amenaza latente, además, para los más de mil 400 personas que al mes, con base en datos de la organización Conservación San Lorenzo, visitan el Cañón para caminar, senderear, a escalar o acampar.
“Cañón de San Lorenzo está siempre con visitantes y hemos tenido al menos uno o dos reportes de personas que han dicho que los perros las han estado acechando, no atacando, pero están cerca de ellos, los escuchan que ahí están y no se van y no se van. Creemos que es porque a veces la gente entra con canes hembras, los perros las ven vulnerables y las quieren secuestrar para unirlas a la jauría”, declara Juan Cárdenas.
Aquí son comunes las historias de gente que va de excursión al Cañón de San Lorenzo, lleva su can sin correa, el can, que no sabe andar en el monte, corre tras una liebre y el dueño no lo vuelve a ver más, se le pierde.
“Y ya contaminaste el ecosistema. El perro aparte va a sufrir el abandono y se va a ir a morir en el monte, de hambre y de sed o, en el peor de los casos, se hace feral”, dice Armando González, director de Arcan Adiestramiento Canino.
UN PROBLEMA AÑEJO
Información obtenida vía transparencia (folio 050098700008524), revela que desde 2021 a la fecha la Secretaría del Medio Ambiente de Coahuila, ha recibido un total de siete reportes sobre la presencia de manadas de perros salvajes en puntos como el aeropuerto de Torreón, la Sierra Zapalinamé, Arteaga y el ejido Pozuelos, en Frontera.
Una problemática que, aseveran activistas ambientales, no es nueva, pero que se ha intensificado en los años recientes.
“El problema ya viene de tiempo atrás. Sin embargo, ahorita se ha incrementado la presencia de estos animales”, apunta Juan Manuel Cárdenas Villanueva, el coordinador operativo de la Reserva Natural Estatal Sierra de Zapalinamé.
Ya en su tesis de licenciatura “Diversidad de Mamíferos Terrestres en le Reserva Natural Estatal Sierra Zapalinamé (...)”, el ingeniero agrónomo zootecnista Oziel Hernández Moreno, había documentado la presencia de 25 perros ferales a través de 33 estaciones de fototrampeo, colocadas en la zona entre 2013 y hasta principios de 2016.
En dicha investigación, cuyos resultados fueron revelados en 2022, se lee que la presencia de jaurías salvajes dentro de la Reserva es un problema actual y representan amenazas potenciales sobre la mastofauna (fauna de mamíferos) nativa.
“Se tiene documentado que los perros han extinto 11 especies y puesto en riesgo de extinción a cerca de 96 mamíferos en (el Área Natural Protegida) Valle de los Cirios, Baja California (...). Sin embargo, es posible que la mayor amenaza de la presencia de los perros ferales sea la propagación de enfermedades infecciosas, con resultados catastróficos para la vida silvestre”, advierte el autor del estudio.
Habla Juan Manuel Cárdenas:
“Sobre todo enfermedades que transmiten a la fauna, hablemos de sarna, porque creemos que otros animales sí tienen contacto con estos perros, que llevan un montón de bichos de la ciudad al medio silvestre”.
Además de rabia y parásitos como garrapatas y pulgas.
“Hemos estado en uno de los mejores lugares en el estado en cuanto a incidencia de rabia. Por lo que se refiere a los parásitos, las excretas de los perros salvajes pueden, incluso, parasitar a la gente que va a las áreas rurales”, refuerza Luis Jaime Flores Moreno, médico veterinario y adiestrador de canes.
Gilberto Carranza, de Ursus MX, ahonda sobre el proceso de transmisión de los parásitos del perro feral a la fauna silvestre:
“Los animales, si prestas atención en los caminos, dejan sus heces para marcar o delimitar territorio y los perros hacen exactamente lo mismo. Pasa otro animal atrás de ellos, puede ser un oso, un zorro, un zorrillo, por curiosidad las huelen, las comen y pueden introducir parásitos que su sistema inmune no los reconoce y de ahí morir fácilmente”.
SE DESCONOCEN DAÑOS
Hasta ahora no hay un estudio que determine la magnitud de la depredación ocasionada por los perros ferales a la fauna silvestre de Zapalinamé, y otros entornos.
“De hecho estamos en busca de un estudiante que quiere colectar heces fecales y así determinar cuál es la dieta de estos perros”, dice Cárdenas Villanueva.
Se desconoce también cuál es el índice de reproducción de estos caninos y su éxito.
“Sabemos que se están reproduciendo porque hay gente que nos ha reportado, por ejemplo, en El Penitente, una camada de cachorros y al acercarse a ver, porque se escuchaban los cachorros, las hembras estaban agresivas, no los dejaron acercar. En el Cañón de San Lorenzo con cámaras de sensor hemos captado, incluso, hembras lactando, entonces sabemos que se están reproduciendo ahí”.
Lo cierto es que senderistas, investigadores de fauna y observadores de aves, han advertido sobre la incidencia de perros ferales, no solamente en Zapalinamé, sino en parajes cercanos a ejidos de la Sierra de Arteaga, como Carbonera, Sierra Hermosa, El Diamante, San Ignacio, Bella Unión; las inmediaciones de presas como Palo Blanco, en Ramos Arizpe; ranchos como Cuauhtémoc, Chapultepec, La Joya, La Encantada, El Recreo, Puebla, en Saltillo; la reforestación de la UAAAN y lo que es peor, en la periferia y los arroyos que cruzan por la ciudad.
“Últimamente hemos estado explorando mucho para el rumbo de La Encantada, la Narro, todo eso, que también son sierras vírgenes, y ahí aparecieron los perros ferales. Realmente hay en toda la Sierra Zapalinamé, desde Derramadero hasta Los Chorros. En cualquier cañón, puedes encontrar perros”, dice Gilberto Carranza de Ursus MX, quien mantiene instaladas seis cámaras de fototrampeo entre Los Chorros y la Narro.
Se sabe que estas jaurías ya han comenzado a causar estragos con su irrupción en corrales de ejidos enclavados en Zapalinamé o la Sierra de Arteaga, donde depredan desde becerros jóvenes, borregos y cabras, hasta gallinas.
“Sí, son poderosos y como trabajan en equipo son más eficientes en la cacería. La gente no asume que son los perros, asume que es el oso, que es una especie a la que tenemos que proteger y le están cargando los milagros...”, expone Juan Manuel Cárdenas Villanueva, de Profana.
UN CAZADOR VORAZ
En los últimos dos años Profauna ha registrado, al menos, 15 reportes sobre perros ferales que han estado depredando ganado.
“Son los mejores cazadores que puede haber, y más en grupo. Como cada vez se van alejando más de los cascos de las ciudades, de las áreas urbanas y van dependiendo más de la vida silvestre, llegan a cazar hasta venados.
Hasta el momento, ni gobierno ni sociedad han puesto sobre la mesa alguna alternativa de solución para el control de esta especie.
“Nos compete a todos, tanto a la sociedad que somos los que tenemos mascotas, como a las autoridades que rigen estas reservas”, urge Gilberto Carranza, de Ursus MX.
La raíz del fenómeno, coinciden los entendidos en temas de medio ambiente, es la falta de educación y cultura sobre la tenencia responsable de las mascotas.
“Falta educar a los niños sobre la responsabilidad de tener un perro, el compromiso de adquirirlo y reducir su demanda”, opina Luis Jaime Flores Moreno, médico veterinario y adiestrador de canes.
Hablar de perros ferales es hablar de aquellos perros que fueron abandonados por sus dueños a la entrada de las zonas serranas, o simplemente echados a la calle en colonias que han invadido los límites de las áreas naturales.
“Son aquellos perros que el dueño, por una razón que desconocemos, sea que ya no los puede tener, viene y los deja aquí al Cañón de San Lorenzo, a las orillas de las colonias o a la orilla de la carretera. Seguramente fueron perros abandonados, llegaron y los tiraron aquí en la entrada del Cañón y en cierto momento ya les gusta más la vida libre y se empiezan a quedar acá. Ya cazan, consiguen su alimento por sí solos”, explica Juan Manuel Cárdenas.
A estos canes se les conoce como semiferales, o de interfaz, que se internan en la montaña para buscar comida y refugio, forman jaurías bien organizadas en machos y hembras alfa y perros sumisos; se aparean entre ellos y conciben nuevas crías nacidas bajo el amparo de la madre naturaleza, sin contacto con el ser humano, totalmente salvajes.
“El perro desciende de los lobos y cuando se llega a asilvestrar y a no depender de la presencia del humano, empieza con sus instintos, que ya genéticamente trae. Empieza a haber hembras reproductoras, hembras que amamanten nada más, va a haber alfas, perros cazadores. Solos forman sus jerarquías”, explica el doctor Flores Moreno.
Viven en cuevas o a la sombra de parajes de matorrales, en las partes altas de la montaña, la mayoría se alimentan de carroña o de cualquier animal, llegan a ladrar, acechan con maestría y, según las imágenes capturadas por las cámaras trampa de Ursus MX y Profauna, se mantienen en actividad, incluso, durante la noche.
“Los semiferales son perros que fueron mascotas, que tuvieron contacto con los humanos, que dependieron de los humanos para alimentarse y, por lo tanto, crearon un lazo con el humano de dejarse tocar, no huir, pero fueron abandonados.
“La siguiente generación de cachorros ya no dependen del humano para nada y aunque generalmente su sobrevivencia es muy baja, de 10 cachorros se han de lograr dos, por la exigencia de comida que no hay, de agua, pasan frío, calor, el medio ambiente donde están es de otros depredadores comunes, ya nacen siendo ferales”, puntualiza Luis Jaime Flores.
A la vez, esos cachorros que sobrevivieron van creando inmunidad a enfermedades que a un can doméstico le afectarían.
“Inmunidad innata a parvovirus, moquillo, a parásitos. Van creando, como quien dice, una subespecie de perros que tienen más resistencia y que están más adaptados a la vida silvestre”.
Con respecto al abandono de mascotas, según la respuesta a la solicitud de información folio 50103300041124, la Dirección de Salud Pública de Saltillo ha recibido desde 2019 a la fecha un total de 18 mil 623 reportes sobre perros callejeros, siendo 2023 el año con mayor cantidad de reportes, cuatro mil 122, después de 2020, el año de la pandemia, con cuatro mil 235.
Abandonos que han venido a agravar aún más el problema de los perros asilvestrados.
Juan Cárdenas detalla que entre las razas que han llegado a detectar en las tres jaurías de seis a 14 perros que viven en San Lorenzo, se aprecian incluso cruzas de labrador y pastor belga.
“Antes se veían puros perros de los llamados criollos, cruzas de callejeros, y ahora se ven cada vez más perros de razas como san bernardo, bóxer, andando allá arriba, pastor alemán, pastor belga, que son todavía mucho más grandes y más peligrosos”, apunta Gilberto Carranza.
NECESARIAS ESTRATEGIAS
Actualmente Profauna se ocupa en la descripción del problema para, posteriormente, generar las estrategias adecuadas a su solución.
“Es un tema complicado y creo que no muy estudiado. Tenemos que, primeramente, conocer bien el problema que no nada más está en Zapalinamé, sino en la Sierra de Arteaga... Recordemos que en Coahuila hay la ley de trato digno a los animales, tenemos que hacer cualquier acción acorde a ella, pero ahorita lo principal es hacer consciente a la población”.
A la pregunta de si se tendrían que emprender acciones tendientes a la fumigación o sacrificio masivo de perros salvajes, Juan responde:
“No, no, no pos imagínate, esto tiene que ser un trabajo, primeramente, de concientización en la ciudad, para evitar que el problema siga creciendo. He visto lugares donde el problema ha sido muy, muy grande, donde es necesario controlar la población. Esperemos no llegar a eso y que con acciones preventivas podamos mermar este problema”.
Sobre el particular, datos obtenidos vía transparencia destacan que la Secretaría del Medio Ambiente de Coahuila pasó de invertir seis millones 637 mil 846.21 pesos en 2019 para campañas de comunicación, materiales educativos, talleres de apoyo y esterilizaciones, a solo 38 mil pesos en 2023.
El mismo informe indica que en los últimos nueve años la SMA realizó un total de 153 mil 352 esterilizaciones de perros en todo el estado.
No obstante, los especialistas consultados por Semanario concuerdan en que, aunque se ha avanzado, aún falta picar piedra en el fomento de la esterilización temprana de mascotas.
“Mucho se ha avanzado, pero por los pocos que no están esterilizando el problema se vuelve geométrico, porque cada perra tiene de cinco a siete perritos en cada celo, que es dos veces al año. La esterilización es una gran medida, pero yo creo que la más importante es la educación.
“Te podría decir que la solución es formar una cuadrilla de cacería y matar a todos los perros ferales. Vas a acabar con ellos dos meses, pero al siguiente mes ya otra vez tus perras parieron perritos porque no tuviste la conciencia de cuidar y de esterilizar a tus animales. La solución es la concientización sobre la esterilización, cuidado, resguardo y manejo responsable de las mascotas”, expone Armando González, director de Arcan Adiestramiento Canino.
Gilberto Carranza, director de Ursus MX, declara que otro de los factores que ha intensificado el problema de los perros salvajes en la entidad, es la falta de control en su reproducción y las condiciones de maltrato que privan en las áreas rurales.
“A veces, por la falta de recursos, las personas en los ejidos los descuidan y los animales salen al monte a buscar sus alimentos”.
Algo parecido ocurre con los dueños de cabañas, por ejemplo en la Sierra de Arteaga, que dejan a sus perros como guardianes por largo tiempo, pero sin comida ni agua suficiente,
“Entonces el perro escapa para buscar sus recursos. He tenido pláticas con gente de los ejidos a la que muchas veces se le pierde un becerro o un potrillo y lo primero que dice es, ‘ah el oso, ah el puma’, pero a veces ya no son esos los depredadores, sino los perros”.
En las incursiones que el especialista en fauna Silvestre Francisco Cruz García ha realizado con sus alumnos por la reforestación de la UAAAN, para monitorear vegetación, mamíferos y aves, se ha encontrado también con perros ferales.
“Por eso habría que hacer un estudio específico sobre la cantidad de perros que andan por esa zona, porque sí son bastantes. Se puede determinar la densidad poblacional a través de huellas, excretas y cámaras trampa”.
La jauría más grande que se ha visto en el lugar es de cinco y hasta seis canes salvajes.
“La zona es muy pequeña, unas 800 hectáreas, y hablar de 20 animales es bastante”.
Su inquietud por el estudio de este problema ambiental nació cuando se topó con el cadáver de una joven venada que habría sido devorada por alguna bestia en su parte trasera.
“Empezamos pláticas algunos profesores con los alumnos para ver si podemos hacer como una tesis, una investigación, monitorear las poblaciones de los perros ferales, porque sí puede ser un problema grande”.
¿CUÁL ES LA MEJOR SOLUCIÓN?
Pedro Benjamín Dávila, responsable de biodiversidad en la UAdeC, quien además es un apasionado fotógrafo de naturaleza y observador de aves, cuenta de la vez que le tocó encontrarse con una manada de cachorros en pleno bosque del ejido Cuauhtémoc.
“Dos camadas de cachorros de aproximadamente dos meses de edad en plena sierra. Ya no te quieres acercar o caminar sobre un sendero porque no sabes en qué momento te van a salir cuatro o cinco perros, de la nada”.
Lo mismo le pasó mientras realizaba un avistamiento de pájaros en la Presa Palo Blanco, de Ramos Arizpe.
“También está lleno de perros ahí. Tengo documentados grupos de hasta ocho o 10 perros en fotografía”.
El equipo de la asociación Amigos de la Sierra ha visto perros salvajes, sobre todo por el rumbo de Carbonera.
“Tú los puedes ver. Pobres, andan con una cara de susto al principio y seguramente ahí se van uniendo a una manada de perros que se feralizan”.
Es un tema complicado, dice David Valladares Sánchez, director de Amigos de la Sierra, porque a final del día el controlarlos implica a veces el generar algunos métodos como el sacrificio de estos individuos.
“Y también es un tema complicado ante los ojos de la sociedad. Yo me imagino que a veces que las autoridades se encuentran en una encrucijada. Desconozco si hay, por parte de la Profepa o de la SMA, algún estudio que nos dé datos, un poquito más precisos, para abordar el problema. Si ya hay alguna especie amenazada, algún conteo de reportes de ataques tanto a personas, como a otros perros, como a especies, para poder solventar una respuesta de control”.
Gilberto Carranza coincide en que falta dar solución al problema de los perros que ya están alojados en la sierra.
“Podemos tratar de crear una barrera en la sierra para que no vayan a entrar más perros, pero si no hacemos algo con los que están adentro ellos se van a seguir reproduciendo. La idea no es sacrificarlos, a nadie nos gusta sacrificar a ningún ser vivo. Aquí la dificultad es que como ellos ya se adaptaron al medio salvaje, no es como que lo atrapes y lo pones en adopción. Tienen que pasar por un proceso, una cuarentena, eliminar cualquier virus o enfermedad que tengan y de ahí ver si son aptos para su adopción”.
El doctor Luis Jaime Flores Moreno dice que capturar a estos perros y mantenerlos en un albergue resulta una alternativa poco viable, considerando que son salvajes y su comportamiento es más parecido al de un lobo.
“Aunque fenotípicamente es un perro o parece un perro, su comportamiento, su alimentación, incluso, su carácter, no son de un perro, son de un animal silvestre. Tendrías que tenerlo separado, en condiciones muy especiales, como si fuera un animal salvaje y el perro se va a estresar mucho, porque no está acostumbrado a la presencia del humano. A lo mejor con cierto entrenamiento podemos reintroducir uno como mascota”.
Por su parte, el investigador Francisco Cruz García piensa que en estos casos la mejor opción es el sacrificio.
Colocar trampas, capturarlos y llevarlos al área correspondiente que es el Control Canino
La otra sería emprender una cacería por la montaña.
“No se hace con venenos porque pudiera llegar a afectar a otras especies de fauna, se hace como una cacería donde se selecciona al individuo y de esa manera se van erradicando las poblaciones. Un animal se está cazando por esta situación. Si no hay medidas de prevención, un control...”.
Salud Municipal de Saltillo dijo haber sacrificado de 2018 a 2022 un total de 17 mil 529 perros en situación de calle, siendo 2019 el año en que más eutanasias se practicaron, cuatro mil 760.
Por lo pronto, dice Juan Cárdenas, la táctica a la que ha tenido que recurrir Profauna es retirar las camadas de cachorros ferales que encuentra dentro de San Lorenzo, capturar a los chuchos que son abandonados a la entrada del Cañón, y llamar a Control Canino para que se los lleve, a fin de evitar que se sigan reproduciendo.
Si los cachorros ferales o los perros que son abandonados en la caseta del Cañón no son muy agresivos, se dan en adopción.
“Es muy complicado sacar a estas camadas de cachorros ferales porque sí son muy territoriales y muy agresivos. Muchos de los que nosotros capturamos se dan en adopción aquí mismo a los visitantes. Si no son perros formados creo que se pueden educar, el detalle son los perros que ya son adultos... Me ha tocado platicar con gente que viene a abandonar aquí a sus perros y lo que piensa es que aquí van a ser felices, le digo, ‘no, no va a ser feliz porque nosotros lo vamos a capturar y lo vamos a disponer a través de Control Canino’.
“Creo que las mismas asociaciones protectores de animales deberían ser parte de la solución y estar viendo esta problemática. Mucha gente se escuda en ellas y dicen ‘mi mascota tiene derecho a vivir...’, pero la ley dice que tienes, como propietario, la obligación de disponer adecuadamente tu mascota cuando no la puedas tener”.
A la par, esta organización ha implementado operativos de vacunación y esterilización en las colonias aledañas a San Lorenzo, y brindado pláticas a los vecinos sobre cuidado de las mascotas.
“Estamos haciendo aquí, local, un esfuerzo para evitar que estas jaurías sigan creciendo, sobre todo invitando a la población a que no venga y nos abandone a los perros aquí, que no los deje a orillas de carretera o en la orilla de la ciudad, que los integre y cuide como parte de su familia”.