La desaparición de 10 mineros en la inundación de Sabinas obliga a la reflexión sobre la sostenibilidad de la producción minera. Apenas el 4% de la generación de electricidad en México fue producto del carbón en 2021, el desarrollo no llega y los accidentes no paran
- 22 agosto 2022
“LA TRAGEDIA MINERA ES UN CICLO QUE SE HA REPETIDO 250 VECES”: RAMIRO FLORES
Cada que ocurre una tragedia en la región Carbonífera, se repite el mismo ciclo, dice el historiador y escritor Ramiro Flores.
“Los hemos vivido 250 veces. Igualito”, dice.
Ese ciclo inicia con la notica de un derrumbe, una explosión o una inundación, como la ocurrida el 3 de agosto de este año en Agujita, municipio de Sabinas.
Enseguida las familias corren a la mina. La mina se cierra. Los hombres quieren entrar a rescatar a los mineros y las mujeres rezan. Después se presenta la solidaridad del pueblo que lleva agua y alimento a las minas donde se llevan a cabo los rescates. Vienen las demandas de rescate y de justicia.
Por último, las familias van a pedir que no cierren las minas porque tienen que trabajar.
“Increíblemente ninguna familia de los dolientes lo va a pedir. Saben que es la fuente laboral. Es un ciclo que se repite”, describe Ramiro Flores.
Y se repite, cree el historiador, porque es una actividad genética, que se hereda.
“El abuelo fue carbonero, el papá fue carbonero, o se hacen ingenieros mineros, o topógrafos, o técnicos en minería”, relata el historiador y autor de el libro El Hondo, una cuenta pendiente de la historia, donde recopila más de 100 tragedias mineras en la historia de la región.
EL INICIO DEL CICLO
La minería del carbón inició en 1884 en esta región cuando llegó el ferrocarril mexicano a la zona, a la única cuenca carbonífera explotable. En el lugar no había más que una centena de habitantes, por lo que de la noche a la mañana entre 3 mil y 5 mil trabajadores con vocación minera de Zacatecas, San Luis Potosí y Guanajuato, comenzaron a llegar a la región.
Inclusive, cuenta Ramiro Flores, se trajo mano de obra de China y Japón.
“Los carboneros se van a dar cuenta que están en alto riesgo en su trabajo, pero que era bien pagado en comparación de las haciendas, de los campesinos. Los norteamericanos, que eran los dueños de las minas, lo que querían era mantenerlos, les daban casa, agua, escuela, facilidades para que se arraigaran”, relata.
Sigue la cobertura especial de VANGUARDIA sobre el accidente minero en “El Pinabete” dando click aquí.
Nacieron así comunidades mineras alrededor de la cuenca carbonífera que se fundaron con la llegada de empresas de carbón: Palaú, Cloete, Barroterán o Agujita, la localidad de la última tragedia adonde llegó en 1904 la Compañía Carbonífera La Agujita S.A. de C.V.
Eso hizo sentir especiales a los carboneros porque el carbón que sacaban alimentaba el tren y a la industria, y un subproducto que es el coque, un elemento básico para producir acero era indispensable para las fundidoras que se establecieron en Monterrey, Monclova o Torreón.
“Los carboneros dicen que una vez que se meten, ya quedaron ellos y su descendencia marcada”, dice el historiador.
IDENTIDAD CARBONERA
Flores describe al minero de la Carbonífera como valiente, intrépido y socialmente aguerrido, pues cuenta que las primeras manifestaciones en contra de la explotación laboral y la creación de los primeros sindicatos se dieron en esta región.
“De aquí se va a promover el nacimiento del actual sindicato de mineros”, cuenta.
Sin embargo, el carbonero no tiene esa conciencia de que su labor genera iluminación en las casas.
“El carbonero sabe que con su carbón le van a pagar y va a sostener a su familia. Saben lo que vale una tonelada, saben en cuál pozo pagan más, cuál es el más riesgoso, es una comunidad que se comunica”, describe.
Quizá por eso, cada que hay una tragedia, los mineros de otros pozos acuden al llamado de auxilio, al llamado de apoyo para el rescate de sus colegas.
Expone que el minero del carbón no vive pensando en el peligro y simplemente confía en la bendición que le dieron los suyos.
Flores refiere que la actividad es precaria en lo informal, en los pocitos donde se extrae carbón que dejaron antiguas explotaciones formales. Relata que esta forma de extracción artesanal inició a partir de 1988, pero que hoy en día no es solo el carbón que se vende a CFE, sino también a empresas fundidoras como Altos Hornos de México y ahora, asegura, hasta cementeras como Cemex.
“¿Qué haces con los 30 mil trabajos directos e indirectos?”, cuestiona sobre diversificar la economía. No hay maquilas, no hay empresas, se batalla con el agua, resume.
El historiador cree que el ocaso del carbón se dará cuando se apliquen las normativas ambientales y tratados internacionales de medio ambiente, como en otros países, y se cierren las carboeléctricas.
“LA RIQUEZA NO LLEGA A LOS MINEROS”: CRISTINA AUERBACH
La minería sumó en 5 años un valor de producción de 17 mil 759 millones de pesos , de acuerdo con el Sistema Geológico Mexicano, pero la riqueza no alcanza a llegar a los mineros.
La activista Cristina Auerbach asegura que, en la región Carbonífera, las cosas no cambian: siguen los accidentes, sigue la impunidad y las malas condiciones laborales.
“Lo que diría es que es un buen negocio para los dueños de las minas, no para la región. Cuando se habla de la riqueza que se genera con el carbón se está hablando de los dueños, de las concesiones, no de las poblaciones”, subraya.
Cristina es activista y directora de la organización Pasta de Conchos, que lleva ese nombre en referencia a la mina en donde un accidente derivó en la muerte de 65 mineros. A casi 16 años de este suceso, no advierte cambios positivos.
“Yo a las poblaciones las veo exactamente igual... No hay condiciones laborales que resulten óptimas para los trabajadores”, dice Auerbach.
La activista asegura que las personas aceptan ir a las minas, y sobre todo a las minas irregulares, porque se les paga en efectivo la mayor parte del salario.
“Estaban cobrando hasta 5 mil pesos a la semana, que yo entiendo que por 5 mil pesos ni tú ni yo nos metemos a una mina, pero ellos sí, porque es mucho dinero para la región, y en muchas de estas minas se les incentiva con cerveza y con drogas”.
La minería en Coahuila ha cobrado la vida de más de 120 personas desde 2006. Hace un año, en Rancherías, ubicado en el municipio de Múzquiz, fallecieron seis mineros.
Te puede interesar: Heridas del carbón: la industria minera de Coahuila, el alto impacto ambiental y la escasa acción de Profepa y Semarnat
Cristina define como perversa la forma en que se trabaja en la minería, y considera que no hay autoridad que pueda con este problema.
“La única opción que yo veo ahorita es que se cancelen todos los títulos de concesión en zonas de alto riesgo, porque no es posible que además estén concesionados territorios que ya fueron minados”, reclama la activista, al indicar que se trabaja sobre terrenos dañados.
TRABAJAR EN LA INSEGURIDAD, CARENCIAS Y SIN REPARACIÓN DEL DAÑO
A la par de la inseguridad en que se desarrolla el trabajo, hay carencias administrativas. El salario con que se registra a los mineros ante el Instituto Mexicano del Seguro Social es el mínimo. Comenta que el resto lo pagan en efectivo.
En otros casos, se registra a los trabajadores a través de un contratista.
“Como en Pinabete es un contratista. Es un prestanombres”, expone.
Tras las tragedias llega la atención pública, pero no la reparación del daño. Prueba de ello, la activista Cristina Auerbach recuerda que, hasta hace un mes, no se habían emitido las multas para Rancherías. La semana pasada dijo la Secretaría de Economía que iba a suspender esa concesión, y ya van 14 meses del accidente.
La Secretaria de Trabajo y Previsión Social aseguró el pasado 12 de agosto que se han realizado 27 suspensiones que se ordenaron por incumplimiento de las medidas de seguridad. Sobre el retiro de concesiones, dice que eso le toca a la Secretaría de Economía.
“No se repara el daño, ni tampoco asume su responsabilidad la Comisión Federal de Electricidad, que es la que incentiva y compra todo este carbón”.
UN MODELO QUE NO GENERA DESARROLLO
Para Cristina una de las soluciones es cancelar las concesiones.
“Hoy el presidente dijo que no se van a entregar más concesiones, nos parece muy bien, pero la región carbonífera ya está toda concesionada. Entonces, aunque quisiera ya no hay nada qué concesionar”.
Estas autorizaciones que indica están en zonas de alto riesgo. Aunque no se tiene un número definido, Cristina dice que es todo lo que está bajo el poblado.
“Pero el punto no es si son muchas, el punto es que estos modelos de este tipo de concesiones no generan desarrollo, no generan bienestar... Es ridículo. Entonces tampoco generan sorbería, no fortalecen a la Comisión Federal de Electricidad, pero sí traen una enorme carga de sufrimiento para la región y un inmenso daño ambiental para todos”.
Esta inseguridad laboral y devastación ambiental no pasa inadvertida para las nuevas generaciones, quienes han optado por trabajar en las maquiladoras.
“Ya los jóvenes no ven normal ni natural esas condiciones de trabajo, ni esas formas de trato, ni ese peligro”.
PRECARIEDAD Y MUERTE PARA PRODUCIR 4% DE ENERGÍA DE MÉXICO
El 4% de la generación de electricidad en México fue producto del carbón en 2021. A pesar de una reducción en su uso en los últimos años, sigue siendo la razón de tragedias, muertes y precariedad de mineros en la región Carbonífera de Coahuila, donde prácticamente se produce el 99% de ese carbón del país.
“¿Qué hay detrás de esto que valga la pena que genere muertos y una devastación ambiental brutal?”, cuestiona Cristina Auerbach, activista y directora de la Organización Familia Pasta de Conchos.
No alcanza el argumento de que se continúa con la generación de energía a partir de este combustible fósil debido a la soberanía, reclama, pues es poca la representación de la matriz energética y, además, el porcentaje de generación, el 4%, no soluciona nada a la actividad.
Aunado a ello no existe ninguna generación de desarrollo en la región a partir de la producción de carbón.
“Es exactamente igual a 2009 cuando yo llegué”, dice.
Los que compran y venden carbón invierten en otro lugar, entonces existen los grandes carboneros y la clase trabajadora. No hay una clase media, explica Gregorio Garza, presidente de la Cámara de Comercio de Sabinas.
Auerbach dice que en las cabeceras municipales viven los empresarios del carbón y ganaderos, y en los pueblos viven los mineros y sus familias.
“Son pueblos muy pobres”, subraya.
La región Carbonífera, que comprende los municipios de Sabinas, San Juan de Sabinas, Progreso, Múzquiz y Juárez, tiene en conjunto 61 localidades, de las cuales 12 tiene un rezago social medio, alto o muy alto, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
La falta de desarrollo se da a pesar de que la producción del carbón sumó, de 2016 a 2020, 17,758, millones 651 mil 305 pesos, de acuerdo con un análisis de Semanario sobre datos del estudio del Panorama Minero del Estado de Coahuila, del Sistema Geológico Mexicano.
Este resultado de sumar 5 años equivale a 96 mil 766 pesos por cada uno de los 183 mil 521 habitantes que suman los 5 municipios.
CARBONÍFERA SIN CLASE MEDIA: CANACO
De acuerdo con el Sistema de Información Energética de la Secretaría de Energía, el consumo de carbón para la generación de electricidad disminuyó 59 por ciento de 2017 a 2020.
Para el 2022 se asignó en la región la compra de 3.18 millones de toneladas de carbón distribuidas en 52 contratos equivalentes a 3 mil 845 millones de pesos, según información de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
El costo promedio de tonelada para este año fue de 1,209.1 pesos. Entre 100 y 150 pesos de esa tonelada va a los carboneros.
Ese es el sueldo promedio de un minero por cada tonelada que extrae debajo de la tierra, a casi 50 grados centígrados, sin medidas de seguridad y muchas veces sin estar registrado en el Seguro Social.
En Sabinas, por ejemplo, donde ocurre la tragedia más reciente con 10 mineros desaparecidos en el agua de una mina inundada, el 29 por ciento de la población carece de seguridad social.
Los mineros son la base de una pirámide económica de la que se estima depende directa e indirectamente el 80% de la región, de acuerdo con el comerciante Gregorio Garza. Porque además de la venta de carbón para generar electricidad, también se destina a la fabricación de coque para los procesos de producción de acero.
El presidente de Canaco critica la falta de oportunidades de educación para que la clase trabajadora piense en otra opción que no sean las minas o las maquilas.
El promedio de escolaridad de la población en los municipios de la Carbonífera está por debajo del promedio estatal que es de 10.36 años.
“Necesitamos ingenieros, contadores, abogados, generar una clase media”, considera Gregorio Garza.
MINEROS: EN EL POZO DE LA PIRÁMIDE SOCIAL
Iniciativa Climática de México y el Centro de Colaboración Cívica realizaron un estudio sobre los impactos socioambientales y la reducción progresiva de consumo de carbón en la región Carbonífera.
En el estudio refieren que la compra de carbón por CFE, proveniente de los pocitos mantiene la actividad artesanal sin regulaciones como una forma de generar ingresos para las familias de la región, incrementado los riesgos ambientales y a la salud en la región.
En promedio en la Carbonífera, arriba del 23.7% de la población no tiene derecho a servicios de salud, según datos de Coneval.
Además, Coahuila es el estado con la mayor cantidad de incapacidades permanentes por neumoconiosis, llamada también enfermedad del pulmón negro porque resulta de la inhalación del polvo del carbón mineral.
En los últimos cinco años hay registro de 5 mil 351 personas con incapacidad permanente por esta enfermedad, según datos de la memoria estadística del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). En el último año, 7 de cada 10 incapacidades por neumoconiosis ocurrieron en Coahuila.
El estado también ocupa el primer lugar en incapacidades laborales por hipoacusias, un trastorno sensorial que consiste en la pérdida de audición. Es una enfermedad, que, si bien no es exclusiva de los mineros, hay estudios que revelan la pérdida auditiva en los trabajadores de esta industria. Y Coahuila es el primer lugar nacional con 7 mil 620 casos registrados desde 2017.
“A pesar de que se han documentado las condiciones que ponen en riesgo la vida de las personas que trabajan en las minas y se han expuesto las múltiples violaciones a derechos humanos, las condiciones laborales en la Región Carbonífera no han mejorado”, dice el estudio de Iniciativa Climática de México y el Centro de Colaboración Cívica.
“Como ejemplo, no todos los trabajadores del sector cuentan con salarios justos o seguridad social”.
Datos del IMSS refieren que, a nivel estatal, el número de trabajadores asegurados en la industria extractiva ha ido disminuyendo gradualmente en los últimos cinco años.
Por eso personajes de la región como Gregorio Garza, se preguntan por qué no hay más inversiones en la zona.
¿Por qué no se apuesta a otras actividades, no hay más escuelas y universidades o no hay planes de infraestructura pública?
Él cree que se debe a la falta de peso político, pues la zona representa poco porcentaje de votos. Auerbach cree que las cosas no cambian porque lo que se busca es que se mantenga el control de la región.
“ES EL TEATRO DEL HORROR”: CLAUDIA LUNA
La escritora cuestiona la ausencia de diversificación productiva y que, por el contrario, se persista en la apertura de pozos mineros como fuentes de empleo
La repetición de accidentes mineros en Coahuila, el sufrimiento de las familias en el camino del rescate de los trabajadores y los discursos políticos para mejorar las condiciones laborales, que no se reflejan en el cese de los accidentes, remiten a la escritora Claudia Luna Fuentes ante un escenario poco alentador para esta región carbonífera del estado.
“Para mí esto que está pasando es el teatro del horror. Que va a seguir, y que vamos a seguir narrándolo, porque estamos viendo que las estructuras no han cambiado”, describe.
El reciente accidente en la mina El Pinabete, en el que diez mineros quedaron atrapados, revive la memoria colectiva y busca respuestas para dar con los responsables.
Pero en la explotación del carbón no sólo hay negligencias que se convierten en la muerte de mineros. Esta negligencia también llega al medio ambiente.
“Hay una devastación de la naturaleza. No hay visos de que se avance de otra manera. Si hay pequeños esfuerzos de movimientos, asociaciones civiles, e incluso, gubernamentales, pero están atomizados por los intereses globales”, lamenta.
LOS ROSTROS SE DEJAN DE LADO
La rendición de cuentas se limita a la generación de empleos y se deja de lado los rostros de las personas que están muriendo, observa Luna Fuentes.
“Porque para ellos abrir otro pozo es abrir una fuente laboral a gente que necesita trabajo, pero por qué no hay una diversificación de las fuentes laborales y, ¿por qué se piensa que las fuentes laborales solo tienen que ver con la extracción de recursos naturales primarios?”, cuestiona.
La región carbonífera representa una parte importante en la economía de Coahuila, pero las ganancias se reflejan fuera de la población minera. Luna dice que se está ante el nodo gubernamental y empresarial. Lo que se informa es la creación de empleos en donde la ética no es considerada.
“Parece que no interesa la seguridad. Cómo es posible que se informe que se va bien en el rescate de los mineros, y no se habla de lo que está pasando con las responsabilidades de a quienes se les paga para revisar que se cumpla con la seguridad en los pozos (mineros)”.
La extracción del carbón se realiza en los municipios de Múzquiz, Nueva Rosita, Progreso, San Juan de Sabinas, Sabinas y Juárez.
Para la escritora, es preocupante la presión que cae sobre la carbonífera para abastecer a la Comisión Federal de Electricidad.
“Es un dato que nos permite ver cómo hay una necesidad de que este estado provea de recursos y yo creo que esa necesidad y urgencia está incidiendo para que siga existiendo esta falta de rendición”, dice.
SIN AVANCES EN LA COBERTURA DE DERECHOS MÍNIMOS DE LOS TRABAJADORES
Entre los accidentes mineros con más trabajadores muertos, está el ocurrido en 2006 en la mina Pasta de Conchos. Aunque no fue el primero, puso en el reflector público los abusos y condiciones precarias en que trabajaban los mineros en esta región de Coahuila. Y a casi 16 años de este accidente, Claudia Luna no considera que haya avances en la cobertura de los derechos mínimos de los trabajadores.
Hoy, el panorama no es alentador para la escritora, ya que ve hay ve una indiferencia a la condición humana, lo que para ella refleja que en este país hay una gran discriminación al haber ciudadanos de primera, de segunda y de tercera.
Ante la tragedia humana y la crisis ambiental, la responsabilidad no cae solo en los funcionarios, sino en la sociedad en general. En donde indica que como ciudadanos es necesario estar preparados para vivir más lento y donde el consumo sea menor.
“Esto implica la reflexión en el otro. Si yo no veo al minero porque yo no estoy en las minas, no significa que no sea yo parte de este gran problema”, aporta Luna Fuentes, al tiempo que agrega que la responsabilidad de cada ciudadano es menor, a la que tienen las empresas y organismos que reciben recursos por estos contratos.
“CUANDO HABÍA UNA EXPLOSIÓN SE SELLABAN LAS MINAS Y NO HABÍA RESCATE”: CARLOS MANUEL VALDÉS
“Cuando había explosiones ni siquiera se intentaba rescatar a nadie. Sellaban la mina”, relata el historiador Carlos Manuel Valdés, quien afirma que Coahuila no es un estado minero, pero sí ha estado ligado a las tragedias desde el siglo XIX.
Uno de los accidentes mineros más antiguos de los que se tienen registro es el ocurrido en El Hondo, ubicado en el municipio de Sabinas. Tuvo accidentes a finales del siglo XIX y principios del siglo XX que dejó a más de 200 mineros atrapados.
Tras este suceso se detectó explotación laboral. No hubo rescate de heridos, ni de cuerpos, tampoco indemnizaciones. Sin embargo, este no fue el único accidente. Carlos Manuel Valdés cuenta que hubo otros donde decenas de personas perdieron la vida.
Aunque reconoce que, por la época en que se desarrollaron, es difícil encontrar documentos, platica que los accidentes se registraban por explosiones de gas grisú.
“A propósito de las explosiones de gas grisú, nos enteramos de que había muchos coreanos, porque estaban ahí dentro y, peor que ahora, sellaban la mina inmediatamente, ni siquiera intentaban rescatar a los muertos o a los heridos”.
Luego del accidente en El Hondo se colocaron pequeñas tablas con los nombres y gracias a ello se logra documentar la presencia de trabajadores mineros provenientes de Corea y Japón.
“Y no es que estuvieran escondidos, es que los traían como animales. Ya contratados y con trabajos de mucha brutalidad”.
UNA ACTIVIDAD QUE HIZO RICOS A VARIOS PERSONAJES
La minería fue bien recibida en la entidad. Convirtió a personajes de Coahuila en los hombres más ricos de México. Un ejemplo de ello es Guillermo Purcell, de origen irlandés, que llegó a Saltillo en 1886.
En el siglo XIX se hace el descubrimiento de la plata en el municipio de Sierra Mojada.
“Guillermo Purcell se apropia de estas minas. Las compra y fueron muy importantes”, dice Carlos Valdés, “Sierra mojada yo creo que fue de los lugares que más riqueza generó.
“Mientras que en el mismo Saltillo no había un teatro grande, en Sierra Mojada ya lo había y era una población pequeña, y fueron ahí cantantes de ópera de mucho prestigio”.
La explotación minera también fue bien recibida por la ciudadanía. Aunque en Saltillo no se desarrollaba esta actividad, sí fue beneficiada porque paró la devastación de los bosques.
Carlos Manuel Valdés platica que se contaba con carbón vegetal. El carbón mineral se explota a partir de la llegada del ferrocarril. Aún en 1883 había máquinas que trabajaban con leña.
“En Saltillo se explotaba mucho la leña. Se acabaron un bosque para echar a andar a los trenes”, relata.
Pero el carbón vegetal es muy débil. No produce una flama muy fuerte y entonces tenían que gastar mucha leña.
“Entonces empiezan los gringos a traer carbón de Estados Unidos y luego encuentran el carbón de Monclova y ahí cambia la historia de Monclova y del ferrocarril”.
TRAGEDIAS QUE NO PARAN Y SIGUEN COBRANDO VIDAS
Carlos Manuel Valdés considera que hubo intentos por mantener la seguridad de las personas, pero las tragedias continúan.
Explica que los registros con que se cuentan dan a conocer que a lo largo de los años la minería no ha dejado de cobrar vidas, al mismo tiempo en que se genera una devastación ambiental.
Y desde el siglo XIX prevalece la falta de la reparación del daño a las familias, y la falta de justicia para los deudos.
“Lo que pasó en Pasta de Conchos y lo que pasa ahora es igual que lo que pasó con los Purcell: no hay responsabilidad de nada y no hay cuidado de la gente”.