En los últimos años, cientos de hectáreas de la Sierra de Arteaga han terminado en cenizas a causa de los incendios, pero un proyecto piloto de dispersión de semillas a través de dron busca recuperar lo que alguna vez fue un hermoso bosque verde.
- 26 febrero 2024
Hace una mañana soleada y de cielo azulino en las alturas del predio privado “Las Copetonas”, Sierra de Arteaga, Coahuila.
Adriana está platicando de un incendio que en junio de 2018 convirtió a este bosque, antaño verde, en 856 hectáreas de pura ceniza.
El fuego había iniciado en la parte baja de la zona debido a un corto circuito en unas líneas de conducción de electricidad; cruzó la angosta carretera que parte el monte en dos y subió como endemoniado dejando el paisaje, en cuestión de nueve horas, hecho un cementerio erizado de árboles achicharrados.
“Fue un incendio algo complicado, hubo ciertas condiciones de clima que le dieron más vivacidad al fuego. Había mucha continuidad en la vegetación y eso provocó un incendio que llamamos de copa, en donde nuestros brigadistas no pueden hacer una interacción porque primero cuidamos su integridad”, dirá en otro lugar y en otro tiempo Omar Garza Morales, titular de la Promotoría de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) en Coahuila.
Fue un incendio muy explosivo y de los catalogados como causados por la mano del hombre.
“Desde acá arriba se ve aún más impresionante la devastación”, dice Adriana, mientras reptamos por una loma donde, a más de seis años del siniestro aquel, solo encontramos matorrales y cadáveres de pinos.
El viento es una fiera desatada que nos araña el rostro y nos golpea la espalda, como el día del viento aquel que trajo hasta acá al fuego despiadado.
Desde lo alto de la loma el panorama es desolador.
Hoy Adriana Núñez Gonzalí, subdirectora de Proyectos Productivos Alternativos, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), Felipe Ruíz Flores, subdirector del área de Protección de Recursos Naturales Sierra de Arteaga y María Luisa Contreras de León, enlace de Difusión y Comunicación Regional, han venido a “Las Copetonas” para mostrarnos un proyecto piloto, un experimento, que, se espera, ayude a este lugar, antes rico en biodiversidad, a revivir, a recuperarse.
Se trata de una técnica de dispersión de semillas con dron que tiene como propósito facilitar la reforestación en bosques que, como éste, han sido severamente castigados por incendios forestales.
EL PROYECTO
El proyecto nació de la inquietud por encontrar una manera eficiente, rápida, segura y, sobre todo, económica, de ayudar a la naturaleza a reforestar los lugares que han sido asolados por el fuego, puntos en la serranía de Arteaga que por su altura y condición de la pendiente resultan inaccesibles para el humano.
“El incendio no respeta pendientes en la sierra, sube donde es muy difícil entrarle y habíamos visto que ya muchos incendios han afectado las partes altas donde, generalmente, las reforestaciones no llegan. Al principio nuestro reto era, ‘si queremos llegar hasta allá, ¿cómo le vemos a hacer para llevar las plantitas?’”, explica Adriana Núñez.
Felipe añade que los costos de una reforestación inducida, de las tradicionales, suelen ser elevados.
“Para empezar la producción de planta, los corrales, el subir la planta, la cantidad de planta que se tiene que llevar y a ver si subsiste”.
Nos adentramos en la montaña y paramos justo donde se puso área de despegue de la aeronave no tripulada de SEEDRON, la compañía contratada por la CONANP para hacer la diseminación de las semillas, desde las alturas.
Aquí se realizaron las cargas de material y las pruebas de vuelo y dispersión.
El proyecto, precisa Adriana, se desarrolló en los meses de octubre y noviembre del año pasado.
Divisamos esparcidas entre la tierra suelta del paraje las bolitas, (pellet), color marrón, hechas de arcilla, parecidas a una bala de gotcha, en las que se incrustaron semillas de distintas especies de coníferas que crecen en el ecosistema de la Sierra de Arteaga, y que fueron lanzadas con el dron a alturas de 500 metros desde el punto de despegue.
“Fueron semillas de pinos de la especie pseudostrobus, greggii, otras especies que se llaman abies, que son coníferas de altura, y pseudotsuga, que también son árboles de mucha altura y de climas muy fríos. Esas cuatro especies fueron las que se dispersaron, tres en las zonas más altas que son los árboles que necesitan más altura sobre el nivel del mar y el pinus greggii se dispersó aquí en “Las Copetonas”, explica Adriana.
Luego toma una de las bolitas y observa con gran entusiasmo que las semillas dentro ya han comenzado a germinar.
“¡Ay que padre! Sí está abriendo ésta eh”, suelta y dice que sin duda esta es una buena noticia y que si todo marcha bien en unos cinco u ocho años esta zona del incendio podría repoblarse con pinos pequeños.
“Para ya saber más o menos el éxito de la germinación yo creo que se va a llevar fácil unos cinco años. Pinos grandes a lo mejor ya no los vamos a ver, pero sí chiquitos”, detalla.
Afortunadamente el incendio en “Copetonas”, no arrasó el suelo y eso quiere decir, comenta Adriana, que el paisaje va a tardar menos en restaurarse.
“Pero le quisimos dar una ayudada, una ayudadita”.
LAS PRIMERAS GERMINACIONES
En el transcurso de nuestra expedición por el quemado de “Copetonas”, Felipe les cuenta a Adriana Núñez y a María Luisa Contreras que tiene reportes de que en el bosque de “El Tarillal”, ejido Piedra Blanca, municipio de Arteaga, otro de los sitios incendiados donde también se aplicó el proyecto, ya hay plántulas.
“Nosotros no hemos ido para allá, fue la primera aspersión de semillas y dicen que ya hay plantulitas”, dice Adriana.
Felipe reitera que difícilmente nos alcanzará la vida para ver un bosque como el que se tragó la lumbre de una bocanada en “El Tarillal”, cuyos árboles tenían entre 150 y 200 años de vida.
“No lo vamos a ver eh, o sea, de aquí a que crezca no lo vamos a ver. Una reforestación de manera natural tarda añales, pero ya dejamos la semilla.
La idea es buscar darle un poquito más de prisa a la restauración del sitio”.
Con que se logre un 20 por ciento de éxito en el proyecto, Adriana se da por bien servida, dice.
“Es un buen porcentaje”.
Mientras andamos en el monte bajo un sol que ya empieza a calar, Felipe relata que el proyecto de dispersión de semilla con dron nació por iniciativa de familias del ejido Piedra Blanca, en Arteaga, que se acercaron a la CONANP para solicitar alguna alternativa de restauración de su bosque.
La de Piedra Blanca, dice Felipe, es de las pocas comunidades en Coahuila que trae integrado el chip del arraigo y la conciencia por la conservación del entorno.
“Son personas que ya están sensibilizadas de reforestar, de cuidar su bosque”, agrega Adriana.
Los pobladores de Piedra Blanca habían participado por 12 años con la CONANP en distintos proyectos subsidiados sobre conservación del medio ambiente, como vigilancia comunitaria para evitar la extracción de musgo y la integración de brigadas contra incendios forestales.
“Han tenido talleres de transformación de recursos naturales, elaboración de conservas con productos de la región. Han participado en hacer cercados, contenciones de piedra acomodada para evitar la pérdida de suelo en algunos lugares del ejido. El trabajo que han hecho siempre ha tenido muy buen resultado”, reconoce Felipe.
Hacía 50 años que un voraz incendio, como se dice en jerga policiaca, causado por un rayo, había exterminado más de 600 hectáreas de bosque en Piedra Blanca, exactamente en el predio “Los Bancos”, ubicado en un sitio conocido como “El Tarillal”, límites de Coahuila y Nuevo León.
“Subió hasta arriba la lumbre. Vino el apoyo de soldados, brigadistas y ya la teníamos controlada. Como a las 2:00 de la tarde se vino un remolino. Nada, en un ratito se quemó todo eso”, platica Anselmo Gaona Cisneros, ejidatario y brigadista de Piedra Blanca.
A pesar de que ha trascurrido medio siglo de aquel incendio, el lugar se ha recuperado solo con matorrales, pero ningún pino ni árbol grande.
LO ANTECEDENTES DEL USO DE DRON
Los expertos de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas se abocaron a investigar posibles opciones de reforestación y encontraron que, en otros países como España, se estaba llevando a cabo dispersión de semilla tratada con drones y en otros con avionetas, desde las alturas.
La mayoría de la literatura que habían consultado decía que las semillas debían tener una capa protectora al momento de dispersarse.
“Dijimos, ‘¿cómo podemos empezar a afinar el método?’”, narra Felipe.
Para empezar la CONANP se contactó con SEEDRON, una empresa de Aguascalientes dedicada a la siembra de campos controlados, mediante el uso de drones agrícolas, pero que no había participado en ningún proyecto de reforestación a campo abierto, como la Sierra de Arteaga.
“Sí, ésta es la primera vez que hacemos reforestación vía aérea con dron. Es un dron agrícola que nosotros mismos fabricamos, le hicimos una adaptación e hicimos bastantes diseños para poder lograr este objetivo de poder dispersar las semillas. Es una manera muy innovadora, te ayuda mucho en el tema de costos, tiempo y es una ayuda para la naturaleza”, dirá lejos de acá Carlos Gaytán, el encargado de técnica, manufactura y aplicación de la compañía.
De igual forma la dependencia solicitó los servicios de la firma GEA ATSA, quien sería la proveedora del sustrato y la asesoría técnica para la elaboración de los pellets.
“Les comentamos a los de Piedra Blanca la idea que traíamos y ellos adoptaron el proyecto”, platica Felipe.
La organización Amigos de la Sierra donó 58 mil 921 semillas de distintas especies de coníferas, colectadas en la Sierra de Arteaga, para este proyecto.
“Se establecen sitios donde se va a colectar, acorde a las especies que necesitamos, y se monitorea la temporalidad en que la semilla está lista. La semilla de los pinos está dentro de los conos o piñas, entonces cuando madura la piña, antes que abra y disperse las semillas, se realiza la colecta”, explica Andrés Abellán Borja, coordinador de Restauración y Conservación de los Ecosistemas de la organización Amigos de la Sierra.
Una vez que se realizó la colecta, las semillas fueron llevadas al Banco de Germoplasma de Coahuila, que se encargaría de hacer el análisis sobre porcentaje de germinación.
Cada pellet tenía entre una y cinco semillas, dependiendo del porcentaje de germinación.
Las semillas que tenían alto porcentaje de germinación fueron incrustadas en un solo pellet, mientras que las de bajo porcentaje se colocaron de a cinco por bolita.
Luego vino lo de la dispersión en campo.
Cerca de 10 vecinos de Piedra Blanca, la mayoría mujeres adultas mayores, tomaron parte en la fabricación de las bolitas o pellet, cuya base es una arcilla especial ya cocida y dosificada con nutrientes naturales muy específicos para el arbolado, tales como el calcio, potasio y magnesio.
“Se adicionó con agentes bioestimulantes, con micro nutrimiento, agentes fungicidas, insecticidas orgánicos e inductores de la germinación”, se lee en una tarjeta informativa de la CONANP.
“Traen activadores del crecimiento, traen una pequeña cantidad de fungicida para que no se eche a perder la semilla y también para que a las ardillas y otros animales no les sepa rico y evitar que sea comida de ardillas, se le agregó algo para que no sea palatable para las ardillas”, detalla Adriana Núñez.
Según las indicaciones que les dio el capacitador, las señoras debían mezclar la arcilla con agua y aceite de neem, un óleo orgánico que se obtiene de un árbol hindú al que debe su nombre, y formar bolitas de entre 1.6 y 2.6 centímetros de diámetro, como si estuvieran jugando a modelar canicas con plastilina.
Luego pegar las semillas a los pellets y continuar amasando, rolando, hasta que quedaran dentro, totalmente compenetradas con la bolita.
Después abrazar la bolita con un pedazo de hilo, formando una especie de malla, para darle tensión y soporte a la hora de la caída desde las alturas y evitar así su ruptura.
“Entonces cuando cae no se abre, se empieza a abrir con la humedad. La misma germinación y la humedad del ambiente las empiezan a abrir”, ilustra Felipe.
Y listo...
Lo demás era colocar los pellets en charolas metálicas y ponerlos a secar al sol para que agarraran dureza, consistencia; meterlas en una cubeta con tapa y transportarlas al lugar donde se iban a tirar.
Y así lo hicieron.
CONSERVAR EL PATRIMONIO
Otro día en su casa del ejido Piedra Blanca, municipio de Arteaga, los esposos Rosa Elba Valdés Arizpe y Anselmo Gaona Cisneros, dicen que les dio orgullo haber participado en la elaboración de los pellets para el proyecto de dispersión de semilla con dron.
“Hicimos como 80 mil bolitas.”, presume doña Rosa.
Anselmo revela que en Piedra Blanca existe una parte del bosque donde no hay arbolado por un quemado que hubo ahí, se refiere a “Los Bancos” en “El Tarillal”, a nueve kilómetros de la comunidad, hace unos 50 años.
Rosa dice que por eso hoy es importante dejar un legado ambiental a las generaciones futuras.
“Que no se acabe esto que es como un legado. Es un patrimonio que desde nuestros padres, nuestros abuelos lo hemos conservado y ahorita es muy importante que lo sigamos conservando.
Tenemos que cuidarlo porque entonces qué les vamos a dejar a nuestros nietos.
“Que esto sea para los adultos que vienen atrás de nosotros, los niños y principalmente interesar a los niños porque esta es una cultura que se tiene que apoyar para tener un bosque bueno. Al rato si no hay árboles no va a haber agua, no va a haber de qué vivir. En Pinalosa había mucha agua, con el incendio se acabó”.
De hecho, platica Rosa, en la elaboración de los pellets intervinieron también grupos de niños de nivel primaria de las escuelas Justo Sierra, en Piedra Blanca, y del Liceo Hispanoamericano, de Saltillo.
“Estuvieron encantados, felices. Haga de cuenta que estaban jugando con masa, con plastilina”.
Anselmo, que por años ha sido miembro de las brigadas de combate de incendios de la CONANP en Piedra Blanca, cuenta que ha visto morir abrazadas por las llamas centenares de hectáreas de bosque en los alrededores.
“Estaba más hermoso, antes era una cosa más bella aquí. Hace 40 años estábamos rodeadas de árboles por todos lados... Esto se ha ido acabando, pasaba mucha agua, antes llovía mucho, mucho, mucho que llovía”, dice Rosa.
La pareja platica que hace unas semanas estuvo lloviendo por Piedra Blanca, que hay humedad y seguramente eso va a favorecer la germinación de las semillas.
“Con el puro sereno, hace humedad y la humedad hace que germinen. Ahora si nos llueve pos qué mejor”, comenta Rosa.
EL INICIO DE LA MISIÓN
Días después de la fabricación de los pellets, gente de la CONANP, acompañados por expertos de la empresa SEEDRON, en su mayoría ingenieros mecatrónicos y agrónomos, así como vecinos de Piedra Blanca, se reunían en “El Tarillal”, predio “Los Bancos”, para inaugurar formalmente el proyecto de dispersión de semilla con dron.
En la misión se utilizó un dron con una dimensión de dos metros cuadrados, seis ejes o motores y un tanque especial con capacidad para 26 kilos.
“Hubo ahí algunos detalles técnicos que tuvimos que superar, también las condiciones climatológicas no nos permitían, en algunas ocasiones, hacer la dispersión. Por ejemplo, cuando se acercaban los frentes fríos en las zonas montañosas se veían reflejados en forma de neblina, entonces nosotros ya no volábamos el dron en esas condiciones porque lo podíamos perder de vista y ocasionar algún accidente”, dice Carlos Gaytán, el encargado de técnica, manufactura y aplicación de la compañía SEEDRON.
La dispersión a lo largo de 50 hectáreas de “El Tarillal” y “Las Copetonas”, tomó seis días, y se arrojaron un total de 30 mil 950 pellet.
“La dispersión la empezamos en octubre, un poco tarde porque no había habido lluvias, las lluvias fueron bastante tardías en 2023. La idea era que al menos hubiera pronóstico de lluvia cercano para esparcirlas y que después vinieran las lluvias y pudieran retener un poquito más de humedad.
“Fue como que muy buen tiempo a pesar de que mucha gente nos decía ‘es que ya va tarde la semillación porque ya pasaron las lluvias’, las tiramos y luego, luego empezó a llover, pero sí fueron lluvias tardías, muy tardías”, refiere Adriana.
En uno de los videos compartidos con SEMANARIO por la CONANP se puede observar una especie de araña patona y rechoncha que va surcando el cielo de la Sierra de Arteaga, zumbando, mientras arroja una lluvia de esferas parduzcas, los pellets.
“La manera en que seleccionamos el sitio fue tomando en cuenta el área que estaba desprovista de vegetación por el incendio forestal. Ahí tomamos unas imágenes de dron a manera de mapas, muchas imágenes que se pegan juntas y se crea como una imagen de muy alta resolución, y de ahí empezamos a seleccionar los sitios prioritarios para poder liberar estas bolitas.
“En base a esa imagen es que le vamos a estar dando seguimiento ya en forma de cuadrantes y tener algunas estadísticas de si funcionó o no el tratamiento. En el diseño de la dispersión dejamos una zona como zona de control para ver en condiciones naturales cómo va, sin ponerle ninguna bolita, en comparación con las zonas a las que sí le pusimos los pellets”, describe Adriana.
Y dice que el equipo de la CONANP espera estar muy pronto de vuelta por la Sierra de Arteaga para seguir su aventura de rescatar el bosque.
“Si se da la oportunidad de replicar este experimento en otros lados lo vamos a hacer”.
REPLICAR EL MODELO
A finales del año pasado Amigos de la Sierra replicó el modelo de dispersión de semillas con dron, impulsado por la CONANP.
“Después de 2021 se venía manejando en diversos foros la necesidad de implementar técnicas novedosas, y esa intención estaba en el aire cuando la CONANP se acercó con nosotros. Nos interesó sobre todo porque muchas de las zonas impactadas en el 2021 son zonas de difícil acceso, dijimos va”, habla David Valladares Sánchez, director de Amigos de la Sierra.
Además, esta asociación civil, que desde hace 12 años se echó a cuestas la tarea de conservar la Sierra Madre Oriental en un radio que abarca los municipios de Coahuila y Nuevo León, aportó toda la semilla de especies nativas de la zona que había colectado en 2021, toda vez que decidió replicar el esfuerzo del lado de Nuevo León.
“Para aprender si es realmente una alternativa viable”.
El 2021 había sido un año realmente devastador para la Sierra de Arteaga, con tres mil hectáreas aniquiladas por el fuego del lado de Coahuila y 12 mil 500 de Nuevo León.
“O sea fueron 15 mil 500 hectáreas en todo ese incendio en la zona del Cañón Lirios – Santiago. Creo, si no mal recuerdo, la cantidad de hectáreas dentro del Parque Cumbres y Sierra Madre Oriental superó las 20 mil en 2021 y en 2022 se repitió la cifra, fueron veintitantas mil hectáreas”, apunta Valladares Sánchez.
El equipo de Amigos de la Sierra había estado trabajando en proyectos de reforestación en zonas que en aquel año funesto para la naturaleza habían sido descartadas por la CONAFOR y la propia CONANP para su restauración, por ser de pendientes muy inclinadas.
“Desde el 21 empezamos a despegarnos de esta idea, nos dimos a la tarea de trabajar en zonas que estaban descartadas porque nos parecía contra nuestros principios, quizá, abandonarlas a su suerte”.
Ello había implicado para esta organización jugarse su seguridad y su inversión, “porque trabajar a esas alturas fue una inversión mayor. Entonces nos cayó como anillo al dedo la propuesta de la CONANP y lanzamos en octubre el proyecto en conjunto”, dice David.
El proyecto de dispersión de semillas con dron fue ejecutado por Amigos de la Sierra en Santiago, Nuevo León, específicamente en las zonas altas de la comunidad de “La Jacinta” y “San José de las Boquillas”.
“Como director del proyecto creo que fue muy importante, no sabemos los resultados hoy, pero fue muy importante intentar otras estrategias para la restauración. Tradicionalmente sabemos que la reforestación es algo que se hace típicamente, pero cuando un siniestro devasta de esta forma nos impulsa a ser creativos”.
El proyecto de reforestación don dron abarcó 45 hectáreas, del lado de Coahuila y otras 45 hectáreas del lado de Nuevo León.
La planeación tomó más de un par de meses, la implementación en campo de la dispersión con dron, nueve días.
“Aprovechamos las lluvias para hacer la dispersión y aprovechar la humedad en el suelo”, dice Andrés Abellán Borja, coordinador de Restauración y Conservación de los Ecosistemas de Amigos de la Sierra.
EN ALERTA POR MÁS INCENDIOS
Andrés Nájera Díaz, maestro investigador del departamento Forestal de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), previene que el escenario está puesto para que este año se registren en Coahuila incendios simultáneos de magnitud.
Precisa que el estado viene arrastrando un proceso de sequía que va de 2021 a 2023.
“Está seco el ambiente, el suelo y hay combustible en las sierras”.
El también responsable de un Programa de Gestión del Fuego y Quemas Prescritas en el rancho experimental “Los Ángeles”, propiedad de la Narro, dice que este año se está visualizando que las temperaturas récord de calor registradas en 2023 sean rebasadas.
“¿Qué nos espera para 2024?: olas de calor, vientos fuertes, temperaturas elevadas, humedades relativas bajas y lluvias torrenciales. Las condiciones están para los incendios forestales”.
La exigencia para la sociedad es entonces cero incendios forestales en sierras y bosques, por causas humanas.
“Eso es lo que tenemos que evitar”.
Y advierte que las lluvias, al menos en la Región Sureste, vendrán hasta después de mayo.
PREVENCIÓN ES LA PRIORIDAD
Por su parte Omar Garza Morales, titular de la Promotoría de la Comisión Nacional Forestal en Coahuila, hace hincapié en el cuidado que se debe tener con el manejo del fuego sobre todo en las zonas forestales, considerando que solo alrededor del cuatro por ciento de los 15 millones de hectáreas que conforman el estado, son zonas forestales de bosque.
En este sentido, dice, habría que darle mucha prioridad a la prevención de incendios.
De acuerdo con datos de la CONAFOR, 2022 fue uno de los años más críticos en cuestión de incendios forestales con 102 conflagraciones y 18 mil 832 hectáreas afectadas.
En 2023 se presentaron 44 incendios con una superficie destruida de 11 mil 283 hectáreas.
Mientras que en 2021 se registraron 54 incendios con siete mil 50 hectáreas siniestradas.
Omar Garza expone que este fenómeno obedece al cambio climático y a la sequía que padece la entidad.
“Se especula que 2024 va a ser una temporada complicada, debido a que la época de estiaje va a ser complicada”.
Y dice que ya se tienen algunos mapas de riesgo que incluyen a los municipios Zaragoza, Acuña, Múzquiz, Arteaga, Ramos Arizpe y Saltillo.
“Se tiene detectados puntos donde hay mucha resequedad en la vegetación. Estos mapas vienen derivados del análisis de información que nos brinda la Comisión Nacional del Agua, de aquí determinamos las áreas críticas para atención a incendios forestales y todas las actividades de prevención que vamos a desarrollar y que incluyen apertura de brechas cortafuego, líneas negras, quemas controladas que van a ir abonando al tema de prevención”.
Según la CONAFOR de 2020 a 2022 se han asignado 217 millones 885 mil pesos en subsidios para la implementación de acciones de compensación ambiental en 11 mil 955 hectáreas en diversas zonas de Coahuila.
“Solo en acciones de compensación ambiental”, recalca Garza Morales.