El municipio de Saltillo ha recaudado más de 2 mil 800 millones de pesos desde el 2016 para la protección y conservación del Centro Histórico, sin embargo, los gastos no se reflejan en el mejoramiento de su imagen y las obras realizadas sólo han sido parches que cubren el deterioro, aseguran especialistas.
- 13 mayo 2024
Cada año el Ayuntamiento local recauda millones de pesos destinados, presumiblemente, a la mejora del Centro Histórico de Saltillo, esto a través del cobro de distintas contribuciones y servicios.
Sin embargo, las acciones de protección, conservación y dignificación de esta zona, que guarda la identidad de los saltillenses, no se ven por ningún lado, ni siquiera en las principales manzanas que conforman su polígono.
Calles y banquetas destrozadas, cunetas destruidas y anegadas de agua residuales, marañas de cables en la postería de arterias emblemáticas, bocas de alcantarillas abiertas como trampas, postes a punto de caer, rampas para discapacitados despedazadas, fachadas plagadas de grafiti, construcciones históricas a nada de derrumbarse, basura, baldíos convertidos en muladares, puestos ambulantes en plena calle, fuentes históricas rotas y señalética en mal estado, son tan solo algunas de las fallas encontradas durante un recorrido realizado por Semanario en el corazón de la ciudad.
Esta situación convierte cada vez más los paseos y vistas al Centro Histórico de Saltillo, tanto para sus habitantes, como para la gente que aquí trabaja o que viene de compras o de diversión, en un deporte extremo.
“Las banquetas son intransitables, sobre todo para la gente con capacidades distintas. Alguien que ande en silla de ruedas es imposible; la gente de edad mayor. Hay calles con muchos baches, los colgajos de cables se ven espantosos. Hay muchas cosas que hacer”, advierte Héctor Laredo, arquitecto y urbanista.
En contraste, y según la respuesta a la solicitud de información folio 50103300012924, entre 2016 y lo que va de 2024 la presidencia Municipal de Saltillo ingresó a sus arcas dos mil 824 millones 980 mil 112 pesos con 36 centavos, que serían destinados a la realización de obras de protección, conservación y dignificación del Centro Histórico de la ciudad.
No obstante, expertos en arquitectura y urbanismos consultados por Semanario coinciden en que dichas cuentas no se ven reflejadas en la imagen de abandono que actualmente presenta esta área destacada por su valor cultural.
“Dinero sí hay, pero si vemos el cuadro del Centro Histórico nos vamos a dar cuenta de que ya casi no hay nada. Ya hay muy poco rescatable de las construcciones originales”, comenta Marco Polo Hernández Muñiz, presidente de la agrupación Ciudadanía MX y miembro del Colectivo Transporte Digno Saltillo.
La contestación a la citada solicitud revela también que entre 2019 y marzo de este año la alcaldía de Saltillo otorgó un presupuesto de 26 millones 834 mil 534 pesos con 57 centavos para la operación de la oficina del Centro Histórico, de los cuales se ejercieron solamente 19 millones 826 mil 701 pesos con siete centavos.
“Creo que el dinero que todavía pagamos se mete a la licuadora y se usa para otros fines, que también demanda el municipio, pero deberíamos de asegurarnos que esos recursos se inviertan bien. Te lo quitan con un objetivo, pero al final se usa con otros propósitos, no necesariamente malos, pero sí estoy cierto de que no se usa ahí, en el Centro Histórico, eso no pasa”, comenta el arquitecto Laredo.
Desde esta perspectiva el Ayuntamiento podría no estar cumpliendo con lo que mandata el Artículo 6, Fracción I del Reglamento del Centro Histórico, Zonas e Inmuebles Protegidos del Municipio de Saltillo, respecto a la atribución que tiene de formular la política, planeación y programación de acciones, obras y servicios municipales para la protección, conservación, mejoramiento e imagen urbana del Centro Histórico.
“El gran problema radica en que no siguieron el Reglamento del Centro Histórico que indicaba que debía tener una imagen, una figura, pero se lo acabaron. No han hecho nada”, declara Hernández Muñiz.
UN INVENTARIO DE DESCUIDO
Basta con dar un recorrido por algunas de las 65 manzanas que, de acuerdo con su Reglamento, constituyen el Centro Histórico, para constatar el olvido que prevalece en sus fachadas, banquetas, calles y su infraestructura eléctrica, de telefonía y pluvial.
Una fachada de desnudo adobe en la calle de Zaragoza al borde del derrumbe, una alcantarilla que tiene la tapa de concreto rota en la calle de Allende, cunetas destruidas y convertidas en lagunas de agua rancia en la calle de Acuña, una rampa para minusválidos obstruida por la arena que acarrean las lluvias en plena calle de Obregón, otra casa de tierra sin cielo ya, en Xicoténcatl, hoyos y parches en la calle de Moctezuma, banquetas sin adoquines en calle Morelos, un poste roto casi en su base y a punto de caer en la esquina de Mina y Ramos Arizpe; y más bocas de alcantarillas abiertas como trampas, casas antiguas tapizadas de grafiti y telarañas de cables en postería en calle Pérez Treviño.
Más cunetas convertidas en charcos pestilentes por donde quiera, las aceras de un ex edificio gubernamental abandonado convertida en baño público en calle Zaragoza; baldíos plagados de maleza y propaganda electoral y más parches y baches en General Cepeda; una fuente, la de Neptuno, cuyos peces lucen destrozados en la Plaza San Francos y más banquetas rotas en Aldama.
Es parte del inventario del descuido que hoy impera en el Centro Histórico de esta ciudad, declarado como tal el 20 de junio de 1989, con un área que comprendía 129 manzanas en las que se ubicaban edificios de los siglos XVll, XVlll, XlX y XX, y en las que tuvo lugar la vida social, política, económica, religiosa y cultural de Saltillo.
Semanario buscó por más de dos meses una entrevista con José Antonio Lazcano Ponce, director de Desarrollo Urbano del Municipio de Saltillo, y con Annabelle Flores Gutiérrez, encargada de la oficina del Centro Histórico, para que dieran su postura sobre el estado de cosas que guarda esta zona cultural y los proyectos futuros para su mejoramiento, pero el encargado de comunicación social del municipio, Héctor Reyes, negó sistemáticamente su autorización, pretextando la veda electoral.
Ya en el follero “Síntesis Informativa del Centro Histórico de Saltillo”, elaborado en 1990 por académicos y estudiantes de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC,) y la entonces Universidad Autónoma del Noreste (UANE), se advertía sobre los factores que venían propiciando la destrucción constante, sistemática y acelerada del suelo y los edificios de esta parte de Saltillo.
La contaminación visual, el ruido, las aglomeraciones, el caos vial, la fuga de la población original a la periferia, los aspectos económicos, como la plusvalía de la propiedad urbana o el costo para restaurar viejas casonas, el desinterés, la poca solidaridad ciudadana, son, se lee en el documento, factores que invariablemente han venido contribuyendo a la desintegración del centro urbano de esta ciudad capital.
Al respecto el Artículo 23 del Reglamento del Centro Histórico dice que el Ayuntamiento, a través de las instancias municipales competentes, garantizará que el uso de la vía pública no afecte la imagen urbana y el valor arquitectónico de esta zona de la ciudad.
“La función del Centro Histórico, como se diseñó hace ya muchos años con (el gobernador) Eliseo Mendoza Berrueto, cuando salió la Ley de Desarrollo Cultural para el Estado de Coahuila y el decreto por el que se crea el Centro Histórico, fue 100 por ciento conservacionista. Y lo que empezaron a hacer, desgraciadamente, por ese perfil era no dejar hacer, y al no dejar hacer las cosas se dejaron de usar y al dejarse de usar se dejaron de mantener, se cayeron, se perdió, fueron cientos los edificios que dejaron caer. No había ese apego por las cosas arquitectónicamente valiosas. No se tuvo una visión de largo plazo y adaptativa para una ciudad que ya tiene, ahorita, un millón de habitantes en la zona conurbada...
“Las cosas cambian, el uso de suelo se tiene que modificar. Si quieres conservar las cosas con valor artístico, tienes que buscar cómo adaptarte a las necesidades actuales de la gente, del mercado, de los que usan el suelo”, expone el arquitecto y urbanista Héctor Laredo.
PROTECCIÓN EN EL PAPEL, DESCUIDO EN LA REALIDAD
En las conclusiones del informe “Levantamiento Urbano Arquitectónico del Centro Histórico de Saltillo”, realizado por el Instituto Municipal de Planeación (IMPLAN), se lee que “el primer cuadro de la ciudad requiere de una acción sistemática de cuidado, ordenamiento y conservación que le permita acrecentar su dinamismo y fortalecerse como referente de identidad y motivo de orgullo de los saltillenses”.
El documento hace notar que es menester crear las condiciones que hagan del Centro Histórico una zona habitable, fortaleciendo su economía, conservando su rico patrimonio arquitectónico, garantizando una mayor calidad de su infraestructura e imagen urbana y consolidando su vocación cultural.
Para ello es necesaria la participación de todos los sectores sociales, la ciudadanía y el gobierno, en un gran esfuerzo de corresponsabilidad que permita impulsar una agenda de trabajo para la mejora permanente de esta área.
Sin embargo, en la actualidad, opina Marco Polo Hernández del Colectivo Trasporte Digo Saltillo, la autoridad municipal ha hecho poco, sino es que nada, por impulsar programas y políticas públicas tendientes a proteger, conservar y dignificar al Centro Histórico, tal y como ordena el Artículo l de su Reglamento.
Al menos no se refleja en sus calles la inversión de 855 millones 506 mil 266 pesos con 81 centavos que, según información obtenida vía transparencia, se destinó en lo que va de la administración del alcalde José María Fraustro Siller a la reparación y embellecimiento de la imagen urbana de esta zona.
¿Y LAS OBRAS?
Semanario quiso saber cuáles han sido las obras realizadas dentro del Centro Histórico de Saltillo en el último sexenio, y lo que va de este año, así como su costo.
De acuerdo con la respuesta del Ayuntamiento, en dicho periodo se efectuaron 30 obras, dentro y fuera del polígono del Centro Histórico, entre las cuales destacan por su mayor cuantía:
La remodelación de imagen del Paso Inferior Vehicular del bulevar Venustiano Carranza – Ignacio Allende, que costó al erario público cinco millones 291 mil 086 pesos con 78 centavos.
La rehabilitación del pavimento de concreto asfáltico en calle Mariano Matamoros, cuyo gasto fue de cinco millones 13 mil 508 pesos con 16 centavos.
Y la realización del magno y cuestionado proyecto del actual gobierno de Saltillo denominado Paseo Capital y en el que se gastaron 34 millones 589 mil 867 pesos con cuatro centavos.
Aunque información en poder del Colectivo Transporte Digno Saltillo revela que por esta obra los ciudadanos pagaron casi 41 millones de pesos.
En total de 2018 a la fecha la alcaldía de Saltillo ejerció un gasto de 64 millones 699 mil 319 pesos con 22 centavos, de los dos mil 19 millones 183 mil 736 pesos con 33 centavos que obtuvo en recursos para el rubro de “Centro Histórico” provenientes de diversas fuentes recaudatorias como el impuesto predial, parquímetros, otras contribuciones y otros servicios.
Desde una rehabilitación y reparación de base de cantera de monumentos de leones, existentes en calle Victoria y Allende, por la que se desembolsaron 63 mil 800 pesos, hasta la rehabilitación de pavimento de la calle Urdiñola que costó al pueblo siete millones 246 mil 552 pesos con 31 centavos.
Con todo y eso los especialistas entrevistados por Semanario insisten en un Centro Histórico que navega cada vez más a la deriva.
“Cuando íbamos a sacar las placas nos cobraban una cuota para el Centro Histórico, ¿dónde está eso?, ni siquiera en el pavimento de las calles se ve. Todas estas banquetas a las que en algún tiempo les pusieron adoquín, hoy están completamente deterioradas, ¿qué han hecho?, al adoquín le han metido parches, lo han parchado.
“Dicen que la subterranización es muy costosa, no, se supone que hay recursos para eso, para que todo el cableado se subterranice, todos los servicios”, reprocha Salas Jáuregui.
UNA JUNTA QUE ES DE ADORNO
El 12 de mayo de 1989 se instaló la primera Junta de Protección y Conservación del Centro Histórico de Saltillo, cuyo fundamento legal quedaría establecido en el Artículo 76 de la Ley de Desarrollo Cultural para el Estado de Coahuila.
Dicha ley otorga a la Junta facultades para “recomendar las disposiciones necesarias para la protección de la arquitectura en general, y en particular de los edificios, calles, plazas, jardines y elementos de ornato y servicio público, etcétera, que por su valor artístico o histórico, por su carácter, su tradición o por cualquier otra circunstancia deban conservarse”.
Así como facultades para “recomendar al Ayuntamiento la realización de las obras necesarias para la conservación, restauración, rescate, mejoramiento y aseo de las fincas, construcciones y calles, etcétera”.
Sin embargo, hoy no se sabe ni siquiera quiénes integran la Junta de Saltillo, pero sí que tal órgano no se reúne desde 2019, esto según la versión de una fuente cercana a la oficina de la subdirección del Centro Histórico, y que por no estar autorizada para dar entrevistas prefiere omitir su nombre.
“No, no sé quiénes sean los de la Junta, ya tienen tiempo que no se reúnen, años, pero creo que están por retomar funciones o de formar una nueva Junta, no sé bien”, asegura la fuente.
Marco Polo Hernández, integrante del Colectivo Transporte Digno Saltillo, asegura que en lo que va de la presente administración, el Ayuntamiento nunca ha llamado a la ciudadanía para consultarle sobre los proyectos que tienen que ver con el desarrollo del Centro Histórico, tampoco con el recién construido Paseo Capital.
“Y es algo que el Reglamento lo indica: ‘voy a hacer esto, ¿qué opinas?’. No lo han hecho”.
Pese a que el Artículo 10, fracción lll, inciso “e”, del Reglamento del Centro Histórico, dice que es obligación de la autoridad municipal impulsar la participación social en los proyectos que contribuyan al adecuado desarrollo urbano y conservación del Centro Histórico (...).
“Antes de emitir una licencia de construcción, el asunto se ponía en la mesa de la junta de Conservación. También las obras que iba a realizar el Ayuntamiento o el gobierno del estado. Teníamos voz y voto en las decisiones municipales”, expone Francisco Aguilar Moreno, delegado del Instituto Nacional de Antropología e Historia, (INAH), en Coahuila.
Roy Carrum, decano del Colegio de Arquitectos de Coahuila, Región Sureste, cuenta que en sus inicios el Centro Histórico estaba administrado por un patronato que dictaba las directrices de acción, en base a un proyecto general.
“Participaban un sinnúmero de organizaciones y de personas y la administración aceptaba ese proyecto. Había muchos programas que llegaban de la población, de la ciudadanía o de las asociaciones civiles que decían ‘oye, me interesa participar, ¿en qué te ayudo?”’.
De aquellos ayeres Roy recuerda el programa “Adopta un monumento, adopta un inmueble”, en el que tomaban parte instituciones educativas, familias y dependencias de los tres niveles gobierno.
“La Secretaría de la Defensa Nacional, a través de la Sexta Zona Militar, decía, ‘nosotros adoptamos el monumento a los Niños Héroes, el de Ignacio Zaragoza, nos encargamos de mantenerlos, de cuidarlos’, y ellos se encargaron de eso sin costo.
“En la Alameda había un monumento de Sor Juana Inés de la Cruz y las hermanas religiosas del Colegio de Valle Arizpe, dijeron ‘nosotras queremos conservarlo’, fueron y lo limpiaron y lo pintaron y todo. La familia Coss se encargó de mantener y conservar el monumento de Francisco Coss que hay en la ciudad”.
El arquitecto Carrum dice que es conveniente que los proyectos y programas en pro de la conservación del centro sean de largo plazo y se les dé continuidad, sin importar que termine una administración municipal.
“Y que la administradora del Centro Histórico no sea una dependencia estatal ni federal ni municipal, que sea una organización ciudadana la que se encargue de preservar lo valioso de Saltillo”.
EL CENTRO COMO UN ASUNTO CULTURAL
Jesús Salas Jáuregui, profesional de la arquitectura y el urbanismo, sostiene que el Centro Histórico no tiene que verse como un problema técnico de deterioro de pavimento, monumentos históricos y fachadas, sino como una cuestión cultural.
“Tenemos dos raíces en el Centro Histórico, la raíz española, que a su vez tiene raíces musulmanas, raíces árabes, y tenemos la influencia de los tlaxcaltecas. Vemos una traza urbana diferente. Eso es lo que tenemos que rescatar. ‘Te vamos a dejar hacer un Oxxo en esto que es patrimonio cultural, nomás consérvale la fachada’. Eso es escenografía. No es un rescate del patrimonio. El rescate del Centro Histórico es rescatar formas de vida, no rescatar fachadas.
“¿Qué fue lo que motivó cultural, social, política y económicamente a que el Centro Histórico fuera de una determinada manera? ¿Qué es el rescate de un Centro Histórico?, volverlo a hacer como originalmente era”.
Y advierte cómo el fenómeno de la gentrificación ha ido desplazando a los antiguos habitantes de la zona cultural.
“En este caso como tenemos toda la influencia norteamericana se quieren construir placitas comerciales chiquitas, como la Arcada, donde se concentre todo y eliminar la vivienda. Nuestra ciudad es una ciudad conservadora, donde sigue prevaleciendo el consumo, el negocio, el interés privado por sobre el interés colectivo. Eso tiene que ver con que el pavimento esté mal, porque se ve como negocio y es más, deliberadamente, se está dejando caer”.
Lo que más le dolió, dice el arquitecto Salas, fue la demolición del Edificio Coahuila para hacer una plaza, la Ateneo, donde ya había otra plaza, la San Francisco: así como el derrumbe de la Sociedad Manuel Acuña, para construir un estacionamiento, y la destrucción de un conjunto de viviendas tradicionales en la calle De la Fuente y Arteaga para levantar otra plaza más, la Coahuila.
“Eso culturalmente es criminal, estás destruyendo el patrimonio cultural edificado que, históricamente, fue construyendo un montón de generaciones. Dicen ‘no, es que el Edificio Coahuila ya estaba muy viejo y se iba a caer’. No es cierto... O ‘es que sale muy caro mantenerlo’. El Acuña no estaba deteriorado, no se iba a caer, cuál fue el argumento, era un emblema de nuestra ciudad. Hoy es un monumento para el automóvil, porque le damos prioridad, en esta ciudad, al automóvil”.
-¿Cuál es su propuesta?
-Arreglar lo que se tiene que arreglar, arreglar las calles, quitar los alambres, recatalogar lo que se considera patrimonio cultural edificado, dejar de hacer placitas comerciales, dejar de hacer Oxxos en el Centro Histórico.
Por su parte, Marco Polo Hernández Muñiz, presidente de la organización Ciudadanía MX e integrante del Colectivo Transporte Digno Saltillo, pone el dedo en la llaga de la falta de políticas de movilidad e infraestructura sanitaria en la zona histórica de Saltillo.
“El paseo capital, por ejemplo, nunca consideró muchas de las características que debe de tener cualquier proyecto de traza pública, bajo el esquema de la movilidad. No hay lugar dónde estacionar las bicicletas. Uno llega al Centro Histórico en bicicleta y no hay ningún lugar para estacionar la bicicleta y quedarte tranquilo de estacionarla, meterle candado e irte. Todos los perímetros están pensados para los carros, nada más que el Centro Histórico, ¿quién lo disfruta?, ¿el carro?, no... Nosotros, los peatones, los que caminamos.
“No existe infraestructura sanitaria, en todo el centro, no hay. En la Plaza de Armas hay unos baños privados, cobran 10 pesos, Dios mío y qué es lo que tienen, nada. No hay higiene, no hay privacidad. Los otros baños son en los restaurantes, pero tienes que consumir para poder hacer uso de ellos. Y si nos vamos a los baños dentro del Centro Histórico, públicos, a cargo del municipio, de servicios primarios, están en la Alameda y son un asco ¿Cómo podemos hablar que la gente tenga ganas de venir al Centro Histórico, difícilmente”.
INVOLUCRAR A LA ACADEMIA Y ORGANIZACIONES
Argelia Isabel Dávila del Bosque, arquitecta de formación con maestría en diseño y tecnología ambiental y aspirante a doctora en arquitectura y urbanismo, habla de la necesidad de que la autoridad local involucre a la comunidad de académicos en los proyectos y programas relacionados con el mejoramiento del Centro Histórico.
“Son muy pocos los proyectos en los que se nos vinculan... Cuando se hace es todo un logro que nos tomen en cuenta”.
Con todo y que el Artículo 109 del Reglamento del Centro Histórico estipula que el Ayuntamiento, a través de las instancias municipales competentes, establecerá convenios de colaboración con instituciones educativas, asociaciones académicas, colegios de profesionales y organizaciones sociales, para realizar proyectos destinados a conservar y proteger el Centro Histórico.
Argelia dice que la ciudad es de todos y como instituciones, como gobierno, la misma sociedad, tienen que procurar que la ciudad sea de todos y para todos.
“Tendríamos que tener mucha voluntad en cuanto al equilibrio, equilibrio entre el progreso y lo que necesitamos conservar”.
En los últimos años el Colegio de Arquitectos de Coahuila, Región Sureste, ha llevado diversas propuestas a la mesa de la alcaldía para mejorar el Centro Histórico, sin embargo, hasta hoy no han tenido eco.
Una de estas propuestas es la modificación del muelle de la Alameda Zaragoza, que está mal diseñado.
Otra de crear un mercado para los vendedores ambulantes instalados en el centro.
Así como peatonalizar las calles desde la Plaza San Francisco hasta la Alameda.
Y se propuso también levantar plazas comerciales en los corazones de manzana.
“Inversiones de fuera han propuesto algunos edificios. Se quiere retomar el que haya jóvenes, personas viviendo, ya no hay tantos habitantes en el Centro Histórico, son puros comercios. Queremos que vuelva más población a vivir al centro. Revivirlo.
“Sin embargo, no se ha podido aprobar el uso de suelo por falta de elementos como la infraestructura en agua, en luz, todo el cableado. No da abasto, el agua no da abasto. Imagínate un edificio de 16, 20 pisos en el Centro Histórico, colapsa las vialidades con estacionamientos”, dice César Dávila, presidente del Colegio de Arquitectos de Coahuila, Región Sureste.
Tales propuestas se han quedado en la congeladora, en el archivo muerto del Ayuntamiento de Saltillo.
“Ellos (el Ayuntamiento) llegan e invierten el dinero en un solo proyecto, quieren hacer una obra que a lo mejor no es la que se requiere”, remata el arquitecto Roy Carrum.