En la última década, la entidad ha ocupado los primeros lugares de nacimientos en madres adolescentes. ¿por qué seguimos en la cima de este problema de salud?
- 19 julio 2021
Daniela ríe. Ríe mucho cada que platica. Juega con su suéter y suelta una carcajada cuando relata su experiencia. Ríe como una adolescente de 17 años que cuenta sobre una travesura. Pero a los 14 años esa sonrisa se le desvaneció cuando se enteró que estaba embarazada.
Ella no lo sabía entonces pero en 2019, año que dio a luz a su hijo Charbel, ella fue parte de la estadística que llevó a Coahuila a ocupar el tercer lugar del país con la mayor cantidad de nacimientos registrados en madres adolescentes (menores de 20 años) según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). De hecho, en la última década (2010-2019) Coahuila ha estado seis años en el primer lugar en nacimientos de madres adolescentes, tres años en segundo lugar y un año en tercer lugar. Un ranking de salud pública que no tiene nada que presumir.
Aunque a partir de 2014 el porcentaje de embarazos y nacimientos en madres adolescentes ha disminuido ligeramente cada año en la entidad (en 2019 fue de 19%), Coahuila no ha podido salir de los tres primeros lugares y está lejos de las entidades con los niveles más bajos del país como Nuevo León, Quintana Roo, Querétaro, Baja California Sur y Ciudad de México, que tienen desde cuatro hasta siete puntos porcentuales menos.
Recientemente se publicó el Primer informe de maternidad infantil y adolescente en Coahuila 2019 a cargo de la asociación civil Matatena. Datos revelados por la organización refieren que en 2019 se reportaron 9 mil 948 nacimientos de niñas madres y adolescentes madres de 11 a 19 años.
¿Por qué Coahuila ha estado en los primeros tres lugares en la última década? La pregunta se la hago a Daniela y ella responde con una broma:
-Porque no hay tele.
Después trata de ponerse seria:
-¿Quién sabe? A veces aunque nos den la educación, vamos y abrimos las patas. No es tanto la educación, es de uno, hay muchas cosas para cuidarte y ahí vas. Creemos que no pasa nada.
Y lanza una risa cohibida.
Ella admite que pensaba que nunca se iba a embarazar. Su educación sexual, me dice, se limitó a una advertencia de su madre: “No vayas a andar dando tu tesorito”. Daniela lo dice y se ríe. Esconde la cabeza y se tuerce de la risa.
Sinahí Ferrer, trabajadora social y encargada del Programa de Sexualidad Responsable del DIF Torreón, comenta que en el programa que consta de un taller de dos meses para jóvenes embarazadas, se encuentran casos de madres que no conocen su cuerpo, ni los nombres ni funciones. A ese taller llegó Daniela con varios meses de embarazo. Era de las más pequeñas.
-Llegan y nos dicen ‘cómo es posible que ya vaya a ser mamá y no conozca mi cuerpo’. Algunas hasta con más de un hijo –comenta.
Laura Hernández Esquivel, directora Académica del Instituto de Formación, Investigación y Consultoría de Género y Derechos Humanos (INCIDE Femme) dice que es necesario poner sobre la mesa que el embarazo adolescente es un problema de salud pública con factores diversos que van desde la política pública, la educación dentro de familias y escuelas o el acceso a la justicia.
Para la especialista, el índice no disminuye como se quiere porque se mantiene una mirada y una narrativa estigmatizante y unidimensional acerca de la causa del problema.
-Es más fácil decir que se embarazó porque le ganó la calentura o le ganó la hormona o no se dio a respetar. Hay una culpabilización hacia las mujeres adolescentes. Este reduccionismo hace que no se compartan y no se asuman responsabilidades de toda una sociedad y gobierno para erradicar los embarazos en adolescentes -considera.
Daniela también cree que hay niñas que lo hacen por atención. Ella, pese a no tener un padre presente, asegura que tuvo la atención de su madre.
Aunque quizá tampoco lo dimensione, su caso también es más complejo.
¿Un problema de violencia?
Daniela dio un trago a un vino en una fiesta y vomitó. Vomitó y siguió vomitando. Regresó a su casa y su novio estaba ahí tomando con amigos. El padre de su novio era también novio de su madre.
Dos pruebas de embarazo salieron negativas hasta que un mes después se hizo una prueba de sangre que confirmó el embarazo.
-Sentí tristeza. Sentí que me fallé a mí, a mi mamá. Pensé ‘qué voy a hacer con un hijo, con un niño’. Me la pasaba llorando, qué voy a hacer. Mi mamá se enojó y se fue de la casa, se fue a vivir con mi hermana.
Llevaba una relación de un año con el padre del hijo que esperaba. Un joven de 20 años, aunque Daniela cuenta que hasta que se embarazó supo que tenía 20. Él le había dicho que tenía 18 años.
Daniela se ríe cuando relata la anécdota de los seis años de diferencia.
Pero ese dato no debe dar risa: en Coahuila el embarazo de una menor de 15 años debe ser investigado como un delito de violación. Según el artículo 229 del Código Penal de Coahuila, se considera violación equiparada y se impondrá de once a dieciocho años de prisión y multa, a quien realice cópula con una persona de cualquier sexo, menor de quince años de edad. Daniela tenía 14 años cuando se embarazó. Su novio tenía 20 años.
Desde 2017 hasta el primer cuatrimestre de 2021, 133 mujeres de 15 años o menores, denunciaron un delito de violación en Coahuila, pero se desconoce cuántos de esos casos involucraron un embarazo.
Según la Norma Oficial Mexicana 047, que está enfocada en la atención a la salud de las y los jóvenes entre 10 y 19 años, en caso de embarazo en menores de 15 años se deben buscar factores de riesgo, signos y síntomas para descartar posible violencia y/o abuso sexual. Pero se desconoce la aplicación de esta Norma en el estado.
No son pues adolescentes teniendo relaciones con adolescentes, sino niñas teniendo relaciones con adultos. Esos casos no tienen ninguna repercusión ni represalia. Ni siquiera hay casos por el delito de estupro, que es el engaño para tener cópula. Solo hay 70 denuncias por estupro desde 2017 hechas por menores, según estadísticas de la Fiscalía Estatal.
Para Laura Hernández las familias son también parte de esta cultura de violación pues se sostiene dentro de la sociedad, la narrativa de seguir normalizando o de culpabilizar a las adolescentes y niñas.
-Está normalizado que hombres mayores de edad puedan tener relaciones socio afectivas con menores. No hay un cuestionamiento, no hay un castigo social o penal efectivo o un señalamiento para los hombres -critica.
Protocolo de papel
Uno de esos avisos tendría que ser a la Fiscalía General del Estado (FGE) en los casos de jovencitas de 15 años o menos que llegan embarazadas. Sin embargo, según una respuesta a una solicitud de información, la FGE únicamente ha recibido 41 avisos desde 2017 por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social y de la Secretaría de Salud.
Esos 41 avisos contrastan, por ejemplo, con los nacimientos de 2019. Según el Informe Matatena, ese año hubo 221 nacimientos de niñas entre 11 y 14 años. La principal edad fue los 14 años con 178 nacimientos. Los nacimientos en niñas de 11 a 14 años es más del 400 por ciento de la cantidad de avisos a la Fiscalía en más de cuatro años. Es decir que tan solo de 2019 debió haber un registro de 221 avisos. Pero no se hizo.
Además, de los 221 casos registrados, el 10% de los nacimientos ocurrieron en el área rural y más del 84% en el área urbana. El porcentaje restante no se especificó.
“Si no se atienden se infiere que no hay un seguimiento al ministerio público de estos casos de niñas y adolescentes”, critica Cinthya Moncada presidenta de la asociación Matatena.
Una de las principales alertas de la problemática del embarazo infantil y adolescente, señala el informe de Matatena, son las edades de los progenitores, las cuales abarcan de los 12 a 45 años, con un promedio de edad de 18 años (mayoría de edad), sin embargo, se desconoce la edad del progenitor en el 28% de los nacimientos.
El informe destaca el caso de un progenitor de 12 años pareja de una niña de 11 años, otro de un progenitor de 15 años con una niña de 12 años en la parte baja de la distribución de edad. Por otro lado hay registro de un progenitor de 45 años pareja de una niña de 14 años, otro progenitor de 35 años con una niña de 14 años en la parte alta de la distribución de edad.
El informe no lo dice, pero también está el caso de Daniela: ella de 15 años cumplidos cuando nació su hijo, él de 21 años.
Esos casos, que deberían seguirse por protocolo como un delito de violación, no tienen ninguna repercusión ni represalia.
Monserrat Martínez Aguado, directora de Integración Familiar del DIF Torreón, admite que hay casos de chicas menores de edad con parejas de 40 años. Asegura que han presentado la denuncia pero que en muchas ocasiones, las madres de las chicas, por comodidad, consienten que la hija se mantenga en esa relación. En otros casos, dice, las abuelas se involucran mucho e insisten en la misma idea.
Otros casos de madres adolescentes con adicción a las drogas, principalmente al cristal.
Cinthya Moncada, de la asociación Matatena, menciona que se está pasando de largo analizar el tema de los progenitores, pues la carga en todos los sentidos recae en niñas y adolescentes.
-Es un trabajo de todos los frentes. Se debe de dejar de romantizar, de normalizar que a lo mejor mi hija se fue con un hombre de 35 que tiene trabajo seguro. Todas estas problemáticas están ahí, y están influyendo en la maternidad y embarazo infantil. No es solo un tema de acceso a métodos anticonceptivos. O una cuestión de prohibir, es mucha falta de educación sexual y combatir la violencia y abuso sexual, comenta.
Porque violencia sexual, explica Moncada, no es solo un callejón obscuro y un desconocido, también es chantaje, es presión y otras formas.
Para Ariadne Lamont, directora de Incidencia y Acompañamiento de INCIDE Femme, no se debe hablar de niñas de 10 años que se embarazan de su novio, sino de niñas que violan. “Hay niñas de 16 años embarazadas por hombres de 40 años”, comenta.
Daniela asegura que no vivió ningún tipo de violencia. Reconoce fue mera irresponsabilidad.
Sin embargo, para Cinthya Moncada, el tema de la maternidad infantil está relacionado con la violencia sexual, que es una vertiente que la organización busca visibilizar.
Aunque para Monserrat Martínez del DIF Torreón, la inmadurez de las adolescentes no da para que reconozcan muchas veces la violencia, sobre todo sexual.
El director del Hospital General de Torreón, José Luis Cortés Vargas, hay un subregistro de denuncias de agresiones físicas y sexuales debido principalmente a que las familias no quieren denunciar.
Nadie te va a querer
Daniela estudiaba segundo de secundaria cuando tuvo la noticia de su embarazo. La directora de la escuela aconsejó que llevara las clases en casa. Le llevarían los trabajos y tareas. En un inicio entregó todo pero afirma que reprobó y optó por abandonar los estudios porque no le vio caso. Sus amigas se alejaron conforme la panza creció.
También se alejó del padre de su hijo. Nunca se juntó con él y cuando nació el niño terminaron la relación. Su mamá se enojó por esa decisión. “Nadie te va a querer con bebé”, le decía. Daniela se ríe al contar los pleitos y regaños de su madre.
Para Cinthya Moncada, hay una normalización de la violencia y lo ejemplifica en que la familia cuando sabe que un hijo o hija fue víctima de violencia, no quiere denunciarlo porque no quiere cargar con la responsabilidad o porque no puede mantener al hijo que va a nacer. Prefiere que se haga cargo a meterlo a la cárcel.
Según el Censo de Población del INEGI 2020, en Coahuila había 789 niños entre 12 y 14 años que no son solteros, es decir, viven en una “situación conyugal”, como puede ser casado (194 menores), en unión libre (434), separados o hasta viudos, eso, aunque el matrimonio en menores de 18 años está prohibido.
Sin embargo, Moncada comenta que la mayoría de los menores viven en unión libre lo que implica muchas complicaciones legales porque es una unión no reconocida por la ley, es decir, hay un hueco enorme con la prohibición.
De los 434 niños y niñas en Coahuila que viven en unión libre, se desconoce si la pareja es también menor de edad o es una persona adulta.
Mientras que en el rango de 15 a 19 años, la cifra de personas en una situación conyugal diferente a la soltería, es de 26 mil 594; de las cuales 21 mil 798 están en unión libre y 2 mil 859 están casadas civil, religiosamente o ambas.
Ariadne Lamont dice que se necesita pensar que muchachas de 24 años con cuatro o cinco hijos es un problema de violencia de muchos tipos. Y critica que pareciera que se trata de cuerpos que no importan.
-Nadie puso el cuidado que si ya había parido a los 13, no se llenara de hijos –reclama la activista.
Monserrat Martínez del DIF Torreón, cuenta el caso de una madre de treinta y tantos años que tenía ocho hijos y esperaba a un noveno. A sus tres primeros hijos se los quitó su primera pareja. “Ella decía que su pareja actual abusaba de ella, había maltrato y la obligaba a consumir drogas. La metimos a un refugio para que estuviera con todos sus hijos”, comenta.
Según el Censo del INEGI, en Coahuila hay 321 niñas entre 12 y 14 años que tienen por lo menos un hijo o hija. No es broma: hay 30 niñas de esa edad que ya tienen dos hijos, 17 que ya tienen tres hijos.
Mientras que del rango de edad entre 15 y 19 años, hay 2 mil 374 adolescentes coahuilenses con dos hijos según el mismo Censo del INEGI; 222 en esa edad con tres hijos, 24 con cuatro hijos.
Sinahí Ferrer, trabajadora social y encargada del Programa de Sexualidad Responsable del DIF Torreón, refiere que la mayoría de los casos que han atendido se trata de adolescentes en relaciones inestables, mamás solteras o jóvenes que aseguran son víctimas de maltrato y violencia. Otros casos en los que se juntaron con la pareja pero viven desde esa edad la cultura machista donde, por ejemplo, les prohíben estudiar.
En experiencia de José Luis Cortés Vargas, director del Hospital General Torreón, los progenitores no suelen acompañar a las madres y más bien está el apoyo de los padres, madre principalmente. Reconoce que sí hay casos donde la diferencia entre la adolescente embarazada y el progenitor, es de cuatro o cinco años.
Servicios ¿con estigmas?
El gobierno de Coahuila ha implementado desde la administración pasada, una Estrategia Estatal de Prevención del Embarazo en Adolescentes en el Estado alineada a la Estrategia Nacional de Prevención de Embarazo Adolescente (ENEPEA) donde a través del Grupo Estatal de Prevención de Embarazo Adolescente (GEPEA) busca promover la garantía y acceso a los derechos de las y los adolescentes y en particular los derechos sexuales y reproductivos.
El objetivo de la estrategia es disminuir a cero los nacimientos en niñas de 10 a 14 años y reducir en un 50 por ciento la tasa de fecundidad de las adolescentes de 15 a 19 años para el año 2030.
La estrategia busca incidir en temas como la educación inclusiva, la educación integral en sexualidad, oportunidades laborales, entorno habilitante, servicios de salud amigables y resolutivos y detección temprana y atención a la violencia sexual.
Laura Hernández de INCIDE Femme, considera que las estrategias tanto estatal como nacional, teóricamente están muy bien diseñadas, sin embargo, el problema es que se cae a la hora de la implementación, monitoreo y evaluación.
Asegura que las instituciones de salud ofrecen servicios con estigmas, sexismo, machismo y discriminación, donde si los jóvenes piden un método anticonceptivo, no se los dan porque no hay un “sistema amigable” para que los adolescentes se sientan con la confianza o se encuentran con procesos largos y complejos.
Uno de los grandes problemas es que las instituciones únicamente reportan números: di tantas pláticas de métodos anticonceptivos y ya. También critica que se crea que con la numerología se está haciendo incidencia efectiva cuando no.
-Te metes a las pláticas pues resulta que son capacitaciones que duraron 40 minutos para un grupo de 10 personas en una ciudad. No se llega a la comunidad rural o se repiten los estigmas y discriminaciones.
Se buscó a Katy Salinas, coordinadora del GEPEA, para conocer su postura pero no hubo respuesta.
¿Quién los atiende?
De acuerdo a la Norma Oficial Mexicana 046 para la violencia familiar, sexual y contra las mujeres, en caso de embarazo por violación, las instituciones de salud deben prestar el servicio de interrupción voluntaria del embarazo. Solo es necesario presentar una solicitud por parte de la usuaria mayor de 12 años de edad. Y en Coahuila los embarazos en menores de 15 años deben ser investigados como un delito de violación equiparada.
Es decir que todos los nacimientos de niñas menores de 15 años como Daniela, son embarazos que se pudieron interrumpir. “No sabemos a cuántas se les brindó la información adecuada, si podían interrumpir el embarazo”, comenta Cinthya Moncada de la organización Matatena.
Una respuesta a ese desconocimiento podrían ser los datos entregados por la secretaría de Salud de Coahuila a través de una solicitud de información: desde 2016 apenas se han reportado 34 interrupciones voluntarias del embarazo, 21 de ellas en Saltillo. De las 34 interrupciones, seis fueron en niñas y adolescentes de 10 a 14 años y cinco casos entre mujeres de 16 a 20 años.
“Es muy poco”, califica Cinthya Moncada de Matatena. Critica que persiste una presión social y un estigma al aborto.
La cantidad está lejos de acercarse a las cifras de embarazos en menores de 15 años que se reportan cada año.
Sobre la Norma 046, Moncada menciona que es una de las herramientas legales, y comenta que en algunas unidades de violencia de hospitales funciona muy bien. Pero ya cuando se tiene que aplicar la norma surgen muchas dificultades para acceder a la parte médica.
“A pesar que la ley obliga que los médicos no tengan objetores de conciencia. Hay muchas trabas y eso para la mujer víctima de violencia sexual es desgastante, revictimizante e innecesario. Hay veces que las hacen dar muchísimas vueltas, regresar y regresar”, comenta.
Para el director del Hospital General, José Luis Cortés, todavía se tiene que trabajar en la difusión a las pacientes de la norma 046 para que sientan el apoyo directo de las autoridades y equipos interdisciplinarios.
A Daniela le recomendaron abortar. Muchos le dijeron que abortara. Pero nunca el ginecólogo con quien se trató o alguna autoridad educativa o de salud. Aunque para ella nunca fue opción. Consideró que no iba a poder cargar con esa decisión en su cabeza.
-Antes decía y ahora qué voy a hacer con un hijo. Ahorita digo qué voy a hacer sin mi hijo –cuenta la madre adolescente.
Aun así, Moncada considera que hay una desconexión entre los hospitales y clínicas particulares con los hospitales públicos. Menciona que en los hospitales generales hay una unidad de violencia y se informa sobre las condiciones. Pero si llega una niña a una clínica particular o si llega a un consultorio particular como Daniela, no se menciona y no se les da a conocer sus derechos, no se investiga, no se da un aviso a las autoridades.
En ese sentido, Moncada refiere que prevalece la violencia estructural que predomina en la entidad como otra fuerte razón para tener los altos índices de embarazos en adolescentes y niñas.
¿Qué se debe hacer?
Cinthya Moncada comenta que la estrategia de prevención de embarazos es la misma a nivel nacional, sin embargo, consideran que aunque haya voluntad, preocupación e interés de todas las partes que conforman el grupo estatal de prevención del embarazo, no ha sido suficiente y se necesitan acciones más rápidas. Además que todavía existen muchas cosas que se tendrían que trabajar y que falta por desarrollar.
“Una de ellas es explorar otras vertientes relacionadas con el embarazo, no solo enfocarnos en el fenómeno y no poner atención a todo eso que está alrededor de niños, niñas y adolescentes”, opina.
Refiere que es urgente una actualización de esta estrategia y que se aplique en el contexto de Coahuila e inclusive de los municipios.
“No es lo mismo una niña embarazada en Saltillo, que una en Nava o en Acuña. Pensar el fenómeno como general pero también como particular, con historias diferentes en cada niña”, apunta.
Dice que hay muchos embarazos que se originan porque buscan salirse de los círculos de violencia. También señala que hay un problema de romantización del embarazo y matrimonio, donde todavía muchos y muchas piensan que con un hijo va a mejorar la vida, o ya no van a estar solos.
También cree que hace falta una educación sexual temprana, que dé a conocer a niños y niñas cuáles son sus derechos.
Además, opina que el fenómeno del embarazo infantil y maternidad adolescente es tan complicado que se requiere la participación de la sociedad e informar de derechos sexuales y reproductivos.
“Trabajo desde las bases de la sociedad y donde participan todos. Todos tenemos responsabilidad, para empezar a derrumbar estas creencias durante tanto tiempo”, comenta la directora de Matatena.
Para Laura Hernández de INCIDE Femme, se requiere una buena implementación de las políticas y de las estrategias. Además, añade que es importante que participe la sociedad e instituciones educativas para el cumplimiento de las leyes. Considera que no hay una evaluación o monitoreo de lo que se enseñan de sexualidad: si como derecho, como visión integral, como parte del ser humano.
Sinahí Ferrer trabajadora social y encargada del Programa de Sexualidad Responsable del DIF Torreón, cree que es necesario trabajar más en la prevención pues considera que no hay cultura de ésta en la sociedad.
Lamenta que las y los adolescentes tengan distorsionada la sexualidad y todavía crean en mitos como que en la primera relación sexual no pueden embarazarse.
Para el director del Hospital General de Torreón, José Luis Cortés, hay una corresponsabilidad de los padres de familia en los hogares para dar una educación general en la familia. Refiere que en los embarazos adolescentes, se suelen repetir patrones: la madre se embarazó a corta edad, la hija también. “Algunas lo llegan a ver como una salida”, dice.
En el caso de Daniela, por ejemplo, su hermana gemela quedó embarazada dos años después que ella, a los 16 años.
Cuando le pregunto a Daniela qué cree que se debería hacer para disminuir los nacimientos en madres adolescentes, responde que se necesita atención de los padres a los hijos. Lamenta que haya mujeres que no tengan el apoyo de sus padres, que las corran de la casa o que las parejas no se hagan cargo de los hijos.
Antes de tener a su hijo Charbel, Daniela quería ser maestra. Después de escuchar casi a diario los lloriqueos de su pequeño, cambió de opinión. Ahora quiere ser abogada y dedicarse al área familiar para ayudar a las mujeres violentadas y a los niños que no tienen atención. Ya regresó a estudiar la secundaria.
Tiene seis meses en una relación con un chavo de 21 años. Vive con él en unión libre. Su mamá se enojó porque señalaba a su pareja de borracho. Daniela vuelve a reír cuando lo platica.
Le gustaría tener también una hija.