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Semanario: Diego y la conquista de la identidad

  • 25 enero 2022

POR MARTHA SANTOS DE LEÓN

El 19 de mayo de 2020, en su cumpleaños, Diego Saucedo le pidió a su madre y a su padrastro un regalo inusual y sincero. Un regalo para toda la vida: matar a Catalina. El proceso, dijo, tardaría unos meses. Un año a lo mucho. Y el propósito era claro: sepultar a la mujer que fue.

Ya había elegido el método. Buscó en internet y encontró al médico que le recomendó las inyecciones de testosterona cada 18 días. Ahora está preparándose para someterse a un par de operaciones. El resultado, confía, será una transformación radical y definitiva.

Así que él y su familia se reunieron en la sala de la casa, en Acuña, Coahuila. Cuando Diego expuso sus intenciones, a Maribel Saucedo, su madre, se le secó la boca. La cara se le puso blanca, igual que la taza que tenía entre las manos. Tras un momento de desencaje, respiró hondo y el vapor del café le devolvió los colores al rostro.

La mujer cerró los ojos. Recordó que su hija, a Catalina, su niña, quien desde preescolar prefería jugar con carritos en vez de muñecas, usar pantalón, pero no faldas, llevar el pelo corto y nada de moños o diademas o cosas así. Quizá lo intuía. Quizá lo sabía. Pero nada de eso la preparó para que a los 30 años, de golpe, le hable con voz de tenor y le diga que quiere tener barba.

Así es. Diego pertenece, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al sector que representa entre el .3 y .5 por ciento de la población global. El número en México, sin embargo, es más complicado de determinar ya que ninguna institución en el país es capaz de brindar información confiable, tal como lo señaló El País en junio de 2020.

Cuando Maribel se incorporó de nuevo a la habitación, dejó la taza sobre el plato. Se tocó los labios con la servilleta que dejó en la mesa y sin verlo directamente, tomó la mano de Óscar, su marido.

“¿Con eso vas a ser feliz?”, preguntó Maribel mirando a su hijo a los ojos. Pero no hicieron falta palabras. La sonrisa amplia de Diego fue suficiente.

$!Aunque nació con cuerpo de mujer, Catalina nunca se sintió identificada con esto. En mayo de 2020 decidió someterse a un tratamiento hormonal para ser quien realmente es: Diego.

Y si bien en este caso la decisión del muchacho fue firme, cabe preguntarle: ¿cómo te levantas un día y decides transformarte por completo, darle un giro absoluto a la persona que has sido por tres décadas y decir: adiós a Catalina, ahora soy Diego?

Pero este joven de ojos dormilones y cara amplia dice que obviamente no fue ocurrencia ni una voluntad repentina. Su primer motivo, dice, es que siempre odió llamarse Catalina. Y no se refiere a que hubiera preferido ser Estefanía o Gabriela. Es que los pronombres femeninos, cuando se referían hacia su persona como ella... jamás se sintió identificado. Detestaba ser mujer.

Con la edad, con los cambios que trae la pubertad, llegó otra de las grandes inconformidades de Diego: mirarse al espejo y ver su busto. Matar a Catalina tiene que ver también con esto. Con deshacerse de su pasado. Con renacer.

“Vamos a vivir un duelo y para ti va a ser más difícil, porque ya no tendrás más a tu hija ¿estás dispuesta a enterrar a Catalina?”, le preguntó a su Maribel.

Ya casi se cumplen dos años de esa conversación y Maribel todavía está en duelo por Catalina. Aún no ve completamente varón a Diego. Mientras tanto, el hijo confía en que con el tiempo lo entenderá. La paciencia, dice, es la clave.

$!El proceso de cambio fue supervisado por un médico. Los resultados complacen a Diego quien ahora luce barba y bigote, sus facciones son más varoniles y su voz es grave.

Aun así, cuando a la madre se le escapaba por error decirle “mija” o Caty”, el joven dudaba de que hubiera aceptado su decisión.

Entonces optó por darle a ella un ultimátum: Si no se acostumbraba “y pronto” a que ahora es un hombre, se apartaría de su familia.

“Mi mamá es bien fregona. Cuando tenía seis o siete años fue la última vez que me dijo que me pusiera un vestido. Ella siempre supo que yo nunca fui mujer y yo desde que tengo uso de razón ya lo sabía. Fue difícil enterrar a Caty. Es un golpe muy cabrón”, reconoció con voz firme.

Una resistencia en la familia

No todo ha sido complicado. Hay que decirlo. En Facebook hay fotografías donde Diego y su madre aparecen juntos. Quienes los conocen les dejan comentarios amables y celebran su convivencia.

Por su parte, Victoria, la hermana menor en la familia, tomó con gusto todo esto y celebra que Diego se esté convirtiendo en el hombre que siempre quiso ser.

En cambio con Olga, la abuela materna, el asunto es algo más complicado. La reacción de ella, la relación que tienen y el amor entre los dos es lo que verdaderamente le importa al joven.

Él se siente capaz de desafiar al mundo y mostrarse como es. Pero su abuela es un punto muy sensible.

Y es que Olga eligió el hilo para tejer la chambrita y la cobija con que Catalina saldría del hospital recién nacida. Todavía las conserva. Ella crió a Catalina toda vez que Maribel se dedicó a trabajar para sacar adelante a su familia. “Caty” reforzó el orgullo femenino de la cuarta generación familiar. Luego nació Victoria.

$!La familia de Diego lo ha apoyado con su decisión. Su hermana Victoria le mostró aceptación inmediata, aunque su madre Maribel todavía se siente en duelo por la “muerte” de su hija.

Al contrario de Maribel, la abuela insistió siempre en que Catalina se dejara el cabello largo, que usara vestido y calzara zapatos de tacón, correas y adornos.

Pero como la identidad de Diego estaba latente desde la infancia, Olga tuvo que conformarse con verla como ella quería solo los lunes y días de examen, cuando el colegio al que asistía exige ponerse el uniforme de gala: blusa blanca, chaleco, saco, calcetas hasta la rodilla, zapatos negros, y desde luego, falda.

A la matriarca no le gustaba que Catalina se sentera con el tobillo apoyado sobre la rodilla de la otra pierna y siempre manifestó rechazo a su “comportamiento masculino”.

A los 14 años, Catalina decidió cortarse el pelo y usar vestimenta varonil. A los 18 salió del clóset y empezó una relación lésbica. Su abuela por su puesto, se dijo decepcionada. Diego resintió el rechazo.

Al cierre del primer semestre de 2019, el Consejo Nacional Prevenir la Discrminación y la Comisión Nacional de Derechos Humanos presentaron la “Encuesta sobre Discriminación por Motivos de Orientación Sexual de Identidad de Género” (Endosig). En este documento se incluye la opinión de 12 mil 331 personas entrevistadas en 2018.

Ahí se confirma que el 59.8 por ciento de la población encuestada se sintió discriminada por al menos un motivo durante 2017 y 2018. Además, el estudio precisa que “son las personas con identidades de género no normativas” quienes perciben esta diferencia con mayor frecuencia.

Y aunque Diego jamás consideró que este comportamiento de su abuela o de cualquier otra persona haya sido discriminación, no se puede ignorar que el 74.8 de los hombres trans incluidos en el reporte de Conapred y al CNDH aseguran haber sido discriminados de alguna manera.

Todo esto no debe quedar como datos que apenas vienen al caso y entran con calzador. La encuesta documenta que la hostilidad que reciben las personas trans van desde el rechazo en las familias, como en el caso de Diego y su abuela, hasta el bullying en las escuelas, burlas y humillaciones en las comunidades, discriminación en el trabajo, y en los espacios y servicios públicos.

$!Semanario: Diego y la conquista de la identidad

El amor, la diversidad y la transición

Cuando Diego inició un noviazgo con la mujer a la que considera su más grande amor, tuvo que disimular. La chica reside en Monterrey y su familia ignoraba que vivía una relación homosexual. Él iba desde Acuña a visitarla y era bien recibido en la casa a donde se presentaba como el mejor amigo de su novia.

Su novia no podía contarle a nadie que andaba con una mujer. Fue ahí cuando Diego consideró la posibilidad de hacer el cambio definitivo. Quiso asumirse en toda regla como hombre.

“Si hubiera nacido hombre me gustaría llamarme Diego y es el nombre que elegí para mí”. Esta decisión tuvo más implicaciones. El apellido que decide usar públicamente, Saucedo, es el materno. Y es que a su padre biológico hace siete años que no lo ve.

“Si él no estuvo en mis peores momentos ¿por qué lo buscaría ahora que estoy en mis mejores momentos? Es un equis”, soltó el muchacho.

Por otra parte, la historia de amor terminó. Pero como la idea del cambio de género ya estaba fija, Diego también quiso explorar una ciudad diferente. Así que se mudó a Cancún donde descubrió un ambiente en el que la diversidad está mejor vista.

“Algún día me voy a morir y por qué me voy a morir con las ganas de vivir, por qué tengo que vivir de la manera que los demás quieren”, precisó.

En esa ciudad descubrió la comunidad LGBTTTIQ+. Se admiró de que las mujeres libremente andan de la mano en las calles y los hombres también sin que nadie los juzgue. Conoció el mundo real y a Morganna Love, una chica trans, cantante, actriz y activista que le inspiró a enfrentar la transición que estaba a punto de iniciar, con todas las consecuencias que esto traería a su vida.

“Morganna Love es una chava hermosa que me abrió los ojos. Después de hablar con ella supe que ya no había reversa. Entendí que ser quien quieres ser no tiene por qué avergonzar a nadie, y que ya no había nada más qué pensar. Fue cuando di el primer paso para mi transición, para hacer realidad mi deseo de toda la vida”, dijo sonriendo.

Su ex novia le recomendó al médico endocrinólogo Darwin Tamayo Chuc, quien justamente radica en Cancún. Así que fue a verlo el 21 de mayo de 2020.

Para entonces ya se había declarado la pandemia de covid-19, así que lo consultó de forma virtual e inició el Tratamiento de Reemplazo Hormonal o TRH. El doctor le ordenó análisis de biometría hemática, biometría general, estrógenos totales y testosterona total.

“Con la biometría hemática evalúa mis triglicéridos, mis linfocitos, cómo están mis riñones, cómo está mi hígado”, explicó Diego.

El médico le advirtió que va a tener que cuidarse toda la vida, porque el hígado absorbe los medicamentos, hormonas en este caso, y los procesa. El 2 de junio de 2020 inició la transición.

Al principio las consultas eran cada tres meses. Como lleva un año y medio de tratamiento, ahora la consulta es semestral. A medida que su cuerpo se fue adaptando, las dosis se ajustaron a una inyección de testosterona cada 18 días.

En las consultas, el doctor Tamayo Chuc recalcó a Diego la importancia de que la inyección sea puntualmente aplicada, o corre el riesgo de volver a presentar sangrado vaginal, así que si quiere ver los cambios que espera debe apegarse a las indicaciones médicas.

Esa disciplina le ha reportado a Diego la satisfacción de oír su voz grave desde los primeros meses de tratamiento. El vello creció por su cuerpo como pasto en parque regado: fuerte y parejito. Su espalda es más ancha; sus camisas son una talla más grandes.

A Diego le dio insomnio y empezó a sudar más. Aumentó su apetito sexual. Ahora es capaz de mover objetos pesados sin mayor esfuerzo. El anhelo de mucho tiempo se le cumplió: ya tenía bigote y la barba le cubría el mentón y las orillas de la cara.

“El tratamiento no duele. Ni el crecimiento de las manos y los pies. Es más. Si no me lo dicen, no me hubiera dado cuenta de que tengo las manos más grandes. Son cambios drásticos”, dijo.

En cada consulta el médico le manda un formulario en el que hay que registrar cada cambio experimentado en esos meses. También se especifican datos como la edad, el peso y la estatura.

A estas fechas Diego considera que ya alcanzó el nivel de cambio que buscaba cuando inició el Tratamiento de Reemplazo Hormonal, pero ahora está enfrentando una lucha que no tenía contemplada: el aumento de peso que le ha provocado apetito voraz atribuido a la terapia.

Anteriormente Diego se sometió a una operación de manga gástrica mediante la que bajó unos 30 kilos. Este procedimiento lo obliga a comer porciones muy pequeñas, y para satisfacer su hambre, ahora debe comer más veces al día, unas seis, cuando antes eran cuatro.

También está perdiendo pelo, especialmente en el área de la frente, en las entradas.

A pesar de que Diego ya vive otra vez en Acuña, las consultas las sigue haciendo con el doctor de Cancún a través de Facetime. No tiene mayor problema para comprar las inyecciones de hormonas en la farmacia.

Las operaciones y el cambio de género

De acuerdo con el Conapred, los temas de género, diversidad e identidad sexual, así como la discriminación que se vive al respecto, no es algo que se identifique con claridad en México.

De ahí que, en prinipcio, “mucha gente piensa que todas las personas homosexuales quieren ser del otro sexo”. Además, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación de 2010, “se confunde homosexualidad (atracción erótico-afectiva) con transgeneridad (sentirse hombre o mujer en un cuerpo que no corresponde)”.

Otro de los mitos que existen es que para estas transiciones siempre se requiere una operación que reemplace los genitales asignados al nacer.

Diego, en cambio, no tiene pensado hacer una faloplastia, una cirugía que permite reconstruir un pene a partir de otros tejidos.

Lo que sí va a hacer es quitarse la matriz, así elimina el riesgo de contraer cáncer.

¿Qué hay de sus senos? Si bien antes dijo eran una de sus principales inconformidades al verse al espejo, esperará un tiempo, no sabe cuánto, para quitárselos. Mientras tanto compra camisetas y compresores de pechos.

El tratamiento de hormonas que lleva lo obliga a ya no fumar tan seguido. Diego sabe que es un hábito que afecta a la salud. También le bajó al consumo de alcohol.

El dilema legal

Un año y medio después de haber iniciado su proceso de transición, Diego siente que le falta un paso más para ser completamente una persona transgénero: su reconocimiento como tal ante la ley.

Esto implica cambiar sus datos en el acta de nacimiento, credencial del INE y licencia de conducir.

El martes 13 de noviembre de 2018, el Congreso de Coahuila aprobó una serie de reformas al Código Civil para hacer el cambio de identidad de nombre y género por la vía administrativa, convirtiéndose así en la quinta entidad en México en legislar al respecto.

El trámite de reconocimiento e identidad de género está actualmente disponible en Coahuila con un costo de $649 pesos, según el Gobierno del Estado. El Registro Civil de la entidad señala que el género, en este caso, “es la convicción personal e interna, tal como una persona se percibe a sí misma, la cual puede corresponder o no, al sexo asignado en el acta de nacimiento”.

Para el trámite se requiere lo siguiente: ser mexicano; ser mayor de edad; manifestar nombre completo y datos registrales asentados en el acta de nacimiento; manifestar el nombre solicitado sin apellidos y el género solicitado; cita previa mediante solicitud al correo identidaddegenerocoahuila@hotmail.com.

En cuanto a los documentos, se pide presentar en original y copia la solicitud debidamente detallada en la que conste el consentimiento libre e informado de que reconoce su identidad de género; el acta de nacimiento primigenia; así como la credencial del INE vigente.

En lo que respecta a su trabajo, Diego es ingeniero en diesel y petróleo; estudió la carrera en Texas: una parte en Del Río y otra en San Antonio. Trabaja en una empresa de transportes en Ciudad Acuña, un lugar donde nadie conoce su pasado, sus conflictos, ni nada de esa historia que se fue con Caty.

La única persona que sabe que nació con cuerpo de mujer es la responsable de recursos humanos. Pero para todos los demás es simplemente Diego, tal como lo indica su gafete, tal como lo ven en los pasillos, tal como siempre quiso ser.

Aunque sabe que ser un hombre no significa todos sus problemas, cree que es más complicado ser mujer, así que prefiere lidiar con la primera situación.

“Hay cosas que no conozco de mí”, reconoce. “Me apagaron y me volvieron a encender. Me inyecté y me hice de otra manera. Dios me ha puesto con gente abierta que se acopla a mi nuevo estilo de vida”.

Lo único que le mortifica todavía es la reacción de su abuela.

$!Olga, la abuela de Diego, es quien no termina por aceptar que su nieto es un hombre trans. No han hablado del tema directamente y todavía se refiere hacia él como “Caty”.

Hace poco, Olga lo invitó a comer. Diego tuvo cuidado de rasurarse para no presentarse ante ella con barba y así causarle enojo. Le gusta afeitarse periódicamente para que el vello se engrose y la barba salga limpia y pareja. Pero esta vez, mirarse al espejo volvió a ser incómodo porque hacerlo era el preludio a ocultar su verdadero yo.

Y encima, estaba haciendo esto con alguien que es de su familia, Sin embargo, cree que la respuesta está en darle más tiempo.

Durante la cena, Olga regañó a Victoria, la hermana de Diego, porque se hizo una cirugía de banda gástrica. Le dijo que si Dios la había mandado a la tierra de una manera, no intentara ser otra persona.

“Me reí y le dije: ‘Si Dios te mandó de una manera tienes que ser feliz’. Nadie dice que no te quieras, no está de más hacerse un arreglito. Soy la misma persona que fui hace 10 años”, relató Diego.

Lo más sorprendente es que durante esa cena, del cambio de Diego no se habló. Sin embargo, a finales de noviembre de 2021, Olga vio a su nieto Diego con barba.

“Sigue sin aceptarlo, pero ya no le queda de otra. Llegué a la casa cuando salí de mi trabajo y mi mamá no me avisó que ella estaba ahí. Entré y me vio. Acostumbro a ir con ella rasurado y ese día llegué bien barbón y solo me saludó, me abrazó. Me dijo que por qué no iba a verla y ya le dije que por trabajo”.

Nuevamente, sobre la transición de Diego, no platicaron, solo de cosas cotidianas. Un cómo estás. Un qué has hecho. Un cómo te sientes. Un ya me voy porque es tarde.

Maribel le advirtió a la abuela que Diego no iba a darle explicaciones a nadie. Quizá por eso se abstuvo de recriminarle algo.

Al terminar aquella visita, Victoria llevó a Olga a su casa. En el camino la abuela le mandó un mensaje a su nieto: “ya no importa que sea así, solo dile a Catalina que vaya a verme”.

¿Qué viene para el futuro?

Diego no cree en el matrimonio. Su mamá se divorció cuando él tenía nueve años. Narra que Maribel tuvo varias relaciones y no le funcionaron, hasta que encontró a Óscar, su actual marido.

$!El último paso que Diego quiere llevar a cabo para complementar su identidad es el reconocimiento de su personalidad jurídica, es decir, hacer las modificaciones correspondientes en todos sus documentos personales.

“Si se da la oportunidad me gustaría tener una familia, pero yo no necesito de la gente. No me duele perder a alguien, yo no me aferro a la gente. Se me han abierto muchas puertas. Yo no me fijo en cómo es la gente. Esto soy y si te gusta”, dijo muy seguro.

Diego no está cerrado a la posibilidad de tener hijos, siempre y cuando no sea él quien los dé a luz. No imagina tener relaciones con un hombre. No le cabe en la cabeza que alguien salga de él. Simplemente no está diseñado para tener bebés. Está seguro de que jamás tendría descendencia, pero contaría con su pareja. De acuerdo con sus planes, sería padre a los 35.

Según sus propias palabras, Diego se convirtió en quien siempre quiso ser: un hombre protector, leal, amoroso, fuerte ante las adversidades y respetado.

Es una persona realizada en todos los niveles de su vida, con una carrera próspera, que cuenta con el apoyo de su madre y de su hermana en las decisiones que toma, en busca de la pareja que comparta su vida, y muy cerca de conquistar la aceptación de su abuela Olga.

“Nací con el cuerpo de mujer y no estoy en contra de Dios, un ser omnipotente. No lo culpo ni me culpo, yo nomás voy a vivir una vez”, reflexiona con la tranquilidad pintada en el rostro.

Fotos: Cortesía Diego Saucedo

Ilustración: Edgardo Barrera

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