En Coahuila hay 113 centros de rehabilitación contra las adicciones, y hay otros más que operan en la clandestinidad: tienen nombres religiosos, no están regulados, no hay personal capacitado, no tienen las condiciones de infraestructura y sus métodos terminan convirtiéndose en torturas para los enfermos. En dos anexos distintos, Jesús y Misael encontraron la muerte.
- 25 septiembre 2023
“Misericordia”, fue la última palabra que los labios amoratados, reventados, de Jesús alcanzaron a pronunciar minutos antes de morir.
Jesús yacía tendido en el suelo, ensangrentado, gritando que ya no aguantaba más, que ya no lo golpearan, que lo perdonaran por favor, que aceptaba su error.
“Solo necesito tres minutos, lo único que quería era ver a mi hija, por eso lo hice, se los suplico, tengan misericordia por favor de mí”, dijo y expiró.
Enseguida, un padrino de apodo Sherman lo golpeó fuertemente en la cabeza y, mirando que no reaccionaba, pidió a los servidores le acercaran un trapo con gel antibacterial a la nariz, pero Jesús ya no despertó.
Entonces lo llevaron en rastra a la enfermería del centro, lo pusieron en una camilla de hospital y ahí lo dejaron.
Hasta que horas después el doctor del anexo, un pasante de medicina, lo declaró muerto.
Sus verdugos, los servidores del anexo “Escudo de Salvación Libérate”, en Frontera, Coahuila, lo habían estado golpeando por más de cinco días continuos en el baño y luego en la sala de terapias del anexo, ante la mirada aterrorizada de sus compañeros.
Al menos eso es lo que dice el expediente 1256 /2022, en poder de Semanario.
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Eran como las 10:00 de la mañana del 8 de julio de 2022.
De acuerdo con la declaración de testigos, el día anterior, Jesús Alfredo Salayandia Reyes, 43 años, a quien llamaban Jesse, junto con otro interno de nombre Jonatán Daniel Pérez Pérez, intentaban huir de la presunta clínica de rehabilitación, aprovechando un descuido de los guardias, cuando fueron descubiertos.
Tras ser capturados, justo en el momento que cruzaban una de las puertas de alta seguridad del centro que conducen a la calle, fueron sometidos y trasladados al interior a punta de patadas y puñetazos en el cuerpo, sobre todo en la cabeza, por una cuadrilla de ex internos que hacían de servidores y escoltas del dueño.
Ahí comenzaría su martirio.
Días después, el 7 de julio, Cynthia Marisol Vara García, la hoy viuda de Jesús, recibió una llamada de parte de Dagoberto De la Cruz López, quien fungía como director de este centro para adictos a las drogas, en la que le informaba lo de la fuga: que Jesse había sido el cabecilla, que había habido golpes, que lo iban a castigar, que no podría visitarlo el fin de semana ni llevarle cosas.
“Cuando él me dice que la iban a dar una calentadita, no me quedo tranquila”, platica Cynthia, más de un año después, en su casa de Monclova.
Algunos internos aseguran que lo del motín fue antes de esa llamada, y que cuando le avisaron a Cynthia sobre el fallecimiento de Jesse habían pasado ya cinco o seis días que los servidores lo venían torturando, a diario, por turnos.
Información obtenida vía transparencia revela que, de 2019 a la fecha, la Secretaría de Salud de Coahuila ha recibido un total de 11 quejas en contra de anexos por motivos como mala higiene, malos tratos, falta de aviso de funcionamiento, no dar agua para beber, no dar permiso para ir al baño, espacio insuficiente, falta de agua potable y uso indebido de recetas médicas.
“Estamos generando pequeñas cárceles, mazmorras en las colonias que además no están reglamentadas de ninguna manera. Si lo empezamos a ver con un enfoque de salud sabremos que todas las prácticas han sido contrarias al ejercicio del derecho a la salud”, comenta Juan Manuel Galarza, psicólogo clínico certificado en adicciones.
Luego del intento de evasión que, se calcula, pudo haber sido los primeros de julio, a Jesús y a Jonatán, junto con otros dos internos involucrados en la huida nombrados Luis Dueñas y Honorio Suárez, los introdujeron, amarrados de pies y manos con cinta gris y tiras de trapo, en uno de los baños de la clínica.
Los hincaron y entre cerca de seis servidores, comandados por Dagoberto de la Cruz López, el director, y Juan Carlos Ríos Cisneros, el jefe de turno nocturno, apodado Sherman, les pegaron con la mano abierta, a puntapiés y rodillazos en la cara, cráneo, cuello, piernas, brazos, pecho y abdomen, durante cinco o seis días.
A este método de tortura se le conocía en este anexo como “la psicóloga muda”.
El expediente consigna que durante la tortura, uno de los internos, Ángel Gómez, hizo una videollamada al dueño del Escudo de Salvación, Erick Abisael Alfaro Campos, quien pidió le pusieran a las víctimas en la pantalla y dirigiéndose a Jesse ordenó: “quiébrale las manos y las patas, (....) dale en su madre al cabo yo pago si algo le pasa”.
Hacia la madrugada del 8 de julio de 2022, después de estarlos golpeando, sus victimarios los condujeron a un dormitorio, los metieron debajo de una cama envueltos en un cobertor, con el clima apagado.
Al amanecer los llevaron de nuevo al baño y comenzaron a torturarlos, luego los rociaron con gas pimienta.
Había sonado la hora de la junta en el anexo.
Viendo que Jesús no se podía sostener en pie por la golpiza recibida durante días, los servidores lo amarraron, con cinta gris y tiras de trapo, a dos largas tablas, una por el frente y otra por la espalda, y lo llevaron hasta el salón de terapias.
Jesús llevaba la cabeza colgando.
Esto de sostener a los internos con tablas era una de las prácticas favoritas en el centro.
Se ejercía sobre los internos que tras siete días de permanecer parados y golpeados como castigo, después de una mala conducta, se derrumbaban de cansancio.
Ante los 137 internos del centro, los servidores golpeaban a Jesús, amenazando al grupo que eso le pasaría a quien intentara escaparse del anexo.
Jesús no pudo más y se desplomó.
En su comparecencia ante las autoridades judiciales, Juan Luis Dueñas Aguirre, otro de los internos que fue golpeado junto con Jesse y al que le fue destrozada la mandíbula en tres partes, manifestó que tras el fallecimiento de Jesús, Dagoberto, el director, le pidió que lo ayudara a llevar el cuerpo a Piedras Negras para echarlo al río.
A cambio el centro pagaría su operación de quijada, pero que, si decía algo, le amenazó Sherman, el jefe de turno nocturno, lo matarían a él y a su familia.
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Serían las 10:00 de la mañana del 8 de julio cuando Cynthia llamó a Dagoberto para preguntarle por Jesse.
Que estaba bien, le respondió, sólo que le habían inyectado un medicamento para que se tranquilizara porque quería salirse de la clínica.
A las 11:52 de la mañana del mismo día, Cynthia recibió una llamada de Dagoberto, le dijo que le tenía una mala noticia.
“Dijo ‘señora... Jesse falleció... Le dije ¿cómo, qué le inyectaste, qué le hicieron?’, dijo, ‘no señora es que ayer le dio un infarto...’”.
De inmediato, Cynthia fue donde El Escudo de Salvación, ubicado en la Calle Allende 612, de la colonia Occidental, en Frontera, y pidió ver a Jesús.
Unos servidores le impidieron su entrada a la enfermería, pero en el forcejeo consiguió abrir la puerta.
Lo que miró le quedaría grabado en la retina para siempre:
Una camilla y sobre la camilla a Jesús vestido con una playera hasta el pecho y un pantalón bajado hasta abdomen.
Estaba rígido y tenía moretones por todo el cuerpo: el estómago, la cara, los ojos, las cejas, la nariz, los brazos.
Tenía hinchadas las manos, negros los dedos de los pies, el cuello con marcas y una herida como de cinco centímetros en la barbilla que le resultó después que Sherman, el jefe de turno nocturno, le azotó la cabeza contra el suelo.
“Lo que me sorprende es que no tenía sangre, estaba todo limpio. Ellos todavía tuvieron la oportunidad de limpiarlo, de hacerle muchas cosas”, dice Cynthia.
En ese momento arribaron al sitio agentes de la Fiscalía General del Estado, algunas corporaciones policiacas y una ambulancia de la Cruz Roja, cuyos paramédicos confirmaron la muerte de Jesús.
Jesse fue trasladado por una carroza a una funeraria de la región para la necropsia.
El informe de la inspección realizada al cadáver de Jesús Salayandia, reveló 70 lesiones entre moretones, escoriaciones y hematomas de pies a cabeza, como consecuencia de la tortura.
La necropsia arrojó choque neurogénico, secundario a traumatismo craneoencefálico severo y profundo.
Según la respuesta a una solicitud de información, en los cinco años que llevaba operando este anexo la Secretaría de Salud efectuó una sola verificación, esto en 2021, en la que solicitaba, únicamente, de acuerdo con el acta número 21- AL-0504-01206-AN, tramitar tarjeta de salud para el área de alimentos, así como ampliar instalaciones por alta demanda de personas.
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Tan solo un mes atrás de los hechos, Cynthia Marisol había internado a Jesse en el centro de rehabilitación Escudo de Salvación Libérate.
Era la segunda vez que Jesús ingresaba a este anexo, después de que recayó por el consumo de cristal.
Datos de la Secretaría de Salud indican cómo esta droga ha desbancado a otras sustancias de uso popular en Coahuila, como el alcohol y la mariguana.
De acuerdo con una tarjeta informativa remitida a Semanario por esta dependencia, en 2022 se registró un total de mil 943 demandas de tratamiento por uso y abuso de cristal y otros estimulantes, mil 198 por uso y abuso de alcohol y mil 167 por uso y abuso de mariguana.
Cynthia cuenta que la primera vez que buscaron ayuda, después que Jesse, de oficio trailero, confesó su adicción, acudieron a un grupo de Alcohólicos Anónimos en Monclova donde les ofrecieron consejería.
“Eran como la 1:30, la hora de comida, llegué del trabajo, le estaba hablando a él, no lo encontraba. Tenemos un pasillo y al final el baño y ahí estaba, llorando desesperado. Le pedía perdón a Dios, que no podía con esa droga, y me confesó, se hincó, y me dijo ‘ayúdame Marisol no puedo, esta maldita droga es la puerta al infierno”, relata Cynthia.
Viendo que no era suficiente con la ayuda de doble AA la pareja se dedicó a indagar otras opciones, hasta que un familiar les recomendó un centro en Frontera llamado Escudo de Salvación Libérate.
La inscripción al centro costaba cinco mil pesos, más una cuota semanal de mil 500 y despensa.
“Desgraciadamente no existe un anexo que digas ‘éste...’. No existe. Jesse me dijo ‘le voy a echar ganas gorda’, y la verdad yo me confié. De que estuviera afuera... Dije ‘un día lo voy a encontrar muerto, ahí por lo menos no va a consumir’”, dice Cynthia.
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El psiquiatra Mario Alberto José de los Santos declara que es urgente abrir espacios de hospitalización para ayudar a pacientes con problemas de control de adicciones.
“Abrir módulos de atención para adictos en los hospitales generales, donde ellos puedan acceder a tratamientos psicológicos o médicos. Un problema para la mayoría de los adictos es que no hay lugares donde los puedan apoyar”.
Con base en el Informe Sobre la Situación de la Salud Mental y el consumo de Sustancias Psicoactivas en México 2022, del Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Sustancias Psicoactivas, en Coahuila existen sólo 13 unidades gubernamentales que ofrecen tratamiento para el consumo de sustancias psicoactivas, ocho son UNEME CAPA y cinco son ambulatorias del Centro de Integración Juvenil.
De los centros de tratamiento no gubernamentales, aquellos inscritos en el modelo de ayuda mutua que se ofrece por agrupaciones de personas que padecieron dependencia y se encuentran en recuperación, en Coahuila sólo tres se encuentran registrados en el Directorio Nacional de Establecimientos Residenciales Reconocidos de la Conadic:
Se trata del Centro de Recuperación de Alcohólicos y Drogadictos “Luz de Vida” A.C., Libérate Laguna A. C. y Drogadictos Anónimos A. C. Grupo Nueva Vida, ubicados en Torreón.
Sin embargo, dichas organizaciones han presentado también irregularidades durante las visitas de verificación sanitaria realizadas por la SS, conforme a los lineamientos que establece la Norma Oficial Mexicana NOM-028-SSA2-2009, para la Prevención, Tratamiento y Control de las Adicciones.
“Ninguno de los centros de rehabilitación, llámese anexos, están regulados, y no están regulados porque no hay personal, primero, adecuado en número y, segundo, capacitados para hacerlo. La Norma Oficial Mexicana 028 obvia varios puntos: uno, que al ser humano se le tiene que tratar como ser humano; dos, que debe de tener una profesionalización en el tratamiento; tres, que estos centros deberán manejar investigaciones y estadísticas; cuatro, que deben manejar un expediente”, dice Carlos Ignacio Vargas Domínguez, consejero y terapeuta en adicciones, avalado por la Universidad Veracruzana.
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Días después del asesinato de Jesús, fueron aprehendidos y encarcelados los servidores del anexo Axel Iván “N”, Mario Alberto “N”, Noé Tiburcio “N”, Rodolfo Eliud “N”, Daniel Alberto “N” y Dagoberto “N”, director del centro, todos acusados por el delito de homicidio calificado cometido con ventaja.
Hoy se encuentran privados de su libertad en el Cereso de Saltillo, esperando sentencia.
Mientras que Erick Abisael Alfaro Campos, el dueño del centro y a quien se señala como el responsable de dar la orden de matar a Jesse, aún se encuentra prófugo.
Cynthia Marisol teme que el juez determine que los imputados sigan su proceso en libertad, con brazalete, y entonces puedan atentar contra su vida y la de sus dos hijos menores de edad.
El caso Misael: tortura, un perro pitbull y castigos con asadores
La noche del domingo 26 de febrero de 2023 Carmen Julia Alvarado Martel, recibió una llamada del padrino Romeo, anunciándole que llevaba a Misael, el hijo de Carmen, muy grave, echando sangre y espuma por la boca.
“Le dije, ‘¿pero qué tiene?’, dijo ‘pos no sé, va muy grave’, y me preguntó ‘¿a dónde lo llevo?’, le digo ‘llévamelo al Ixtlero, voy para allá’”, narra Carmen.
Misael fue recibido por los médicos de guardia del Hospital Rural del IMSS número 33, en Ramos Arizpe, quienes luego de revisarlo dictaminaron que ya no contaba con signos vitales.
En el momento de su ingreso al sanatorio, Misael presentaba golpes recientes en el rostro, pecho, brazos, glúteos y ambas piernas.
Hacía apenas 15 días que Misael Nicolás Silva Alvarado, 29 años, había sido internado voluntariamente en el anexo El Rostro de Jesús, sitio en el número 565 de la calle Aguascalientes, en el Parque Industrial Santa María de Ramos Arizpe.
Con base en información obtenida vía transparencia, este lugar no aparece entre los 113 centros de rehabilitación contra adicciones de Coahuila registrados en el directorio 2023 de la Secretaría de Salud.
“Le ponen nombres religiosos, pero la forma de operar no es la que Jesús estableció. No importa, padre de familia, qué nombre tenga el centro, indaguen, pregunten, acérquense. No dejen en manos de gente que va a lastimar a sus hijas y a sus hijos, en manos equivocadas. No confíe sus hijos a personas que los van a maltratar y destruir”, advierte Carlos Alberto Pacheco Coronado, director de la Casa de Rescate Cristo Vive de México, un albergue para adictos en recuperación con más de 50 sedes en el mundo.
La familia de Misael, a quien definían como un hombre tranquilo, había estado luchando por años con su adicción a la mariguana.
Un día a sus padres les dijeron de un anexo de nueva creación, propiedad de un conocido de nombre Luis Alberto Bragado García, alias “Romeo El Vengador”, que había sido famoso en todo Ramos Arizpe por atrapar ladrones y hacer justicia por propia mano.
Situación que lo llevó a permanecer seis meses en el penal.
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“El papá de mi hijo y yo fuimos a ver el anexo una semana antes de internarlo y nos pareció bien, era una casa muy elegante”, platica Carmen Julia.
La mañana del domingo 12 de febrero Misael entró en el centro de rehabilitación acompañado de sus padres.
Pero cuando llegó el momento de la despedida dijo que no se quería quedar.
“Dijo ‘yo no me quedo, mejor mañana me traen’. Su papá y yo le dijimos ‘n’ombre quédate hijo’, dijo ‘no, mejor mañana me traen, ¿que mañana me traigan Romeo?’, y Romeo dijo ‘quédate de una vez Misael, aquí vas a salir apto, bien padre, aquí jugamos, boxeamos’. lo abrazó y le dijo ‘aquí vas a estar bien’”.
Carmen Julia y el padre de Misael empezaron a llorar.
Al final Misael Nicolás decidió internarse.
“Dijo ‘no me vayas a dejar tanto tiempo madre’, le dije ‘no mijo, nomás el necesario’”, platica Carmen Julia.
Más tarde la familia Misael se dio cuenta de que los videos que Romeo subía a su Facebook y donde los chicos del anexo aparecían haciendo deporte o conviviendo, eran simulados y grabados bajo amenaza de golpes, sino se prestaban a la farsa.
“Todo era planeado nada más para hacerle creer a la gente que estaban bien”, dice Eunice Rebeca Silva Alvarado, la hermana de Misael.
De aquella visita al Rostro de Jesús, Carmen Julia recuerda haber escuchado al padrino Romeo decir que estaban haciendo pollo asado en la parte trasera del centro.
“Dijo, ‘un pollito...’”.
Tras la muerte de Misael, y gracias a las declaraciones vertidas por los 34 internos de la casa ante el Ministerio Púbico, supo que eso del pollo asado era un castigo que consistía en poner a los anexados desobedientes, o que cometían alguna falta, de cara a un asador con brasas ardiendo.
Una de las condiciones de la presunta clínica, les había dicho Romeo, era que la familia no iba poder ver a Misael los próximos tres meses de su recuperación.
Carmen Julia, la madre de Misael, llamaba todos los días a Romeo, dos veces al día, por la mañana y por la tarde, para saber cómo estaba su hijo.
Que “bien”, le contestaba el padrino, salvo que no quería comer.
Tiempo después Carmen Julia sabría por boca de testigos que, con frecuencia, Misael era obligado por Romeo y los demás servidores del centro a comer en demasía hasta vomitar, y luego forzado a tragarse su propio vómito, como castigo.
Después lo desnudaban, lo tableaban y le ponían la picana por todo el cuerpo, en presencia de sus compañeros.
De acuerdo con las testimoniales de varios internos, los cuidadores del anexo, quienes se hacían llamar deltas, portaban máscaras con el rostro de la muerte, uniformes tácticos, chalecos antibala y, en algunas veces, armas largas.
Romeo era el delta 1.
“Decían que eran del Cartel del Noreste y de la Tropa del Infierno”, comentó un ex anexado.
Al respecto Guillermo Solís Peralta, médico psiquiatra y psicoterapeuta, expone que los centros que trabajan fuera de toda normatividad, pueden empeorar las condiciones de los adictos al generarles mayor depresión, ansiedad y hasta riesgo de perder la vida.
Y señala que los golpes y maltratos psicológicos en vez de contribuir al bienestar del adicto, retrasan su recuperación y causan su reincidencia en el consumo.
“Lejos de que valores, como ellos dicen, o de que aprendas, te deprimes y vas desarrollando un problema mental más serio, y a veces hasta orgánico, por el hecho de que recibes este tratamiento a manera de castigo”.
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Un día Luis Alberto Bragado, Romeo, le llamó a Carmen Julia para informarle que su hijo se encontraba enfermo, tenía los chamorros hinchados y probablemente estaba reteniendo líquidos, por lo que solicitaba su apoyo para practicarle unos análisis.
A Carmen le extrañó.
Fuera de su adicción Misael jamás había padecido enfermedad alguna.
“Cuando mi hermano ingresó, el primer día, lo golpearon tanto que le quebraron su pie. Los muchachos dicen que a todos los golpeaba Romero, pero que con Misael se ensañó”, suelta Rebeca.
Por aquellos días se había suscitado un conato de fuga en el anexo.
Luego de ser sorprendidos por los delta, los internos que participaron en el motín fueron tableados de una manera feroz.
Sin embargo, algunos anexados dijeron en sus declaraciones que durante los 15 días que Misael permaneció internado en este lugar a menudo era golpeado por el padrino Romeo y sus servidores, lo mismo que otros pacientes.
Algunos de los métodos de castigo más usados en el centro, y diversión de los delta, era colgar a los internos de los pies en el astabandera y golpearlos como a costales de box, ponerles la chicharra en el cuerpo, sacarles las uñas de los pies con pinzas, soltarles a un perro pitbull, llamado el delta cinco, para que los atacara, o enterrarlos vivos.
Esa técnica de tortura era conocida en el Rostro de Jesús como “la barbacoa”.
“Los hacían que cavaran un hueco en la tierra, los metían ahí y luego les echaban la tierra encima”, detalla Rebeca, la hermana de Misael.
Días previos a la muerte de Misael, la familia acudió a un laboratorio en Saltillo que Romeo había designado para la realización de los exámenes.
El protocolo era que ni Carmen Julia ni sus familiares vieran o hablaran con al anexado.
La ventanilla del coche donde Romeo llevaba a Misael fue cubierta con una toalla.
El domingo 26 de febrero, horas previas al fallecimiento de Misael, Carmen Julia llamó a Romeo para preguntar por los resultados de las pruebas.
“Le dije ‘oye Romeo, ¿cómo salió mijo en los análisis?’, dijo ‘pos mire ya me los enviaron, pero no les entiendo. Qué le parece si el lunes le hablo’”.
La noche de ese domingo en el Ixtlero, Carmen Julia recibiría la noticia de que su hijo estaba muerto.
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La necropsia había arrojado trombo embolia pulmonar, secundaria a golpes en miembros pélvicos.
Semanario pidió a la SS vía transparencia el resultado de la inspección realizada al centro El Rostro de Jesús, después de los hechos violentos registrados el domingo 26 de febrero.
La dependencia respondió que sus inspectores no pudieron realizar la visita de verificación sanitaria debido a que nadie les abrió la puerta cuando tocaron, y que además el lugar se hallaba asegurado con una cinta amarilla rotulada con la leyenda “prohibido el paso”.
Este medio realizó un recorrido por las inmediaciones del anexo y encontró que la casa ya está en venta.
Ex internos entrevistados por Semanario narraron que la mañana víspera de la muerte de Misael, Romeo lo había golpeado en el pecho y en el estómago, mientras repetía que se muriera, que no valía madre.
“Los muchachos declararon que mijo le gritaba a Romeo, ‘ya no me pegue director, ya no me pegue’”, relata Carmen Julia.
Por órdenes de Romeo, sus compañeros lo bañaron y lo acostaron en la cama de un dormitorio.
De ahí Misael ya no se levantó más.
Esa misma noche, después de dejar a Misael en el hospital, Romeo y sus deltas regresaron al centro, arrancaron las cámaras de vigilancia y huyeron, dejando a los internos encerrados con el perro pitbull suelto, hasta que la policía los rescató.
La mayoría estaba golpeado.
Por la madrugada los cómplices de Romeo fueron detenidos y llevados ante las autoridades.
Más tarde Romeo, que había estado en calidad de prófugo, fue capturado y trasladado junto con los servidores Juan Carlos “N”, Roberto Carlos “N”, Juan Manuel “N” y Cristian Eduardo “N”. al penal de Saltillo, donde aguarda sentencia por el delito de homicidio calificado culposo con alevosía, ventaja y ferocidad.
Recientemente la defensa de Romeo solicitó ante un juez la exhumación del cadáver de Misael, argumentando que su muerte obedeció a causas naturales.
La petición fue denegada.
La familia de Misael teme que no se haga justicia sobre este caso, los implicados salgan libres y su crimen quede en la impunidad.
“Todavía estamos en shock, no hay día que no lloramos, a veces hasta pasamos noches sin dormir, de estar pensando por qué le harían eso a mi hermano”, dice Rebeca.