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Trabajo infantil, ¿qué ocurre en México?

Aunque hay leyes que protegen a los niños y niñas para que tengan un desarrollo adecuado, hay situaciones que ocurren al margen de la ley y los llevan a pedir dinero o realizar actividades remuneradas que los alejan de los estudios y una vida digna.

  • 01 febrero 2022

Estimaciones globales por parte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés) indicaban que en 2017, habían 152 millones de niños trabajando en todo el mundo.

En el contexto actual de pandemia, la cifra aumentó a 160 millones de niños y niñas en situación de trabajo infantil. Es decir, uno de cada diez niños en todo el mundo.

De acuerdo con estas organizaciones, casi la mitad de ellos, 79 millones, realizan las peores formas de trabajo infantil, como lo son la esclavitud, trata, prostitución, reclutamiento o trabajo forzoso.

A pesar de que la UNICEF no se opone a que los niños realicen tareas o trabajos, señala que en muchas ocasiones esto se convierte en “auténtica explotación infantil’’, a raíz de factores culturales, condiciones de pobreza, y falta de políticas públicas.

Pero antes de avanzar en profundidad, es necesario sentar un marco para definir de qué hablamos cuando mencionamos este fenómeno.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia considera que existe trabajo infantil cuando se obliga al niño a trabajar a una edad muy temprana, en jornadas excesivas, en condiciones de estrés, en ambientes inapropiados, con exceso de responsabilidad, con bajo o nulo salario, sin acceso a la educación, y desgastando su dignidad y su autoestima.

A su vez, para la Organización Internacional del Trabajo, señala que los países en vías de desarrollo pueden establecer una edad mínima de 14 años para que las personas consigan empleo. Esto, por supuesto, requiere una evaluación minuciosa de sus sistemas económico y educativo.

No hacerlo, contraviene las normas que aparecen en el Convenio 138 sobre la edad mínima de admisión al empleo y el Convenio 182 sobre las peores formas de trabajo infantil.

El Estado mexicano de la OIT desde 1990 de la OIT y ratificante de los Convenios 138 y 182, considera en el artículo 22 Bis de la Ley Federal de Trabajo. Ahí se establece que: “queda prohibido el trabajo de menores de quince años”. Además “no podrá utilizarse el trabajo de mayores de esta edad y menores de dieciocho años que no hayan terminado su educación básica obligatoria, salvo los casos que apruebe la autoridad laboral correspondiente en que a su juicio haya compatibilidad entre los estudios y el trabajo”.

$!En México, el INEGI estimó 2.1 millones de niños y adolescentes en 2017. Desde la venta de mercancía de forma ambulante, labores domésticas hasta actividades rurales.

Para los mayores de 15 años, la legislación establece que pueden prestar sus servicios libremente según las limitaciones que marca la ley. Para mayores de 15 y menos de 16, los padres o tutores necesitan expedir autorización. De no ser así, deberá hacerlo el sindicato al que pertenezcan, la Junta de Conciliación y Arbitraje, del Inspector del Trabajo o de la Autoridad Política.

No obstante, según el Módulo del Trabajo Infantil 2017 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el país había 2.1 millones de niños y niñas entre 5 y 17 años quienes realizan trabajos no permitidos.

De ellos y ellas, 1.2 millones llevan a cabo trabajos peligrosos y 800 mil tienen menos de quince años de edad.

Uno de los factores más preocupantes es que la tasa de trabajo infantil es casi el doble en las áreas rurales, lo que indica que la mayoría de los niños y niñas que trabajan lo hacen en el sector agrícola.

Esto sin contar la poca visibilización que se le da al trabajo doméstico y de cuidados, y que afecta de manera desproporcionada a niñas y mujeres adolescentes.

Bajo este panorama, organizaciones civiles, especialistas en la infancia, y defensores de los derechos humanos han intentado visibilizar, proponer soluciones y ejercer presión contra la autoridad para que la ley se cumpla a cabalidad.

Dicho informe es el último estudio realizado debido al corte de presupuesto al fenómeno de trabajo infantil por parte del gobierno Federal.

$!Expertos consideran que mientras los niños y adolescentes se mantengan trabajando sin recibir educación, el problema se mantiene en un ciclo de explotación laboral, pobreza y falta de condiciones dignas para vivir.

¿Existe el trabajo infantil en Coahuila?

En Coahuila, según el INEGI, hay 708 mil 119 niños y adolescentes que tienen entre 5 y 17 años, de los cuales, 49 mil 242 se ven forzados a trabajar.

Las organizaciones del Estado encargadas de intervenir en primera instancia son la Secretaría del Trabajo y la Procuraduría para Niños, Niñas y la Familia (PRONNIF), de quienes hablaremos más adelante.

Luis Aldredo Medina, coordinador de investigación del Consejo Cívico de las Instituciones (CCI), dijo que uno de cada cinco niños y niñas que trabajan no asisten a la escuela. Al no recibir educación el problema se mantiene en un ciclo de explotación laboral, de pobreza y falta de condiciones dignas para vivir.

Dentro de la población de niños (71 por ciento) y niñas (29 por ciento) que trabajan, el CCI analizó que el 47 por ciento realiza quehaceres del hogar peligrosos, el 18 por ciento trabajan en condiciones peligrosas y el 35 por ciento no tiene la edad legal para trabajar.

Alfredo Medina explica que son niñas y niños que están al frente del cuidado de los hermanos, de la familia, del mantenimiento de la casa, consecuencia del agravamiento de la falta de empleo por la pandemia de Covid-19.

También señala que la mitad de los niños trabajan en actividades terciarias, en el comercio informal, ya sea como cargadores, como repartidores, en ventas, entre otros.

SEMANARIO preguntó a la Secretaría del Trabajo estatal (solicitudes de información con folios 0500989000000222 y 050098900000422) cuál es el índice de participación infantil en el trabajo informal durante 2017, 2018, 2019, 2020 y 2021 y si es que existen programas para identificar, medir, y contrarrestar el trabajo informal infantil.

La Secretaría del Trabajo respondió en los oficios ST/UT/006/2022 y ST/UT/010/2022 respectivamente, que en coordinación con el INEGI y Previsión Social (STPS) realiza de manera bienal ejercicios estadísticos para obtener estimaciones de trabajo infantil que permita tener datos para las entidades federativas del país.

“Los porcentajes de trabajo infantil estimados en Coahuila son como sigue: 2017; 5 por ciento de menores entre los 5 y 17 años se encuentran en condición de trabajo infantil. 2019; 4 por ciento de menores entre los 5 y 17 años se encuentran en condición de trabajo infantil”, respondió la institución.

Para el año 2021 no se tuvo información por falta de información publicada por el INEGI, según la Secretaría del Trabajo.

Respecto a los programas existentes respondió que “la Secretaría del Trabajo del Estado de Coahuila de Zaragoza preside la Comisión Interinstitucional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil y la Protección de Adolescentes Trabajadores en edad permitida en el Estado de Coahuila de Zaragoza, cuyo objetivo es la coordinación de las dependencias y entidades de la administración pública estatal en el diseño, ejecución y evaluación de políticas, programas y acciones en materia de prevención, detección y erradicación del trabajo infantil. Misma que sesiona por lo menos una vez cada mes”.

$!Trabajo infantil, ¿qué ocurre en México?

¿Qué ocurre cuando se detecta el trabajo infantil?

Para entender mejor las implicaciones de detectar trabajo infantil, Semanario consultó al abogado laboral, y ex coordinador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Francisco Castro Veliz.

“Cuando las autoridades del trabajo, en este caso la Secretaría del Trabajo, detecten a un menor de quince años laborando fuera del círculo familiar, se le debe ordenar de manera inmediata que cese sus labores. Y al patrón que incurra en esta conducta se le castigará con uno a cuatro años de prisión y multa de 250 a 5000 días de multa, esto según el artículo 995”, explicó.

Consultado sobre la situación que se vive en Torreón, explicó que lo que se observa es una situación de autoempleo, donde los niños y niñas venden chicles, limpian carros o piden dinero bajo la vigilancia de sus padres. “La ley (federal del trabajo) dice que eso no se considera trabajo infantil”, sentenció.

Y es que si bien el artículo 175 de la normativa precisa que los menores de dieciocho años tienen prohibido trabajar después de las 22 horas en expendios, cantinas o centros de vicio, labores insalubres o peligrosas, el 175 Bis establece que no se considera como trabajos las actividades de los menores cuando estén bajo la supervisión, cuidado y responsabilidad de padres o tutores y que estas se relacionan con la creación artística, desarrollo científico, deportivo o de talento.

$!Muchos de los niños y adolescentes son acompañados por sus padres al momento de trabajar. Por eso la Ley Federal de Trabajo, al considerar que no hay una relación patrón-empleado, no lo considera como trabajo infantil.

El caso de “Washame barrio”.

Lo que Castro Veliz comenta se puede constatar en las calles del centro de Torreón. En un recorrido por las avenidas Morelos y Colón, se observaron niños y niñas vendiendo chicles, cigarrillos o flores afuera de restaurantes o bares. También se identificaron a menores de edad indígenas pidiendo dinero, lavacoches o malabaristas. En todos ellos, los niños y niñas se observaron acompañados de adultos.

El pasado julio de 2019, el entonces delegado regional de la PRONNIF, José Julián Velázquez, comentó que el vender productos en la calle, sean acompañados por sus padres o no, no se puede ver como un trabajo pues no existen las condiciones de obrero-patrón.

Por esto mismo, la Secretaría del Trabajo lleva a cabo inspecciones, pero no puede generar responsabilidades a los familiares. La PRONNIF solo puede tomar acciones preventivas y generar conciencia de responsabilidad a las familias, como lo señaló el entonces delegado, pero no puede ir más allá.

¿Qué opciones quedan entonces?

SEMANARIO recurrió a Abigail Salazar, catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC). Ella es coordinadora del proyecto “Washame barrio”, un proyecto que nació en 2005 y se enfoca en niños y niñas en zonas marginadas de Torreón. Con el tiempo, la iniciativa se convirtió en un observatorio infantil, donde los menores observan su propio contexto y ellos deciden qué hay que hacer.

Los adultos involucrados en el proyecto son los responsables de sistematizar la información, generar artículos y proponer soluciones para las dependencias municipales.

Abigail comentó que el gobierno coahuilense ha logrado estructurar la página “http://coahuila sintrabajoinfantil.gob.mx/” , donde se reúne información referente al tema desde una óptica de regulación, más no de prohibición.

El portal asegura que en 2021 se entregaron mil 217 y constancias de trabajo entregadas a menores de edad, de los cuales 63 por ciento se entregaron a varones y 37 por ciento a mujeres.

“La página no maneja estadísticas, ni hace estudios del problema. Lo último que sabemos los investigadores es por el Módulo de trabajo de 2017”, afirmó la académica.

Criticó que el gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador haya disminuido el presupuesto para continuar generando este tipo de análisis.

Al respecto, la secretaría del trabajo en Coahuila, Nazira Zogbi, dijo en un comunicado que la herramienta digital establece mecanismos a seguir por parte de las autoridades de las tres órdenes del Gobierno y empleadores, así como los padres de familia, quienes son los responsables de tramitar el permiso a sus hijos de 15 a 17 años para incorporarse al mundo laboral.

Así mismo, en esta herramienta tecnológica se informa de una línea gratuita para denunciar casos de trabajo infantil al 800 822 8050, así como números telefónicos y ubicaciones de las diversas regiones del estado para consultar información al respecto, la mayoría de las Juntas de Conciliación y Arbitraje.

$!En algunos casos se observa a familias completas quienes se dedican al comercio informal, siendo los niños los encargados de pedir dinero o vender mercancía, y los padres recolectan las ganancias.

Una vida pidiendo dinero

Roberto tiene 13 años y pide dinero en la calle desde que recuerda. A veces vende semillas junto a su hermano Juan, de ocho años. Recorren algunas calles del centro de Torreón, aunque su punto fuerte es el estacionamiento de una conocida tienda de café.

Ambos hermanos son originarios de la Sierra Madre Occidental de Durango y junto a su familia tarahumara, llegaron a Torreón por la falta de oportunidades, la pobreza y la extrema violencia que se vivía diariamente.

“Nino”, un lavacoches de 35 años que también trabaja en la cercanías, recuerda la llegada de esta familia a las calles laguneras.

“Son los dos hermanos, tres sobrinos más, y los papás. Viven en una casa de infonavit en Santa Rosa, es una zona marginada de Gómez Palacio, Durango. Pero por lo que me han dicho los niños, la familia pertenece a una secta comandada por un índigena que trae una camioneta Lobo que anda repartiendo gente en Gómez Palacio y Torreón. Pero pues como entenderás, yo no me meto en eso”, comenta.

Roberto y Juan empiezan su día a las once de la mañana. Luego de caminar casi una hora y media desde su casa al establecimiento; ambos niños llevan casi siempre la misma ropa; una playera, una sudadera ligera, unos pantalones de mezclilla anchos y unas chanclas a medio coser por el desgaste.

A pesar del frío desértico que azota la región lagunera durante la temporada invernal, los niños afirman ya estar acostumbrados, aunque no dudan en aceptar unas chamarras que Nino les trae todos los días de invierno.

El día avanza y cuando los autos llegan por medio del “drive thru” para pedir el café del día, Roberto aprovecha para extender su brazo con una canasta vacía pidiendo dinero. Cada que alguien le da una moneda o un billete, va y se lo entrega a su padre que no deja de vigilarlos a menos de una cuadra de distancia. Luego vuelve, espera otro auto, extiende nuevamente la canasta vacía y repite la acción.

“Nino” dice que los niños son muy inteligentes porque ya aprendieron que de lo que hacen sacan para comer.

“La manera en que se expresan y cómo se comportan frente a las personas es muy diferente a cuando están conmigo. Utilizan una voz muy delicada, y ponen cara de niños buenos. Pero conmigo, nombre, olvídate, me dicen hasta groserías en su idioma”, ríe el lavacoches.

Como a eso de las tres de la tarde, los niños salen corriendo por el boulevard principal para comprar comida en una tienda, en su mayoría frituras, pan dulce, caramelos, jugos y refrescos. De vez en cuando, “Nino” les regala platos de comida, pero dice que tiene que dárselos a escondidas porque si los padres los ven, se los quitan para repartirlos a sus demás sobrinos.

Cuando ambos hermanos están junto al lavacoches, en un rincón del estacionamiento, le aseguran que su padre los golpea si no venden las bolsas de semillas que les corresponde durante el día.

Pero como la ley federal no considera esta como una relación laboral, las dependencias no pueden actuar de manera activa y mucho menos sin una denuncia.

“Ellos me dicen que son felices, que les gusta trabajar y pedir dinero. Cuando les pregunto si quisieran estudiar, me responden siempre con un no; que sus papás les dicen que a ellos nunca los aceptarían en una escuela. Que ellos no están hechos para eso”, dice Nino.

También comenta que Roberto, quien recién cumplió los trece años, lo han puesto a trabajar vendiendo dulces y semillas debido a que se ve más grande físicamente y ya no le dan dinero en la canasta tan fácil como antes.

“Me ha comentado él mismo que sus papás le dicen que ya no da tanta lástima para que siga pidiendo dinero nada más”, asegura el hombre.

¿Cuánto dura una jornada de trabajo en la calle para estos niños?

Para eso de las diez de la noche, la familia completa agarra sus cosas de la banqueta. Luego de once horas, Roberto carga a Juanito en su espalda y todos caminan al bulevar principal para tomar un taxi. Tienen que volver al día siguiente. En esto no hay días de descanso o fines de semana.

$!Activistas consideran que los niños y niñas “se acostumbran” a trabajar, mientras que los adultos los utilizan para generar más dinero al momento de pedir dinero.

¿Acompañamiento disfrazado de explotación?

Abigail Salazar comenta que la condición en que viven estos niños y niñas de la calle es inhumana. La ley y la autoridad se excusa en decir que no hay relación laboral en los niños que acompañan a su padres en la calle, a pedir dinero, o a vender productos.

“Es algo peor; es una trata de menores. Es una explotación de menores. ¿Por qué los niños acompañan a sus padres? Porque son un gancho perfecto que te llega a lo fraternal, a la ternura, a la compasión y eso genera que las personas te consuman o te den limosna”, retomó.

La catedrática además afirma que al niño o niña siempre se le acomoda de tal manera que no parezca que se le explota, o que parezca una cuestión de aprendizaje, es decir, para que el niño vaya agarrando el sentido de responsabilidad.

Pero el hecho de que los niños estén dedicando su vida a esas actividades les limita su desarrollo pleno como infantes porque en lugar de estar estudiando, jugando, o comiendo, están ocupados trabajando.

¿Qué soluciones hay?

Según el observatorio infantil “Washame barrio”, lo que los niños quieren y necesitan son: mayores actividades artísticas y deportivas en sus colonias; que las calles sean seguras para que puedan salir a jugar.

Con la inseguridad, los padres hacen que los acompañen a trabajar. También quieren que haya más trabajo para sus padres, para que puedan ganar más dinero y así, no se los lleven con ellos.

Al respecto, la Secretaría del Trabajo entregó a SEMANARIO una lista de acciones proyectadas para el 2022 en Coahuila, en las que se incluyen: la creación del Protocolo de Actuación de Trabajo Infantil en cruceros y semáforos como proyecto piloto en el municipio de Saltillo, llevar pláticas de sensibilización y concientización a sus sectores a fin de erradicar el trabajo infantil, y las que vayan derivandose del Plan Anual del Trabajo 2022, el cual será sometido para su aprobación en el mes de febrero de este año.

“Queremos hacer algunas propuestas al Congreso local en cuanto a la regulación del trabajo; no tiene porque regularse. El niño no debe trabajar. Se debe hacer una campaña formal bien hecha, con toda la mano y el financiamiento necesario para visibilizar a toda la ciudadanía, y así detener el trabajo, tanto formal como informal infantil”, argumentó.

La pregunta que se hacen hoy en día los expertos, investigadores y defensores de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, es si todos esos niños que tuvieron que salir de estudiar por la crisis actual volverán a las aulas o no.

“No lo creo. Como siempre, las autoridades no prestan atención. No ven a los niños como ciudadanos. Se sigue hablando del tema pero no se atiende”, concluyó Abigail.

Fotos: Diego Santana, Cortesía

Ilustración: Edgardo Barrera

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