Agresiones sexuales en escuelas: problema grave
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Las agresiones sexuales, se ha dicho en todos los tonos posibles, constituyen una de las conductas delictivas que más agravian a la sociedad, sobre todo cuando las víctimas son menores de edad y la persona perpetradora un adulto en condición de ventaja.
Al razonamiento anterior debe agregarse otro elemento que convierte a tales actos en hechos particularmente preocupantes: el que ocurran dentro de instituciones educativas, sean éstas públicas o privadas.
¿Por qué debe preocuparnos de manera particular el hecho de que cualquier persona pueda sufrir una agresión de carácter sexual en un espacio como éste? Esencialmente porque las escuelas tendrían que ser espacios seguros para quienes se encuentran en ellas.
El asunto se agrava todavía más cuando las víctimas son alumnos de las instituciones y se trata, además, de menores de edad, pues eso trastoca toda la concepción que tenemos de una escuela e introduce elementos de incertidumbre que son muy difíciles de superar.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo a la estadística de denuncias recibidas por la Fiscalía General del Estado, en lo que va del año, y que están relacionadas con la presunta comisión de delitos sexuales en escuelas.
De acuerdo con datos de la institución, en 2022 se han iniciado investigaciones en más de una veintena de instituciones educativas de la entidad, investigaciones relacionas con ataques denunciados por 33 presuntas víctimas de los delitos de abuso sexual contra persona menor de 15 años, violación sexual, acoso sexual y hostigamiento sexual.
Del total de víctimas registradas, la inmensa mayoría son menores de edad e incluso figuran en esta lista pequeños de apenas tres años.
Se trata de una estadística imposible de soslayarse y frente a la cual no cabe la indiferencia. Por el contrario, la incidencia debe concitar la reacción de las autoridades educativas y los padres de familia para contribuir a la recuperación de la seguridad en nuestras escuelas.
Una sola víctima sería inaceptable, pero el que se hayan acumulado 33 a estas alturas constituye un indicador de que algo -o mucho- está dejando de hacerse en materia de cuidado en las escuelas, así como en términos de inculcar valores a nuestros hijos.
No estamos ante hechos aislados o frente a la eventualidad que se explica a partir de casos peculiares de formación y educación en el seno familiar, sino ante una realidad extendida que debe explicarse a partir de un análisis detallado y multi disciplinario.
Porque siendo relevante, frente a hechos consumados, que las autoridades responsables de la procuración de justicia actúen para investigar y perseguir los presuntos delitos que ya se han cometido, igualmente importante es que se desplieguen estrategias de prevención que contengan el fenómeno y eviten que se sigan sumando víctimas a esta estadística.