Avancemos como seres humanos, pero, por lo que más quieran, salvemos los tamales
Mientras considero que la desaparición de los tamales sería una tragedia, no puedo concordar con la idea de que todo lo anterior era mejor
“Esta generación de mujeres no cocina.” “Habrá toda una generación de tías que no saben hacer tamales.” Y, mientras saboreo unos tamales increíbles que me regaló la abuelita de mi asistente, contemplo si estas reflexiones son fundamentales, o si bien solapan otros cuestionamientos que nos confrontan conforme pasan las generaciones.
Vengo de una familia de tradiciones polaco-americanas. Mi madre no me enseñó a cocinar. Entonces llegué a México y hago el mejor pozole que has probado jamás. Después de años aquí, me puse a recordar platillos, y mi memoria me permitió duplicar el sabor de casa. Mi hija mayor ha rescatado algunas recetas también. Podemos hacer una cena con platillos polaco-americanos dignos de mis recuerdos infantiles.
Pero, como es usual, ya divagué. Mi reflexión tenía que ver con el hecho de que generación tras generación hemos cambiado las dinámicas personales y de las familias. Algunas tradiciones prácticamente desaparecen y otras permanecen. Y a partir de la primera declaración incluida en esta columna, podríamos abrir una polémica que daría para un mes de columnas.
Mientras considero que la desaparición de los tamales sería una tragedia, no puedo concordar con la idea de que todo lo anterior era mejor. Suficientes razones hay. Y atinada o desatinadamente, cada generación desde las cavernícolas ha asustado a generaciones anteriores con acciones y pensamientos radicales que “no tienen nada que ver con lo que nosotros, sus padres, les inculcamos”. ¡Qué bueno!
Hace algunos años vi la serie “Mad Men”. Si no la has visto, te la recomiendo. Está ambientada en la época de mi niñez y refleja las barbaridades de la vida suburbana de la clase media alta de los Estados Unidos en ese tiempo. Desde la alimentación empaquetada al cuidado de la salud a base de cigarros y whisky pasando por la ecología (alguien más recogerá la basura) y el machismo reflejado en eternas luchas de poder, la serie ilustra lo que hemos avanzado en criterio y en nivel como humanos. No hemos llegado a la perfección, ni llegaremos, y menos si ya no hay tamales.