Bad Bunny viene del futuro
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Felicidades Gerlet Martínez
¿Quién no ha escuchado que se debe hacer política desde cualquier espacio? Uno de esos espacios sin duda debe ser el de las expresiones artísticas, las artes gráficas, visuales, escénicas, literarias, cinematográficas y musicales, que se han prestado históricamente para reflejar posturas políticas e ideológicas, a pesar de que algunos lo nieguen, se trata de una herramienta para la concientización política. Sin embargo, ese es un debate al que no me voy a meter.
Siempre he partido de la idea de que la música es un instrumento político, porque influye en la realidad de las y los que la escuchan y puede ser utilizada por las diferentes posturas políticas e ideológicas como la derecha o la izquierda. Es decir, que puede seguir reproduciendo el estatus quo y cuestionarlo y negarlo al mismo tiempo. No obstante, y contrario a lo que muchos podrían pensar, la música urbana en todas las latitudes de América, expresa una cierta conciencia social, no politizada, porque al final solo el artista y “su gente” buscan salir a una falsa felicidad en donde encuentran poder y dinero para dejar de ser marginados. Todavía cuando los sectores privilegiados seguirían repudiándolos a pesar de que pudieran llegar tener más dinero o poder; su origen social e histórico es marginado. Algo como lo que pasa con los raperos en Estados Unidos.
Dentro de esta expresión musical, pero más específicamente dentro de Latinoamérica, existen otras visiones donde se muestra la crudeza de los asuntos públicos, lo que las hace atractivas; Bad Bunny, el artista del que en este mismo medio un opinólogo crítico dijo que producía una música estéril, plástica e inservible, que solo enajenaba a las juventudes, (Benito Martínez -nombre de Bad Bunny-) acaba de demostrar algo que por años las y los amantes de la música urbana y de identidad política de izquierda queríamos conectar y no encontramos la forma. Hoy Benito nos da claridad en lo siguiente, aunque no niego que me resulta algo incongruente por su glamour y su fama, que siempre es negado por los de izquierda (pero ese es otro tema): logró unir una postura política clara de rechazo a la privatización de la energía eléctrica, la gentrificación y la turistificación con música reggaetón, ¡genio!
En el video musical y documental de su tema “El apagón”, que lleva por nombre “El apagón, aquí vive gente”, la periodista puertorriqueña Bianca Graulau retrata los problemas de desigualdad de la pequeña isla del Caribe. Aquí la genialidad de Bad Bunny es haber utilizado la música como herramienta de concientización para penetrar el mensaje y viralizar la problemática social en Puerto Rico: él hizo política desde cualquier espacio, y está concientizando a una generación de jóvenes que por años fueron ajenos a lo político y preferían refugiarse en su burbuja individual.
Un tema muy importante de este documental-video musical, es la crítica dura a la privatización de la energía eléctrica en la isla, lo que a menudo provoca apagones en viviendas, negocios y hospitales. En un fragmento introductorio, eso nos pone en perspectiva en la discusión del suministro de energía eléctrica en el caso de México de igual forma, de lo dañina que es la privatización, un tema tan importante y de seguridad nacional. Invoca la decisión soberana de un gobierno popular para hacer una ley de la industria eléctrica y así fortalecer la rectoría del estado como lo hizo el gobierno de la 4ta transformación. Si no lo quieren ver en esas magnitudes, los invito a ver la joya de documental del que aquí estamos hablando: https://www.youtube.com/watch?v=1TCX_Aqzoo4
Bianca y Bad Bunny vienen del futuro para prevenirnos y organizarnos, para detener todas las acciones privatizadoras de los derechos humanos de los hispanos.
Un fenómeno que me causó curiosidad es el de la gentrificación, también presente ahí como parte medular del documental, algo que para los ojos de todos pareciera invisible, pero que verlo representado en el documental da claridad para entender mucho del embellecimiento de algunas regiones de México y aquí mismo en Saltillo, pero, ¿qué es la gentrificación?
Hablamos de un proceso de rehabilitación en primer lugar urbanística y posteriormente social de una zona urbana deprimida o deteriorada, que provoca un desplazamiento paulatino de los vecinos empobrecidos del barrio por otros de un nivel social y económico más alto. Tal es el caso de lo propuesto por Universidad Carolina en su extensión “Distrito Carolina”, que busca embellecer el barrio de Santa Anita en el centro de Saltillo a través de programa “Mi fachada, nuestro barrio”, avalado por el gobierno municipal y estatal, para incentivar la concurrencia de pobladores de distintas colonias de la ciudad a ese barrio tan antaño. Pero lo que se presenta como una iniciativa bondadosa, puede esconder de fondo una segunda intención de aumentar el valor inmobiliario de la zona para encarecer la renta y la venta de la vivienda para la obtención de ganancias de uno o algunos que se llegaran a enriquecer por ese proceso, y finalmente dejar a los pobladores del barrio rezagados.
La gentrificación entonces, se presenta en lugares donde existen vecindades, por ejemplo, de familias marginadas; consiste en demoler y hacer complejos departamentales para estratos sociales altos que posteriormente se vuelven más rentables por el alquiler de algunos días en aplicaciones como Airbnb o la renta por contrato que lo recibido por las vecindades “deterioradas”.
Este fenómeno causa, en efecto de bola de nieve, otro que es la turistificación, es decir, un conjunto de consecuencias que experimenta una población, o parte de ella, al recibir una afluencia masiva de turistas que desplaza a los originarios de ese lugar por la obtención de ganancias de los grandes complejos turísticos. Esto es justo como lo que ha pasado con las playas mexicanas y los bajos precios a los que han sido vendidos sus accesos para los grandes complejos hoteleros y restauranteros, tal como lo hicieron los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón a una larga lista de empresarios durante sus sexenios.
Lo que parece ser un simple video musical de música urbana, está logrando entrar a un sector de la población para generar conciencia mejor que otros medios. Bad Bunny, después de generar controversias en torno a su imagen y la música que produce, está ocupando el foco de atención que ha obtenido para realizar política y reflexión en su elemento. Y a fin de cuentas, la política se sigue haciendo desde cualquier espacio.
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@AntoniolCastroV