Brevedad
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TEMAS
“Si nadie me lo pregunta, lo sé; si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé”. San Agustín Séneca (4 a.C.- 65 d.C.) sentenció: “El tiempo que tenemos no es corto; pero perdiendo mucho de él, hacemos que lo sea, y la vida es suficientemente larga para ejecutar en ellas cosas grandes, si la empleáramos bien. Pero al que se le pasa en ocio y deleites, y no la ocupa en loables ejercicios, cuando le llega el último trance, conocemos que se le fue, sin que él haya entendido que caminaba.
Lo cierto es que la vida que se nos dio no es breve; nosotros hacemos que lo sea, y que no somos pobres, sino pródigos del tiempo; sucediendo lo que a las grandes y reales riquezas, que si llegan a manos de dueños poco cuerdos, se disipan en un instante; y al contrario, las cortas y limitadas, entrando en poder de cuidadosos administradores, crecen con el uso. Así nuestra edad es suficientemente larga para los que usen bien de ella”.
En el libro “Somos Tiempo”, Julián Serna Arango comenta: “paradójico, el tiempo, todo lo da y todo lo quita. Porque el reloj gobierna la rutina de los hombres, nada hay más objetivo que el tiempo, pero también nada hay más subjetivo que él cuando la espera lo paraliza y la emoción lo acelera. Nada más personal, nada más compartido. Nada más abundante, nada más escaso. El tiempo está en todas partes y en ninguna. Es la forma de ser y de no ser. El tiempo es puente, pero también abismo. Desechable, inmortal. La vida está hecha de tiempo, pero así mismo es una carrera contra el tiempo”.
Tema ancestral
El tiempo, primero abundante y luego siempre escaso, ha sido un tema de discusión ancestral, por ejemplo Horacio - considerado como el principal poeta lírico y satírico de la lengua latina – cuya poesía constantemente invita a gozar de la juventud, hizo inmortal su frase “Carpe diem quam minimum credula postero”, que significa “aprovecha el día, no confíes en mañana” la cual hoy, más que nunca, tiene una asombrosa vigencia e inigualable utilidad.
Es verdad: “cuida este día, porque es vida, la verdadera vida de la vida. En su breve curso se hallan todas las realidades y verdades de la existencia; la bienaventuranza de la perfección, el esplendor de la acción, la gloria de la fortaleza. Porque el ayer no es sino un sueño, Y el mañana tan solo una visión. Pero el hoy, bien vivido, hace de cada ayer un sueño de felicidad, Y de cada mañana una visión de esperanza. Cuidad bien, por tanto, este día”.
Y me pregunto: ¿de qué llenamos la cotidianidad? ¿Cómo la forjamos? ¿Cómo la cuidamos? ¿Cómo la aprovechamos? ¿Cómo la vivimos?
Milagro
Cada nuevo día es un regalo, una creación única, singularísima, independiente a nosotros, que si queremos en verdad vivirlo hay que crearle un amanecer muy personal -adicionarle un nuevo “hágase la luz”- intentando descubrir el afán que esa alborada tiene en nuestras particulares vidas, para luego colmarlo de significado. Si no queremos pasarla a oscuras, de noche, sería útil seleccionar conscientemente las actividades que emprendemos en ese espacio de 24 milagrosas y luminosas horas que gratuitamente –y en ocasiones inmerecidamente- se nos otorgan.
Si hablamos de los momentos en nuestra vida podemos decir que en cada uno nos jugamos nuestro destino, muchos de ellos son cuesta arriba, pero nos brindan la posibilidad de descubrir razones para vivirlos con alegría, amor y esperanza. Momentos que nos permiten diferenciar lo que es importante de aquello que es secundario, y decidir emprender primero lo primero.
Espacios también que nos maravillan e inducen a decir: “hoy sencillamente no tengo tiempo para las cosas que no son importantes”.
Prisas
Desgraciadamente, percibo que en ocasiones las personas tendemos a ignorar que lo más rápido generalmente resulta ser lo más lento y frustraste. Olvidamos que, al vivir de prisa, agitados, asediados por el propio trabajo, sacrificando lo importante por lo insignificante, dejamos de vivir. Y que entonces nos viven las realidades. Y que entonces vivimos jubilados, anestesiados.
Pareciera que no nos percatamos que esta época nos satura de insignificancias y que, en numerosas ocasiones, no gozamos lo auténticamente bueno de la vida por andar en actividades baratas, por vivir cerrados. Ciegos. En reversa.
El jarro
Existe una metáfora que ejemplifica este fenómeno: “cierto día un maestro estaba dando una conferencia a un grupo de profesionales exitosos. De pie, frente al auditorio dijo: “Quisiera hacerles un pequeño examen”. Entonces sacó un jarro de vidrio, de boca muy ancha y lo puso sobre la mesa frente a él. Luego puso en él una docena de rocas del tamaño de un puño y empezó a colocarlas una por una dentro del jarro.
Cuando el jarro estaba lleno hasta el tope y no podía colocar más piedras preguntó al auditorio: “¿Está lleno este jarro?”. Todos los asistentes dijeron: “Sí”. Entonces preguntó: “¿Están seguros?”. Y luego sacó un balde con piedras pequeñas de construcción. Echó un poco de esas piedras en el jarro y lo movió haciendo que las piedras pequeñas se acomoden en el espacio vacío entre las grandes y así sucesivamente. Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más: “¿Está lleno este jarro?”. Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los asistentes dijo en voz alta: “Probablemente no”. “Muy bien!”, contestó el expositor.
Entonces sacó un balde lleno de arena y empezó a poner esa arena en el jarro. La arena se acomodó en el espacio entre las piedras grandes y las pequeñas. Una vez más pregunto al grupo: “¿Está lleno este jarro?” Esta vez varias personas respondieron a coro: “¡No!” Una vez más el expositor dijo: “muy bien!”, luego sacó una jarra llena de agua y la echó dentro del jarro hasta que estuvo lleno hasta el borde mismo.
Cuando terminó, miró al auditorio y preguntó: “¿Cuál creen que es la enseñanza de esta pequeña demostración?” Uno de los espectadores levantó la mano y dijo: “La enseñanza es que no importa qué tan lleno está tu horario, si de verdad lo intentas, siempre podrás incluir más cosas”... “¡No!”, replicó el expositor, “esa no es la enseñanza. La verdad es que esta demostración nos enseña lo siguiente: Si no pones las piedras grandes primero, no podrás ponerlas en ningún otro momento”.
Tardíamente
Tengo la impresión que si analizamos nuestros días encontraremos en ellos más horas repletas de mediocridad que de excelencia, dado que generalmente llenamos primero el jarro (los días y la vida) con arena, agua y millares de piedras pequeñas; es decir, de cosas intranscendentales, de menudencias, migajas, frivolidades y viejas heridas. Y luego, mucho después, cuando ya no queda espacio, es cuando pretendemos meter - a toda fuerza - las piedras grandes: eso que si es significativo y que verdaderamente nos brinda serenidad, felicidad, calidad de vida y abundancia de buenos sucesos.
Esta miopía es costosísima: por vivir mirando las sombras, por andar tras las imágenes, perdemos lo más por lo menos para luego arrepentirnos, frecuentemente demasiado tarde, sin tiempo para rehacer lo deshecho.
Primero
Es prudente meter primero las piedras grandes en nuestro jarro personal, pensando que cada día es irrepetible, apuntando la mirada cara al sol, haciendo lo que amamos o sencillamente aprendiendo a amar eso que emprendemos, construyendo nuestra libertad, siendo más humanos, más completos, más generosos.
Es fundamental definir prioridades: ¿Cuáles son las piedras grandes en nuestra vida? ¿La familia? ¿La fe? ¿Quedar bien? ¿Destacar socialmente? ¿Riquezas materiales? ¿Alguna causa? ¿Hacer lo que nos viene en gana? ¿Ser útiles a los demás? Es decir, conviene la valentía para concretar los “por qué” y “para qué” se vive.
Ante...
Cierto lo que dice Martín Descalzo: “no hay nada comparable con el gozo de existir y de existir tal y como somos, con nuestros problemas, con nuestras zonas oscuras y luminosas, con el alma que nos inyectaron al nacer” y creo que para vivir así, en positivo, a plenitud, sin ambages, “despiertos”, es necesario proporcionar un personal amanecer a cada nuevo amanecer; ante la brevedad de la vida, sería conveniente existir encarnando la premisa del antiguo poeta: “carpe diem”: “aprovecha el día, no confíes en mañana”.
Programa Emprendedor
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