Cuatro regalos
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En el pasado texto aquí deletreado, donde conté de tres regalos de buenos libros, los cuales recibí de amigos por las Navidades, cometí un grave error. Lo cual hoy enmiendo: no fueron tres, sino cuatro regalos de buenos libros. Recibí de manos del director de Jurisprudencia, Alfonso Yáñez Arreola, el libro sagrado de la historia, religión y vida cotidiana de los mayas: “Popol Wuj”, en esta edición así deletreado bajo el palio del siguiente subtítulo: “El Libro del Consejo de los Mayas”.
Creo no cometer una infidencia al contar aquí que Alfonso Yáñez y su familia realizaron un viaje de fin año a la hermana República de Yucatán. Aquello, me cuenta, es un verdadero paraíso. Le creo. Años que no voy a lejanas tierras del sur. A Yucatán he ido al menos tres veces en mi vida y lo recuerdo gratamente. Pero usted lo sabe, señor lector, el calor pegajoso del sur no se me da. Para crear y arrastrar lápiz sobre papel, no hay nada como el frío. Aunque ya el frío y el clima templado aquí, van a ser un triste recuerdo. El clima ha mutado y es un verano perpetuo.
Le conté en el texto del pasado jueves que el doctor Víctor S. Peña tuvo a bien regalarme su nuevo libro editado: “Meta-análisis de la Transparencia. Organizaciones, Arreglos Institucionales y Políticas Públicas Diseñadas desde la Desconfianza”. El volumen de investigación es de poco más de 135 páginas. Dicho trabajo para su redacción le valió en su momento una beca en metálico del Conacyt. El Oficial Mayor del Congreso, el abogado Gerardo Blanco Guerra me regaló: “La Construcción del Poeta Moderno: T.S. Eliot y Octavio Paz”. De la autoría de un buen investigador, Pedro Serrano. El libro está editado por la UNAM y Turner.
Finalmente le dije de una grata tertulia donde se disertó sobre una novela histórica y posteriormente recibí dos libros de un escritor ibérico, Santiago Posteguillo. Insoslayable leerlo. Es obligado. Los libros fueron un regalo del abogado, Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Coahuila, Miguel Mery, quien viene inyectándole un perfil humano a los integrantes del poder judicial del Estado. Agradecible en esta época donde la despersonalización es la divisa: no hay humanos, sino números, fichas, cuentas de Facebook...
Le contaba entonces que no fueron tres regalos, sino cuatro. He leído atentamente el libro que me trajo Yáñez Arreola. Una maravilla esta versión del “Popol Wuj”. Yo debo de tener una edición publicada por la UNAM en su momento. Sólo lo había hojeado. En mi desordenada biblioteca no lo encuentro. Lo que sí encontré y estoy terminando de leer es el otro libro de la historia, costumbres, vida religiosa, vida de dioses sagrados y, en fin, todo aquello que rodea su cosmología terrena y divina, “El Libro de Chilam Balam de Chumayel”. La particularidad de esta buena edición es nada menos la traducción del maya al castellano del escritor Antonio Mediz Bolio, el cual a la vez tiene un libro bueno: “La Tierra del Faisán y del Venado”.
ESQUINA-BAJAN
De los libros que recibí amablemente de regalo, inicié leyendo el “Popol Wuj” y ha sido perturbador para mí. Es como si usted estuviese leyendo el Pentateuco de la Biblia cristiana o católica, es lo mismo. ¿Qué es lo sagrado, como definimos lo sagrado? Si nos atenemos a la definición de ello por Michel Meslin, en su “Aproximación a una Ciencia de las Religiones”, la idea de lo sagrado es aquello que los seres humanos consideran como una realidad trascendente, algo superior a sí mismo y, claro, superior a la naturaleza. Pues sí, algo sobrenatural. Y no pocas veces, más allá de la comprensión humana. Aunque en estos libros, el “Popol Wuj”, “El Libro de Chilam Balam de Chumayel” y, claro, en la Biblia, cuando el humano, el ser humano aspira a ser como dios, como los dioses... es inmediatamente castigado.
Avanzamos: cómo no atar a todo esto la propuesta bizarra de Andrés Manuel López Obrador de que los españoles nos pidan disculpas por venir a conquistarnos. El estúpido y absurdo revisionismo a lo cual estamos sometidos actualmente en todos los aspectos, lejos de invitar a la polémica, es un lastre que no tiene cabeza. Ya no es “conquista” como antes se decía y se leía. Ahora es un término políticamente correcto: “encuentro de culturas”. Ya no se celebra el “Día de la Raza” porque en teoría, y sólo en teoría, no hay ni debe de haber razas. En fin, le estoy preparando varios textos al respecto para que usted tome sus decisiones en semejantes disparates.
Los paralelismos entre la Biblia y el “Popol Wuj” son puntos de contacto entre culturas que no se conocían ni en tiempo ni espacio, pero que a través de eso llamado psique humana son símbolos, mitos y estructuras arraigadas en nuestro pensamiento, lo cual tarde o temprano aflora. Lo bien cierto también es que los dioses mayas son más sanguinarios y carniceros al Dios (Yahvé) del Antiguo Testamento. ¿Las mujeres qué papel jugaban? Si usted se pone a leer atentamente estos libros sagrados y para estar en la frecuencia del absurdo y mentecato revisionismo de eso llamado “equidad de género”, la cosa del llamado #metoo, las mujeres, como siempre, son objetos sexuales. Así de simple. Sin valor. Un rápido fragmento del “Popol Wuj”: “Que vayan dos doncellas, que sean muy hermosas y que sean muy blancas doncellas y que se les vaya el deseo a ellas... (Las mandan a seducir a dos héroes del “Popol Wuj”) y si quieren cohabitar con vosotras, daos a ellos...”.
LETRAS MINÚSCULAS
“Entonces declararon lo que querían los pueblos: que fornicasen las doncellas con los naguales de Tojil”. Mundo real, señor lector.