¿Deben los gobiernos apoyar al futbol profesional?
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El 23 de mayo de este año, sin hacer mucho ruido ni presumirlo, el Ayuntamiento de Torreón a cargo de Román Alberto Cepeda firmó el Convenio de Sinergia entre el municipio y el Club Santos Laguna y sus múltiples empresas: Santos Laguna, SA de CV; Grupo Inmobiliario Orlegi, SA de CV; Impulso TSM, SA de CV; Negocios TSM, SA de CV; Orlegi Sports & Entertainment, S.A.P.I de CV; y La Casa del Dolor Ajeno, SA de CV.
En la fracción “j” de la cláusula tercera del convenio en poder de quien esto escribe, el municipio se comprometió a entregar un “apoyo económico” de 5 millones de pesos anuales pagado en dos exhibiciones. El convenio tiene vigencia hasta el 2024 que termina la administración.
Aunado a ello, el municipio cedió estímulos del 100 por ciento en: pago del impuesto sobre Espectáculos y Diversiones, derechos por expedición o refrendo de licencias de anuncios espectaculares y licencias de funcionamiento para todos sus negocios comerciales como el gimnasio, el café o la tienda de ropa; refrendo anual de licencia de alcoholes, prestación de servicios de Protección Civil, licencias de construcción e Impuesto Sobre Adquisición de Inmuebles.
También un subsidio equivalente a la cantidad a pagar por concepto del impuesto predial e impuesto al pavimento, y “en general todo concepto que se encuentre detallado y forme parte de los estados de cuenta expedidos por
el municipio”.
Es verdad que estos estímulos no nacieron con esta administración. De hecho, desde el 2007 hay registro de celebraciones de convenios entre el Ayuntamiento y el Santos Laguna donde prácticamente le perdonan todo al equipo que acaba de vender en millones de dólares al uruguayo Fernando Gorriarán y que recibe millones por derechos de transmisión y patrocinios. Y que, además, vende carísima la cerveza.
Es cierto que el convenio más escandaloso fue el de la administración 2014-2017 del entonces alcalde Miguel Riquelme, cuando el municipio, además de todos los estímulos, se comprometió a entregarle 80 millones de pesos (20 por año de la administración).
Pero es precisamente este tipo de convenios, el de esta administración firmado sin difundirlo abiertamente, que obliga a cuestionar si los gobiernos deberían dar las facilidades y regalar lo que regalan a un negocio ya de por sí millonario.
¿Qué recibe a cambio el municipio? El convenio establece: 150 boletos por juego del equipo varonil, 400 para los juegos del conjunto femenil, 4 visitas guiadas por temporada a las instalaciones, derecho a participar en la fotografía oficial del equipo varonil, utilizar una vez por temporada el Auditorio Orlegi”, un espacio publicitario, 10 visitas guiadas para observar el entrenamiento, apoyo al Torneo Interbarrios (abonos, ropa deportiva y presencia de jugadores en la inauguración y clausura). Y es todo.
AL TIRO
Este domingo llega a su fin la polémica Copa Mundial de Qatar. Y quizá cuando usted lea está columna ya sabrá quién alzó la copa. Dos potencias futboleras, Argentina y Francia, cualquiera de ellas, habrá sido un merecido campeón.
Parece que atrás quedó ya el fracaso de la Selección Mexicana, como cada cuatro años. Nada diferente. Pero a propósito de que el mundial llega a su fin, vale la pena reflexionar sobre un punto neurálgico: ¿deben los gobiernos apoyar al futbol profesional?
Rescato las declaraciones del presidente López Obrador cuando la selección quedó eliminada: dijo que hay mucha afición para tan poco desarrollo deportivo; lo cual es completamente cierto. Dijo también que el impulso del futbol mexicano corresponde al ámbito privado; y sin lugar a duda es un negocio sumamente lucrativo en nuestro País. Pero también dijo que, en caso de ser necesario, su gobierno pudiera colaborar destinando recursos.
Y es aquí donde hay que hacer un alto.
¿Es redituable para un municipio dar todos esos estímulos millonarios y además regalar 5 millones de pesos a cambio de boletos, espacios y visitas? ¿Es necesario entregar recursos al futbol profesional cuando los presupuestos para el desarrollo del deporte son realmente irrisorios?
¿No debería un club de futbol, seguido por miles de niños y niñas y que cada año realiza transacciones millonarias, tener esa responsabilidad social sin que le tengan que pagar? ¿O dónde quedó aquello de “ganar sirviendo”?
