Factor Tesla (recargado 3)
Gracias por atender estas letras. Gracias por hacer suyas mis palabras, ideas y análisis. Gracias por recordar todo lo aquí vertido en letra redonda. Una de varias sagas de textos aquí perfiladas a la cual le he abonado pocas letras últimamente, no obstante la importancia capital que tiene, es la que titulé en su momento “El factor Tesla... y otros”. Ya luego le agregué esto: textos recargados. Es decir y en resumen, con la entrega de hoy ya van seis exégesis al respecto. No hay abonados ni cosas positivas, no; se van acumulando los pasivos y los problemas y aún... no inicia la construcción de la gigaplanta de Elon Musk. Así andamos.
¿Quién va a ganar con la llegada de Telsa a la región? Los mismos de siempre. Los que tienen dineros, hartos dineros. ¿Y los obreros, la carne de cañón, los jodidos? Jodidos seguirán. Incluso más jodidos por un motivo: van a dejar su vida física y mental en estas armadoras y proveedores de autos, autos los cuales jamás van a tener en su cochera. Así de sencillo.
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Tal vez soy agorero y fatalista e incluso contradictorio. De hecho pienso inmediatamente contradecirme y en este mismo instante: tal vez y sólo tal vez, todo mundo debe de aceptar el trabajo que ofrece Tesla y sus proveedores. Dentro de poco tiempo (uno, dos lustros a lo mucho) los humanos vamos a sobrar. Los procesos, su gran mayoría, ya serán cosa de robots altamente tecnificados. El trabajo de diez ingenieros, por ejemplo, lo harán dos robots merced a eso que hoy se llama “Inteligencia Artificial”. Así de sencillo. Creo entonces que se debe de aceptar ser “ganado” de las megaplantas industriales... antes de pasar a ser apenas cría de ganado.
La idea la tomo del siguiente y demoledor párrafo del filósofo Martin Heidegger: “La diferencia de ser es el éter en que el hombre respira. Sin ese éter, el hombre se degrada a mero ganado e incluso queda por debajo de él, y todo su ser se rebaja a ser cría de ganado”. Es decir, el humano necesita respirar en libertad, trabajar en libertad, tener su aire limpio propio, no cuando las empresas lo digan. Sin este aliento de libertad a la mano, el ser humano se asfixia y pasa a ser mero ganado intercambiable con otras empresas de la región.
El lenguaje de la muerte. ¿Sabía usted que los gerentes de recursos humanos o reclutadores de las empresas le llaman “cráneos” a los obreros o empleados? Es decir, cuando uno le llama a otro para intercambiar datos y comentarios, siempre citan su jerga: “¿Oye Ramiro, no tienes unos diez cráneos que me mandes, al menos 5?”. No humanos, no obreros, no ingenieros, no técnicos, no albañiles, no pintores, no; algo peor: cráneos, muertos en vida. Humanos prescindibles hoy o mañana: cráneos, pues.
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Punto uno: si todos tuviésemos la genuina preocupación y responsabilidad civil en todos los órdenes de la vida cotidiana, como la tiene el empresario y melómano saltillense, don Javier Salinas, este mundo sería otro. Me manda un mensaje milimétrico al comentar de este y otros temas álgidos: “Maestro, estamos viviendo en una jaula. Si sales... te mueres. Todo México es ya violento y es una jaula”.
Punto dos: ¿y si mejor nos dedicamos a hacer nada? Feliz oxímoron de por medio. Dice el filósofo que está marcando la agenda mundial, Byung-Chul Han, que “estamos perdiendo nuestra capacidad” de eso llamado vida contemplativa. Nuestra vida, agrega, está absorbida por la actividad y, por lo tanto, estamos “explotados”. Y Vaya que con la llegada de Tesla los humanos vamos a estar sobreexplotados.
ESQUINA-BAJAN
Punto tres: dice el académico y periodista Luis Carlos Plata que cada vez que hay un perro atropellado en la carretera Monterrey-Saltillo, la carretera tal vez de mayor plusvalía y productividad de México, se detiene mínimo ocho horas. Le creo. En las últimas semanas, y sin fallar, han ocurrido tres o cuatro accidentes por semana, los cuales han cerrado la vialidad por horas, en ocasiones, casi un día completo. Con la llegada de Tesla (de hecho ya lo es hoy), ya no será carretera, sino un bulevar o avenida, como la calle que conduce a Mirasierra.
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Punto cuatro: los habitantes de esta región están “apen... teslados”. La llegada de la planta se cree va a solucionar todos los males. No. Los va a multiplicar. Como la violencia. Las siguientes ilustraciones usted ya las conoce, son para definir a seres humanos (o lo que queda de ellos) y su muy peculiar forma de ser asesinados: “entripados”, “encobijados”, “calcinados”, “colgados”, “con tiro de gracia”, “torturados”, “embolsados”, “desmembrados”... la brutalidad y sadismo sin fin.
Punto cinco: en Nuevo León, Tamaulipas, Zacatecas e incluso, pero esporádicamente aquí en Coahuila, la violencia es atroz en el llamado territorio Tesla. Noticias frescas del paraíso, sin orden ni concierto: en Nuevo León donde “gobierna” (es un decir) Samuel García, gobernador virtual, nada real, calcinados recurrentes (julio, agosto), colgados y asesinados en puente (20 de julio), con huellas de tortura y tiro de gracia; hallan ejecutado en Santa Catarina (agosto)...
LETRAS MINÚSCULAS
Y esto, esto es justo lo que no queremos en Coahuila. Manolo Jiménez Salinas, no dudo, tendrá mano dura al respecto.
Encuesta Vanguardia
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