Hablemos de Dios 126
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No pocos comentarios me llegaron con motivo del anterior texto de esta ya larga saga de ensayos en hablar de Dios, “Hablemos de Dios” y de hecho, mi conocimiento sobre Mahoma, el profeta, el Corán, su libro sagrado y en general sobre su cultura toda, es muy limitado. Conocimiento tan limitado, que se reduce sólo a lo que he leído en una buena y amplia sección de libros que tengo al respecto. Incluyendo claro, dos o tres ediciones anotadas de “El Corán, su libro sagrado”. Su Biblia, pues.
Llegamos a un punto claro: es la Biblia. Casi tal cual. Cuando tomé por espacio de cinco o seis años clases en el ISER del sabio maestro con voz de trueno, don Antonio Usabiaga, éste dijo en una de sus clases que Mahoma había leído la Biblia al revés, y cuando éste la dictó a sus amanuenses, pues fue peor, ya todo un galimatías. Y sí, eso es. Pero el libro es bello, como la Biblia o como el Antiguo Testamento para nuestros hermanos judíos. Y de hecho, ahí va un dato que ya antes había platicado y en tertulia con don Gerardo Blanco Guerra, erudito lector y hombre de leyes, pero más de letras, me lo recordó en la charla.
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Sí, hay una señora grande como pocas: María, la Virgen. Su poder no es de este mundo, aunque aquí es donde la invocamos, la queremos y la alabamos. Es la mujer más poderosa que ha existido. Sin ella, nada; con ella, todo. Nuestros hermanos musulmanes (sí, los que hoy están aborrecidos por todo el mundo debido a los atentados de terror y miedo, asesinatos que cometen como actos de terrorismo en todo el orbe) la aman más que nosotros mismos. Nuestros hermanos cristianos (no todos) la desprecian. Para ellos es la madre de Jesucristo. Sólo eso.
¿No ha leído y estudiado El Corán? Se lo recomiendo señor lector. Casi todas las narraciones o capítulos del Corán (son llamados “Suras”) tienen sus paralelos bíblicos. ¿No lo sabe? Aquí desfilan Adán, Noé, Abrahán (el cual es mencionado alrededor de 70 veces, número cabalístico, claro, en 25 Suras diferentes. Tiene su propio Sura, es el 14), Ismael, Lot, José (igual, tiene su propio Sura, el 12), Moisés, Saúl, David, Salomón, Elías, Job y Jonás. Ellos también deletrean a Zacarías, Juan el Bautista, al maestro Jesús (Isa) y a... María. Es tal la importancia de María (Maryam) para ellos, que le dedican su propio Sura, es el XIX.
Los hermanos musulmanes y católicos la consideran santa entre todas las mujeres y el Corán cita el nombre de María (Maryam) más veces que la misma Biblia. María en el Corán, al igual que en la Biblia, fue elegida por Dios “sobre todas las mujeres del mundo” debido a su castidad y obediencia. Tanto en el Corán como en la Biblia, un ángel (¿Gabriel?) le anuncia su gestación, el embarazo de un niño (Jesús) en su vientre. En la Biblia, María da a luz en un pesebre y en compañía de José. En el Corán, da a luz sola, cobijada en una palmera del desierto. Aquí no existe José. Bakr Zaki Awad, decano de la Facultad de Teología en la Universidad Al Azhar, principal Universidad teológica en el Cairo, Egipto, ha dicho: “María es la más pura y virtuosa de todas las mujeres del universo”.
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Los hermanos musulmanes la aman y veneran más que los cristianos. De hecho, María en la Biblia, sólo “habla” cuatro veces en el Nuevo Testamento. Su, digamos, discurso, sus palabras más largas son las que pronuncia en el Evangelio de Lucas, es lo que se conoce como el “Magníficat”, es decir, cuando inicia su embarazo: “Alaba mi alma la grandeza del señor...” en fiun, le digo, mucho por explorar. En todos los aspectos.
Esquina-bajan
Pero vaya y caramba, no todo es violencia, inmolaciones y atentados terroristas con los hermanos musulmanes que creen a pie juntillas todo lo que dice su libro sagrado, el Corán. El problema con ellos, es que este libro es la vez divino y es su legislación de vida cotidiana, legal, religiosa, social y política. Se lo toman al pie de la letra los más extremistas y es imposible que piensen otra cosa.
Por ejemplo, dice el Corán a la letra: “Creed en Dios y en su apóstol, combatid en el sendero de Dios, haced el sacrificio de vuestros bienes y de vuestras personas; esto os será más ventajoso... Dios os perdonará vuestras ofensas, os introducirá en los jardines regados por corrientes de agua...” (Corán. Sura LXI. 1-12). Pues sí, a los belicosos suicidas que se atan hartos explosivos a su cintura y han explotado en cualquier parte del mundo, al hacerlo, se les promete según el Corán, placeres y hedonismo sin fin en la otra vida. Sí, también hartas, hartas musas.
Aunque en otra parte del Corán se prohíbe tajantemente arrebatar la existencia de un ser humano porque Alá-Dios lo condena. Pero caray, no hay mucha diferencia con los hermanos cristianos. Pero avanzamos: con gracia e inspiración del Islam, lea usted lo siguiente de Rabia al-Adawiyya, una escritora sufí del siglo VII d. C. Caray, vea lo que bulle y hierve en el alma o espíritu de este ser humano: “¡Oh Dios mío!, si te adoro por miedo al infierno/ quémame en él./ Si te adoro por la esperanza del paraíso, exclúyeme de él./ Pero si te adoro sólo por ti mismo,/ no apartes de mí tu eterna belleza”.
Letras minúsculas
Sin duda, altura mística como las alcanzadas por ese santo del catolicísimo, el poeta san Juan de la Cruz. Continuamos...
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