- 19 abril 2024
Hablemos de Dios 125
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Día al azar. Voy al quiosco más cercano a mi domicilio y compro la prensa diaria. Dijo un escritor: la prensa, los diarios son la oración matutina junto al café amargo, para el hombre libre. No más. La gente ya no lee los periódicos, ahora sólo “ve” notificaciones en su celular “inteligente”. La gente dejó de ser inteligente, ahora son “inteligentes” Internet, los celulares y las computadoras. Decía entonces: fui por la prensa al quiosco, me instalo en mi escritorio ya con café en la mano. Día al azar: lunes 22 de mayo. Una nota dice lo siguiente: “Estalla violencia en Kansas. Deja tiroteo 3 víctimas en club nocturno de EU”. A un lado, la siguiente nota: “También en Florida. Las autoridades del condado de Broward, en el sur de Florida, investigan un tiroteo que dejó un muerto y dos heridos...”.
Las masacres en Estados Unidos, usted lo sabe y lo ha visto, son pan cotidiano y es imposible pararlas. Todo mundo puede cargar con un arma legalmente. Amén de los delincuentes, claro. Las estadísticas y muertos por este tipo de eventos en centros comerciales, escuelas, centros religiosos, bares, oficinas o de plano, en plena calle, son legión. Insisto, es imposible dar fin a lo anterior. Pero, cada vez que hay un evento suicida en alguna parte del mundo por parte de los hermanos musulmanes extremistas, todo mundo pide una intervención inmediata y matar a esos miserables. En fin.
No todo es violencia, inmolaciones y atentados terroristas con los hermanos musulmanes que creen a pie juntillas todo lo que dice su libro sagrado, el Corán. El problema con ellos es que este libro es a la vez divino y es su legislación de vida cotidiana, legal, religiosa, social y política. Se lo toman al pie de la letra los más extremistas y es imposible que piensen otra cosa. Dice el Corán a la letra: “Creed en Dios y en su apóstol, combatid en el sendero de Dios, haced el sacrificio de vuestros bienes y de vuestras personas; esto os será más ventajoso... Dios os perdonará vuestras ofensas, os introducirá en los jardines regados por corrientes de agua...” (Corán. Sura LXI. 1-12).
A los belicosos suicidas que se atan hartos explosivos a su cintura y han explotado en cualquier parte del mundo, al hacerlo, se les promete según el Corán, placeres y hedonismo sin fin en la otra vida. Aunque en otra parte del Corán se prohíbe tajantemente arrebatar la existencia de un ser humano porque Alá-Dios lo condena. Pero caray, no hay mucha diferencia con los hermanos cristianos. En su momento, el escritor Salman Rushdie lo padeció enormemente cuando en 1989 y por una “fatwa” del entonces ayatolá Ruhollah Jomeini, líder religioso de Irán, el escritor fue condenado a muerte por la edición de su libro “Los versos satánicos”. Y usted lo sabe, a últimas fechas le arrancaron un ojo en un evento público, puf.
El indo-inglés vivió lustros a salto de mata en todo el mundo, protegido por los servicios secretos ingleses. En su momento, vino a México y verle y escucharle fue un calvario porque su agenda se cambiaba a cada minuto. Cuando arreciaba el cerco de extremistas que le querían liquidar, éste escribió: “Nunca me consideré un escritor preocupado por la religión, hasta que una religión empezó a perseguirme”. Pero luego agregó algo que ahora se comprende más a cabalidad. No sólo es un problema el integrismo islámico (representado por Al Qaeda y otros al día de hoy), sino también al fanatismo cristiano encarnado (en su momento) en la figura de Tony Blair, y en el gobierno norteamericano de George W. Bush y hoy el renacimiento de Donald Trump.
ESQUINA-BAJAN
Otro tipo de fanatismo ha aparecido, igual de peligroso: la exacerbación y estulticia de las redes sociales y la adicción al Twitter del deslenguado Donald Trump y la adicción a la tribuna pro Andrés Manuel López Obrador. Pero bueno, Rushdie no se cayó ni se calló. Aunque ahora es un cíclope un poco de capa caída. Ha seguido entregando algunas de las mejores obras de su narrativa. La vida es así por lo demás, ingrata y trágica para los creadores. Pienso en Salman Rushdie amenazado de muerte. Fedor Dostoievski llegó a estar frente a un pelotón de fusilamiento...
Ovidio murió en el exilio. La gran Anna Ajmatova creó lo mejor de su poesía en condiciones duras y asfixiantes. Entre el exilio y el eterno regreso a su patria rusa, perdió a su hijo en el Gulag de los atroces crímenes de Stalin. El admirado Jean Genet, el escritor favorito de Juan Goytisolo, deletreó gran parte de su obra en la cárcel. Ni qué decir de mi admirado Oscar Wilde con su bello y perturbador texto, “Balada de la cárcel de Riding”. La lista es larga. Y en honor de Dios, de la moral y de proteger a la patria (el lugar de nuestros padres), se cometen muchas atrocidades, hasta la muerte.
Pero en este especial caso no vamos hablar de ello (cosa que ya hicimos en todos los anteriores párrafos, en fin. Se me soltó la pluma. Perdón), sino que vamos abordar aunque sea brevemente en este texto y en el siguiente de “Hablemos de Dios”, una digamos, línea, rama o dimensión sabia, rica y mística del Islam, lo que se conoce como el sufismo. A la par, abordaremos a un poeta tan extraño como errante fue, Abz-Ul-Agrib, quien dejó un precioso libro, “El diván” con textos escritos en piel de cabra, papel algodón (al parecer de Damasco) y pergamino.
LETRAS MINÚSCULAS
Al gran poeta Abz-Ul-Agrib le dedicaremos par de textos. Así sea.
Encuesta Vanguardia
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