Hablemos de Dios 134: la poesía si buena poesía no pasa desapercibida
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A cuenta gotas, pero en ciertas áreas de la vida cotidiana, la “normalidad” vuelve a su sitio. ¿Va a ser lo mismo que antes de la maldita pandemia? Absolutamente no. Lo perdido está perdido. Así de sencillo y ya no se puede recuperar. Jamás. Es el caso de algo que ocupa tiempo y espacio en una línea fija de tiempo: la lectura de libros. De buenos libros. Antes no se conseguían, ahora llegan a cuenta gotas y no siempre hay tiempo disponible y suficiente para dedicársele a al lectura larga y reposada. En fin. Es aquel viejo refrán mexicano: no hay para carne y cuando hay... ya es vigilia.
Hace relativamente poco tiempo conseguí un buen libro del cual ni sabía de su existencia: “Antología de la sabiduría persa”, compilación de Juan Pablo Tovar para editorial Editores Mexicanos Unidos en su colección “Fractales”. Libro bellamente editados con portadas muy llamativas para los jóvenes que no, no leen ni en defensa propia.
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Y usted lo sabe, el sufismo es una corriente mística de origen persa, es digamos, la dimensión mística del siempre satanizado Islam y nuestros hermanos musulmanes. El sufismo lo ha escrito un poeta persa antiguo, es el “anhelo trascendente de Dios”. En todos los sentidos. En el plano espiritual claro, pero también en el plano musical, poético, de vida cotidiana, en el plano social; en la entrega total al Altísimo.
Lo he platicado antes, gracias al hidalgo saltillense don Javier Salinas, éste me ha acercado generosamente y ha depositado en mano joyas, pepitas de oro, regalos de su inmensa discoteca la cual ha venido armando como si edificara un castillo. A saber los hilos de oro bordados en seda para vestir en los días soleados: las Cantigas de Alfonso X, “El Sabio” (1221-1284), en versión y recopilación de Eduardo Paniagua. La “Misa Ave Sanctissima María” de Pierre Certon (1510-1572), maestro de la Capilla Sainte Chapelle de París, Francia. Un disco múltiple sobre folías, cantos y villancicos de Espagne (España). Una colección de música de Palestina, un disco con una investigación histórica desarrollada en Toluca con sonidos de cuerda y crin, dos discos compactos con música sefardí...
Pero para el tema de hoy, un día don Javier Salinas me sorprendió con un disco de música sufí andalusí; otro de Tekke, sufí rhytm y un libro de poemas tan extraño como bello y perturbador: “Cantos a la amada” del poeta nacido al parecer en las arenas doradas de Damasco, Muahmmud Ibn Al-Mahad en el siglo XIII. El erotismo, la pasión y el olor a oriente no me han abandonado desde la llegada de este cargamento. Hoy recargado con motivo del libro que he conseguido a buen precio, “Antología de la sabiduría persa”.
Para escribir estas notas donde se canta y alaba a Dios (Alá, pues), el almuédano de mi aparato de sonido sigue ofreciendo las coplas, cantos y música sufí de Eduardo Paniagua y Said Belcadi Ensamble. “Se han quebrado mis cadenas” (los instrumentos musicales son variados y nativos de esta región del mundo) y en esta plegaria enderezada al Altísimo, también se escuchan el salterio, el laúd, el tar; todo se entremezcla en sus sonidos para llegar e invocar las bendiciones de aquel, el Único.
Esquina-bajan
La antología de la cual hoy le cuento trompicones, son poemas una parte, los famosos cuartetos (medida métrica), “Rubaiyat” del conocido Omar Jayam. Otro apartado es la sabiduría de las historias, cuentos y narraciones de “El lenguaje de los pájaros” del poeta Farid al Din Attar. Amén de todo esto, vienen unos cuentos de los llamado “filosofía de lo simple”, textos de Mullah Nasrudìn. La ficha completa del libro es la siguiente para su compra señor lector: “Antología de la sabiduría persa”, compilación de Juan Pablo Tovar en editorial Editores Mexicanos Unidos en su colección “Fractales”, con poco más de 510 páginas.
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En la paz del crepúsculo para mitigar el infernal calor, se entremezclan los cantos y endechas votivas de Ofra Haza con la luz de una lámpara la cual nunca, nunca apago y sí alumbra mis lecturas. No la luz de una vela, la cual puede hacer arder a la ciudad y a todo el mundo, sino una lamparilla de escritorio conseguida en un bazar de segunda mano, la cual acompaña mis rutinas de lectura por la tarde/noche. Uno de los conocidos versos de Omar Jayam dicen a la letra:
Pienso que el día de la creación
En que el vino de amor fue al hombre dado,
El que llenó mi copa fue escanciado
Con sangre de mi propio corazón.
¿Lo nota? Nada, nada le piden semejantes versos donde de verdad se pulsa o se acerca uno a Dios, con los textos de san Juan de la Cruz, sor Juana Inès, los del divino ciego John Milton o de plano con el Cantar de los Cantares o Proverbios de la Biblia. Lenguaje universal, la poesía no son letras ni palabras, no; son un movimiento telúrico que llega al mismo corazón. La poesía si es una buena poesía, no pasa desapercibida y tal vez se pueda “estudiar y sentir”, pero la mejor poesía es la que nos habita y jamás nos abandona ya.
Letras minúsculas
“Joven y ávido, frecuenté la plaza y sus géneros./ Hoy en el otoño de mi vida,/ encomendado a mi Señor/ ofrezco mis mercaderías”. Ibn de Alcira.
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