La ausencia de identidad en nuestra Democracia
Distintos factores parecen ser los culpables de nuestra mala democracia, pero los que llevamos la insignia de culpa, somos todos y cada uno en lo particular y colectivo. Somos cada uno de nosotros que desde nuestras distintas banderas no procuramos nada porque padecemos una enfermedad terrible llamada apatía. Algunos solo son culpables de alimentar su ego y su patético narcisismo, pero los demás, somos culpables de tener ese peso muerto llamada apatía qué por tradición, por cultura, o lo que es más atroz, por pobreza –en sus distintas manifestaciones- no podemos cambiar, es una fuerza que parece que genera una inercia inevitable.
También contribuye otro factor que considero camina a la par de la apatía; la identidad. Cada día en México y en Coahuila se percibe un ambiente más crispado, una desazón que demerita la democracia, el descrédito que nos han traído los gobiernos y la sensación de que navegamos sin rumbo y sin futuro hace que los mexicanos sintamos ese alejamiento de los gobiernos y de los políticos para con la sociedad. El bien común y las utopías se desvanecen cada día más dentro del pensamiento de todos como sociedad.
La falta de identidad también es causa de las reformas electorales que no han sabido dar en el clavo y aún más, hoy sirve de pretexto para querer desaparecer instituciones y árbitros. La falta de identidad la han aprovechado, para que algunos individuos orquesten negocios propios y en algunas ocasiones hasta de tinte ilícito; por otra parte, son los partidos políticos los que también afectan al malestar de nuestra democracia, la corrupción y la falta de transparencia son factores que también abonan a la falta de identidad. Emulando a Reyes Heroles, en política no todo son instituciones, también hay creencias, ideas, personas y contingencias que acaban hasta con las ideas y proyectos mejor elaborados...
¿Qué fue lo que hizo nacer toda esta falta de identidad y descontento? Para José Woldenberg estos factores provienen de “la debilidad del Estado y de ideología de quienes han gobernado este país desde 1994, además de decisiones desfavorables a la consolidación de una democracia medianamente típica... también la debilidad de la figura presidencial, la corrupción de los gobiernos improvisados y un proceso de descentralización que derivó en un rosario de vicios (Revista NEXOS, septiembre 2016)”.
¿Qué hacer? La respuesta sobre los problemas que enfrenta la democracia mexicana es difícil y compleja. Un primer paso pude ser un apoyo total al cambio de perspectiva del Estado sin que esto suponga un exceso de intervencionismo; la presencia del Estado en el ejercicio de sus funciones, de sus responsabilidades y de sus atribuciones conforme a como lo dice nuestra Constitución sería un buen comienzo para darle vida y para responder a la debilidad institucional, a la dispersión de los recursos políticos y a la concentración de los recursos económicos.
Sabemos que estamos por llegar a una desilusión y falta de identidad total. No existe diálogo político, hay poca seguridad, el tejido social se encuentra casi destruido –los esfuerzos de los gobiernos no han sido suficientes-, el futuro que se ofrece a los jóvenes es desalentador.
Nadie hará nada por nosotros, sino empezamos cambiando nosotros mismos. Es necesaria la inteligencia y la persuasión si se quiere intentar cambiar. La inteligencia para comprender los muchos males de la sociedad, los que aún están sin resolver, la ausencia de conciencia pública, los conflictos poder judicial-política. No dejemos que la cadena social pese sobre unos pocos. Nuestra democracia no está tan mal, apenas camina, es cierto, pero nuestra falta de identidad mayoritariamente es culpa de los gobiernos que hemos elegido y de sus decisiones. Hay que cambiar a los gobiernos, a sus formas de comunicación hacia con la sociedad a la que se deben. Para fortalecer nuestra democracia y nuestro Estado debemos apelar al debate, a la conciencia y a la inteligencia. Acordemos verdaderas reformas para el bien de todos, no documentos planchados.
Abraham Álvarez Ramírez
Profesor Universitario
abrahamalvarezramirez@gmail.com