La democracia se alimenta de participación ciudadana
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La corrupción es ácido sulfúrico para la democracia. La corrupción es la apropiación o abuso de un poder público con la finalidad de obtener beneficios particulares. Las prácticas de corrupción tienen en su haber sobornos, extorsión, intercambio de favores, nepotismo, fraudes contables, conflicto de interés, cleptocracia, malversación de fondos, desfalco, favoritismo, compra de votos, contribuciones ilegales a las campañas electorales, captura del Estado y más. Adopte la forma que sea es un fenómeno que daña el carácter público y general de las normas a las que debe ceñirse la autoridad del estado en un régimen que se presuma democrático. La corrupción es un mecanismo de exclusión democrática que opera bajo la duplicidad, toda vez que el orden jurídico que norma el quehacer público se trasgrede en la práctica. La corrupción política tiende a persistir y expandirse, no obstante las políticas implantadas para prevenirla permanece como estrategia dominante. Tiene un efecto devastador sobre la legitimidad política, y con ello se vulnera gravemente la democracia. En palabras llanas, la corrupción provoca desconfianza y falta de credibilidad en las instituciones, en el ánimo de la ciudadanía. Si queremos que esto cambie TENEMOS QUE PARTICIPAR. No hay de otra, la democracia se nutre principalmente de la participación de la ciudadanía. Si usted quiere que la autoridad en este país se cuadre ante usted, tiene que aprender a exigirle, y el primer paso, es haciéndose cargo de una obligación primaria: elegir informado y en conciencia, a quienes quiere que lo representen.
Este 2 de junio tenemos una elección que va a pintarnos de cuerpo entero a los mexicanos. Es un desafío del tamaño del mundo al que nos enfrentamos. Será trascendental la decisión que tomemos, no solo tendrá efectos para el presente –que está del nabo– también para el futuro. Y el futuro no es enchílame otra, somos parte de un mundo en el que suceden infinidad de eventos que nos afectan, para bien o para mal. Lo último que necesitamos es una dictadura, ya nuestros antepasados se las vieron negras con las habidas. Necesitamos hacernos cargo de nuestra realidad y para ello es sustantivo definir que queremos para solventarla. Nuestra realidad es esta: La inseguridad cada día se ensancha más, más territorios, más municipios y ciudades se encuentran bajo el dominio de la delincuencia organizada. La “estrategia” del actual gobierno ha servido para que aumenten las extorsiones, el cobro de derecho de piso, los homicidios a plena luz del día, los feminicidios, la desaparición forzada, entre otras “lindezas”. En junio de 2023, la firma AC Consultores presentó un estudio que señala que en el 81% del país hay presencia del crimen organizado, lo que deja en riesgo al 86% de la población, esto es unos 108,660,000 millones de mexicanos de una población de más de 126 millones. De acuerdo con ese estudio, son dos los grupos delincuenciales que tienen presencia en prácticamente todo el país: el Cártel Jalisco Nueva Generación (28 estados) y el Cártel de Sinaloa.
El otro gran asunto sin resolver es el de la salud. El reto del próximo gobierno es que todos los mexicanos, sin excepción, tengan acceso a ese servicio. De acuerdo con los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) 50.4 millones de mexicanos no tienen acceso a los servicios de salud. Según sus datos, entre 2020 y 2022, las personas sin acceso a la atención médica aumentaron en 14.7 millones. Se trata de un derecho garantizado en la Constitución federal. Se tienen que universalizar los servicios de salud y desarrollar programas de prevención de enfermedades crónico-degenerativas. Otro reto es devolver la atención a la población que migró a los servicios privados. Es relevante también subrayar que el sistema de salud requiere de recursos económicos para funcionar. El rango más adecuado es al menos, tres puntos del PIB, en opinión de los especialistas. En materia de educación, los mayores retos, de acuerdo a los expertos, son dar una mayor oferta educativa a todos los estudiantes, sobre todo de educación media y media superior, y combatir la deserción escolar. Esta deserción se presenta más acusada en educación superior. Otro problema es la insuficiencia de infraestructura escolar. Se refiere al espacio físico donde se desarrollan los procesos de enseñanza-aprendizaje: servicios, mobiliario, ambientes de trabajo, entre otros. Y por supuesto, maestros bien pagados, pero por méritos, no por compadrazgos. Por cuanto al asunto del empleo, vinculado fuertemente al panorama económico, la próxima administración federal tiene que hacer frente a la informalidad. En junio del año pasado fue del 55.5% de los 58.6 millones de personas que conforman la población ocupada. Se tienen que generar condiciones para atraerlas a la formalización y con ello a la paga de impuestos. Con el boom del nearshoring también estará el reto de formar personas que puedan trabajar para las nuevas compañías que lleguen al país, pero aguas, “estas empresas están automatizadas, no contratan obreros básicos, contratan ingenieros, pagan mejor, pero no contratan 2 mil obreros, contratan 35 ingenieros, 40 diseñadores industriales, el reto estará en crear a personas con calidad educativa”, comenta Gabriel Casillas, economista en jefe para América Latina de Barclays. De modo que usted sabe si elige a buenos para nada, tanto a la presidencia de la República, como a las cámaras de Diputados y Senadores. Y que sean honestos.
Encuesta Vanguardia
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