La tectonicidad del patrimonio
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“La carga más pesada es por lo tanto, a la vez, la imagen de la más intensa plenitud de la vida . Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será”.- Milan Kundera.
La insoportable levedad del ser, es una novela publicada en 1984 por el escritor checo después nacionalizado francés y que inicia este texto con esa frase demoledora, pero más allá de ser una historia de amor, el autor nos revela una reflexión sobre problemas más profundos, nos muestra no la levedad de la vida, por el contrario, nos explica en un tejido narrativo, la pesadez de la misma. La levedad según su etimología proviene del latín levitas y significa: cualidad de ligero o de poco peso.
En la arquitectura, esta cualidad se refiere por lo general a estructuras o techumbres que por sus características o materialidad responden a lo ligero. Los griegos decían que lo pesado va abajo y lo liviano va arriba, en un objeto arquitectónico, todos los elementos deben responder por sí mismos y entre sí a un criterio de solidez, cada elemento cumple un rol: sostener y/o ser sostenido, a estas características que condicionan la forma arquitectónica, que aporta un orden material y que las hace ser auténticas, también se le conoce como tectonicidad y según Helio Piñón, este atributo de la materia sólida de la arquitectura, actúa sobre la acción formativa del sujeto, esta característica de la obra arquitectónica también le confiere expresividad, es la tectonicidad la condición que une la materia, que articula y sintetiza todos los aspectos de un proyecto constructivo. Sin embargo, en la disciplina también se tiende a la levedad a partir de la tectonicidad, pero ese es otro tema.
Generalmente asociamos lo tectónico a los movimientos de la tierra, los temblores o los terremotos; sin embargo, en la arquitectura, como ya se mencionó, está relacionado con su firmeza, su robustez y su masividad y que en consecuencia le confiere expresividad.
En otro sentido y agregando a lo anterior, cuando esta característica de un objeto arquitectónico se liga a la tradición, se reconoce en estos objetos los componentes que establecen sus bases, es decir, las tradiciones constructivas de los pueblos que se encuentran en la experiencia acumulada a lo largo de la historia y sobre todo anclada en una época en particular se le conoce como la tectónica del inconsciente colectivo, el imaginario o la tradición constructiva. Es decir, son las bases sólidas que conforman los cimientos de un método o manera de edificar y de la expresividad de las comunidades. Además, estos atributos de la arquitectura, no solamente se encuentran en el plano “semántico” o material del lenguaje arquitectónico y que se encuentra en los componentes físicos de un edificio, sino que también en la dimensión que se desplaza más allá de estos.
La arquitectura patrimonial encuentra su tectonicidad no solamente en sus atributos físicos, en la corpulencia de sus muros, en sus materiales, sino que esta masividad; nos refleja también la tradición del pasado y nos permite percibir la seguridad y tranquilidad de que nuestra identidad y nuestra historia no se derrumben y se pierdan. La levedad del patrimonio consiste entonces en permanecer en la memoria y su tectonicidad, tanto en lo material como en lo inmaterial, nos brinda seguridad, arraigo, ¿cómo podemos conservar el patrimonio de manera adecuada sin afectar a nuestras ciudades? ¿cómo encontrar el equilibrio entre lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos? ¿entre la tectonicidad y la levedad? ¿qué aspectos de la conservación del patrimonio estamos pasando por alto que en lugar de dignificarlo lo rebajan?
Encuesta Vanguardia
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