Jardín Etnobiológico de la UAdeC en Viesca, Coahuila, en riesgo ante incertidumbre presupuestal
Con apoyo de la UAdeC y Conacyt, el Centro de Investigación y Jardín Etnobiológico preserva tradiciones locales y fomenta técnicas sostenibles para la extracción de recursos
VIESCA, COAHUILA.- En una región en la que parece que la vida natural se ha extinguido y no queda más que el llano desierto en Coahuila, un grupo de científicos se dedica a estudiar, conservar y reproducir las especies florales.
A partir de la construcción de diversas presas en La Laguna, lo que alguna vez fue una zona abundante en agua, comenzó un proceso de desertificación que cambió el entorno natural, social, comercial y cultural de Viesca.
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Fue ahí donde surgió la urgencia no solo de preservar la amplia biodiversidad existente en el municipio, sino también las formas, costumbres y tradiciones de la población que utiliza esos escasos recursos naturales.
Desde 2019, el Centro de Investigación y Jardín Etnobiológico Dr. Gregorio Martínez Valdés (CIJE) se fundó con el apoyo de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC) y el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conacyt).
Ahí, el grupo de investigadores liderados por el académico Jorge Aguirre Joya estudia a los seres que se enfrentan a las peores condiciones climáticas para crecer.
“Es muy común que vayamos pasando por una zona desértica y escuchemos que alguien dice ‘que aquí ni hay vida, aquí no hay nada’, cuando realmente tenemos individuos muy adaptados a condiciones muy difíciles de la vida”, señaló Aguirre Joya.
UN JARDÍN POR CADA ESTADO
La intención del Conacyt, contó el investigador, es tener un Jardín Etnobiológico por cada estado, convocatoria que se pudo aprovechar para crear el CIJE en Coahuila.
Actualmente el CIJE cuenta con 12 hectáreas de Jardín Etnobiológico, donde se han podido recolectar 86 especies diferentes de cactáceas con hasta 12 mil ejemplares.
Para ello, fue vital la colaboración del exrector de la UAdeC, Salvador Hernández Vélez, principal promotor del proyecto, habitante de Viesca, y ejidatarios de Tomás Garrido Canabal, de donde se donaron la mayoría de las especies al CIJE.
Dicho ejido es Área Natural Protegida Voluntaria desde hace más de 20 años, por lo que a través de un convenio de colaboración pudo aportar múltiples ejemplares al Centro de Investigación.
La investigación de lo que rodea a las plantas es la clave para diferenciar a un Jardín Etnobiológico de un Jardín Botánico. “El prefijo ‘etno’ de la etnobiología también rescata los conocimientos tradicionales o el saber ancestral que la población daba para los usos de esos recursos. Lo vemos cuando hablamos de plantas medicinales, las plantas que se utilizan para también comer, etcétera”, explicó Aguirre.
CONSERVACIÓN DE ESPECIES EN PELIGRO
Entre las distintas actividades de investigación y divulgación que realiza el CIJE, sin duda una de las más destacadas es la reproducción de especies en peligro de extinción y endémicas tanto de Coahuila como de Viesca.
Entre ellas se encuentran la cactácea conocida como “Bonete” —por parecerse al bonete de los obispos—, la Noa —anteriormente presente en el Cerro de las Noas en Torreón—, la Mammillaria Lenta —endémica de Viesca—, el Huevo de Venado, los peyotes, así como los chautes o falsos peyotes.
A través de invernaderos que comenzaron siendo improvisados y que poco a poco se fueron equipando, el ingeniero Juan Carlos Chavarría dirigió el diseño y la adaptación de los jardines del CIJE, mismos que ocupan la mayor cantidad del espacio disponible.
“Nosotros en este espacio lo que hacemos es inducir la floración, posteriormente recolectamos la semilla. Una vez que se forma, hacemos la polinización cruzada con pinceles y luego, una vez que amarran, muchas veces la verdad nos asombramos”, explicó.
Chavarría narró que en un principio la reproducción de las especies fue un reto importante, pues llegó a tener una tasa de mortalidad muy alta debido a las altas temperaturas y la humedad, situación que se fue mejorando con los años hasta llegar a menos del uno por ciento.
Una de las especies que más interés genera entre los investigadores es la llamada Huevo de Venado (Peniocereus greggii), ya que su floración se da solo una vez al año y dura apenas tres horas.
Para los investigadores, ese es el tiempo que tienen para realizar la polinización cruzada y recolectar la tuna que permita reproducir las semillas.
JARDÍN POR MUSEOS DE SITIO
El CIJE cuenta con 2.5 hectáreas de jardín etnobiológico divididas en distintas estaciones o espacios que muestran procesos o fenómenos diferentes, llamados museos de sitio.
Los museos de sitio ya tienen la infraestructura museográfica necesaria y fueron construidos con técnicas y materiales de la región, como techos fabricados con madera y gobernadora, así como ladrillos de adobe.
Uno de ellos, por ejemplo, muestra la distribución de un hormiguero a través de esculturas que se pueden observar detalladamente a través de un túnel, las cuales están construidas con materiales reciclados.
En otro museo de sitio se construyó una réplica de un horno de cal, mismo que también muestra cómo las personas habitantes de Viesca y el semidesierto de Coahuila obtienen el polvo.
Otro más no solo reproduce a través de esculturas cómo los ejidatarios extraen la cera de la planta de candelilla, sino que también muestra cómo la investigación del CIJE ha permitido tener procesos más amigables con el medio ambiente y seguros para los trabajadores.
Aguirre Joya explicó que tradicionalmente la candelilla se debe quemar con ácido sulfúrico para obtener la cera, lo que contamina el ambiente y provoca daños en la salud.
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Añadió que la planta de candelilla crece únicamente en el semidesierto chihuahuense, es decir, desde el sur de EE.UU. hasta varios estados de la República en el norte, siendo Coahuila el principal productor.
“Nosotros somos el principal productor de cera de candelilla y entre el 90 y 95 por ciento de la producción se exporta principalmente a países como Japón, la Unión Europea y EE.UU”, señaló.
Explicó que la cera de candelilla se utiliza en cosméticos de amplia gama, ya que tiene un punto de fusión superior a los 80 grados centígrados, lo que la hace ideal para labiales y otros cosméticos, además de ser comestible.
“En la Universidad Autónoma de Coahuila, logramos sustituir el ácido sulfúrico por ácidos naturales, orgánicos, los cuales se utilizan en la industria alimentaria.
“Hemos trabajado con varias comunidades, tanto en Coahuila como en Zacatecas, para que puedan sustituir el ácido sulfúrico por estos ácidos naturales y ahora contamos con un proceso más amigable con el ambiente y que produce una cera de mejor calidad, ya que el ácido sulfúrico arrastra impurezas del metal, como el hierro, tan agresivo que es”, explicó Aguirre.
RECURSOS EN PELIGRO
Una de las principales preocupaciones de los investigadores es el riesgo de dejar de contar con el recurso del Conacyt para 2026.
Explicaron que, después de ganar la convocatoria en 2019, los recursos se asignaron de 2020 a 2025, por lo que han emprendido acciones para ser autosuficientes.
Jorge Aguirre comentó que se han preparado para evaluar la posibilidad de tener ingresos de recuperación, con recorridos guiados, la venta de productos naturales y un catálogo de servicios especializados para empresas en investigación, análisis y asesoría.
También están en proceso la fabricación de aceites a partir de plantas, siendo el aceite de orégano el primero que esperan lanzar al mercado.
Además, están planeando la construcción de una tienda de souvenirs, una cafetería y un salón adaptable para diversos tipos de eventos.
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