Mirador 17/01/2024
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Cuando me dicen que soy líder de opinión –influencer es el término de moda- un repeluzno me baja por la espina desde las vértebras cervicales hasta las coccígeas, si tal es su nombre en el Testut o la Anatomía de Gray.
Sucede que, como dijo el poeta jerezano, “Yo sólo soy un hombre débil, un espontáneo / que nunca tomó en serio los sesos de su cráneo”. Escribo por la misma razón por la que respiro, por necesidad vital, pero lo hago sin pretensión alguna. Claro, procuro hacer bien mi tarea. Si no escribo para la posteridad tampoco quiero hacerlo para la parte posterior. No soy un artista, sino un artesano cuyo único mérito es escribir cuatro artículos diarios, los 365 días del año, con una sola excepción: cuando es año bisiesto –como éste-, porque entonces son 366. Y eso lo he hecho desde hace más de medio siglo, sin haber fallado un solo día. Doy gracias al Misterio –unos le llaman Vida; otros le dicen Dios- que en sus manos tiene a todas las criaturas.
Digo todo eso para dar también las gracias a los numerosos lectores que me dieron a conocer el nombre del poema cuyos primeros versos puse aquí recientemente, y de su autor. Se llama “Calicot”, y es de Gutiérrez Nájera. Lo compruebo una vez más: quienes me leen saben mucho más que yo.
¡Hasta mañana!...
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