Nada hay nuevo bajo el sol o nada está oculto bajo el sol
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Tengo estudios de teología, sistemáticos y serios; me sé versos, parágrafos de memoria, pero lo natural, lo trivial, es decir, lo que todo mundo cita, de tan común... no lo sé. Es un defecto, no una virtud. Aquello de que “nada hay nuevo bajo el sol” o nada “está oculto bajo el sol”, en fin, le digo, de tan común no lo sé ni lo recuerdo. Lo único que sé del sol es lo siguiente: no lo aguanto, lastima mis sentidos, es ingobernable y aquello de Apocalipsis: “Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá... ni calor alguno”. ¿Lo nota? Se lo he repetido aquí muchas ocasiones, el sol y el calor matan...
El liminar, el torpe liminar viene a cuento por lo siguiente: en su momento y a petición de lectores, leí un libro rompe ventas y la cuestión es: aún no sé si era cosa esotérica, psicológica, espiritista, mahometana, de ficción, o de plano, una mamada. Mi francés es muy fluido, perdonadme, lectores. Fue el libro “Muchas Vidas, Muchos Maestros”, de Brian Weiss.
¿Cuándo se jodió todo y la mentalidad de los jóvenes se fue moldeando tan atropelladamente, según mi juicio? No lo sé. Pero ahora los jóvenes, y un gran continente de adultos, creen en la reencarnación (repito, el libro “Muchas Vidas, Muchos Maestros”), creen en milagros donde siempre habla Dios (“Un Libro de Milagros”, de Jack Canfield y Mark Victor Hansen, autores del megaéxito “Caldo de Pollo para el Alma”), creen en filosofías orientales (todos los libros de Osho), creen en recetas cristianas para salir del atolladero en apenas días u horas (los libros de Joel Osteen), creen en poderes y enseñanzas secretas (“Las Cuatro Leyes de la Prosperidad”)...
Lea: si usted se cae y se lastima un costado y viene harto dolor, usted se pone una pulsera de dos bolas en los extremos que todo lo curan y equilibran la “energía” y también se toma una pastilla de diclofenaco sódico de 100 mg de liberación prolongada... ¿El dolor disminuye por el amuleto o por el fármaco llamado Doctril? ¡Puf!, que de ignorancia... a un clic de la mano.
El libro desde su publicación en inglés (1988) ha sido un rompe-ventas. No lo había leído. Lo he leído un par de veces ya. En su primera vez, lo leí de un jalón donde estaba hospedado. Si hemos de creer en lo que aquí se cuenta, una paciente, una joven, mediante hipnosis, va contando a su psiquiatra sus anteriores vidas. Es decir, ella y ahora, es una reencarnación de... Aronda (murió ahogada en su momento), Johan (murió degollada), Luisa (murió por una epidemia de agua contaminada); amén de haber sido hombre (Christian) en dos o tres vidas anteriores. Pero hay un momento, según el relato del libro, en que entre dos vidas (justo cuando uno se muere y luego, vuelve a reencarnar), existe un “plano espiritual superior” habitado por lo que ellos llaman “los maestros”, los cuales todo lo saben y todo lo ven.
¿Cómo decirle, o nombrar, o definir lo anterior? ¿Entonces habría que empezar a creer en eso que los orientales llaman “el karma”? Tom Pine ha dicho con suficiencia: “Acostumbrarse a las mentiras pone los cimientos de muchos otros males”. Y esos males ya están aquí. Para el investigador norteamericano Claude Fischer, la cantidad de estadounidenses que creen en los espíritus ha pasado de “1 de cada 10 a 1 de cada 3”. Y añade: hoy es más recurrente que un joven diga que fue a consultar un vidente, cree en espíritus y casas embrujadas, a que lo crea una persona madura.
ESQUINA-BAJAN
¿Cuándo adoptamos esta creencia netamente oriental, hindú? No lo sé. Según esta idea, hay un núcleo divino en la personalidad que se traslada de cuerpo en cuerpo en un ciclo de sufrimiento determinado este por la famosa “ley del karma”, ello con base en nuestras vidas pasadas. De hecho en el libro de Brian Weiss, la paciente siempre es esclava, sirvienta, edecán; siempre en un ciclo de ahogamiento, oscuridad y sufrimiento, el cual es un determinismo que ahora y en esta vida, la trae de mal en mal y de padecimiento en padecimiento. Es decir, la “maldad” o la tontería de moda de “equidad de género.”
Insisto, ¿cuándo, cuándo, empezamos a creer en esto que nos sembraron bajo eso llamado “Nueva Era”? Un estudio de la UNAM estima que hay alrededor de 30 mil brujos en México. El investigador Elio Masferrer Kan, antropólogo, deja caer una cifra de espanto: hay 100 brujos por cada 3 mil 500 ciudadanos. Más leña al fuego: según la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México, elaborada por Conacyt y el Inegi, 83.6 por ciento de los mexicanos reconocen confiar más en la fe y “poco en la ciencia”.
¡Ah! Pero como dice la Biblia que no hay nuevo nada bajo el sol. Quisieron los hados de los libros que su servidor diera con un librito, un relato corto de mi ídolo, Francis S. Fitzgerald, el cual en su momento, no se publicó porque según la nota, mi héroe, no lo mandó a tiempo para su edición a una revista y hasta hace pocos meses lo editaron. Lo descubrió y publicó un diario neoyorquino: el cuento es “El Pagaré”.
¿Sabe cuál es el tema? La vida de un muerto. La vida de un sobrino que cuenta su muerte a su tío; tío el cual se hace rico contando mentiras; sí, igual que el hígado de Brian Weiss engatusando a sus millones de seguidores... sólo que contra el genio de Fitzgerald no hay defensa. Lea el libro. Genial.
LETRAS MINÚSCULAS
No hay nada nuevo bajo el sol. Todo es una farsa. Los que valen, valen. Todo mundo lee a Weeis, pero mi amado Francis S. Fitzgerald es eterno... el relato está en Nórdica libros. Genial.
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